Prisioneros del cambio
Las pruebas y argumentos que ha esgrimido Nicolás Maduro para mantener en la cárcel a dirigentes opositores recuerdan acciones que protagonizó Hugo Chávez cuando luchó por conquistar el poder en los años noventa. El tratamiento que recibió el fallecido presidente de parte de los gobiernos de esa época fue más democrático que la forma en la que se trata actualmente a la disidencia
“Muy buenos días para todos ustedes. A poca distancia de Caracas, en los Valles del Tuy, en el municipio Simón Bolívar del estado Miranda, está la población de San Francisco de Yare, una población acogedora, de clima caliente y famosa por sus diablos…”. De esta manera, el 30 de agosto de 1992, José Vicente Rangel presentaba una entrevista que hizo a Hugo Chávez en el Centro Penitenciario de Yare. El periodista tenía para ese momento 63 años de edad y su interlocutor, de 38 años, estaba preso por haber comandado 6 meses antes un golpe de Estado.
“El líder del levantamiento militar del 4 de febrero de este año está recluido en esta cárcel. Estas son escenas exteriores de esa prisión. Es una prisión que no reúne las condiciones para tener allí detenidos. Eso que ustedes ven son manchas de excrementos de los presos, el ambiente, el olor, es insoportable”, relataba Rangel al inicio del programa, el cual no pudo ser transmitido por televisión por decisión del gobierno de Carlos Andrés Pérez y su contenido se conoció posteriormente.
Más de 20 años después, la denuncia de los excrementos en el centro de reclusión puede parecer un déjà vu para algunos. “La madrugada del sábado 24 de octubre de 2014, con premeditación y alevosía, dieron la orden a los custodios de hacer necesidades fisiológicas en unas bolsas plásticas, que luego amarraron con unas cuerdas. Se subieron a la azotea y comenzaron a golpear las bolsas contra las rejas de la ventana hasta romperse, llenando a Leopoldo (López), Daniel (Ceballos), Enzo (Scaranno) y Salvatore (Lucchese) de pipí y pupú”, denunció el año pasado Lilian Tintori, la esposa del coordinador nacional de Voluntad Popular, recluido en Ramo Verde desde el 19 de febrero de 2014.
Chávez fue trasladado al Centro Penitenciario de Yare junto con otros oficiales de las Fuerzas Armadas Nacionales que participaron en el intento de golpe movidos por su rechazo al sistema político de la época, el cual aspiraban a cambiar. 23 años después, las razones de fondo por las que el gobierno de Nicolás Maduro ha mantenido encarceladas a más de 90 personas en menos de 2 años son bastante similares. Aunque ninguno ha sido condenado legalmente por participar en una insurrección violenta contra el Estado, sus manifestaciones públicas contra el régimen político actual les valieron ser perseguidos y apresados.
Ambos grupos propusieron en su momento salidas políticas y aseguraban que el sistema en el que vivían estaba agotado, por lo que era necesario acordar una etapa de “transición” que permitiera al país construir un nuevo camino para resolver sus problemas y acabar con las injusticias vigentes. Los parecidos, sin embargo, acaban en las motivaciones de los detenidos. Cuando se revisan los tratos que recibieron los prisioneros y dirigentes en los dos períodos, la realidad es diametralmente opuesta. Mientras la causa de Chávez fue sobreseída el 26 de marzo de 1994 y le fueron restituidos todos sus derechos, a la mayoría de los presos políticos actuales se les mantiene privados de libertad sin que su juicio haya terminado, irrespetando la presunción de inocencia. En el caso de López, incluso se ha desatendido una recomendación del Grupo de Trabajo sobre la Detención Arbitraria del Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas que pidió liberarlo.
Situación en la cárcel. Pese a que en su momento Rangel utilizó su programa de televisión para denunciar las supuestas vejaciones que recibió Chávez preso y criticó ampliamente que dos entrevistas que le hizo fueron censuradas, la sola presencia del periodista en el Centro Penitenciario de Yare parece probar el mejor trato que tuvo el fallecido presidente con respecto a los actuales detenidos por razones políticas.
“Estaba en Yare, pero no es verdad que estuviese con reos comunes. Su reclusión era en una parte especial para presos políticos y cada oficial tenía su habitación. La celda de Chávez incluso tenía dos ambientes. En uno recibía a gente y en otro dormía. Tenía ciertas comodidades y sus visitas no eran restringidas, ni siquiera tenía que pedir un permiso previo. Solo pasaba una lista de las personas que vendrían a verlo y podían entrar en el horario de visitas cuanto tiempo quisieran”, relata Agustín Blanco Muñoz, académico de la UCV que tuvo la oportunidad de visitar al líder del 4-F en su celda y que posteriormente le hizo 14 entrevistas para un libro publicado en 1998 que se titula Habla el comandante. En ellas abordó el asunto de la toma del poder.
Actualmente, la situación es distinta. Los detenidos en Ramo Verde solo pueden reunirse con sus familiares más íntimos entre jueves y domingo, mientras que a sus abogados pueden verlos de lunes a miércoles. Cualquier visita extra, sea de amigos, periodistas u otros dirigentes políticos, debe ser aprobada antes por el vicepresidente de la República, Jorge Arreaza, informa Juan Carlos Gutiérrez, abogado defensor de López. Un ejemplo evidente ocurrió el 25 de enero de este año, cuando Arreaza negó la entrada a Ramo Verde de los expresidentes Sebastián Piñera (Chile) y Andrés Pastrana (Colombia), quienes vinieron a Venezuela para evaluar la situación del coordinador nacional de Voluntad Popular.
Blanco Muñoz indica que Chávez podía introducir a su celda cualquier libro que quisiera y no era víctima de requisas. Gutiérrez denuncia que la situación de López es distinta. Casi la mitad de los 13 meses que ha estado preso en Ramo Verde los ha pasado en condición de aislamiento por diversos castigos y ahora le restringen la entrada de libros.
“En las requisas chequean cuáles son los textos que tiene más subrayados o con anotaciones y se los quitan. Dicen que se los van a devolver, pero aún no lo han hecho”, asegura el abogado.
En otros centros, las condiciones de los presos políticos son incluso peores. La sede de Plaza Venezuela del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional tiene las prisiones en el sótano 5, en un lugar pintado completamente de blanco, sin luz solar y que se ha hecho famoso por el nombre que le dieron: La Tumba. De acuerdo con las denuncias de varias organizaciones no gubernamentales como Justicia y Progreso, allí no hay espacio para hacer ejercicio y los reclusos ni siquiera tienen forma de saber la hora.
“Nadie está cómodo en una prisión. La diferencia es que a Chávez nunca lo tocaron, nunca lo ofendieron. A los estudiantes los han irrespetado, les han violado sus derechos, eso no se puede ocultar. No existe un órgano del Estado ni de la oposición que vigile que eso no ocurra. El problema del chavismo es el odio exacerbado que ha creado”, denuncia Yoel Acosta Chirinos, uno de los oficiales del Ejército que comandó el golpe de 1992 y que se alejó del jefe del Estado pocos años después de que llegó a Miraflores.
La doble banda. El pasado 21 de febrero, un día después de la detención del alcalde metropolitano, Antonio Ledezma, Maduro justificó la acción basado en que hay sectores opositores que juegan “a la doble banda”. “Por un lado sabotean y organizan disturbios y guarimbas; por otro, se cambian de camisa y se postulan a candidatos aprovechando las libertades públicas de Venezuela. Eso se acabó (…) En Venezuela no hay intocables. Los intocables se acabaron”, afirmó el presidente durante un acto en El Calvario.
Más de un mes después del encarcelamiento de Ledezma, su juicio no ha comenzado y su abogado defensor, Omar Estacio, denunció que las supuestas pruebas que se presentan en su contra están contaminadas debido a que son grabaciones y declaraciones de testigos que fueron difundidas por Venezolana de Televisión. Es decir, aunque continúa preso, todavía no se ha comprobado legalmente su participación en actividades conspirativas.
Este hecho marca un nuevo paralelismo respecto a la situación de Chávez en los años noventa. En la página 177 del libro Habla el comandante, en un diálogo del 19 de julio de 1995, el fallecido presidente afirmó: “Te consigues gente que dice: las elecciones nunca, jamás, y hay gente que no quiere saber nada de armas. En este momento de la historia ninguna vía es desechable”.
El 24 de agosto del mismo año profundizó sobre el tema: “Yo creo en la constituyente popular revolucionaria, que se ve como resultado de una fuerza en movimiento, que empuje. Se debe llegar a ella por la vía de la presión popular pacífica o por la vía violenta”. La cita está en la página 288.
El 25 de septiembre de 1997 llegó a admitir que estaban trabajando “para formar un frente de militares, no solo para las elecciones sino para cualquier cosa”. Así se lee en la página 438: “No es que venga usted para que sea diputado; usted, general, para que sea gobernador; o usted, sargento, para que sea alcalde. No. Pudieran serlo, pero no es para eso; es para organizar una reserva militar para cualquier escenario que aquí pueda presentarse”.
Antes de dar esas declaraciones, el 4 de diciembre de 1994, menos de 9 meses después de salir de la cárcel, lanzó una advertencia directa al gobierno en una entrevista publicada en El Nacional: “Si el presidente Caldera no rectifica cuanto antes, es casi seguro que va a pasar un susto. Ese susto puede venir desde diferentes partes, desde el pueblo mismo, o desde las Fuerzas Armadas Nacionales, y muy difícilmente los cohetes antiaéreos que ahora tiene la Disip podrán evitar que algo así ocurra”.
Pese a todo eso, el entonces presidente Rafael Caldera, que gobernó entre 1994 y 1999, no pidió que Chávez fuera encarcelado. “En aquella época en Venezuela existía un sistema democrático, con separación de poderes y ejercicio pleno de las garantías y derechos constitucionales, especialmente en materia de participación político-electoral. Esa democracia tenía una gran cantidad de problemas, ciertamente, pero era una democracia”, señala Fernando Egaña, que fue ministro de Comunicaciones de ese gobierno.
En este sentido, surge una pregunta provocadora: De haber sido Maduro presidente en ese momento, ¿habría ordenado la detención de Chávez?
Acosta Chirinos se atreve a responder: “Eso hubiera sido un error porque era precisamente lo que quería Chávez, que lo metieran preso. Maduro lo hubiera hecho porque no tiene la sapiencia que tenía Caldera”.
Blanco Muñoz es más cauto ante el planteamiento. “No se puede examinar eso así porque son dos momentos históricos distintos y dos políticas diferentes”, afirma el académico.
El futuro. Acosta Chirinos y Blanco Muñoz coinciden en que la situación actual de los presos políticos demuestra que Venezuela no ha progresado desde hace más de 20 años.
“El problema fundamental de Venezuela hoy es su condición de expaís. Carecemos de instituciones desde el 27 de febrero de 1989. El vacío que nace entonces, y que se mantiene, determina la ausencia institucional que garantice una verdadera democracia y sus pilares fundamentales: independencia, soberanía y libertad. A esta hora, frente a una dictadura socialista militar-policial-civil, no hay posibilidades de retomar el proyecto que, en buena parte, inspiraba la construcción del futuro”, lamenta el profesor.
El compañero de Chávez en el golpe agrega que el chavismo tuvo la posibilidad de impulsar un cambio y la desperdició: “Mataron al tigre y le tuvieron miedo al cuero. Dieron el primer paso, pero luego hicieron un giro de 180 grados y le pasaron por encima a su propio proyecto. El problema es estructural desde el Caracazo, aunque la situación actual es más delicada porque los odios sociales están más exacerbados y caminamos al filo de la navaja”.
El sobreseimiento de Caldera. “Nosotros estuvimos presos por ese documento de transición (…) y no le estábamos llorando a nadie, ni salimos a decir que era mentira. Al contrario, reconocimos que queríamos cambiar la situación del país porque ya se había agotado el modelo. Asumimos nuestra responsabilidad y estuvimos presos durante mucho tiempo”, dijo Diosdado Cabello el pasado 4 de marzo en su programa Con el mazo dando, al recordar el documento titulado “¿Cómo salir del laberinto?” que los comandantes del 4-F publicaron en 1992 haciendo un llamado a un cambio político en el país.
Vale la pena recordar que ese comunicado fue publicado en julio de 1992, cinco meses después de que los oficiales tomaron las armas para derrocar el gobierno constitucional de Carlos Andrés Pérez, hecho por el cual fueron apresados. Es decir, los autores del documento estaban en la cárcel cuando lo redactaron.
Cabe destacar que diversos sectores de la sociedad empezaron a solicitar públicamente la liberación de los más de 300 militares detenidos por el golpe antes de que apareciera el comunicado, señala Juan José Caldera, hijo del presidente Rafael Caldera, en un artículo escrito en 2007 con el que intenta explicar las condiciones en las que fueron sobreseídas las causas de los oficiales golpistas.
Aun después de que se hiciera público el documento “¿Cómo salir del laberinto?”, el texto de Caldera indica que los principales candidatos a las elecciones presidenciales de 1993 se manifestaron a favor de liberar a Chávez y al resto de los militares presos. El proceso de excarcelación, afirma, comenzó antes de que su padre asumiera la Presidencia, cuando ya habían sido sobreseídos 270 involucrados.
Chávez salió en libertad el 26 de marzo de 1994 y recobró todos sus derechos políticos debido a que su causa fue sobreseída por decisión presidencial, recurso jurídico que implica la “terminación anticipada” de un proceso penal. La inhabilitación política es una pena accesoria, agrega Caldera, motivo por el cual no podía ser dictada si no existía una condena principal.
“Yare fue una escuela”. En el programa 250 de Aló, Presidente, celebrado el 26 de marzo de 2006, Hugo Chávez se refirió a su tiempo preso en el Centro Penitenciario de Yare. Contó que fue una escuela para ellos porque lograron desarrollar documentos colectivos entre personas de su movimiento que estaban dentro y fuera de la cárcel.
“Desde Yare comenzaron a nacer las primeras señales en el horizonte, porque el 4 de febrero fue una especie de quijotada, salimos a ver qué pasaba (…) y dar una campanada”, aseguró.
En ese programa indicó que la propuesta llamada “¿Cómo salir del laberinto?”, el “Proyecto Simón Bolívar” y “El árbol de las tres raíces” fueron todos documentos desarrollados durante ese período. Agregó que la Dirección de Inteligencia Militar revisaba los escritos, los sellaba y algunos eran decomisados.
“Mandábamos reflexiones a la calle, algunas eran publicadas, otras nunca llegaban a su destino”, recordó Chávez. También llegaron a enviar respuestas a preguntas de periodistas y artículos para revistas.
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