Ciudad del Vaticano, (Zenit.org) Redacción |
El papa Francisco ha agradecido este sábado la importante misión que desarrolla la Asociación Católica Internacional al Servicio de la Juventud Femenina (ACISJF), y ha exhortando a sus miembros a ser testigos creíbles de la felicidad que supone servir a los demás como Jesús, al servicio de la vida y de la dignidad humana.
Durante la audiencia celebrada en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, el Pontífice también ha invitado a los presentes a dejarse instruir por las jóvenes que acompañan y ayudan.
A continuación publicamos el texto íntegro del discurso del Santo Padre:
“Queridos hermanos y hermanas,
doy la bienvenida a los miembros de la Asociación Católica Internacional al Servicio de la Juventud Femenina, con motivo de su Asamblea General. Tienen la intención de encontrar en estos lugares el impulso que hubo al comienzo de su asociación, con el apoyo de mi predecesor, el papa León XIII, y manifestar hoy su fidelidad al Sucesor de Pedro.
Expreso mi gratitud por su generoso compromiso en el servicio a las jóvenes que viven en situaciones de precariedad y de sufrimiento. Su creciente número y las múltiples formas de pobreza que sufren nos interpelan y deben suscitar una nueva creatividad, para ofrecerles la ayuda material y espiritual que necesitan. Sí, es una verdadera felicidad servir a los demás, como Jesús. Mediante sus actividades permanentes de acogida y a través de una reflexión para afrontar los nuevos desafíos generados por el mundo de hoy, como el fenómeno migratorio, la acción que ustedes desarrollan quiere estar al servicio de la vida y de la dignidad de la persona, testimoniando que la auténtica fe en el Hijo de Dios hecho carne es inseparable del don de sí y del servicio (Exhortación Apostólica Evangelii gaudium n. 88). Las jóvenes que ustedes acompañan tienen ante todo necesidad de atención y de escucha. ¡Éste es el desafío para ustedes! ¡El apostolado tan humano y tan divino de la escucha, que agota, pero que hace tanto bien! Así las podrán ayudar a crecer en la confianza, a encontrar puntos de referencia y a progresar en la madurez humana y espiritual, alimentada por los valores evangélicos. ¡Que ustedes puedan ser para ellas testigos creíbles, para que experimenten la alegría de saberse amadas por Dios, Padre suyo, y llamadas a la felicidad!
Y, al mismo tiempo, les invito a que se dejen instruir por estas jóvenes que acompañan y ayudan. A pesar de sus dificultades, a menudo ellas testimonian aquellas virtudes esenciales que son la fraternidad y la solidaridad. Y nos recuerdan que somos frágiles y que dependemos de Dios y de los demás. Que la mirada misericordiosa del Padre nos ayude a acoger nuestras pobrezas para ir adelante con confianza. Y a comprometernos juntos en esa ‘revolución de la ternura’, cuyo camino nos abrió Jesús mediante su Encarnación. Es bello ser sus discípulos y misioneros, para consolar, iluminar, aliviar, escuchar, liberar, acompañar. La experiencia que Él nos ha donado mediante su Resurrección es una fuerza vital que penetra el mundo (cfr. ibid n. 276) y sobre la cual ustedes se pueden apoyar cada día, porque responde a los anhelos más profundos del corazón.
Queridos amigos, deseo que crezca en ustedes el sentimiento de pertenencia a la Iglesia, que es una gran familia. Les invito a seguir proclamando a todos la alegría del Evangelio, teniendo en cuenta la diversidad de culturas, tradiciones religiosas, el origen de las jóvenes que quieren servir, así como las riquezas que exigen ser acogidas con respeto. Que pueda establecerse entre ustedes la fraternidad, para que llegue a buen término con entusiasmo su misión al servicio de los pequeños, ¡por quienes Jesús tiene un amor de predilección! Les encomiendo a la intercesión de la Virgen María y le pido a Dios que les llene de sus bendiciones, así como a las jóvenes que acogen y sus familias. Y les pido que, por favor, recen por mí”.
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(IDV)
(18 de abril de 2015) © Innovative Media Inc
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