Francisco en el ángelus: el Perdón de Asís nos invita a la confesión y comunión
San Francisco de Asis y la Porciúcula ubicada dentro de la Basílica de Santa María de Los
Angeles en Asis.
La concesión de la Indulgencia de la Porciúncula se dio en 1216, cuando San Francisco partió para Perusa junto al hermano Maseo para ver al Papa Honorio III, luego que una noche anterior el mismo Cristo y la Virgen rodeados de ángeles se le habían aparecido en la capilla de Santa María de los Ángeles en Asís.
En este aparición, el santo le pidió al Señor le concediese una indulgencia a cuantos visitasen la Iglesia dedicada a la Virgen bajo la advocación de María de los Ángeles. El Señor aceptó y le ordenó que se dirigiese a Perusa, para obtener del Papa el favor deseado. El Santo Padre concedió la gracia.
El Papa Francisco señaló que este día “es un fuerte llamamiento a acercarse al Señor en el sacramento de la Misericordia y también en el recibir la comunión”.
El Cristo de San Damián
El Cristo de San Damián es una cruz del medioevo creada en torno al año 1190 para la Iglesita dedicada a San Damián, encargada seguramente por un gremio de comerciantes de Asís
El proceso de conversión de San Francisco de Asís fue largo, en este proceso, su segundo gran encuentro con Cristo, del que nos ha quedado constancia tiene lugar ante el Crucifijo de San Damián, cuando Cristo le responde a su pregunta e inquietud con estas palabras: "Francisco, ve y repara mi iglesia que amenaza ruinas".
La oración ante el crucifijo de San Damián, a decir de algunos biógrafos, es la respuesta que Francisco da a estas palabras.
El Santo Padre recuerda que en el sacramento de la Reconciliación "no encontramos a un juez severo sino al Padre inmensamente misericordioso”.
Por Sergio Mora
Ciudad del Vaticano, 02 de agosto de 2015 (ZENIT.org)
El papa Francisco rezó este domingo 2 de agosto, la oración del ángelus desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico, ante una multitud de fieles, peregrinos y turistas que le atendía en la Plaza de San Pedro.
Los allí presentes venidos desde todo el mundo le acogieron con un largo y entusiasmado aplauso, a pesar del fuerte calor de verano que se sentía en Roma. El Pontífice recordó la lectura del evangelio día que dice “Yo soy el pan de vida, quien viene a mi no tendrá más hambre y quien cree en mi no tendrá nunca sed” en referencia a la Eucaristía. Y precisó que es “el don más grande que sacia el cuerpo y el alma”.
Concluida la oración del ángelus el Santo Padre dirigió sus saludos, e indicó que este domingo en la ciudad italiana de Asís se recuerda la “fiesta del perdón”. El Papa señaló que la misma “es un fuerte llamado para acercarnos al Señor en el sacramento de la misericordia y también para recibir la comunión”.
Y recordó que “hay gente que tiene miedo de acercarse a la confesión olvidándose que allí no encontramos a un juez severo sino al Padre inmensamente misericordioso”.
Si bien el Pontífice reconoció que “es verdad que cuando vamos al confesionario sentimos un poco de vergüenza, y esto nos sucede a todos, a todos nosotros”, si bien tenemos que recordar “que también esta vergüenza es una gracia que nos prepara al abrazo del Padre que siempre perdona y siempre perdona todo”.
Francisco concluyó sus palabras pidiendo que no se olviden de rezar por él y les deseó a todos un 'buon pranzo' y una 'buona doménica'.
Ayer 1º de agosto, en la Basílica papal de Santa Maria de los Ángeles, se abrió la solemne Fiesta del Perdón de Asís, que se clausura al final de este domingo. Durante los dos días ininterrumpidamente muchos sacerdotes en la Basílica confiesan en varios idiomas y celebran la Eucaristía.
La Misa y procesión eucarística, de apertura ha sido presidida por el padre José Rodríguez Carballo, Ministro General de los Frailes Menores y concluye hoy domingo con la solemne eucaristía presidida por el obispo de la ciudad, Mons. Domenico Sorrentino.
La fiesta de la dedicación de la Porciúncula culmina con la llegada de la marcha nacional de jóvenes franciscanos. Los Hermanos Menores preparan la "Fiesta del Perdón de Asís", con un triduo solemne que se realiza en la Basílica de San María de los Ángeles.
Miles de peregrinos acuden cada año a la Porciúncula para recibir la indulgencia plenaria que San Francisco le pidió y obtuvo del Papa Honorio III, en el año 1216.
La web de los Franciscanos indica:
“En julio de 1216, Francisco pidió en Perusa a Honorio III que todo el que, contrito y confesado, entrara en la iglesita de la Porciúncula, ganara gratuitamente una indulgencia plenaria, como la ganaban quienes se enrolaban en las Cruzadas, y otros que sostenían con sus ofrendas las iniciativas de la Iglesia. De ahí el nombre de Indulgencia de la Porciúncula, Perdón Asís, Indulgencia o Perdón de las rosas (por el prodigio que medió en su confirmación según alguna tradición tardía) u otros parecidos”.
“Más allá de las controversias históricas acerca de los orígenes y circunstancias de la concesión de la Indulgencia, lo cierto es que la Iglesia ha seguido, hasta nuestros días, otorgando y ampliando esa gracia extraordinaria. En la actualidad, esta Indulgencia puede lucrarse no sólo en Santa María de los Ángeles o la Porciúncula, sino en todas las iglesias franciscanas, y también en las iglesias catedral y parroquial, cada 2 de agosto, día de la Dedicación de la iglesita, una sola vez, con las siguientes condiciones: 1) visitar una de las iglesias mencionadas, rezando la oración del Señor y el Símbolo de la fe (Padrenuestro y Credo); 2) confesarse, comulgar y rezar por las intenciones del Papa, por ejemplo, un Padrenuestro con Avemaría y Gloria; estas condiciones pueden cumplirse unos días antes o después, pero conviene que la comunión y la oración por el Papa se realicen en el día en que se gana la Indulgencia”.
Para Leer el texto completo clicar aquí
Los allí presentes venidos desde todo el mundo le acogieron con un largo y entusiasmado aplauso, a pesar del fuerte calor de verano que se sentía en Roma. El Pontífice recordó la lectura del evangelio día que dice “Yo soy el pan de vida, quien viene a mi no tendrá más hambre y quien cree en mi no tendrá nunca sed” en referencia a la Eucaristía. Y precisó que es “el don más grande que sacia el cuerpo y el alma”.
Concluida la oración del ángelus el Santo Padre dirigió sus saludos, e indicó que este domingo en la ciudad italiana de Asís se recuerda la “fiesta del perdón”. El Papa señaló que la misma “es un fuerte llamado para acercarnos al Señor en el sacramento de la misericordia y también para recibir la comunión”.
Y recordó que “hay gente que tiene miedo de acercarse a la confesión olvidándose que allí no encontramos a un juez severo sino al Padre inmensamente misericordioso”.
Si bien el Pontífice reconoció que “es verdad que cuando vamos al confesionario sentimos un poco de vergüenza, y esto nos sucede a todos, a todos nosotros”, si bien tenemos que recordar “que también esta vergüenza es una gracia que nos prepara al abrazo del Padre que siempre perdona y siempre perdona todo”.
Francisco concluyó sus palabras pidiendo que no se olviden de rezar por él y les deseó a todos un 'buon pranzo' y una 'buona doménica'.
Ayer 1º de agosto, en la Basílica papal de Santa Maria de los Ángeles, se abrió la solemne Fiesta del Perdón de Asís, que se clausura al final de este domingo. Durante los dos días ininterrumpidamente muchos sacerdotes en la Basílica confiesan en varios idiomas y celebran la Eucaristía.
La Misa y procesión eucarística, de apertura ha sido presidida por el padre José Rodríguez Carballo, Ministro General de los Frailes Menores y concluye hoy domingo con la solemne eucaristía presidida por el obispo de la ciudad, Mons. Domenico Sorrentino.
La fiesta de la dedicación de la Porciúncula culmina con la llegada de la marcha nacional de jóvenes franciscanos. Los Hermanos Menores preparan la "Fiesta del Perdón de Asís", con un triduo solemne que se realiza en la Basílica de San María de los Ángeles.
Miles de peregrinos acuden cada año a la Porciúncula para recibir la indulgencia plenaria que San Francisco le pidió y obtuvo del Papa Honorio III, en el año 1216.
La web de los Franciscanos indica:
“En julio de 1216, Francisco pidió en Perusa a Honorio III que todo el que, contrito y confesado, entrara en la iglesita de la Porciúncula, ganara gratuitamente una indulgencia plenaria, como la ganaban quienes se enrolaban en las Cruzadas, y otros que sostenían con sus ofrendas las iniciativas de la Iglesia. De ahí el nombre de Indulgencia de la Porciúncula, Perdón Asís, Indulgencia o Perdón de las rosas (por el prodigio que medió en su confirmación según alguna tradición tardía) u otros parecidos”.
“Más allá de las controversias históricas acerca de los orígenes y circunstancias de la concesión de la Indulgencia, lo cierto es que la Iglesia ha seguido, hasta nuestros días, otorgando y ampliando esa gracia extraordinaria. En la actualidad, esta Indulgencia puede lucrarse no sólo en Santa María de los Ángeles o la Porciúncula, sino en todas las iglesias franciscanas, y también en las iglesias catedral y parroquial, cada 2 de agosto, día de la Dedicación de la iglesita, una sola vez, con las siguientes condiciones: 1) visitar una de las iglesias mencionadas, rezando la oración del Señor y el Símbolo de la fe (Padrenuestro y Credo); 2) confesarse, comulgar y rezar por las intenciones del Papa, por ejemplo, un Padrenuestro con Avemaría y Gloria; estas condiciones pueden cumplirse unos días antes o después, pero conviene que la comunión y la oración por el Papa se realicen en el día en que se gana la Indulgencia”.
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Papa Francisco confesándose. Foto: L'Osservatore Romano.
Texto completo del ángelus del papa Francisco del 2 de agosto de 2015
El Santo Padre comenta el evangelio de San Juan e invita a superar las preocupaciones cotidianas pensando al encuentro con Dios. Recuerda también la fiesta del Perdón de Asís
Por Redacción
Ciudad del Vaticano, 02 de agosto de 2015 (ZENIT.org)
El papa Francisco ha rezado la oración del ángelus este domingo, delante de una Plaza de San Pedro llena de fieles, peregrinos y turistas allí congregados a pesar del fuerte calor del verano europeo que estos días se registra en Roma.
El Santo Padre inició comentando el evangelio de Juan correspondiente a la misa del día, en el que Jesús indica que quienes le estaban siguiendo era porque con la multiplicación de los panes Él había saciado su hambre, y habían dado más valor a aquellos panes que a su donador. Y no habían entendido que les estaba invitando a comer el pan de vida eterna, la eucaristía.
Después de la oración, el Pontífice se refirió a la Fiesta del Perdón de Asís, que se celebra en Italia, e invitó a aprovecharla para confesarse y comulgar, recordando que encontraremos al Padre no como juez implacable, sino como Padre infinitamente misericordioso.
A continuación el texto completo:
«Queridos hermanos y hermanas, buenos días. En este domingo continua la lectura del capítulo sexto del Evangelio de Juan.
Después de la multiplicación de los panes, la gente había iniciado a buscar a Jesús y finalmente lo encuentra en Cafarnaún. Él entiende bien el motivo de tanto entusiasmo por seguirlo y lo revela con claridad: “Me buscan no porque han visto signos, sino porque han comido de aquellos panes y se han saciado”.
En realidad esas personas lo siguen por el pan material que el día anterior había saciado su hambre, cuando Jesús había realizado la multiplicación de los panes. No habían entendido que ese pan partido para tantos, para muchos, era la expresión del amor del mismo Jesús. Han dado más valor a aquellos panes que a su donador.
Delante a esta ceguera espiritual, Jesús evidencia la necesidad de ir más allá del don y descubrir al donador. Dios mismo es el don y el donador. Y así en aquel pan, en aquel gesto, la gente puede encontrar a Aquel que lo da, que es Dios.
Invita a abrirse a una perspectiva que no es solamente la de las preocupaciones cotidianas: el comer, vestir, el éxito, la carrera. Jesús habla de otro alimento, habla de un alimento que no se corrompe y que es necesario buscar y acoger. Él exhorta: “Empéñense no por el alimento que no dura, pero por el alimento que queda para la vida eterna y que el Hijo del hombre dará. O sea busquen la salvación, el encuentro con Dios.
Con estas palabras nos quiere hacer entender que más allá del hambre físico el hombre lleva consigo otro hambre --todos tenemos este hambre-- un hambre más importante que no puede ser saciado con el alimento normal. Se trata de hambre de vida, hambre de eternidad que solamente Él puede satisfacer en cuanto es 'el pan de vida'.
Jesús no elimina la preocupación y la búsqueda del alimento cotidiano, no, no elimina la preocupación de todo esto que puede volver la vida más avanzada. Pero Jesús nos recuerda que el verdadero significado de nuestra existencia terrena está al final en la eternidad, está en el encuentro con Él, que es don y donador. Y nos recuerda también que la historia humana con sus sufrimientos y sus alegría tiene que ser vista en un horizonte de eternidad, o sea en aquel horizonte del encuentro definitivo con Él.
Y este encuentro nos ilumina durante todos los días de nuestra vida. Si pensamos a este encuentro, a este gran don, los pequeños dones de la vida, también los sufrimientos, las preocupaciones serán iluminadas por la esperanza de este encuentro. 'Yo soy el pan de vida, quien viene a mi no tendrá más hambre y quien cree en mi no tendrá nunca sed. Esta es la referencia a la Eucaristía, el don más grande que sacia el alma y el cuerpo.
Encontrar y acoger en nosotros a Jesús, “pan de vida”, da significado y esperanza en el camino habitualmente tortuoso de la vida. Pero este 'pan de vida' nos ha sido dado con una tarea: para que podamos saciar al mismo tiempo el hambre espiritual y material de nuestros hermanos, anunciando el Evangelio por todas partes.
Con el testimonio de nuestra actitud fraterna y solidaria hacia el prójimo, volvamos presente a Cristo y su amor en medio de los hombres. La Virgen Santa nos ayude en la búsqueda y en seguir a su hijo Jesús, el pan verdadero, el pan vivo que no se corrompe y dura en la vida eterna».
El papa ha rezado el ángelus y a continuación ha dicho las siguientes palabras:
«Queridos hermanos y hermanas, les dirijo mi saludo a todos ustedes, fieles de Roma y peregrinos de diversos países.
Saludo a los jóvenes españoles de Zizur Mayor, Elizondo y Pamplona, y también a los italianos de Badia, San Matteo della Décima, Zugliano y Grumolo Pedemonte. Y saludo la peregrinación a caballo de la 'Archicofradía Parte Guelfa' de Florencia.
Hoy se recuerda el perdón de Asís. Es un fuerte llamado para acercarnos al Señor en el sacramento de la misericordia y también para recibir la comunión. Hay gente que tiene miedo de acercarse a la confesión olvidándose que allí no encontramos a un juez severo sino al Padre inmensamente misericordioso.
Es verdad que cuando vamos al confesionario sentimos un poco de vergüenza, y esto nos sucede a todos, a todos nosotros, pero tenemos que recordar que también esta vergüenza es una gracia que nos prepara al abrazo del Padre que siempre perdona y siempre perdona todo. A todos ustedes les deseo un buen domingo. Y por favor no se olviden de rezar por mi. 'Buon pranzo' y 'buona domenica'
El Santo Padre inició comentando el evangelio de Juan correspondiente a la misa del día, en el que Jesús indica que quienes le estaban siguiendo era porque con la multiplicación de los panes Él había saciado su hambre, y habían dado más valor a aquellos panes que a su donador. Y no habían entendido que les estaba invitando a comer el pan de vida eterna, la eucaristía.
Después de la oración, el Pontífice se refirió a la Fiesta del Perdón de Asís, que se celebra en Italia, e invitó a aprovecharla para confesarse y comulgar, recordando que encontraremos al Padre no como juez implacable, sino como Padre infinitamente misericordioso.
A continuación el texto completo:
«Queridos hermanos y hermanas, buenos días. En este domingo continua la lectura del capítulo sexto del Evangelio de Juan.
Después de la multiplicación de los panes, la gente había iniciado a buscar a Jesús y finalmente lo encuentra en Cafarnaún. Él entiende bien el motivo de tanto entusiasmo por seguirlo y lo revela con claridad: “Me buscan no porque han visto signos, sino porque han comido de aquellos panes y se han saciado”.
En realidad esas personas lo siguen por el pan material que el día anterior había saciado su hambre, cuando Jesús había realizado la multiplicación de los panes. No habían entendido que ese pan partido para tantos, para muchos, era la expresión del amor del mismo Jesús. Han dado más valor a aquellos panes que a su donador.
Delante a esta ceguera espiritual, Jesús evidencia la necesidad de ir más allá del don y descubrir al donador. Dios mismo es el don y el donador. Y así en aquel pan, en aquel gesto, la gente puede encontrar a Aquel que lo da, que es Dios.
Invita a abrirse a una perspectiva que no es solamente la de las preocupaciones cotidianas: el comer, vestir, el éxito, la carrera. Jesús habla de otro alimento, habla de un alimento que no se corrompe y que es necesario buscar y acoger. Él exhorta: “Empéñense no por el alimento que no dura, pero por el alimento que queda para la vida eterna y que el Hijo del hombre dará. O sea busquen la salvación, el encuentro con Dios.
Con estas palabras nos quiere hacer entender que más allá del hambre físico el hombre lleva consigo otro hambre --todos tenemos este hambre-- un hambre más importante que no puede ser saciado con el alimento normal. Se trata de hambre de vida, hambre de eternidad que solamente Él puede satisfacer en cuanto es 'el pan de vida'.
Jesús no elimina la preocupación y la búsqueda del alimento cotidiano, no, no elimina la preocupación de todo esto que puede volver la vida más avanzada. Pero Jesús nos recuerda que el verdadero significado de nuestra existencia terrena está al final en la eternidad, está en el encuentro con Él, que es don y donador. Y nos recuerda también que la historia humana con sus sufrimientos y sus alegría tiene que ser vista en un horizonte de eternidad, o sea en aquel horizonte del encuentro definitivo con Él.
Y este encuentro nos ilumina durante todos los días de nuestra vida. Si pensamos a este encuentro, a este gran don, los pequeños dones de la vida, también los sufrimientos, las preocupaciones serán iluminadas por la esperanza de este encuentro. 'Yo soy el pan de vida, quien viene a mi no tendrá más hambre y quien cree en mi no tendrá nunca sed. Esta es la referencia a la Eucaristía, el don más grande que sacia el alma y el cuerpo.
Encontrar y acoger en nosotros a Jesús, “pan de vida”, da significado y esperanza en el camino habitualmente tortuoso de la vida. Pero este 'pan de vida' nos ha sido dado con una tarea: para que podamos saciar al mismo tiempo el hambre espiritual y material de nuestros hermanos, anunciando el Evangelio por todas partes.
Con el testimonio de nuestra actitud fraterna y solidaria hacia el prójimo, volvamos presente a Cristo y su amor en medio de los hombres. La Virgen Santa nos ayude en la búsqueda y en seguir a su hijo Jesús, el pan verdadero, el pan vivo que no se corrompe y dura en la vida eterna».
El papa ha rezado el ángelus y a continuación ha dicho las siguientes palabras:
«Queridos hermanos y hermanas, les dirijo mi saludo a todos ustedes, fieles de Roma y peregrinos de diversos países.
Saludo a los jóvenes españoles de Zizur Mayor, Elizondo y Pamplona, y también a los italianos de Badia, San Matteo della Décima, Zugliano y Grumolo Pedemonte. Y saludo la peregrinación a caballo de la 'Archicofradía Parte Guelfa' de Florencia.
Hoy se recuerda el perdón de Asís. Es un fuerte llamado para acercarnos al Señor en el sacramento de la misericordia y también para recibir la comunión. Hay gente que tiene miedo de acercarse a la confesión olvidándose que allí no encontramos a un juez severo sino al Padre inmensamente misericordioso.
Es verdad que cuando vamos al confesionario sentimos un poco de vergüenza, y esto nos sucede a todos, a todos nosotros, pero tenemos que recordar que también esta vergüenza es una gracia que nos prepara al abrazo del Padre que siempre perdona y siempre perdona todo. A todos ustedes les deseo un buen domingo. Y por favor no se olviden de rezar por mi. 'Buon pranzo' y 'buona domenica'
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