Escribe uno sobre la ciudad y se topa, de vez en cuando, con hitos, con fantasmas, con leyendas, con alegrías y miedos. Es el mundo. La ciudad de hoy no es la que conocimos hace tantos años. "Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos", como dice la sabia sentencia poética de Pablo Neruda. El tiempo borra cicatrices y hasta hace olvidar, de vez en cuando, momentos de alegría o de tristeza que una vez nos estremecieron el alma y nos hicieron soñar, o reír o llorar, o maldecir, según el caso. Nos duele, entonces, la ciudad olvidada y hasta traicionada por quienes al final terminan abjurando de sus radicales posiciones de antes.
Pero sucede también que, un día cualquiera, nos encontramos de pronto con la viva imagen de un César Dao en cuyo corazón jamás cambia la luz de los amaneceres valencianos. Porque que César ha sido, es y será siempre un muchacho enamorado de la vida. Profesional, científica y moralmente preparado para ser un firme defensor de la herencia histórica y cultural tanto local como nacional y fiel a una tabla de valores y a una posición axiológica invariable, digna de respeto cualquiera sea su inclinación política en la difícil encrucijada ideológica que atravesamos actualmente. Eso necesitamos: posiciones firmes, respetuosas, no excluyentes y de mucho amor por la ciudad.
Hace unos días -exactamente el pasado 20 de junio- César rememoraba, en su columna taurina de Notitarde, un poema (si así puede llamarse) mío, escrito, creo, en 1968: "La muerte del toro" que leímos, en esos días, en cordial tertulia, con el Dr. Rafael Betancourt Moreno, Manuel Urquía, Edgar Guarenas Borges, Eloy Rutman Cisneros y otros ilustres y fraternos taurinos. Valencia era, entonces, un río en los ojos de Leopoldo La Madriz y de Braulio Salazar, un girón de lampos y brumas en los versos de Manuel Alcázar, una serenata en la guitarra de don Julio Centeno y un pedazo de ese cielo que todavía se arremansa de ternura cuando duerme arrullada de ternura con la música de María Luisa Escobar. Gracias, César, muchas gracias por la luz de ese recuerdo, de esos versos escritos una tarde de toros…
El Carabobeño 24 junio 2011
“Llegaremos a acuerdos para rehabilitar obra de Cruz Diez”
La obra de Cruz Diez sebe ser reparada. (Foto Archivo)
Beatriz Rojas | brojas@el-carabobeno.com.
El alcalde Edgardo Parra no descartó la posibilidad de solicitar un crédito adicional al Concejo Municipal de Valencia, para rehabilitar la obra “Fisicromía Color Naranja” del artista Carlos Cruz Díez que se encuentra en la redoma de Guaparo.
La primera autoridad local citó que la pieza fue dañada por un conductor ebrio, y refirió que se intentará negociar con el taller al que se le encargó la reparación, porque le pareció exagerado el incremento del precio al que llegó.
Parra precisó que el despacho a su cargo contaba con los recursos para el primer presupuesto que presentó el taller, pero no para el segundo porque es muy alto.
“Creo que eso está exagerado, estamos negociando para que se haga un ajuste importante en el costo, que nos permita financiar esta importante obra que fue dañada por un conductor inconsciente”.
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