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Coincidimos en que toda consideración referida al drama de la inseguridad en Venezuela debe marcar distancia entre el discurso retórico de la política y el dolor que brota del sentimiento de un ser humano. Frente a esa realidad de toparnos cara a cara con cifras tan alarmantes, como es el caso de la capital caraqueña, oscilando en cuatro mil muertes violentas en lo que va del año y sumando las correspondientes por regiones con resultados que equivaldrían a las muertes de cada mes, no sería aventurado imaginar una totalización de 19 mil homicidios al cierre del 2011, y concluir en que no hace falta ser ficha política para responsabilizar al Gobierno de Hugo Chávez por este flagelo sangriento.
En referencia a toda clase de crímenes y hechos delictivos, se puede decir que llegamos a los extremos y a la más aberrante imaginación que cabe en la mente humana. Las consecuencias han pasado por todos los escenarios y tribunas de escultores de las ideas más brillantes. La pobreza, la educación, el origen primario, la violencia doméstica y cualquier semilla brotada de la tierra, siguen siendo materia de la dialéctica tradicional, aunados a la lucha de clase y al conflicto de la sociedad; pero en Venezuela hay que ir al grano para dejar en claro que nunca como ahora se había conocido tan brutal ensañamiento del crimen, al extremo de la impotencia de cada ciudadano y cada hogar familiar, sabiéndose desasistidos de la protección del Gobierno de Hugo Chávez.
Quisiéramos aportar razonamientos sin rozar las secuelas provenientes de la política oficial, pero es que el propio Presidente ha mostrado una indiferencia impresionante ante los hechos del crimen diario, como si sintiera desprecio por los venezolanos o si por considerarse inmune frente a cualquier agresión, viéndose protegido por cientos de escoltas, pasa desapercibido frente a lo que terminará siendo su propia guillotina en el venidero proceso electoral.
De robar gallinas llegamos al robo de bancos, con las derivaciones siguientes que trascendieron al crimen. Pero ¿qué definición tiene que actos de esa magnitud y de referencia para la pantalla del cine, nos mostrara a viva realidad el espectáculo -que hoy es tan común- de un adolescente segando una vida para robarse un par de zapatos? Es aquí donde se unen las omisiones y negligencias del tiempo; pero si en sus discursos para obtener los votos hablaba de los abandonos de la "Cuarta República" ¿cómo puede explicarse que en estos 13 años y con ingresos fabulosos provenientes del petróleo, se haya incrementado la marginalidad, el desempleo y la inseguridad a niveles tan impresionantes?
Todo está dicho y escrito, esperando que se cumplan los hechos; pero la incompetencia de este Gobierno agravó el problema con el hacinamiento carcelario y la corrupción creciente en el Poder Judicial. Desarticuló las policías y creó un parapeto de imaginario rendimiento, con fines más dirigidos a restarles poder de eficiencia a los gobernadores opositores que a lograr beneficios para la seguridad de la población.
Carabobo ciertamente está en la lista de los estados violentos, pero no podrá el Gobierno nacional desviar la atención hacia la policía regional, existiendo el Dibise como órgano conformado para la mayor atención a la ciudadanía en el aspecto de la seguridad. Si el Gobierno actúa con mezquindad provinciana, es bueno recordarle que negarle las patrullas, las motos, las armas, las municiones y los chalecos a la Policía de Carabobo es reducir su capacidad de lucha contra el hampa; es favorecer la acción criminal.
luirgarr@hotmail.com
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