Para Antonio Ledezma, para Acción Democrática y puede que para el país, desde el pasado martes 6 de septiembre nada será como antes.
A Antonio Ecarri Bolívar
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El corazón de la militancia de Acción Democrática presente en el acto de presentación de su proyecto de país por parte del alcalde metropolitano Antonio Ledezma latió aceleradamente y rompió en emotivos aplausos y vítores cuando al culminar su discurso, además de pedirle a Roberto Enríquez, secretario general de Copei, las lanzas simbólicas de su partido para conquistar la presidencia de la República y reclamar respetuosamente pero con firmeza el respaldo de todos los partidos de la oposición, se le quebró la voz por la emoción al pedirle al viejo partido de sus querencias en el que naciera a la política y con el que conquistara sus grandes éxitos que no lo dejara solo en esta auténtica cruzada en que está empeñado, "por devolverle al país la seguridad, la paz, la concordia y la esperanza". La Quinta Monteverde, llena a reventar y copada por fervorosos seguidores hasta en las aceras y calles adyacentes, se vino literalmente abajo. El acto por cuya culminación había esperado una sala abarrotada de personalidades de todos los ámbitos nacionales y de todas las tendencias democráticas, llegaba a su fin.
Debo confesar que su discurso, de altísimo contenido político, tan perfectamente estructurado, tan impecable y de tanta garra que parecía estar siendo leído, me conmovió. Es y de lejos uno de los mejores discursos que le he escuchado a un político venezolano. Más que el discurso de un aspirante, fue el discurso de un hombre de Estado en el mejor momento de su carrera. Hilvanado de principio a fin, en un ascenso creciente, sólido, argumentado, esclareciendo e ilustrando sobre la inmensa gravedad de la crisis que vivimos y de la insoslayable necesidad de ser resuelta con la férrea unidad de todos los partidos y sectores bajo la conducción de un estadista: "me he preparado y estoy perfectamente consciente del desafío que implica gobernar un país en bancarrota. Por eso quiero ser y seré el futuro presidente de Venezuela".
No hubo un solo momento en que la sala interrumpiera sus palabras, salvo con los aplausos que acompañaron sus afirmaciones y propuestas. Fue un discurso escuchado en profundo silencio, por una asistencia igualmente consciente del momento histórico que vivimos. Vi lágrimas en muchos rostros. Y una emoción contenida a punto de estallar. Más de un Secretario Regional del partido blanco no tuvo empacho en dejar correr sus lágrimas, como la Secretaria de AD del estado Monagas. Tras de mí, Marco Tulio Bruni Celli, Octavio Lepage y Carlos Canache Mata lucían hondamente conmovidos. De pronto, tras dos décadas de tribulaciones, acorralamientos e incomprensiones la dirigencia de Acción Democrática veía una luz surgida de las profundidades de una historia que es su historia y la de nuestra democracia.
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La misma conmoción la vi reflejada en otros rostros de importantes figuras de otros partidos. A mi izquierda se encontraban Eduardo Fernández y Oswaldo Álvarez Paz, dos amigos entrañables y líderes indiscutibles de esas generaciones que levantaran y pusieran a valer a la Venezuela salida de la dictadura y construyeran todo lo que Venezuela aún sigue siendo, a pesar del esfuerzo denodado de la regresión y el despotismo por hacerla añicos. A mi derecha Héctor Alonso López, retirado de la política activa pero activo en su rol de cronista del acontecer nacional, tan conmovido como todos nosotros. En la sala se hallaban dos grandes aspirantes de las nuevas generaciones: María Corina Machado y Leopoldo López. Sobre la tarima, además de importantes dirigentes del CEN de AD, de Copei, de UNT, de BP el gobernador del Estado Lara y figura señera de la disidencia, Henry Falcón. Pues en ese acto, Antonio Ledezma fue más allá de los terrenos en que solía moverse hasta ahora: puso su pica en Flandes, iluminó el futuro que le propone al país y se asomó como el mejor de los candidatos. Tal cual lo señalara en una breve pero enjundiosa e irrebatible reseña el periodista Juan Carlos Zapata: "el mejor Ledezma".
A la salida, Arnoldo Gabaldón, ilustre intelectual y político vinculado a Acción Democrática, me resume en pocas palabras el hondo significado de ese acontecimiento: "es el inicio del reencuentro de Acción Democrática". Blas Bruni Celli me escribe: "Debo confesarle que el discurso de Antonio fue sencillamente impactante. Creo que supera a muchos discursos de aspirantes presidenciales que he oído en mi larga experiencia desde Gallegos hasta ahora. Era de esperarse por un candidato que se ha venido formando y fortaleciendo. Pienso que es la mejor opción para el país en las difíciles circunstancias en que nos hallamos."
Para Antonio Ledezma, para Acción Democrática y puede que para el país, desde el pasado martes 6 de septiembre nada será como antes.
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Una semana exacta había transcurrido cuando el partido de toda su vida, del que según sus palabras "jamás se fuera", celebró sus históricos 70 años de vida. Presentíamos la avalancha de militantes y simpatizantes que se harían presentes y, mucho más importante y trascendente, la pasión con que esa multitud desbordada expresaría su entusiasmo por volver a elevar las banderas que la barbarie pretendiera desterrar desde hace ya más de 20 años del suelo que le debe a Acción Democrática, a su líder fundador y al esfuerzo de una abnegada militancia su modernidad y su democracia.
Venezuela vive un despertar de su conciencia histórica y se sorprende ante el cúmulo de errores que la trajera a este abismo. Las aguas desbordadas que nos hundieran en estos pantanales vuelven a sus cauces y de pronto se nos ha hecho claro el extravío, la violencia y las injusticias cometidas en quince años de desafueros y arbitrariedades. Nos hemos referido en otra ocasión a la inmensa importancia de la obra de la periodista Mirtha Rivero, que al esclarecer la auténtica conspiración que precediera al derribo de Carlos Andrés Pérez y a su ominoso juicio, procesamiento, encarcelamiento y destierro ha abierto los ojos de muchos venezolanos que en muy mala hora se subieran al carro del golpismo, llevaran al Poder al teniente coronel de paracaidistas Hugo Chávez y los auxiliaran en el lamentable proceso de aserrar la rama de la que se asían. El derrumbe de las instituciones, la pérdida de toda legalidad, la violencia apocalíptica, la ruindad de nuestra economía, la devastación de nuestros logros artísticos, educativos y culturales.
La célebre frase con que Carlos Andrés Pérez se despidiera del país al dejar el cargo -"hubiera preferido otra muerte"- pues el mal no se lo infringían a él sino a la República, se ha visto dramáticamente confirmada en los hechos. Y tan palpable es el desastre, que en un extraño giro de la historia se vuelve contra los confabulados.
De allí la fuerza con que la reivindicación de CAP, de su gobierno, de sus colaboradores y de los partidos históricos –AD y Copei– comenzaba a manifestarse.
Es en ese contexto de gran reivindicación y corrección de nuestros colosales errores que se celebran estos 70 años de AD, cuando el regreso de los restos del ilustre tachirense ya promete pasiones y desde el fondo de nuestras reservas nacionales brota el impulso que conducirá a la victoria de las fuerzas democráticas para cerrar estos 13 años de delirios, de ignominias y de infamias. 13 años que han visto al partido blanco sin descansar un segundo en preservar su identidad y mantenerse erguido ante un ataque que hubiera querido culminar la faena friendo las cabezas de sus dirigentes. Una obra debida en gran medida a la tenacidad, la porfía y la reciedumbre de Henry Ramos Allup, conductor del partido en esta dura y extenuante travesía del desierto de la soledad, la incomprensión e incluso la persecución.
Los molinos de los dioses muelen despacio, cantaba Homero. Y al parecer la molienda ya rinde sus grandes frutos. Coincide este aniversario y este giro histórico en la voluntad de nuestro pueblo con la candidatura del mejor discípulo de Carlos Andrés Pérez, Antonio Ledezma. De allí el entusiasmo desbordante que provocó su presencia y la identificación que la militancia de Acción Democrática encuentra en su figura. "AD es Ledezma, Ledezma es AD", coreaba la asistencia. Fue la confirmación de lo que ya se perfilara en la presentación de su candidatura el 6 de septiembre.
Nos aproximamos a un cambio de 180º en la voluntad de cambio del país. El regreso de los restos de CAP y las acciones adelantadas por el secretario general de su partido, Henry Ramos Allup, para recibirlo con todos los honores, permitirán la expresión popular y multitudinaria de esa voluntad de reencuentro con una tradición brutalmente interrumpida por la canalla golpista y la inconsciencia ciudadana. Insólito: libra su batalla postrera y todo presagia su clamorosa victoria. Como el Cid campeador, que de muerto siguió ganando batallas.
E-mail: sanchezgarciacaracas@gmail.com
Twitter: @sangarccs
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