Democracia chatarra
Puedo ir a un local de comidas rápidas. Me gusta la democracia, como la del mercado natural, donde elijo un producto y, solo si el precio me parece conveniente, lo pago. Pero no le creo a esa "democracia" donde se vota a un político que, luego, no cumplirá su palabra y aun si no quiero que gaste, de todos modos me forzará, utilizando el monopolio de la violencia, a pagar impuestos.
No es verdad que la pobreza sea un "fenómeno natural" que siempre existirá. La naturaleza, sapientísima, prevé que la riqueza llegue a todos. Por caso, Argentina produce alimentos para diez veces su población (¿por qué existen hambrientos?). Sucede que los impuestos, son soportados con mayor fuerza por los más pobres, ya que los más aventajados pueden derramarlos.
Por caso, los empresarios aumentan precios, recortan salarios e inversiones demandando menos empleados. Dicen que los fondos vuelven por vía de asistencia social, pero pasan por una burocracia que se queda con buena parte, mientras derivan otra a los amigos. La estatal Aerolíneas Argentinas, por ejemplo, que usan funcionarios y amigos y los argentinos de nivel medio para arriba, pierde US$ 1,4 millones por día.
Ya Aristóteles sabía que la violencia es lo que desvía al cosmos de su desarrollo natural es, por tanto, destructiva, corrosiva. Así, la "autoridad" basada en la violencia (cuyo monopolio tienen hoy los Estados), es corruptora. En el mercado natural las acciones son libres y reguladas por los precios: se puede instalar cualquier comercio si resulta conveniente. Con la "autoridad" coactiva, ya no hay libertad para abrir este comercio y las "regulaciones" impuestas abren la posibilidad de sobornar al funcionario que decide.
Y no solo no hay "sanción política" sino que los sospechados de corrupción son reelectos con el agravante de que, las urnas, tienen la capacidad de absolverlos, como dice Miguel Ángel Aguilar, "con la misma fuerza que el sacramento de la confesión devuelve el estado de gracia al penitente". Así, por quedarse con el poder sobrepasan los límites éticos y morales. Para las elecciones del 23 de octubre en Argentina, en las cuales la presidente Cristina Kirchner sería reelegida por más del 50% según las encuestas, el gobierno kirchnerista, el más sospechado de corrupción de toda la historia argentina, aglutina además de un enorme poder, tanto peronistas tradicionales (neofascistas) como izquierdistas y al gobernador bonaerense, Scioli, exempresario y exneoliberal.
Mientras que la situación del opositor venezolano Leopoldo López sigue incierta porque el Tribunal Supremo declaró "inejecutable" la sentencia de la Corte Interamericana de DDHH, que ordena anular su inhabilitación política, a la vez que admite que puede postularse a cualquier cargo.
Las elecciones presidenciales de Nicaragua, del 6 de noviembre, parecen muy irregulares. El gobierno de Ortega, que ganaría con más del 45%, violando la Constitución, que prohíbe la reelección continuada y cuando ya ocupó la presidencia dos veces, domina los organismos como el tribunal electoral que analizaba inhibir a 51 candidatos de la opositora Alianza Partido Liberal Independiente. Además, reprimía a ciudadanos que exigían documentos para votar. Las elecciones municipales de 2008, fueron señaladas como fraudulentas por muchos, la organización Ética y Transparencia documentó fraude en 32 municipios.
*Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California
alextagliavini@gmail.com
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