Razón del nombre del blog

Razón del nombre del blog
El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

domingo, 8 de abril de 2012

"La ciencia es lo que hago, la religión explica por qué lo hago y cómo puedo realizarlo" Asi es la vida del católico de hoy



Con todo el respeto y cariño a la Dra.Fanny Violeta
Osorio, y al Dr. José Enrique González
quienes me han enseñado
sin
desdeñar
mi espiritualidad católica, que
los milagros y Dios existen sin desmedro de
su ciencia. Gracias

La ciencia y la religión no están reñidas

"LA CIENCIA ES LO QUE HAGO, LA RELIGIÓN

EXPLICA POR QUÉ LO HAGO Y CÓMO PUEDO

REALIZARLO"

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El hermano jesuita Guy Consolmagno es el guardián de la colección más
completa de rocas siderales del mundo CORTESÍA OBSERVATORIO VATICANO
CLAUDIA FURIATI PÁEZ , GUY CONSOLMAGNO , DOCTOR EN CIENCIAS
PLANETARIAS | ESPECIAL / EL UNIVERSAL
domingo 8 de abril de 2012 12:00 AM

Vaticano.- En la entrada de la sede de la Specola Vaticana,

un antiguo telescopio de trípode broncíne comparte tribuna

con una foto mural del Papa Benedicto XVI, observando curioso

una oscura roca en su mano. El hermano jesuita Guy Consolmagno,

doctor en ciencias planetarias de la sede principal del Observatorio

Vaticano, rememora aquel histórico momento de septiembre de

2009, cuando su Santidad bendijo la nueva estancia de esta

centenaria institución en la que Iglesia y Ciencia se han dado

la mano. Al informarle al Santo Padre que aquel meteorito

procedía de Marte, el Papa inquirió: "¿Y cómo está seguro

de ello?".


Aproximarse a esas revelaciones del cosmos es lo que ha

buscado el Estado del Vaticano a través de su centro de

observación astronómica desde sus orígenes en el siglo XVI.

Hoy la institución el Observatorio Vaticano cuenta con

dos núcleos. Un grupo de investigación instalado en

dependencias de la Universidad de Arizona, donde opera

su telescopio Vatican Advanced Technology Telescope.

El otro funciona en su sede, donde reside el Hermano Guy,

ubicado en los jardines pontificios de Castel Gandolfo, en las

cercanías de Roma (vaticanobservatory.org).

Aquí se encuentra una de las bibliotecas más antiguas de

astronomía con 22 mil títulos dedicados al cosmos,

incluyendo textos antes controvertidos para el Santo

Oficio como Nicolás Copérnico (Modelo planeario heliocéntrico)

y Galilelo Galilei.

Para Guy Consolmagno S.J. su rol como investigador no

está reñido con el ser clérigo de la Iglesia, puesto que

espiritualidad y ciencia convergen en una misma misión.

"No reviso la Biblia para aclarar la respuesta a un problema

científico, ni diseño una ecuación para revelar el sentido de la vida.

Si bien soy un ser racional que vivo en el universo físico, también

soy un ser espiritual, a quien en principio le fue otorgado

el deseo y la confianza de conocer. La ciencia es lo que hago,

la religión explica por qué lo hago y cómo puedo realizarlo".

Señala el Hermano Guy que para ser científico se deben

asumir tres postulados acerca del universo, que son en

esencia actos de fe: "Debo creer sin pruebas que el universo

sí existe, de que no es producto de mi imaginación.

La segunda: que el universo opera bajo leyes racionales,

descubiertas y entendidas por nuestra mente. Creer en la

ciencia es rechazar la noción de que las cosas ocurren por

decisión arbitraria de seres súper dotados, dioses de la naturaleza,

sino que pasan por ciertas leyes físicas predecibles y comprensibles.

Y la tercera:el universo es bueno per sé, sin consideraciones

maniqueístas de que tiene aspectos malignos... Si piensas que

el Universo es benévolo, merece por tanto ser estudiado",

repasa el astrónomo del Papa.

Adentrándose en su filosofar sobre una cosmogonía judeocristiana,

el Hermano Guy asegura que el sentido de benévolo, misterioso

y sagrado del cosmos viene dado porque un ser único y superior

a lo natural lo creó. "Pero a su vez Dios eligió formar parte de

esa expresión de la naturaleza, encarnando en el cuerpo de Cristo.

Así es como el universo físico, a través de la encarnación de Cristo,

es redimido", destaca.

Sostiene el investigador planetario que esas leyes físicas que

pautan el comportamiento de los cuerpos celestes, son

respetadas incluso por Dios. "Jesús mismo se hizo parte de la

naturaleza y se hizo conocer por medio de la naturaleza".

Y aunque para muchos esta reflexión suena contradictoria,

señalando el carácter sobrenatural de sus milagros, Consolmagno,

S.J. (a pesar de su nombre de corte medieval) defiende que

"para otras personas algunos de sus milagros

derivaron de la simple aceleración de los procesos naturales".

Esgrime que "mediante la comprensión de las leyes del universo

podremos conocer la personalidad del Creador. Y entendiendo

lo natural facilita el reconocimiento de lo sobrenatural. Si bien

existen mil posibilidades en las que el universo puede comportarse,

sólo lo hace de una manera, comprender todo ello nos aproxima

a la esencia divina. Por ejemplo, estudiamos la materia oscura

intentando resolver un problema y mitigar una expectativa

ante lo desconocido, que es la que nos impulsa a investigar

y a llegar a una certeza o descartarla. Dicha presunción es

la guía para conocer cómo el universo opera".

Fue la congregación de Jesuitas la comisionada por el Papa

Pío XI (1930) para encargarse de la exploración del cosmos

en su centro de observación. Y actualmente el Observatorio

Vaticano cuenta con dos sedes propias, la central en Castel

Gandolfo y la unidad de observación en el desierto de Arizona,

recintos donde "ejercen el libre albedrío" para hacer buena

ciencia, en temas planetarios un poco olvidados pero

relevantes para la comunidad astronómica internacional.

"A diferencia de otros científicos, los investigadores del

Observatorio Vaticano somos libres de ocuparnos en

proyectos que otros descartan desarrollar y que no requieren

ser presentados ante organizaciones como la NASA o la

National Science Foundation de EE.UU. Por ejemplo, a

Richard Boyle, S.J. le ha llevado 20 años realizar un censo

espectral de un cúmulo de estrellas en la Vía Láctea.

Otro caso es mi proyecto de medición de la densidad de la masa

de los meteoritos, que ha tomado más de una década, y

que ha facilitado a la comunidad científica planetaria precisar

cómo se formaron y evolucionaron los asteroides y planetas",

afirma quien tiene a su cargo la curaduría de una de las

colecciones de rocas siderales más completas en el mundo

(más de 1.100 muestras, 150 kg de materia extraterrestre).


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