Ingenio caraqueño para nombrar lugares perdura en el tiempo
Ciudadanos apuestan por usar nombres más descriptivos sobre los sitios
"Las nalgas de Rómulo" va hacia lo descriptivo
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VALENTINA OVALLES R. | EL UNIVERSAL
domingo 9 de diciembre de 2012 08:26 AM
Muchos dudarían en ubicar en la capital la avenida Guzmán Blanco o la plaza Isabel La Católica, si no se les pregunta por la Cota 905 o plaza Las Castellana como mejores son conocidos. Ejemplos como esos hay muchos, de lugares que han sido "bautizados cariñosamente" por los caraqueños.
Hay quienes dicen que la falta de una nomenclatura oficial y señalización apropiada ha impulsado la creación de estos apodos, otros creen que es más bien una necesidad de pertenencia.
"En Venezuela se ha exagerado mucho con el tema de la Independencia y sus personajes. Ahora la materia ya está exhausta, hay suficientes lugares nombrados Bolívar o Miranda", precisó Hannia Gómez, directora de la Fundación Memoria Urbana. "Cuando abusan de este tipo de nombres pierden su verdadero significado".
Quizás por eso los ciudadanos optan por nombrar a lugares de una manera más fácil y amena para recordar, que en su mayoría está asociada con algún evento o característica propio. "El caraqueño va mucho hacia lo descriptivo, y a veces es hasta poético", opina Gómez.
Son pocos quienes nombran a la Cota Mil como avenida Boyacá, pues perduró el termino topográfico que le dieron por su ubicación: está en la cota mil de la ciudad, aproximadamente a mil metros sobre el mar. Lo mismo sucede con la vía nombrada Cota 905.
La gente llema a la plaza de Macuto "la plaza Las Palomas", qunque tiene otro nombre. "¿Cuántos venezolanos recuerdan al poeta Andrés Mata? Muy pocos", responde el arquitecto Marco Negrón, en referencia al sitio que se hizo popular por sus palomares y dejó atrás el nombre en honor a quien fue creado, el también fundador del diario El Universal.
Y si de sentido de pertenencia se trata, el humor caraqueño no ha quedado atrás. Como "Las nalgas de Rómulo" bautizaron al puente, con estructura semicircular, ubicado en Bello Monte y levantado bajo el mandato de Betancourt.
"A quién sea que se la haya ocurrido la pegó", cuenta Marco Negrón.
Lo cierto es que con el tiempo estos nombres se han consolidado en una suerte de código entre los caraqueños, en el que además ha quedado demostrado que los cambios no son tan bien aceptados.
El parque del Este siempre será llamado así; tampoco es fácil ni gusta nombrar al teleférico de Caracas por su nuevo nombre oficial: el Sistema Waraira Repano.
Hay quienes dicen que la falta de una nomenclatura oficial y señalización apropiada ha impulsado la creación de estos apodos, otros creen que es más bien una necesidad de pertenencia.
"En Venezuela se ha exagerado mucho con el tema de la Independencia y sus personajes. Ahora la materia ya está exhausta, hay suficientes lugares nombrados Bolívar o Miranda", precisó Hannia Gómez, directora de la Fundación Memoria Urbana. "Cuando abusan de este tipo de nombres pierden su verdadero significado".
Quizás por eso los ciudadanos optan por nombrar a lugares de una manera más fácil y amena para recordar, que en su mayoría está asociada con algún evento o característica propio. "El caraqueño va mucho hacia lo descriptivo, y a veces es hasta poético", opina Gómez.
Son pocos quienes nombran a la Cota Mil como avenida Boyacá, pues perduró el termino topográfico que le dieron por su ubicación: está en la cota mil de la ciudad, aproximadamente a mil metros sobre el mar. Lo mismo sucede con la vía nombrada Cota 905.
La gente llema a la plaza de Macuto "la plaza Las Palomas", qunque tiene otro nombre. "¿Cuántos venezolanos recuerdan al poeta Andrés Mata? Muy pocos", responde el arquitecto Marco Negrón, en referencia al sitio que se hizo popular por sus palomares y dejó atrás el nombre en honor a quien fue creado, el también fundador del diario El Universal.
Y si de sentido de pertenencia se trata, el humor caraqueño no ha quedado atrás. Como "Las nalgas de Rómulo" bautizaron al puente, con estructura semicircular, ubicado en Bello Monte y levantado bajo el mandato de Betancourt.
"A quién sea que se la haya ocurrido la pegó", cuenta Marco Negrón.
Lo cierto es que con el tiempo estos nombres se han consolidado en una suerte de código entre los caraqueños, en el que además ha quedado demostrado que los cambios no son tan bien aceptados.
El parque del Este siempre será llamado así; tampoco es fácil ni gusta nombrar al teleférico de Caracas por su nuevo nombre oficial: el Sistema Waraira Repano.
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