Razón del nombre del blog

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El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

jueves, 7 de marzo de 2013

Y Cuba confirmó la muerte de Hugo Chávez...


Chávez, entre lágrimas: "Cristo, no me lleves todavía" - Público.es

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06/04/2012
El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, pidió a cristo que le dé más vida aunque ... bienvenido, pero dame ...


HUGO CHÁVEZ: EL ESPÍRITU SANTO DE LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA

Hugo Chávez construyó desde el poder un movimiento de indiscutible eficacia electoral. Pero su estilo, carismático y personalista, le imprimió al partido de gobierno una enorme dependencia hacia la sombra del líder. Ahora, con el líder del bolivarismo en plena ausencia dramática, muchos se preguntan si hay futuro para su legado político. Esta es la historia de la decadencia del comandante
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POR SINAR ALVARADO. FOTOS REUTERS Y AP
CARACAS, VENEZUELA | DOMINGO, 27 DE ENERO DE 2013 | 00:10
El drama de Venezuela empezó con un bastón. Ocurrió en mayo de 2011, cuando Hugo Chávez, el hombre fuerte, el viajero sin fatiga, tuvo que suspender una gira que lo llevaría a Brasil, Ecuador y Cuba obligado por sus médicos a guardar reposo. El comandante llevaba seis meses sufriendo molestias en la rodilla izquierda; las causas de esta afección en apariencia menor, dijo entonces, se remontaban a sus antiguas maniobras como paracaidista del ejército.
El 8 de junio, en La Habana, Chávez bajó con dificultad por la escalerilla del avión presidencial. Sobre la pista lo esperaban Fidel Castro y su hermano Raúl. A partir de esta fecha, por encima de las versiones oficiales que menospreciaban los síntomas, en Venezuela comenzaron a rodar especulaciones que presagiaban un mal mayor. El canciller Nicolás Maduro salió a desmentir estas versiones y dijo que el presidente había sido operado de un absceso pélvico. En ese informe escueto se ahorraron detalles y se omitió cualquier pronóstico. La dolencia que aquejaba al líder —y así seguiría en el futuro—, se trató desde el principio como un riguroso secreto de Estado.
Desde el momento de la primera cirugía, con Chávez tras bastidores, pasaron varios días sin que los venezolanos recibieran noticias claras sobre su salud. Los rumores se avivaron, algunos periodistas adelantaron teorías, y empezó a circular en las redes sociales y en los medios un terrible pronóstico: Hugo Chávez padecía algún tipo de cáncer.

Desde el principio, antes de confirmar la existencia de la enfermedad, Cuba fue el refugio conveniente para soportar la crisis. La isla está ubicada a sólo tres horas de Caracas y el gobierno de Chávez siempre había elogiado su sistema de salud, aunque muchos especialistas lo criticaran por obsoleto y sobrevalorado. Pero el paciente decidió confiar en los médicos de La Habana (pronto se vincularían algunos extranjeros), sobre todo porque necesitaba el apoyo y la discreción que sólo allí podían brindarle.
Cuba no era la única oferta disponible. Brasil ofreció quirófanos sofisticados que estaban listos para combatir la enfermedad en el Hospital Sirio Libanés de Sao Paulo, donde superaron el cáncer los expresidentes Lula Da Silva y Fernando Lugo. Por otro lado hubo médicos que recomendaron internar de inmediato a Chávez en el prestigioso hospital MD Anderson de Houston. Sin embargo, él dio su voto de confianza al cubano Centro de Investigaciones Médico Quirúrgicas (CIMEQ). Con eso, según especialistas, corría un riesgo que podría costarle la vida.
Por fin el 30 de junio, en un mensaje transmitido desde La Habana, Chávez apareció demacrado en la pantalla: había perdido varios kilos en unos pocos días. Por primera vez en veinte años de vida pública, el caudillo de verbo fácil tuvo que leer su discurso apoyado en un texto escrito. Era evidente que sus palabras habían sido escogidas con cuidado. Se informaba de manera oficial la enfermedad del presidente, pero el gobierno necesitaba ahorrarse cualquier muestra de debilidad innecesaria. Aquella noche, flanqueado por la bandera de Venezuela y por un cuadro de Simón Bolívar, Hugo Chávez admitió que había sido operado por segunda vez. No dijo en qué lugar de su cuerpo, pero sí confirmó que le habían extraído algo peor que un "absceso pélvico": se trataba de un tumor con células cancerígenas.
Los aliados
El anuncio de la enfermedad presidencial electrizó el ambiente político. Ese primer viaje fue apenas el inicio de una peregrinación que mantendría al paciente dando saltos frecuentes entre Caracas y La Habana. En los meses siguientes, Chávez gobernó a distancia y refrendó sus decretos valiéndose de una firma electrónica. Varios ministros de Estado tuvieron que viajar para sostener en Cuba sus reuniones. Estas diligencias se multiplicarían durante las sucesivas convalecencias, y la influencia de los hermanos Castro sobre las decisiones del gobierno se haría cada vez más notoria. Indignados ante esta situación, los políticos de oposición en Venezuela criticaron con vehemencia el trato que mantiene al país como una suerte de colonia cubana en el continente.

La isla recibe de Venezuela cien mil barriles de petróleo cada día, y los paga con un intercambio de médicos y entrenadores deportivos. Después de Venezuela, ése es el país que vive más preocupado por la salud de Hugo Chávez. Si su régimen se tambalea, podría venirse abajo la economía cubana. Un nuevo Período Especial, como la crisis que sumió a la isla en el racionamiento absoluto tras la caída de la Unión Soviética, estaría a la vuelta de la esquina.
Pero Cuba no está sola en el rincón de los preocupados. El liderazgo regional de Chávez es innegable, su figura tiene peso en una región que está dividida en dos bloques ideológicos, y su mayor influencia radica en las múltiples donaciones y subsidios que mantiene Venezuela con otros países. Estos lazos de conveniencia han propiciado en América Latina distintas reacciones de solidaridad y consternación. Durante los últimos meses han viajado a La Habana los presidentes Evo Morales (Bolivia), Cristina Fernández de Kirchner (Argentina) y Rafael Correa (Ecuador), pero ninguno de ellos pudo verlo. Para finales de mes está prevista, además, la visita de Lula Da Silva. Pareciera que todos intentan asegurarse, por encima de los rumores, de cuál es la condición real de su camarada.
Imagen deteriorada
El primero de agosto de 2011, en otro acto televisado, Chávez apareció por primera vez en público con la cabeza rapada. Sentado en la sala de abordaje de un aeropuerto en Ciudad Guayana, al sur del país, pude ver los rostros atónitos de muchos viajeros. Un cincuentón canoso que estaba a mi lado miró la pantalla con desprecio y dijo: "Mentiroso". Ese hombre no estaba solo: entre los opositores más escépticos, acostumbrados a las manipulaciones del chavismo, persistía la incredulidad. Por la misma época empezaron a publicarse en los diarios de Venezuela encuestas que mostraban un incremento en la popularidad del presidente: su victimización empezaba a cosechar frutos electorales.
En septiembre, después de varias sesiones de quimioterapia, Chávez consideró derrotado al cáncer y sacó para siempre la palabra "muerte" de sus consignas (con frecuencia arengaba a sus seguidores: "Patria, socialismo o muerte. ¡Venceremos!"). Así, con visitas frecuentes al CIMEQ, y tratándose un par de veces en el Hospital Militar de Caracas, terminó con optimismo el año de la crisis. Pero el 2012 traería malas noticias.

El año pasado fue de grandes apuestas electorales. Por un lado estaba el chavismo, agotado después de trece años de gobierno, pero decidido a enfrentar una nueva campaña que le daría a su líder un cuarto mandato. En la otra esquina estaba la oposición, que después de varias derrotas había aprendido la lección: sólo unida podría competir con el liderazgo de Chávez.
En febrero de 2011 la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), una coalición de partidos opositores, celebró elecciones primarias y eligió, con amplia mayoría, al joven gobernador del estado Miranda, Henrique Capriles. El nuevo contendiente recorrió el país a un ritmo frenético, visitó dos regiones cada día y llevó a todos los rincones una oferta que pretendía seducir no sólo a los opositores, sino también a los indecisos y, en lo posible, también a algunos chavistas. Pocos días antes de las primarias opositoras, el 27 de enero, Chávez dijo que estaba más vivo que nunca; pero luego, el 21 de febrero, informó que había viajado una vez más a Cuba, donde los médicos hallaron una nueva lesión en el mismo sitio donde ya había sido operado. El presidente ya estaba en campaña y tenía que apagar las alarmas entre sus seguidores. Por eso se apresuró a decir que no había metástasis en su cuerpo. Cinco días más tarde volvería al CIMEQ, su segundo hogar.
En el mes de abril, después de recibir una de tantas sesiones de radioterapia, Chávez voló a Barinas, la región donde nació. Allí visitó una iglesia el Jueves Santo y, de rodillas, entre lágrimas, le pidió a Cristo: "Dame tu cruz, dame tus espinas, dame tu sangre, que yo estoy dispuesto a llevarla. ¡Pero dame vida!".
Lealtades
En abril de 2002 Chávez fue depuesto por apenas unas horas. Un grupo de militares apoyó su salida del poder y luego otro grupo, más poderoso, movió las fichas necesarias para su restitución. Ese golpe de Estado le sirvió a Chávez para identificar a aquellos que le eran leales, y todos los demás fueron cayendo: la Fuerza Armada Nacional Bolivariana quedó libre de traidores. Así ha conjurado cualquier rebelión en su contra.
El 8 de enero el ministro de la Defensa, Diego Molero, con la constitución en la mano y junto al vicepresidente Nicolás Maduro, juró "lealtad al proceso revolucionario". Seis días más tarde mil doscientos hombres de la Cuarta División Blindada realizaron una caminata de entrenamiento como "una muestra de solidaridad con el Comandante en Jefe". Estas muestras, innecesarias en un régimen común, parecen dirigidas a demostrar que las filas del chavismo están cerradas.

Aquejado por la enfermedad, a mediados de abril de 2012 Chávez tuvo que suspender otra vez un compromiso internacional: canceló su participación en la VI Cumbre de las Américas a última hora. Poco a poco el comandante, el líder continental, se mostraba cada vez más restringido a su país y a la pequeña isla que lo cobijaba.
Entre mayo y julio Chávez culminó su tratamiento de radioterapia y aseguró, lleno de optimismo, que estaba "totalmente libre" de cáncer. En ese momento, ya cerca de la nueva elección presidencial, era urgente una aclaración categórica. ¿Realmente estaba en capacidad de gobernar? Ante las dudas de muchos, él respondió que la enfermedad no afectaría en absoluto su capacidad. Apenas tres meses más tarde, en octubre, después de vencer a Capriles con más de un millón de votos de ventaja, el Presidente admitió que la enfermedad había mermado su desempeño en la campaña. Comparado con las jornadas maratónicas de su adversario, se vio a Chávez disminuido, siempre transportado en camiones que lo mantenían alejado de su pueblo. Chávez venció, pero el verdadero reto eran los seis años más de gobierno por venir.
El 27 de noviembre, a pocas semanas de la victoria, y antes de las elecciones regionales donde sus candidatos necesitaban apoyo del líder, Chávez pidió a la Asamblea Nacional un nuevo permiso para ausentarse del país: viajaría a Cuba para recibir sesiones hiperbáricas en una cámara de oxígeno.
Mediático
Hugo Chávez fue siempre una figura mediática. Su irrupción en la vida pública de Venezuela, durante un golpe de Estado fallido en febrero de 1992, ocurrió frente a las cámaras, cuando asumió la responsabilidad del movimiento militar. Durante su mandato, cada domingo se comunicó desde las pantallas en discursos de hasta nueve horas.
El comandante fue siempre un líder muy presente y por eso ahora su ausencia palpita con más fuerza. El Sistema Nacional de Medios Públicos se ha esforzado por mantener vivo su recuerdo; han acuñado eslóganes como "Yo soy Chávez" o "Chávez somos todos", en un intento por trasplantar la presencia del líder entre sus herederos. Analistas y académicos como Margarita López Maya han hablado de la "diosificación" del líder. La pasión política ha mutado en fervor religioso.
El 8 de diciembre es la fecha clave de esta crónica. De regreso al país por pocas horas, el Presidente anunció esa noche la aparición de nuevas células malignas en la misma área afectada (que hasta el momento no se sabe cuál es). La situación era difícil y, por primera vez desde la aparición del cáncer, Chávez asomó el escenario de su ausencia absoluta. "Si ocurriera", pidió, "elijan a Nicolás Maduro". En adelante sus escasos mensajes llegaron al país a través del vicepresidente Maduro. Y la voz de Chávez, siempre presente, simplemente se desvaneció.
Pero el pueblo no ha tenido el chance de elegir. Ni a Maduro ni a nadie. Conforme se acercaba el 10 de enero, fecha establecida en la Constitución para la asunción presidencial, los subalternos de Chávez empezaron a defender la tesis de la "continuidad administrativa". Esto es, como hubo reelección del mismo presidente, todo su gobierno puede seguir sin el "formalismo" de una toma de posesión. La Asamblea Nacional, de mayoría chavista, refrendó la tesis y su presidente, Diosdado Cabello, gritó que Chávez podía volver cuando su recuperación lo permitiera. Al día siguiente, el 9 de enero, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) confirmó la tesis en un fallo: el presidente puede seguir disfrutando de su permiso, y la asunción del nuevo período se hará en en futuro. Es decir, Chávez sigue siendo el jefe del Estado, aunque se desconozca su condición y el lapso que podría durar su ausencia.
El futuro difuso
En miles de hogares venezolanos, durante la Navidad y el Año Nuevo, familias tuvieron discusiones sobre el mismo tema: ¿Dónde está Chávez? ¿Está vivo? ¿Volverá?
Fuera del oficialismo, entre abogados, entre políticos y ciudadanos de oposición, es unánime la crítica al fallo del TSJ. El artículo en cuestión, el 231 de la Constitución, dice que el presidente electo se juramentará ante la Asamblea Nacional el 10 de enero, y le da un segundo lugar para asumir, el Tribunal Supremo de Justicia, en caso de que aquél recinto no esté disponible por cualquier razón. Es decir, la ley ofrece un lugar distinto para la juramentación, pero no admite dudas sobre la fecha.  
Respaldado por los poderes Legislativo y Judicial, el Ejecutivo se dispuso entonces a celebrar una ceremonia sui generis. El 10 de enero el vicepresidente Maduro, acompañado por gobernadores y los presidentes de Bolivia, Evo Morales; de Uruguay, Pepe Mujica; y de Nicaragua, Daniel Ortega, juró sobre la Constitución, frente a miles de ciudadanos que imitaron el gesto, y así dio continuidad a la gestión de Chávez, quien no llegó a su propia juramentación, pero sí estuvo, según los asistentes, representado por los poderes públicos y el pueblo que lo reeligió.
Hasta ahora han funcionado los procedimientos del llamado "chavismo sin Chávez", pero la puja continúa. En Venezuela y fuera del país persisten voces que reclaman una transición apegada a la norma. Maduro tarde o temprano tendrá que medirse en nuevas elecciones, si de veras desea gobernar con legitimidad. El gobierno, mientras tanto, hace tiempo y apuesta al fortalecimiento del sucesor ungido. Para conseguirlo apela al instrumento de siempre: el liderazgo indiscutible de Hugo Chávez. Como en las religiones más populares, el chavismo arenga a sus seguidores agitando la figura de su líder sacrificado.

SINAR ALVARADO es un periodista colombo-venezolano que escribe para las revistas 'Gatopardo', 'SoHo', 'Semana', 'El Malpensante' y 'Esquire'. Su libro 'Retrato de un caníbal' ganó en 2005 el Premio de Periodismo de Investigación Random House Mondadori



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