La cita literaria ofrece opciones para distintos tipos de visitantes y usuarios
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Lo que se pueda pensar del tercer Festival de la Lectura de Chacao, dependerá -inevitablemente- de lo que cada quien espere de un evento de esta naturaleza.
Para las personas que esperan encontrarse con las últimas novedades literarias del mercado, puede que resulte un poco difícil ver satisfechas sus expectativas. Como ya había sido anunciado por los organizadores, la muestra recoge, dentro de sus posibilidades, las publicaciones más recientes. Sin embargo, un ejercicio de paciencia ayuda, por ejemplo, a toparse con sorpresas como Leonora (Seix Barral, 2011), de Elena Poniatowska y ganadora del premio Biblioteca Breve de Novela de la casa editorial que la publica. Igualmente, grato es poderse encontrar con una amplia variedad del catálogo de la Fundación para la Cultura Urbana en uno de los stands.
Si los visitantes al evento pretenden obtener un momento diferente que les permita en paralelo disfrutar de la ciudad de una manera poco usual y acercarse al mundo editorial, pues la cita puede que cumpla cabalmente con todos sus deseos.
El stand más grande resulta ser el del Ministerio del Poder Popular para la Cultura, que un poco aislado del resto de sus vecinos -pero con una ubicación estratégica- concentra un menú de letras que abarca desde los libros infantiles hasta los esperados títulos de colorada intención política.
En general, los ejemplares de gastronomía, auto ayuda, arte e infantiles sobrepasan con creces cualquier otro tipo de literatura, aunque igual tienen presencia. La variedad parece ser aún así un elemento clave. Desde cómics hasta libros técnicos y religiosos encuentran espacio en los anaqueles de pueblan las zonas norte y sur de la Plaza Francia.
La novedad de contar con stands de libros usados amplía la oferta de una manera inesperada y ofrece al visitante la opción de reencontrarse con los clásicos o tomos que no han sido reeditados recientemente, amén de suponer un ahorro en el presupuesto cuando de precios se trata. Hasta las historietas tienen una rincón vintage en donde se encuentran amarillentas hojas de superhéroes o personajes infantiles.
A diferencia de lo que ocurrió en otras ediciones del Festival, en esta tercera entrega no hay discos musicales o películas "piratas", tema sobre el cual los organizadores había prometido poner la lupa.
En cuanto a los precios que ostenta el material exhibido, es necesario decir que hay libros desde menos de Bs.10 y otros que llegan y sobrepasan los Bs.600. Todo dependerá del material seleccionado, siendo los libros infantiles e ilustrados los más caros, y los editados por instituciones públicas los más económicos.
El Pabellón infantil del Festival es sin duda uno de los éxitos del encuentro, lleno de siempre de niños acompañados de sus vigilantes padres. Igual suerte corre el Salón Obelisco, recinto para conversatorios y charlas, cuya capacidad de casi 40 puestos es a veces insuficiente para alojar a los interesados en los temas discutidos.
La parte social del Festival es sin duda una de las que más recompensas ofrece. Desde la posibilidad de compartir con los autores que en los stands promocionan sus libros hasta el seguro reencuentro con amigos o vecinos, la plaza se convierte en un punto de paso obligado para los amantes de los libros y la ciudad. RRM
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