"A mí me encanta un antihéroe"
"La sociedad venezolana es muy melodramática, y no lo digo en el mal sentido"
El escritor venezolano radicado en España visitó el país para presentar su más reciente novela: "Transilvania Unplugged" Roberto Rodríguez M. El escritor venezolano radicado en España visitó el país para presentar su más reciente novela: "Transilvania Unplugged" (Roberto Rodríguez M.)
ROBERTO RODRÍGUEZ M. , EDUARDO SÁNCHEZ RUGELES , ESCRITOR | EL UNIVERSAL
sábado 28 de mayo de 2011 12:00 AM
-En sus dos libros el exilio -o autoexilio- es algo que está muy presente ¿Cómo es su relación con este tema?
-Escribí Transilvania Unplugged antes que Blue Label. Parte de la novela la escribí viviendo en Venezuela, cuando tenía la aspiración y el interés de irme a buscar, a ampliar los horizontes, a conocer, a explorar, a largarme de un entorno que se me hacía hostil, y hasta la fecha persiste esa reflexión en torno al desarraigo, la fuga, el desencanto. Caracas se ha convertido en una ciudad muy hostil, por el mismo tema de la inseguridad, no nos damos el chance de interactuar con el otro.
-¿Ha cambiado esa sensación desde que vive afuera?
-Creo que ahora se le mezcla el elemento de la nostalgia. Hay un 'echar de menos' que es un poco amor-odio, una contemplación de un sitio en el que me siento bien por una parte, pero echo de menos otro. Extraño mi trabajo, mis amigos, mi entorno familiar, esa sensación en todos aparece de una manera diferente y en mi caso, pasa a mi escritura.
-¿Cómo lleva esa nostalgia ahora a sus textos?
-Tengo una novela cerrada hace apenas tres meses con la que pretendo poner fin a esto que he llamado "el tríptico del exilio", que empieza con Transilvania y sigue Blue Label. En esa novela aparece este nuevo sentimiento de añoranza, de la Caracas trágica, y en ella reflexiono sobre ello.
-Sus trabajos rescatan mucho de la identidad nacional a través de valores pop...
-Sí. Rescato lo popular, que es lo que siento que nos vincula, de la televisión, la música, la convivencia, las cosas emblemáticas para alguna generación. Me interesa de esas experiencias el sentido de pertenencia que generan, en especial cuando no se está en Venezuela, y rescatar esa sensación de lo que no se valora y verdaderamente pesa.
-¿Incluso el melodrama?
-La sociedad venezolana es muy melodramática, y no lo digo en mal sentido. Hay una apreciación de la emoción que es muy interesante, que pasa por una educación emocional a través de la telenovela y el Miss Venezuela -por ejemplo- que marca. En ocasiones puede ser cursi o no, pero todo el mundo maneja los código. Siempre se sabe cuándo es el Miss Venezuela o quién es Jean Carlo Simancas.
-¿No deja con eso valores nacionales más importantes al margen?
-No me gusta el sentido político de lo nacional, que me hablen de Patria, de "la ribera del Arauca vibrador". Eso me hace mucho ruido. Me gusta ser apátrida literariamente, con esos valores frágiles que sirven para manipular una conciencia.
-Sus referencias pueden perder la vigencia generacionalmente...
-Me di cuenta de la brecha generacional cuando di clases. Se aprende a valorar las nuevas expectativas y gustos, y a descubrir otros, cosa que ni sabía que existía... Pensaba que Franco de Vita era todavía un cantante joven, no lo que para mí fue José José o Roberto Carlos. Las clases permiten conocer intereses y valores de las nuevas generaciones. Para la construcción de Blue Label fue indispensable la experiencia docente.
-Justamente ha dicho que escribió para usted mismo. ¿Qué quiere decir eso?Blue Label
-Blue Label fue más espontáneo y sencillo. No tuve que buscar tanto apoyo para trabajar, mientras que Transilvania me exigió una documentación exhaustiva y hasta viajar a Rumania. Mi proyecto literario pasa más por Blue Label, en el sentido del juego con lo emocional, apelar a la emoción del lector. Quizás Transilvania apela más a la lógica, pues es una novela negra, casi policial, con la búsqueda de un personaje.
-Apreciando tanto esa escritura orgánica, ¿de dónde viene el rigor para algo como ? Transilvania
-Seguí la disciplina para escribir Transilvania de acuerdo a lo que aprendí con las tesis que he tenido que hacer en mi trayectoria profesional y personal. Eso no me gusta, pero me ha dado una disciplina que aprecio mucho. Transilvania se alimenta de ese método y de la relación paradójica que tengo con esa manera de escribir.
-Parece seducido por las dualidades en todo sentido...
-Pasa por la contradicción humana. En lugar de sentirme inconforme, mal o a disgusto por no saber cómo vivir, lo disfruto. Siento que la paradoja es esencial en la persona y me encanta un personaje en conflicto. Me interesa la contradicción desde un punto de vista estético, porque en la vida práctica crea conflictos.
-¿Tienen entonces indefectiblemente sus personajes este barniz?
-A mí me encanta un antihéroe. En Blue Label me di cuenta de que era una historia dura y triste, con personajes muy comprometidos con su fracaso, y esa sensación de derrota y no ver luz.
-¿Lo tienta el cine?
-Sí, quisiera aventurarme con un guión cinematográfico.
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