Cronista
Entre cronistas andamos, y cosa seria es, porque ellos, más allá de su proverbial humildad y sencillez, son los creadores y dueños morales de ese libro infinito e impublicable que es la memoria de la humanidad. Como hormigas lo han hecho, durante milenios, desde mucho antes de aquel genial ciego llamado Homero. Por eso me asombra y enorgullece que los directivos y demás miembros de la Asociación de Cronistas de Carabobo me hayan designado y recibido como Miembro Honorario de su institución.
Poco se sabe y necesario es divulgarlo, que el cargo de cronista de una ciudad es vitalicio y está amparado por la Ley (Régimen Municipal), habida cuenta de la responsabilidad que entraña y de la delicada función que desempeña el cronista oficial. Se fortalece así el asiento y vigencia de la memoria histórica de cada pueblo, una conquista que día a día se robustece para bien de la sociedad humana. Hay que decir, también, que para orgullo regional, el gran cronista de Venezuela, Don Enrique Bernardo Núñez, es nativo de Valencia, dejó una sólida y magnífica obra literaria y fue, hasta su muerte física, cronista oficial de Caracas. Aquí recordamos, como cronistas de indudable relevancia, a Rafael Saturno Guerra y a don Alfonso Marín; en la actualidad el cronista de Valencia (y también, por cierto, de la Universidad de Carabobo) es el doctor Guillermo Mujica Sevilla, brillante médico, científico, humanista y hombre de ciudadanía paradigmática. Y en cuanto a la Asociación de Cronistas de Carabobo, justo es mencionar, entre otros, a los doctores Julio Centeno, Juan José Lugo Escalona, Lorenzo Salvatierra y a los profesores Mary Acuña Parra y Alexis Coello, porque en líneas generales, todos son dignos, brillantes, admirables.
Necesario es también mencionar a Don Luis Cubillán Fonseca, historiador formado en la ULA, secretario (jubilado) de la Oficina del Cronista de la UC y propulsor incansable de la formación y acreditación académica de los cronistas en las aulas ucistas, donde se inició, nacionalmente, la profesionalización de los cronistas oficiales.
En verdad, más allá de cualquier otra distinción, el ser cronista honorario ha encendido en mi corazón una llama y una gratitud inextinguibles.
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