Crónicas de Disidencia
Dr. Domingo Alfonso Bacalao
La patria boba
Corren los análisis en el marco conmemorativo de los bicentenarios del 19 de Abril de 1810 y del 5 de Julio de 1811. En esas fechas fundamentales se alegan sucesivamente los derechos de soberanía del pueblo para constituir su nuevo orden conforme a los "principios de la sabia Constitución primitiva de la España", tal como lo establece su Acta Constitutiva.
La Junta Suprema Conservadora de los derechos de Fernando VII, convoca a elecciones en las provincias que van a formar la Gran Confederación de Venezuela. Efectuados los comicios en los meses de octubre y noviembre, se instala dicho Congreso el 2 de marzo de 1811 con 30 diputados y, el 5 de julio del mismo año, declara la Independencia, sancionando el 21 de diciembre siguiente la Constitución Federal de la nueva República. Apretada síntesis de nuestros orígenes históricos que señalan con mucha claridad cuál debe ser el rumbo fundamental de la nación.
A partir del 19 de abril queda sembrado como principio cardinal de todo gobierno democrático su constitución según el voto de los pueblos. Importante formulación por la cual ha venido luchando el país en su ya larga y traumática vida institucional.
Esa legitimidad de origen se debe complementar con la legitimidad de desempeño, donde, funestamente, han venido empantanándose los gobiernos dictatoriales y despóticos que desviados de las fuentes originales llenan de frustración la evolución cultural y política de la nación. Reafirmar, entonces, el carácter democrático y civilista del 19 de abril de 1810 y el 5 de julio de 1811 es un gran reclamo de esta hora nacional.
Como ya han establecido algunos estudiosos de la historia patria, la Primera República no es solamente el período de la génesis de nuestra Independencia. Esta visión estrecha de la misma debe ser corregida para tener una mejor comprensión de los hechos fundacionales.
En el meduloso y principista debate constituyente del año onceno varios diputados se dieron a la tarea de pensar en la elaboración de una Constitución democrática, según se desprende de las Actas del Congreso. Etapa tan rica de nuestro nacimiento institucional, ha sido calificada impropiamente por buena parte de los historiadores como la "patria boba", planteándose, pues, la urgencia de una nueva aproximación a esos hechos a la lumbre de las actuales circunstancias conmemorativas.
El constitucionalismo democrático, civil y federalista, aparece profundamente arraigado en nuestro suelo desde la Independencia misma. No obstante, la evolución política ha presentado siempre una lamentable contradicción, un abismo de impunidad e inmoralidad entre la norma y la realidad que le va corresponder atender a la época que vivimos, en aras de hacer justicia a unos pueblos todavía esperanzados y expectantes.
Enfrentados ahora a la realidad de los tiempos presentes es conveniente insistir en las características esenciales que rodearon a ese extraordinario alumbramiento. Los desafíos actuales nos conducen a profundizar estas peculiaridades, que deben concretarse en un ordenamiento jurídico y en una praxis política que responda a las exigencias de esos pensamientos fundacionales. Los países de Hispanoamérica se debaten entre modelos agotados y una élite mezquina, mediocre y corrupta, sin tino para enrumbar sus pasos, y el surgimiento de autoritarismos de nuevo cuño que vuelven con el militarismo y el personalismo a presentar viejos esquemas fracasados que han asolado estas comarcas durante muchos años.
A 200 años de dichos episodios memorables, los reclamos de estas sociedades aumentan cada día ante gobiernos interesados más en sus beneficios y ambiciones personales que en servir a sus pueblos.
La Primera República -aquel inmenso esfuerzo inicial al que hemos hecho referencia- desacreditada moral y políticamente por Bolívar en el Manifiesto de Cartagena y otros documentos, debe ser analizada en profundidad nuevamente, en razón de su influjo sobre los tiempos que transcurren.
dabacalao@cantv.net
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