Fallece en Miami “el rey de las guayaberas”
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Ramón Puig, el hombre que revivió el uso de la guayabera en el exilio y vistió a presidentes, congresistas y artistas, falleció el pasado 29 de abril en un hospital de Miami. Tenía 90 años.
“Mi marido fue la persona más bondadosa y trabajadora que conocí en toda mi vida”, dijo a El Nuevo Herald Juana María, viuda de Puig. “Tenía una pasión increíble por su trabajo”.
Considerado como un maestro en el arte del diseño y la confección de guayaberas hechas a la medida, Puig llegó al sur de la Florida en 1968 con los Vuelos de la Libertad. Sólo tres años después de su exilio forzado abrió las puertas de su primera sastrería frente al emblemático restaurante Versailles, en la Calle Ocho y la 35 avenida del suroeste. Fue el comienzo de un sueño que nunca abandonó a pesar de las adversidades y trabas de comenzar en un país ajeno: revivir el exitoso negocio que tenía en su natal Cuba antes de la revolución castrista.
“Era un gran cubano y un profesional en toda la palabra”, sostuvo Felipe Valls, dueño del Versailles. “Recuerdo su buen humor y calidad humana”.
Puig nació el 4 de septiembre de 1920 en la ciudad de Sancti Spiritus. Estudioso y detallista, aprendió el oficio de sastre siendo muy joven con una mezcla de pasión y técnica que supo mantener hasta el final. No había cumplido 24 años cuando abrió las puertas de su primer establecimiento de diseño y confección de guayaberas en el poblado de Zaza del Medio, provincia de Las Villas. Desde allí viajó por toda la isla vendiendo sus piezas a cubanos importantes.
En Miami, la historia de Puig abrió paso a un nuevo local, ubicado en 5840 SW Calle Ocho Ahí se consolidó al legendario Rey de las Guayaberas con prendas para todos los bolsillos y aquellas fabricadas con exquisito lino irlandés y algodón egipcio, con precios superiores a los $500.
El productor musical Emilio Estefan rememoró la pasión de Puig por su trabajo y el amor que sentía por cada guayabera que salía de su sastrería.
“Es la historia de un hombre que trajo la cultura cubana a Miami y por eso creo que hay muy poca gente que no tiene una guayabera de Ramón Puig. Mi primera guayabera me la hizo él”, declaró Estefan el martes. “Se la pedí con el cuello chino y me dijo que no era tradicional. Fue un cubano sencillo, parte de una generación que trajo mucho orgullo porque empezaron a luchar desde cero”.
Localmente su trayectoria en los negocios fue premiada más de una vez. Un tramo de la Calle Ocho, entre las avenidas 62 y 67 del suroeste de Miami, lleva desde agosto del 2006 el nombre de Ramón Puig.
Tomás Regalado, alcalde de Miami, destacó el empeño de Puig para que las nuevas generaciones de cubanos y de otras nacionalidades entendieran el significado tradicional de la guayabera cubana.
“En mis tiempos de periodista tuvimos mucha relación con él”, manifestó Regalado. “Incluso cada año teníamos programas de radio sobre el Día de la Guayabera. Puig era el hombre que puso a los americanos a vestir esta prenda”.
Puig vistió con sus guayaberas a por lo menos tres presidentes de Estados Unidos y más de una decena de América Latina. De la pared de su oficina siempre colgó una foto del fallecido Ronald Reagan luciendo una de sus elegantes camisas hechas a la medida.
Juan Manuel Salvat, dueño de la Librería y Editorial Universal, amigo y cliente de muchos años de Puig, dijo que la muerte de la más famosa personalidad de las guayaberas de Miami deja un gran vacío local.
“Puig fue una institución porque nadie como él hizo la guayabera en toda su belleza y posibilidades”, indicó.
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Miami, 26 may (EFE).- La viuda del popular sastre cubano Ramón Puig, que durante 40 años vistió con la tradicional guayabera a presidentes y artistas de todo el mundo, dijo hoy que continuará con las riendas del negocio tras la muerte de su marido en un hospital de Miami (Florida).
Puig falleció el pasado 29 de abril a los 91 años como consecuencia de un fallo multiorgánico, tras cuarenta años al frente de La Casa de las Guayaberas, ubicada en la famosa Calle Ocho de Miami, donde abrió sus puertas en 1971.
"Me gustaría que fuera recordado por lo bondadoso y agradecido que era, tan ligado a su trabajo y orgulloso de lo que había podido hacer" desde un origen tan humilde, dijo muy afectada a Efe su viuda, Juana María Puig.
"Fue el mejor marido del mundo", agregó la viuda, quien comentó que su deseo es "seguir por el momento" con las riendas del negocio y con la ilusión puesta en que el hijo de ambos "se haga cargo más adelante del local y siga ayudándola".
Puig falleció el pasado 29 de abril como consecuencia de un fallo multiorgánico, tras cuarenta años al frente de La Casa de las Guayaberas, ubicada en la famosa Calle Ocho de Miami, donde abrió sus puertas en 1971.
Entre los mandatarios que han vestido las elegantes guayaberas de este maestro de la confección figuran los presidentes de EE.UU. Ronald Regan y George W. Bush, el expresidente del Gobierno español José María Aznar, el de Nicaragua Daniel Ortega, y el de Venezuela Carlos Andrés Pérez.
Nacido en Las Villas (Cuba), Puig, afirmó en una ocasión a Efe que la clave del éxito de sus guayaberas radicaba en el corte de las telas, al tiempo que aseguraba que "el cortar" era un arte, un "don que da Dios", y a él se lo había dado.
En 2006, la ciudad de Miami honró al conocido como el "rey de las guayaberas" con una calle, un reconocimiento que le llenó de felicidad y que supuso un galardón a su trabajo en la confección de este tipo de prenda típica cubana, en la que no tenía competidores.
Hombre de conversación muy amena y salpicada de anécdotas, contó cómo en una ocasión, "con mucho secreto", recaló en la tienda un sacerdote que le facilitó las medidas de una persona interesada en adquirir esta prenda.
Puig, se dio cuenta por las medidas de que la prenda era para Fidel Castro, "porque eran tallas muy altas", explicó, y, tras aducir una serie de inconvenientes para su confección, rechazó el pedido.
"A los únicos que no haría guayaberas sería a Fidel Castro y a Hugo Chávez", dejó claro en la conversación Puig, de origen muy humilde, quien abandonó Cuba porque, dijo, "el sistema comunista no me gustó".
Actores como Robert Duval, Andy García o Sylvester Stallone, de quienes Puig conservaba bien guardadas las medidas, son clientes asiduos que solicitan con frecuencia en este establecimiento guayaberas de hilo o lino, cuyos precios pueden superar los 500 dólares.
Murió fiel a su palabra de que seguiría "haciendo guayaberas" hasta que falleciera, "hasta que Dios quiera. No me voy a retirar", decía siempre.
La calle Ramón Puig está en una sección de la Calle Ocho, un homenaje merecido a este diseñador de la cómoda prenda cubana a cuya confección dedicó la mayor parte de su vida.
Juana María tuvo también palabras de agradecimiento para las numerosas personas que han llamado para transmitirle sus condolencias y expresó su convencimiento de que la "sencillez y bondad" que caracterizaban a su marido quedarán en el corazón de los que le conocieron.
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