Manuel Barreto H. ||
La responsabilidad es de todos... Y la esperanza también
La política es la ciencia social cuya finalidad es la búsqueda del bien común de los integrantes de una sociedad. El bien común no es sólo la tarea del poder político, sino también la razón de ser de la autoridad política. El bien común es el principio, razón y fin ético de la política.
Ahora bien, los teóricos de estos asuntos nos indican que los factores que conducen a la desnaturalización del Estado, a su proceder negativo, ilegítimo, perverso, son: la corrupción, la tentación del poder absoluto y la pérdida del orden político.
La pérdida del orden político implica el desquicio general de las funciones sociales, donde nadie labora en lo que le compete- o como sostiene Ibsen Martínez “el cargo habilita” -, donde la tolerancia consiste en aprobar el error y la negligencia; donde la austeridad se confunde y deja de ser un valor, donde la demagogia permea la ignorancia... y esto es lo que hemos tenido como gobierno.
Luego de doce nefastos años, de haber jugado con el sentimiento, las emociones y los sentimientos del pueblo, se evidencia que todo este parapeto de Socialismo del Siglo XXI no ha sido sino la egolatría, las ansias de poder, que aunadas al afán de enriquecimiento a costa de la cosa pública, se han convertido en los principales factores de corrupción que han dejado al descubierto la triste realidad de este régimen: desde el Plan “Bolívar 2000”, hasta llegar a un hecho sin precedente en la historia del país: el Caso Makled, pasando por el irresoluto “Caso del Maletín”; el putrefacto e incomparable crimen cometido por PDVAL y las miles toneladas de comida; sin dejar a un lado la oscuridad tanto moral como física que hoy nos acompaña, tardará mucho esfuerzo y tiempo en enmendarse.
Y lo más reciente, la burda oferta electoral de cientos de miles de viviendas que tampoco cumplirá, pues ellos mismos se encargaron de acabar con la infraestructura productiva en construcción.
Si bien estos hechos son imperdonables, lo más grave resulta esa lamentable polarización que ha fracturado los cimientos de nuestra Nación con la política del rencor, el resentimiento, la ira y el desprecio.
Hoy estamos seguros, más allá de suposiciones y encuestas, que existe una inmensa mayoría que no quiere una ruptura de fuerza ni acepta la imposición de un proyecto político excluyente, y esa inmensa mayoría ha madurado en lo que quiere y en lo que no quiere como país.
Ya basta de división, polarización y fractura. Es el momento de unificar nuestro país y esa imperativa necesidad se dará solamente hablando claro, sin prolongar la demagogia, mediante la verdad.
Por tal razón, el candidato o candidata de los factores democráticos, que resulte favorecido en las primarias, deberá comprometerse a recuperar la esperanza frente a la resignación y el desanimo, la estabilidad frente a la incertidumbre, la credibilidad frente a la desconfianza, la normalidad frente a tantos disparates, la unidad y la concordia frente a la división y la fractura; la paz, la tranquilidad y la seguridad frente a los partes de guerra que denuncian el fracaso de este régimen como garante del orden, de la seguridad ciudadana y del derecho a la vida; que dejemos de ser el país de la impunidad; que propicie la movilidad social frente a los privilegios que han enriquecido a la nueva oligarquía escarlata; que se empeñe en lograr la prosperidad frente al empobrecimiento, y el empleo y las oportunidades para todos frente a esa locura de administración de la cosa pública, que maquillada con multimillonarias campañas publicitarias pretendió engañar a todo el mundo todo el tiempo.
Quizá en el 2012, los venezolanos aprenderemos la lección de elegir con responsabilidad y a castigar la corrupción, en vez de aplaudirla por lo bajo. La responsabilidad es de todos. Y la esperanza también.
Ricardo Rivero Sira || Objetivo
La ruina del país
La permanencia de este gobierno socialista-comunista se apoya sobre tres aspectos: la desaparición del sector privado, la pérdida de la libertad personal y el control total por parte del Estado.
De allí que, toda acción que implementa, debe cumplir con estos objetivos. En lo Económico. Las leyes de la economía puestas en práctica por un comunista-socialista no están para producir riqueza, se implementa para producir: inflación, eliminar empleos, incrementar los precios, quebrar empresas, disminuir la producción, crear dependencia, aumentar las importaciones; en definitiva, se implementan para producir pobreza.
En lo Social Jurídico. Las leyes que están para ordenar al hombre a la consecución del bien común temporal, se implementan para producir: la arbitrariedad del funcionario, el desorden, la anarquía, la violación de los derechos humanos, la inseguridad, la destrucción de la sociedad civil, la mediocridad intelectual, el incremento del poder personal del Comandante Presidente por ser -según la ideología-, quien representa al pueblo.
Por su parte el Estado; que existe para el bien de todos; propiciar el desarrollo y constituirse en garante de la democracia, en un gobierno comunista-socialista sus funcionarios se confabulan para producir la lucha de todos contra todos, disminuir las oportunidades de desarrollo y transformarlo en el gran empleador buscando con ello convertir al venezolano en un personaje sumiso.
Once años de gobierno así lo demuestran: el Gobierno es, cada vez más, el proveedor de todo, porque es el administrador-suministrador. Son ingenuas; por decir lo menos, entonces, todas esas afirmaciones emitidas por muchos de nuestros dirigentes ya sean estos: políticos, empresariales, economistas connotados, en las que -dirigiéndose siempre al gobernante- califican sus acciones como: de erradas, de querer llevar al país al despeñadero, de no se entiende el porqué las hace.
Mientras otros pretenden hacerle ver que: no se puede cambiar el discurso a cada rato, que el sistema financiero es muy sensible, que eso pasa cuando se dictan normas que no están perfectamente claras, que debe dialogar y tenderle la mano al sector privado.
Otros, soslayando lo ideológico, llegan a decir que el problema económico es “un problema estructural” dando una falsa idea de que es algo demasiado complejo y por ende no se puede corregir. ¡Que no, señores!. Hay que dirigirse al pueblo, al ciudadano de a pie y en forma clara, sencilla y contundente, hacerle ver que la pobreza que sufre se origina en las acciones ideológicas del gobierno quien; propiciando la inseguridad y las fallas en el suministro de: agua, electricidad, alimentos, mantenimiento de carreteras, busca maltratarle.
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