¿Es sincero el arrepentimiento de los que sacaron a patadas a Pérez de Miraflores hace 18 años? Muchos simplemente aprovechan este entierro definitivo de un hombre extraordinario para pasarle la cuenta a Chávez, les gustaría más asistir al entierro del Presidente de la República pero acompañando a enterrar a Pérez muestran su repudio a Chávez. En otros tiempos creyeron cualquier infamia sobre el ex presidente, ahora lo colocan en el altar patrio. Así se escribe la historia.
Pérez II en su primer año de gobierno destruyó el prestigio de Lusinchi, Lusinchi le pagó con la misma moneda en el caso de la partida secreta; Betancourt combatió a Pérez en su primer período y junto a Rafael Caldera dirigieron el rumbo del Sierra Nevada que no logró su propósito: inhabilitar políticamente a Pérez. Hoy el betancurismo se reconcilia con Pérez.
¿Un milagro? O una lección que le convendría aprender a los colombianos que asisten al enfrentamiento mortal entre un ex presidente, Álvaro Uribe, y el presidente Santos.
Los adecos destruyeron a AD; o lo redujeron a lo que es hoy. La lucha a muerte entre las tendencias de AD acabó con el partido, hoy frente a un peligro mortal, el chavismo, deciden no mirar hacia atrás sino a la gran tarea que tienen por delante, contribuir a derrotar a Chávez en octubre de 2012.
Los empresarios que pusieron su grano de arena para sacar a Pérez de Miraflores, pasaron de Guatemala a Guatepeor.
Alguna vez Pérez dijo que prefería otro tipo de muerte, una frase extraña y que se refería a su muerte política, la condena a prisión, el destierro, y hoy adquiere una actualidad dramática, Pérez tuvo una extraña muerte: permaneció insepulto meses, dos familias se disputaron el honor de enterrarlo, provocó un escándalo internacional, y por fin, ahora lo sepultarán por un acuerdo entre las dos familias, un extraño final para un hombre combativo, cuyo carisma en Venezuela solo se compara con el de su principal enemigo, Hugo Chávez.
Los líderes carismáticos descubren un día su poder, y otro su desgracia, ese don misterioso se esfuma bruscamente. ¿A cuál de los dos, a Chávez o a Pérez, ha llevado, o llevará, su carisma a un final más trágico? Pérez II decía que lo sacarían en hombros del palacio presidencial, confundía los análisis de economistas y periodistas internacionales con los sentimientos del venezolano. Creyó que bastaría con su carisma para imponer medidas económicas a los venezolanos que esperaban volver a la abundancia de su primer gobierno. Chávez confiaba que ganaría las elecciones de 2012, hasta que el cáncer ensombreció su futuro.
Después del golpe de Estado a Pérez se le pudo acusar de todo menos de cobarde, cualquier presidente latinoamericano habría corrido a asilarse en una embajada si lo hubiesen atacado fuerzas militares, primero en su residencia y minutos más tarde en el palacio presidencial. En los meses siguientes la gente gritaba "¡Chávez, Chávez …!" como si la mención de su nombre fulminara a los partidos. Por las calles de las mejores urbanizaciones de Caracas decían "El 10 a las 10, cacerolas al revés". "El ocho a las ocho pite contra el gocho". El 10 de marzo y el 8 de abril el pueblo venezolano protagonizó "el cacerolazo" y el pitazo". A la hora y el día dispuesto golpearon ollas contra ollas con gran alegría. A página completa en la prensa los Obispos publicaron un comunicado analizando la situación del país y pidiendo la renuncia de Pérez para asegurar la paz. En esos meses el Senado rechazó las peticiones de salida al extranjero del presidente que no acudió a la Cumbre de la Tierra ni a la Cumbre Iberoamericana. Hoy curas, políticos, periodistas, empresarios, reivindican a Pérez.
El fracaso del proyecto de CAP II convirtió al neoliberalismo, eso que se llamaba neoliberalismo, en una mala palabra, todavía hoy casi nadie asume esa bandera.
Dicho todo esto, y más allá de ese hipócrita paz a sus restos, esa especie de borrón y cuenta nueva al que somos tan adeptos en América Latina, sin olvidar los aciertos y los errores, saludemos su coraje, Pérez fue valiente, algo no tan frecuente en estos tiempos.
E-mail: fausto.maso@gmail.com
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