El lado oscuro de una visita papal a La Habana
Arrestos, jineteras disgustadas y fervientes católicos se mezclaron entre sí
La Habana.- El Malecón de La Habana levanta de repente un efluvio de aromas marinos que se pierde entre sus rocas moldeadas. Sobre esas mismas piedras un hombre de barbas níveas trata de pescar cerca de la media noche.
¿Qué le pide él al papa Benedicto XVI? "Que traiga papas", suelta sin vacilar. ¿Pero cree usted en eso de la multiplicación de los panes y los peces? "¿Cuáles panes y cuáles peces, dónde están, yo quiero", dice.
Aquella sarta de ironías era en realidad la explicación de lo que para muchos cubanos significó la llegada del Santo Padre a La Habana. Si las visitas papales tienen un halo sacramental, esta se asemejó más a una película policial con un guión bien organizado donde miedo, fe, fuerza, y lo absurdo deambulaban irrisoriamente tomados de la mano.
Las jineteras por un lado se quejaban, mientras algunas no hacían más que migrar de sus templos habituales de trabajo transitando entre uno que otro extranjero altruista vestido del blanco de pureza.
Del transitado Vedado a las puertas del Barrio Chino. De la Calle G a las avenidas oscuras bañadas de policías. Y así, el gobierno quería dar una imagen de sanación durante los tres días de visita papal, donde creer en Dios fue para unos cuantos la obligación de la semana.
A muchos católicos -los de verdad- los escondieron. A aquel que se le pudiera ver como amenaza, se le intimidó. A unos los arrestaron por varias horas, a otros simplemente se les dejaba pasar. Era el estado del miedo disfrazado de fervor.
Aquí no hubo reventa de rosarios, de banderines, de Biblias o imágenes divinas. El comercio de la fe esta prohibido, pues a duras penas en cada esquina un afiche de Benedicto XVI con tez rosada y elegante mitra flanqueaba una imagen de Fidel y Raúl con el tema: "El socialismo es por siempre".
Todo lucía tan bien estructurado, que dos días antes de la misa en la plaza de la Revolución de La Habana, decenas de autobuses estaban allí apostados. Parvadas de empleados del gobierno, de la seguridad del Estado, soldados y policías vestidos con camisetas blancas ondeaban banderitas ensayando al catolicismo.
Bajo ese inclemente sol durante la misa en la plaza de la Revolución -vigilada por las efigies gigantes del "Che" Guevara y Camilo Cienfuegos- unos presentes oraban con disimulo, otros guardaban silencio. Muchos murmuraban una oración leyendo folletos, pero a lo lejos una anciana soltaba por instantes un suspiro lloroso que secaba con una camiseta inscrita con la frase: "creo en Dios y en nadie más".
Sobre el advenimiento de Dios y las profecías bíblicas, mucho se especuló en La Habana estos días; pero una cosa es que viniera Jesucristo, y otra Joseph Ratzinger a rogar para que su máximo jefe transite sin trabas entre los comunistas de la isla. "Si viene Cristo, que coja guagua porque va a llegar tarde", decía aquel pescador.
Frlopez@eluniversal.com
Twitter: @Franchuterias
Fidel y el moribundo inclinados ante el Sumo Pontífice
Mucho se ha comentado sobre la visita del Papa Benedicto XVI a Cuba, último bastión formalmente dictatorial de América. Las conjeturas sobran y un gran número de exiliados cubanos reprochan airadamente la visita papal.
Según ellos, el reconocimiento que los Vicarios de Cristo (Juan Pablo II y Benedicto XVI) han dado al régimen castrista en las últimas décadas, ha servido para oxigenar a la dictadura aumentando la represión y el encarcelamiento de disidentes, en vez de contribuir con su defenestración final.
Personalmente creo que no se puede juzgar al Papa como a cualquier presidente o jefe de estado, dada su condición de representante de Dios en la tierra y todo lo que eso implica desde el punto de vista religioso, espiritual y místico.
Aunque no estoy de acuerdo con los fanatismos religiosos ni creo que el Papa sea más más piadoso o caritativo que muchos de nosotros, entiendo que su investidura tiene un bagaje histórico milenario, cargado de simbolismos y poder; poder que dependiendo de cada caso y de la inclinación espiritual de cada persona, ha sido usado para bien o para mal de la humanidad.
En el caso particular de Benedicto XVI, tomando en cuenta el contexto histórico actual y los cambios drásticos que se han suscitado en el continente en las últimas décadas (el continente es mayoritariamente democrático), intuyo que su visita es un reconocimiento tácito a las modificaciones estructurales que ha desarrollado disimuladamente Raúl Castro y a los cambios que están porvenir.
Cambios que seguramente continuarán por inercia, ya que Fidel es un muerto insepulto y Raúl ha sabido negociar su salida en sus propios términos. Con Fidel Castro bajo tierra, los cambios en la isla se acelerarán sin mayores contratiempos.
Vivimos en un mundo vorazmente capitalista y los primeros interesados en una Cuba libre y democrática, son los propios jerarcas cubanos que seguirán manejando las estructuras del poder detrás de bastidores con todas las de la ley, disfrutando de un indulto generalizado en aras de la convivencia y la fraternidad del pueblo isleño.
Igualmente, la visita de Benedicto XVI debe tener un trasfondo humanitario de mayor calado que veremos cumplido en los meses subsiguientes. No me extrañaría que cesen los hostigamientos en contra de las damas de blanco y dejen en libertad a un número significativo de presos políticos y/o de conciencia.
El Vaticano no se prestaría a una jugada política sin antes cerciorarse de que sus peticiones fuesen cumplidas a cabalidad. Es el juego de la diplomacia inteligente, y en este caso, de la diplomacia celestial.
Otra variable que seguramente ha precipitado las decisiones inusuales de Raúl Castro y los jerarcas seniles de la isla, es la muerte inminente de Chávez y el cambio de régimen que previsiblemente tendremos en Venezuela. Tan es así que la transición ya ha comenzado, sobre todo en el mundo militar venezolano, situación que repercute inmediatamente en el escenario socio-político actual.
Las últimas informaciones corroboran lo antes escrito y explicado en artículos anteriores, Hugo Chávez ha sido desahuciado y su tratamiento actual lejos de buscar su cura (algo que ya es imposible) busca extenderle la vida de la forma más humanamente posible.
Paradojas de la vida, hoy anunció Lula Da Silva que se ha curado del cáncer y regresa a la vida pública, mientras el Papa le regaló cinco minutos de su preciado tiempo a nuestro dictador moribundo, para darle la extrema unción por adelantado y sin cargos monetarios que dilucidar.
La religión da para todo y la bondad de un Papa no tiene límites.
Me comentaba un alto jerarca de la iglesia católica venezolana hace un tiempo atrás, que al principio del papado de Benedicto XVI, la visión del Papa y de sus colaboradores hacia Venezuela era muy distinta a la realidad del país. Tan distinta y sesgada (a favor de Chávez) que tuvieron que pedir varias audiencias con el Papa, para poder sustentar sus denuncias y abrirle los ojos al Sumo Pontífice.
Hoy en día Benedicto XVI y el Vaticano saben muy bien a lo que se enfrentan en Cuba y Venezuela. La verdad nos hará libre y siempre ha sido así, el contraste entre el bien y el mal no puede ser ocultado por mucho tiempo.
La elasticidad ideológica con la que Fidel Castro y Hugo Chávez han manejado sus mortecinas dictaduras y actualmente sus agonizantes vidas, es un testamento absoluto a lo retorcido de sus pensamientos y a la poca vergüenza que sienten hacia sus propios pueblos.
Fidel criado entre padres jesuitas abandonó a Dios y prohibió las religiones, mientras imponía la más férrea y brutal dictadura que jamás haya visto el continente americano. Hugo Chávez su hijo putativo, ha maldecido a los jerarcas de la iglesia católica y ha permitido la profanación de las imágenes sagradas y los templos religiosos, en medio de la destrucción moral y espiritual de Venezuela.
Fidel convertido en un viejo enclenque y desaliñado, Chávez sucumbiendo ante un cáncer terminal, agresivo y trepidante. Ambos aborrecidos por sus propios pueblos y abandonados por sus verdaderos amigos y familiares, enfrentan el final de sus días con angustia e impotencia.
No eran inmortales después de todo, ni sus revoluciones durarían mil años como alegremente decían en momentos de éctasis, sentados sobre las bayonetas de sus oprimidos pueblos, vociferando al mundo su poderío militar.
Fidel aliado incondicional de la Unión Soviética, Chávez aliado incondicional de Irán, Rusia y China. Los dos dictadores mimados y venerados por la diplomacia alcahueta y mercantilista del mundo civilizado, hoy en su hora menguada bajan el lomo y buscan exoneración.
¡Quien lo hubiese creído, Fidel Castro y Hugo Chávez, reverenciando al Vicario de Cristo el mismo día y en el mismo lugar!
Padre e hijo adoptivo, ambos moribundos y en los estertores de sus dictaduras, piden audiencias papales y se inclinan ante el Sumo Pontífice buscando ser redimidos por un hombre tan carnal como ellos.
El bien desde el punto de vista ampliado de la historia humana, siempre ha triunfado sobre el mal, y el que lo dude que le pregunte a Chávez o a Fidel.
Que Dios Todopoderoso, Creador de lo visible y lo invisible se apiade de sus almas, porque nosotros, no lo haremos. ¡Amén!
“En realidad todas las cosas, todos los acontecimientos, para quien sabe leerlos con profundidad, encierran un mensaje, que en definitiva, remite a Dios”
Juan Pablo II
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