Valencia tuvo grandes hombres que han caído
en el olvido o su obra es silenciada en tiempos en
los que impera el no ser, la ignorancia y la maldad.
Gracias a Dios hay escritores que
recuerdan a aquellos que honran la condición humana
como el admirado Dr.José Solanes: un hombre universal
El Carabobeño 17 febrero 2011
Edición Digital
Ernesto Luján P. || José Solanes: un hombre universal
José Solanes: un hombre universal
Cuando se habla de una persona, se suele distinguir su actuación en el terreno profesional y el personal. En José Solanes, en quien se cumple el dicho, de que los grandes hombres han sido siempre pequeños de estatura, no existió tal distinción.
En todo momento fue siempre el humanista, aún cuando bromeaba, sus palabras, adquirían profundidad, fue un maestro natural, él mismo era una institución, encarnó la autoridad basada en el conocimiento y la virtud, sin embargo, no era amigo de afirmaciones categóricas en sus diagnósticos, siempre dejaba una puerta abierta, más bien se sentía ignorante en el sentido socrático, la ciencia avanza a pasos agigantados -decía- lo que hoy no es, mañana puede ser.
No obstante, ante un diagnóstico ineludible y desalentador a un paciente era factible ver salir a éste de su consultorio, calmo y hasta sonriente.
Ya retirado se mantenía al tanto del diario acontecer, en especial de la juventud, era inquisitivo en cuanto se le pudiese decir de ella, en ésta cifraba la esperanza de la humanidad.
Intuía a las personas, su conocimiento no provenía sólo de sus estudios, sino también de su interior. En sus últimos días dejó de frecuentar a su lejana España, aquí era menos la soledad, expresaba.
Quizá por ello no podía ocultar, su alegría, el día que comentaba que era tan valenciano, como yo y que tenía papeles con que confirmarlo. Paradójicamente, siendo hijo de la zona templada, el lugar donde sintió más frío, fue en el trópico, en el observatorio de Mérida.
Asumir la muerte, como algo natural, no fue un lugar común en José Solanes, en una conversación, enfermo ya, me comentó como lo más normal, y sin que ello le perturbase, que la noche anterior pensó que le había llegado la hora, pero permaneció atento a los síntomas y supo que no era su hora todavía.
Ciudadano del mundo, cuando se le recuerda, se le hace como al gran maestro que iluminaba con su luz. Médico, amigo y maestro, creo que le debía ésta, quizá algo escueto, pero cualquier espacio es poco para hablar de José Solanes de la parte anónima de su vida y obra.
E
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