En Venezuela millones de ciudadanos están afectados severamente por el mensaje oficial
Vivimos en una nación inmensamente rica en emociones perturbadas. Aunque similar a lo que sucede con los índices de inflación, homicidios y mentiras según los entes oficiales los problemas de ansiedad, depresión, crisis, incertidumbre, estrés, bipolaridad, etc., es culpa de la cuarta república, el imperio, el capitalismo y los marcianos.
¡Pero hay algo más grave! Venezuela es número uno en el mundo donde millones de ciudadanos están afectados severamente por la utilización del mensaje oficial para inducir deterioro afectivo, alteración del pensamiento y desorientación social. Es una sociedad de seres alienados, confusos, dependientes, temerosos, desvalorizados, aturdidos, inciertos, insulsos... (Mucho más de lo que la ruleta genética y la cultura produce en toda sociedad.) Al ciudadano le cuesta experimentar simultáneamente afectos e ideas ecuánimes; no logra medir su vida y la del otro con la escala de los matices. Excluye de su conciencia emocional una visión y unas expectativas equilibradas de sí mismo y de los demás.
Existen buenos o malos, amigos o enemigos, no humanos. Dentro de su aturdimiento pisotea un principio elemental de la salud mental: No hay absolutamente nada que dos mentes puedan contemplar de forma simultánea. Sin darse cuenta al pretender que todos piensen igual aborrece y persigue uno de los encantos de la inteligencia, la objetividad para descubrirse a sí mismo en función de entender a los otros.
El miedo le hace cerrar los ojos ante el infortunio y los hechos macabros. Cuando el hombre se siente amenazado se niega a reconocer aspectos dolorosos de su realidad subjetiva. Llega a pensar que la tragedia no tocará la puerta de su casa; a pesar que ya entró con salvajada en la casa del vecino. Evita deliberar sobre el caos que azota al país, y bajo un proceso de regresión a lo más infantil, se protege con fantasías de que todo se resolverá con episodios "mágicos". Es así como miles de humanos convertidos en "borregos" han llegados a la esclavitud y muerte social.
Sobran ejemplos de pueblos que han caído en estos estados psíquicos, y explican los porqués no despiertan a tiempo y actúan. No luchan contra su aturdimiento ni contra los incompetentes, arcaicos y ensimismados causantes del disloque. ¿El pueblo Venezolano? En la inopia. Y tan contento.
@luisjuzcategui
emocion@cantv.net
Iraida Fermín de Izaguirre || Cauce Claro
La rana y el escorpión
El comportamiento humano es una cosa seria, digo yo, por contradictorio que suele ser a veces. En anteriores oportunidades hemos tocado el tema del agradecimiento y siempre, por norma, hemos censurado la ingratitud; sin embargo, en ocasiones, al dictar el veredicto meditamos y nos percatamos de que en el fondo, allá, muy profundo y como piso de lo que consideraríamos ingratitud, lo que hay es una ausencia crasa de inteligencia y una consiguiente buena dosis de estupidez.
En una oportunidad, una persona se introdujo subrepticiamente a un baño, clausurado en una oficina, si mal no recuerdo, de correos o telégrafos, y de la ventana bajó sobre una tapa llena de polvo. Cuando al día siguiente la puerta amaneció abierta, comenzó la investigación para saber quién había hecho eso.
La paranoia de los que comandan Venezuela...
La directora, que había sido mi alumna, me consultó sobre el caso. Recuerdo que se rió mucho cuando yo le dije: “Bueno, a mí me cierran una habitación herméticamente y, al igual que al que cometió el atrevimiento de introducirse en ella, me produce idéntica curiosidad, que quizás no llegue a tanto”... Se me informó que las marcas sobre la tapa polvorienta eran de unos zapatos de los llamados tenis, es decir, deportivos, que hace 20 años eran escasas las personas que asistían al trabajo con ellos.
A los días la directora me dijo que había despedido al sospechoso; yo le concluí que igual hubiese hecho, pero no tanto motivado a la curiosidad del empleado, sino a la brutalidad, porque, de tener un mínimo de inteligencia, hubiese borrado las huellas de los zapatos del polvo de la tapa, y sentencié: “Yo lo despido, primero por bruto, después por atrevido y por último por curioso”...
Este relato viene a colación observando las conductas de ciertas personas que si a simple vista aparecen como desagradecidos, en el fondo les pasa un poco como al de los zapatos tenis: brutalidad, así de corto, así de fácil. Muchas veces esta carencia, de la cual sólo los genes son culpables, va apareada con la cobardía. El bruto suele ser pusilánime, teme a todo, no sabe valer sus derechos, es cobarde frente a quien no debería serlo.
El tipo más innoble y doble discurso que he conocido:
José Vicente Rangel. Escorpión puro según este
artículo.
Las fábulas, tan ilustrativas ellas nos enseñan mucho, si bien se valen de los animales, nosotros, quienes desde niños las leíamos, sacamos conclusiones muy válidas a la realidad humana. En estos últimos días yo he recordado una que de pequeña no entendía, pero que por supuesto, con la edad no solamente entendí, sino apliqué y saqué de ella enseñanzas que solía relatarlas a mis innumerables alumnos, y es la que narra el cuento de un escorpión que en la orilla de un riachuelo deseaba atravesar la otra orilla; al ver una rana dentro del agua le propuso un trato: “Pásame al otro lado que yo no te pico”...
La rana, ante el temor del aguijón venenoso del otro animal, cobarde y pusilánime aceptó; el escorpión subió al lomo de la ranita y juntos emprendieron el viaje a la orilla de enfrente, pero aquél en la mitad del trayecto no resistió la tentación y con toda la saña posible inoculó su veneno a través del aguijón a la cobarde rana, quien inmediatamente murió.
Moraleja: la cobardía, la deslealtad, el temor injustificado, y a veces mal pensado o no pensado, no nos lleva a ninguna parte, ni debe ser conducta de los seres racionales, porque de seguro a ningún éxito conducen; todo lo contrario, en el trayecto, que suele ser muy corto, mueran ambos, el escorpión y la rana, una por cobarde y el otro por estúpido. Así es, mis amigos, que a medir bien los pasos y a pensar nuestras palabras antes de pronunciarlas, no vaya a ser, por ésas del destino, que el fondo del arroyo esté ávido esperándolos a los dos.
Introducción al libro Chávez, mago de las emociones
Luis José Uzcátegui
Hubo un tiempo en que Venezuela era el país de la insatisfacción y
el desencanto, los días pasaban entre la monotonía de la queja y la
crítica por lo mal que andaban las cosas en los servicios públicos,
la educación, la salud y la vida en general. La política estaba concebida
para participar del festín gobierno o partido, la economía andaba entre
tiempo para la inflación y el gasto dispendioso, y tiempo para planes y
cursis historias monetarias, cambiarías, fiscales. Las leyes y sus
aplicaciones eran sentidas como diversiones goliárdicas y distantes
al hombre sencillo y trabajador.
Aún hoy todo sigue igual, nada ha cambiado, lo novedoso son
las ideas y emociones que entran y salen en la mente de los
pobladores de esta tierra
.
Desde que el candidato Hugo Chávez Frías punteó las encuestas
electorales, el mundo emocional de Juan, María, Fernando y Verónica,
es removido y activado con ideas y emociones muy particulares.
Todo es diferente, ya no son las emociones que generan los comicios
electorales y la presencia de candidatos, partidos, colores, ambiente
festivo, o la mísera prebenda que recibe el hombre humilde por
asistir a la actividad política. Desde la primera aparición pública del
Comandante, el 4 de febrero de 1992, el mensaje Chávez generó
un discurso particular que llegó en un particular momento del país:
El encuentro de estas dos situaciones es una coincidencia de la cual
todavía no se puede escribir la última palabra.
Lo que se percibe en los días posteriores al triunfo electoral de
Chávez es un país colmando de emociones y un nuevo líder: joven,
activo, enérgico, lleno de planes para el futuro y generador de caudalosas
emociones. El ambiente social, especie de temperatura que agrada o
molesta y se contagia con la comunicación e información mediática,
está lleno de expectativa, ilusión, dudas, alegría, preocupación, miedos.
El Presidente también sigue lleno de emociones, que en parte abrieron el
camino a su triunfo; y en la actualidad se percibe como su mayor fortaleza.
El triunfo de Chávez no rompe un récord numérico, en cifras
absolutas o relativas, en el pasado reciente, otros gobernantes
han logrado votaciones mayores. Tampoco una abstención de
36,24% es tan baja, comparada con la de otras elecciones 1.
Lo que sí es sobresaliente y real es la congestión y explosión
emocional que generó, genera y va a generar. Chávez movió
emocionalmente a todo un pueblo, se convirtió en generador de
todo tipo de emociones: con unas logró sacar el 56% de la votación
a su favor, con otras, logró que se votara, cerca de 40%, en su contra.
Esta realidad construida por emociones es lo que hace que se escriba
este libro. Hoy el mundo de las emociones es conocido con amplitud y
solidez científica, ya no es tan complejo interpretar y proyectar los
comportamientos individuales y sociales si se tiene en las manos el
conocimiento del Cerebro Emocional.
Este cerebro es algo más que una caja de sorpresas, pues, si bien
generan lo llamado «ángel o carisma», las emociones conforman una
parte muy importante de la personalidad, son los vehículos o ropaje
que usan las ideas y la comunicación. Mueven individuos, grupos, masas, naciones y silentemente conducen al humano a geniales o a torpes decisiones.
Los trabajos sobre el cerebro y la mente precisan cómo
la función de estos sistemas es determinada por el efecto social.
León Eisenberg 2, investigador de la Universidad de Harvard,
por el año 1995, publicaba un interesante artículo donde enfatizaba
cómo la mente humana día a día era «construida» por el ambiente social.
Las evidencias de posteriores investigaciones confirman que todos los días,
bajo el efecto social, estamos creando nuevas conexiones en el cerebro
que le dan soporte a la función llamada mente. En la mente no se cumple
ese principio económico de los rendimientos decrecientes3, aquí a mayor
información y estímulos, a pesar de que se mantenga el mismo número
de neuronas, más activación y resultados.
La calidad de los resultados, en buenos o malos, va a depender del
tipo de activación social y de lo que se trae en los genes.
Este es un libro de análisis e interpretación del fenómeno
Chávez que desarrolla planteamientos que se mueven entre la
psicología, sociología, visiones humanísticas y reflexiones políticas.
Tiene como fundamento de trabajo los conocimientos existentes sobre
las emociones y la interacción de ésta con la inteligencia.
Participan como invitados varios profesionales de diferentes campos,
quienes permiten dar una visión conceptual más heterogénea sobre el
foco de análisis y ayudan a integrar un mensaje claro y sólido del
porqué y cuáles son los posibles horizontes de esta nueva etapa del país.
El fenómeno Chávez se inicia como un torbellino Psicosocial que sacude
la estructura de la nación. En los primeros días ha habido una remoción
de los cimientos de la fantasía e ilusión; no sabemos si con el correr del
tiempo este mismo efecto lo tendrá en las dimensiones políticas, económicas,
educativas, en las realidades que competen a la salud, al universo legal y judicial, etc.
Tampoco sabemos qué pasará con el propio mundo emocional del
mandatario cuando empiecen a moverse a su alrededor tropeles de
situaciones emocionales como adulaciones, invitaciones, realidades
económicas, nuevos amigos, compromisos, viajes, lugares, circunstancias,
cambios, presiones, y el «peligroso» Poder.
Sí sabemos que la única manera de evaluar el efecto y acierto de
las emociones e ideas es con los hechos. La evidencia que el actual
presidente es diestro y talentoso en emociones no está en duda, su
mensaje da cabida a todo tipo de emociones: desde las más temerosas,
pasando por las más reales, hasta las más ilusionistas. Es un mago de
emociones en el sentido de que genera con su mensaje reacciones emocionales,
ideáticas y conductuales de una forma inmediata e intensa.
La historia de los magos se remonta a una casta de sacerdotes de
la antigua Persia; en el siglo I d.C., los magos eran reconocidos como
hombres sabios y adivinos. Por eso, los magos mencionados en la Biblia,
que vinieron de Oriente a adorar al Niño Jesús (Mat. 2,1-12),
eran considerados unos hombres sabios. En la actualidad se
llama mago al que conoce el arte de entretener mediante trucos
que aparentemente suponen una violación de las leyes de la naturaleza.
Con este libro pretendemos dejar una información que le permita al l
ector entender cómo «hace la magia» el «sabio», y cómo el que hace
«trucos». En los próximos días cualquiera de los dos resultados
inexorablemente, estará presente en Venezuela, donde ya se empezó a
escribir y escenificar el fenómeno Chávez.
Contraportada
¿Por qué el país dio ese salto emocional vertiginoso y en pocas horas se
pasa del miedo, terror y satanización a la alegría, esperanza e ilusión? ¿
Porqué cada día son más los interrogantes sobre si todo será verdad o
será mentira?
¿ Realmente el Presidente Chávez es un líder sincero, o es el sentido
mágico de un pueblo que busca en él un salvador social?
¿La época Chávez enrumbará definitivamente al país a la
modernidad y desarrollo? ¿O, simplemente el cambio del
Presidente son manejos emocionales y comunicaciones que
en pocos días fenecerán?
¿ Chávez al mover las emociones se dio y se quitó votos: fortaleza,
debilidad y riesgo? Estas y muchas preguntas más son analizadas y se
le dan respuestas en este libro, escrito por la pluma del psiquiatra y
antropólogo Dr. Luis José Uzcátegui, autor e investigador de obras y
temas en el campo de Inteligencia Emocional. Es un libro lleno de vigencia
y solidez, bajo el enfoque psicosocial, de una forma sencilla lleva a
entender los acontecimientos y la sociedad de la última década en
Venezuela, nos evidencia que somos seres dependientes de las emociones
y que conocerlas es determinante para comprender el comportamiento
social e individual. El personaje central, el Comandante
Chávez, los personajes políticos y el comportamiento social de
la época son estudiados bajo enfoques de antropología, psicología,
psicolingüística y psiquiatría, sumándosele la colaboración, entre
otros, de prestigiosos profesionales del periodismo y el mercadeo:
Eleonora Bruzual y Macarena Uzcátegui, quienes desarrollan temas tan
impactantes como: «Chávez Encantador de Masas» y «Chávez
el gran producto que se vendió».
Al final del libro, descubrimos que esta obra es una ventana para a
prender sobre la conducta humana, además, deja en el espíritu ese
mágico sabor que se produce al poder ver el futuro con emociones
inteligentes y reales. Plantea varios escenarios que dependen de cómo
Chávez maneje sus emociones y las emociones que encontró en un
pueblo cansado, confundido, rabioso, con esperanzas, y por destinos
azarosos va a ser gobernado por Chávez, quien es indiscutiblemente «Por
ahora: Mago de las Emociones»
¡El gran Mensaje!
El origen de la época Chávez se precisa en el 4 de febrero de
1992 cuando emerge al ámbito social con una sublevación militar e
intento fallido de golpe de Estado. Se inserta en el mundo emocional
de los venezolanos con un mensaje, que por sus efectos comunicacionales
bien se podría especular que fue un formato técnico diseñado por una de
las empresas más prestigiosas en la creación de mensajes; o más aún, la frase
«Por ahora», dado el potencial comunicativo que generó, se convierte en el
sueño publicitario más ansiado para cualquier ser que quisiera, a través
de la TV, con un comercial que dure menos de 2 minutos y se pase una
sola vez, llegar a producir tal venta de emociones, que a los 6 años, sus
ingresos emotivos a través del voto lo llevan a Presidente de la República.
Hijos de Durkheim
Es así como se inicia la historia, un comandante del ejército,
en una mañana tropical, reconoce ante la nación su derrota,
asume responsabilidades y anuncia su futuro. Todo esto sucede
en un país gobernado por Carlos Andrés Pérez, líder señalado como
carismático y populista, al cual sólo a tres semanas de haber iniciado
su mandato en el año 1989, se le presenta una rebelión popular que
exige un tropel de promesas, todas de alto contenido instintivo y
emocional como alimentación, vivienda, mínima seguridad de la
propiedad, la vida; y retornar a la Venezuela rica y despilfarradora.
Para este momento, no sólo se tenía el efecto emocional de una
realidad social presente incierta e inestable, en la memoria comunitaria,
esa que se elabora en la familia y las relaciones de amigos era muy
frecuente encontrar de vieja data, la mortal emoción colectiva llamada
anomia, descrita en el siglo XIX por el sociólogo francés Durkheim,
fundador de la primera escuela de pensamiento sociológico.
Anomia es un estado compuesto, entre otras emociones, por desencanto,
incredulidad, apatía, tristeza y negación a la participación social.
En una madrugada, en que el pueblo sólo podía saborear este cocktail de
emociones negativas, emerge el comandante Chávez, convirtiendo en una
sorpresa el acto golpista pero sin ser una molestia la acción insurreccional.
No podía ser incómodo algo que se esperaba, la expectativa de cosas y
tiempos mejores son formas ideáticas cargadas con fantasía y alta intensidad
emocional que protegen a los pensantes de que la realidad se haga tan dura
o molesta. La sociedad, en pleno, sin diferencia de clases
sociales, sintió un grato «cosquilleo» de aventura, ilusión, sorpresa,
alegría, temor. Esta madrugada da inicio, sin ninguna intención colectiva,
a la preparación de un ambiente psicológico excitante, todo, generado
como un acto automático y básicamente siguiendo las leyes del cerebro
emocional; es así, que cuando en la mañana llega el mensaje de
«Por ahora»,
se disparan emociones individuales y colectivas con tal carga energética que
se mantienen y graban en el inconsciente, y a los pocos años sirven de
sustento para crear el ambiente psicológico del año 1998, que en el mes de
diciembre le da el triunfo electoral.
Una vez que la intentona golpista fracasa, Chávez va preso, en menos
de 24 horas el país es sometido a otro golpeteo emocional, de la sorpresa,
exaltación y «escalofrío», se pasa a un ambiente de temores, interrogantes,
incertidumbre.
En este momento emerge otro líder, Rafael Caldera, señalado
como demagogo y populista, se encumbra en el podio de la oportunidad
con un discurso en la Cámara del Senado, bastante más largo que el del
comandante y compuesto de diferentes significados emocionales: esperanza,
verdad, equidad, autoridad y moral. Sin saberlo aún, ya este Chávez del 4F,
es portaaviones inminente de cercanos triunfos: Caldera, acertivo,
experimentado y hábil, cual Ave Fénix trastoca ese día cenizas por alas
que le posarán en Miraflores;
Aristóbulo Istúriz, con el claro aprovechamiento
de la oportunidad, igualmente se afianza en el momento emocional
y allí da el primer paso hacia la Alcaldía de Caracas.
Actores de reparto
En la campaña electoral, de la cual Chávez fue el protagonista,
participaron otros políticos como actores, en un escenario que sirvió
para escenificar el último acto político del siglo XX.
Pues independientemente, si éste no lo fuera, la función se dio, el acto
terminó, la actuación de los personajes nunca será igual; y si es necesario
se escenificaría otra obra, que para unos será un drama y para otros una
comedia. Son varios los integrantes principales de la función, algunos como
candidatos presidenciales; otros ex-candidatos, pero todavía candidatos a
seguir siendo marcados en la historia como ganadores o perdedores.
Y como grupos que se «peleaban» los curules y votos de supervivencia
de los partidos políticos.
La Revolución Joven
De los candidatos con más repercusión en el escenario político de
1998, cuatro de ellos (Irene Sáez, Claudio Fermín, Miguel Rodríguez y el
presidente actual) no llegan a la cincuentena. Otros, si bien no candidatos,
pero pertenecientes también a generaciones más jóvenes, como
Antonio Ledezma,
Arias Cárdenas,
El Cura Calderón,
Ramón Guillermo Aveledo, polarizaron un cúmulo de emociones,
y sin duda, en un futuro cercano, saldrán nuevamente a la palestra política.
Fue la avalancha de una generación, que se podría llamar de
«Negociadores con el futuro». La inminencia de un nuevo milenio
y la realidad de una sociedad portadora de ciencia y tecnología en
una proporción nunca imaginable hace que cualquier líder que aspire a
participar en la vida política, sea un conocedor de la materia más difícil
de aprobar: El Futuro.
Claudio Fermín, de esta generación, es el líder que incitó más
emociones de lamento ante su pérdida de posibilidades de triunfo.
Su imagen tiene más peso que las circunstancias; su presencia en la
arena política se caracteriza por confianza y sencillez. Lo primero se lo
da su formación y seriedad académica y su manejo comunicacional, lo
segundo su configuración popular y frescura en el mensaje. En el mundo
emocional de las masas se mantiene posicionado y genera emociones gratas.
En las últimas elecciones estuvo marcado por la fuerza negativa de sus
vínculos con AD, Pérez, y sobre todo la emoción de perdedor que generó
al no subir la escalera de las encuestas.
Irene Sáez, fue el espectáculo de la campaña, su presencia movió
las emociones de todo un pueblo. En los días que punteaba las
encuestas desató una situación emocional similar al actual presidente:
Un grupo se polarizaba con ella, y otro grupo, por rechazo, pensaban v
otar en contra. No por miedo, más sí por desconfianza.
Miguel Rodríguez, fue el de la imagen intelectual. Su mensaje estimula
a sentir y pensar seriamente en el país. No tiene facilidad para
manejar el mensaje emocional primario y esto le impide mover
emociones sencillas en las masas.
Los tradicionales
Los otros integrantes de esta contienda forman un grupo que
generacionalmente pertenece a otra época.
Henrique Salas Römer, el gran depositario, donde se cobijaron
emociones tan disímiles desde miedo a un gobierno dirigido por
Chávez, creencia en su liderazgo, hasta los temores por perder las
posiciones y curules ganados. Después de la experiencia electoral es
visto como el depositario de la resignación; se piensa que un alto porcentaje
de la masa que votó por él lo hizo resignado al no ver otra opción con más
posibilidades.
Luis Alfaro Ucero, de caudillo, con su expulsión de AD, pasa a
generar emociones de lástima, por su figura senil acabada y derrotada;
de justicia, al sentir el pueblo que se cumplió el dicho
ítulo: Quien a hierro mata a hierro muere.
Autor : Armando Abel Rodríguez , 1965
pintor, escultor, grabador y diseñador gráfico
Graduado en la Escuela Nacional de Arte en el 1985.
«Quien a hierro mata, a hierro muere»; de frustración, al evidenciar con su
conducta pública que un partido como AD estuvo durante tantos años
dirigido por un caudillo con tan poca magia y versatilidad emocional.
Carlos Andrés Pérez, en varios aspectos su manejo de masas fue similar
al de Chávez, sobre todo en la época pasada, cuando era menos repetitivo
y con más circunstancias favorables. La capacidad de contagio negativo
emocional de Pérez es inmensa, empezó con Eduardo Fernández el 2
de febrero, se propagó a Fermín y a Miguel Rodríguez.
Luis Herrera Campíns, de zamarro y agudo se
ha convertido en juguetón y casi gozón. La realidad de
fracaso que tiene en su cara es tan real, y a pesar de eso,
campante y ramplante, pasea sus emociones por la comarca
en refranes y dichos simples.
Eduardo Fernández, aún estando fuera del «Team» electoral,
es junto con Claudio, quien genera más emociones de lamento y
esperanzas. Su camino tiene varias vertientes: volver como candidato
en una Venezuela hastiada de los partidos, y que también podría hartarse
de los fenómenos políticos y electorales. Él podría remover todos sus
antecedentes partidistas negativos y trastocarlos por valores.
Es una referencia del líder político serio, preparado, sólido y empieza
a ser más confiable.
Tanto Fenández como Fermín son hijos de los dos partidos moribundos,
ambos cargan sus lastres, pero sin duda, ambos también portan sus
experiencias, sus capacidades y el conocimiento de un país que creció
en la realidad del bipartidismo.
Sigue la Obra
El teatro es una ventana para ver el mundo real. Las elecciones que
acaban de sucederse, fueron la oportunidad para conocer con
transparencia este país nuestro. El pueblo no cree - tampoco le interesa
volver a creer - en los moldes tradicionales de hacer política que tienen
los partidos y sus dirigentes. No necesariamente los partidos tradicionales
están acabados, tampoco los emergentes como el MVR, tienen asegurado
su futuro. Como cita Marianela Palacios en su artículo del día 2-1-99,
en el diario El Nacional, se pueden seguir dando las ironías y
contradicciones populares: «El politólogo y profesor del postgrado
en Ciencias Políticas de la Universidad Simón Bolívar,
Luis Castro Leiva, sostiene que la última coyuntura electoral
puso en evidencia una curiosa contradicción popular. El 8 de
noviembre el país votó masivamente a favor de la descentralización y,
apenas un mes después, le dio el triunfo a un candidato que -argumenta
Castro - simboliza el centralismo bolivariano»1.
El fenómeno Chávez emerge de esta realidad, fue menester que se
removieran las emociones colectivas e individuales con tal intensidad
para abrir la compuerta sencilla de la verdad. La verdad no es una
dote de sabios, ni dioses, es lo real, concreto y duradero. Lo que se
busca con la experiencia de estas elecciones de 1998 son caminos que
lleven a la verdad: ¿Tal vez se encontró?. Si no se encontró, se encontrará
en algún momento, tiempo y, posiblemente, con otros actores.
La juventud no necesariamente es garante de la solución.
Latinoamérica viene de una euforia de lideres jóvenes que dejaron a
sus países en el traste la última década del siglo XX (Collor de Mello
en Brasil, Salinas de Gortari en México y Alan García en Perú)
la madurez o senectud, tampoco. El escenario no determina la
calidad de la obra, menos la promoción, tampoco el precio.
Poco a poco sólo queda una explicación para entender que los
logros, el arte, la calidad y la magia están en manos del actor.
Es de quien depende lo principal, y en política el actor es el político
mismo. Quien asiste a la obra, observa, participa, paga sin saberlo
conscientemente, pide la repetición, abuchea o cambia los actores y
autores. Ellos, actores considerados extras por la arrogancia político
partidista, ellos, personajes más sencillos, menos dramáticos y nada
comediantes. Ellos son el Pueblo: actor y auditórium. Aplaudidor
y enterrador de mitos...
La Economía Virtual
A sólo 5 días del inicio del fenómeno Chávez no sería
insensato reflexionar y tomar de alerta la evidencia de cómo
realmente se comporta la economía.
Vivimos en un mundo económico básicamente diádico: por un lado
está la economía virtual, que permite que los comportamientos
económicos estén vinculados a mensajes e imágenes. Cuando el
Presidente cambia su mensaje y habla como un líder que conoce y
entiende los hechos contemporáneos de la economía, lanza a los predios
ideas liberales y sostiene que respetará las inversiones extranjeras; se
crea un curioso concubinato entre los mensajes y las interpretaciones
que hace cada venezolano, generándose una expectativa colectiva
altamente emocional que se ve reflejada en el ambiente de esperanza,
tranquilidad, ilusión, y realidades como la subida de la Bolsa y baja del dólar.
Sin embargo, es conocido que los efectos de la economía virtual no
duran mucho; evidencia es lo que empieza a pasar a escasas 120
horas de haberse iniciado la época Chávez con la puesta en acción
de otro tipo de economía que sí permite mantener unos comportamientos
más estables en los mercados. Esta es la economía real, se sustenta en un
crecimiento sostenido y creación de riqueza, se avala no en imágenes sino
en hechos, trabajo; conduce al desarrollo, enseña que cualquier plan
realístico que se proyecte a futuro no sólo debe contar con el furor y
los festines de las emociones, debe apoyarse en realidades de fuentes
de trabajo, producción, empleo, eficiencia y resultados.
El universo de la economía virtual es muy mágico. La historia
enseña que hasta hace pocas décadas al mundo de virtualidad sólo
se podía llegar después que la economía real producía tal abundancia
de bienes a una sociedad, que se iniciaba la fase de las fantasías, ilusiones,
despilfarro, facilismo y consumo desenfrenado. Con el advenimiento de
la tecnología ya no es necesario esperar que un modelo económico
llegue a su cúspide para que opcionalmente pueda irse por lo virtual,
la era actual viene acompañada de una gran facilidad para instalar el
virtualismo económico únicamente con activar unas cuantas cadenas de
TV, varios satélites, miles de e-mail y cientos de llamadas telefónicas
estamos incursos en la onda.
Festin de ... (2 de febrero)
El tiempo, que no permite que nada se detenga, trajo el 2 de febrero:
día de la toma de posesión del nuevo presidente. Como en todos los
actos, no faltó y tampoco sobró: invitaciones, deseos, proclamas,
felicitaciones y razones.
Durante las semanas previas a esta fecha, el país celebra la festividad navideña
y el inicio de un año arrullado por las emociones de espera,
observación, ilusiones y temores. Los analistas en política y
economía invaden las páginas noticiosas con opiniones, comentarios,
presagios, sugerencias y posiciones. Algunos emiten su opinión en
torno a realidades sobre el futuro sustentado en la sensatez y el análisis;
otros, en una especie de «fogueo de sombra», vaticinan
inexorables desastres y fracasos; y para otros, el Presidente los
convirtió en súbditos incondicionales que sólo atinan a escribir
odas que lo ensalzan. Para el pueblo, quien realmente va a recibir
las consecuencias de los aciertos o desaciertos, empieza, al pasar
los días de la época Chávez, una realidad acompañada de esperanzas,
verdad, sencillez, transparencia, respeto, temores, en parte, la misma
realidad cargada de emociones que durante décadas los ha acompañado
en el inicio de todo nuevo gobierno.
Periplo de Emociones
Entre los días que transcurren desde el 6 de diciembre y la toma
de posesión el 2 de febrero de 1999, el presidente electo ocupa parte
de su tiempo en viajar y visitar mandatarios del mundo.
la ignorancia que el pueblo Alemán tenía sobre el Nuevo Testamento, decide hacerla popular traduciendo la Biblia de Gutenberg a la lengua materna de Ludwig van Beethoven. Pasa por Francia, cuna de la gran revolución, tierra de pensamientos, acciones y realidades. El país donde en 1624, el timorato rey Luis XV, eligió como Primer Ministro al Cardenal Richelieu, que fue el gobernante efectivo de Francia durante los siguientes 18 años. Las principales metas de Richelieu consistieron en eliminar a todos los rivales, y para acabar con el poder político, ejecutó a varios de sus más eminentes y peligrosos miembros. Va a Italia, nación de la «Forza Italia», pasa por España, se reúne con Jean Chrétien, Primer Ministro de Canadá; aterriza en Cuba, se encuentra con el hombre «más poderoso
del mundo» Bill Clinton, y a los días se convierte en el anfitrión más joven que ha tenido el país al recibir a una pléyade de mandatarios y personalidades invitados a su toma de posesión. Los logros a producirse de estas reuniones con mandatarios y grupos económicos del mundo están en el tranvía del futuro, sólo el tiempo dirá los resultados. Lo que sí es presente y tiene un pasado profundamente didáctico, es la historia y los hechos que marcan la existencia de cada uno de los países y las culturas visitadas por el presidente. Que determinante es para el mundo aquella revolución, no sólo religiosa, porque fue también política y económica, que desencadenó la Reforma de Lutero en Alemania y Calvino en Francia. Como este movimiento cambia el mundo, y para algunos es un pilar que explica la existencia de los países desarrollados. En la Alemania del siglo XVI fue un total revuelo que dejó, entre otros temas, el concepto del logro, de los méritos y el valor de la acción y responsabilidad individual como camino para la salvación. Fue una época de cambio, de reforma, de emociones, similar a lo que se vive en Venezuela actualmente. De todos los temas traídos con la época Chávez, la Constituyente es la que en este momento ocupa el centro de atención, la alta intensidad de participación se entiende al reflexionar que con ella se consume, en parte, una de las banderas electorales. Se pasa del mensaje a los hechos: se empieza a evidenciar que el cambio si es una realidad. El tema del cambio como pancarta electoral tenía un efecto ondeante, fresco, motivante y simbólico; pero al sentirse de cerca la realidad del cambio, éste retumba y sacude todos los miedos conscientes e inconsciente que llevan los humanos. El cambio es el reto existencial más serio que tiene todo ser, pasar de la figura joven a la madura y la senecta es sólo un indicador de la complejidad psicológica. Siendo mucho más la implicación que tiene cambiar ideas, emociones y acciones;. Son éstos, torrentes de ansiedad que se generan, energía emocional que con frecuencia hace que los humanos, en una especie de aturdimiento, hasta puedan desencadenar conductas paradójicas, llegando a cambiarse bruscamente y practicando lo que días antes criticaban. La ansiedad es una emoción peligrosa, fácilmente trastoca la lógica y genera necesidades, miedos, esperanzas: La Constituyente es la madre del cambio, por lo menos así es vendida y percibida por el pueblo. Este mundo de las emociones no sólo tiene como función peligrosa la ansiedad. Qué decir del poder, ese que llevó a que la figura del Cardenal Richelieu se convirtiera en dueño magnánimo del poder en la Francia de Luis XV. Este clérigo es un personaje que permite estudiar los peligro que pueden correr los seres cuando combinan poder, conocimientos y emociones. El poder es una situación emocional compleja, en términos técnicos, es una emoción elaborada. Este estado psicológico es muy sensible a los mensajes externos, más cuando son gratificantes, independientemente que sean veraces o no. La psicohistoria muestra que el poder se caracteriza por generar conductas e ideas particulares de formato obsesivo y compulsivo, además, la memoria se convierte en un efímero banco que «que acumula baratijas». El individuo se dedica a almacenar actos o pensamientos con los cuales pasa el tiempo sin aceptar chequeos, revisión o cambio. El poder lleva consigo la posibilidad de rápidamente gratificar al Yo con hechos materiales y estímulos afectivos complacientes, generados por los que están alrededor de quien ostentan el poder, es un estado psicológico tan incisivo e intenso que logra neutralizar los efectos emocionales del temor, aprehensión e inseguridad que genera el cambio. |
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Oswaldo Pulgar Pérez || Despertares
El éxtasis de la facilidad
El psiquiatra Enrique Rojas analiza en un ensayo que titula “Los siete síntomas de nuestro tiempo”, nuestra situación actual. Intentemos algunas consideraciones que pueden ayudarnos a enfrentar con éxito la avalancha a la que estamos sometidos por todos los flancos.
No sabemos lo que queremos porque no sabemos lo que nos pasa (Ortega). Hay mucha gente desorientada en lo fundamental. El psiquiatra se ha convertido en el nuevo consultor de la sociedad. Muchos lo buscan porque se sienten mal.
Una de las causas de ese no saber a dónde queremos ir son los cambios vertiginosos de los últimos años. La vida va demasiado de prisa. Hemos cambiado más en dos décadas que en un siglo. La técnica y las modernas investigaciones han revolucionado las formas de vivir.
Se han pulverizado los pilotes de bronce que fundamentaban las ideas y las creencias. Ellas daban firmeza, plenitud y felicidad a la vida. El hombre ha quedado disminuido en calidad.
Otro factor es el bombardeo constante a través de los medios de comunicación. Información minuciosa casi siempre centrada en temas negativos o polémicos que nos dejan fríos y desencantados.
Información que no forma, sino que deforma a la persona. No hace al hombre mejor hombre, ni a la mujer, mejor mujer. No los mejora ni enriquece. Los destruye. Es el síndrome del exceso de información. También en los asuntos profesionales donde todo parece supeditarse a los fines que se persiguen.
Cualquier disciplina académica tiene tal abundancia de datos, referencias e investigaciones, que, -si no andamos con cuidado- nos podemos perder en una selva de notas y citas que en vez de aclarar, confunden. La persona que no se aclara sufre de ansiedad, está intranquila y descontrolada.
No digamos nada de las revistas del corazón. Interesa la vida de los demás, pero rota, deshecha. Las desgracias ajenas gustan, porque compensan las propias. Muchos sueñan con lo que les sucede a otros.
La tragedia termina con la desorientación moral. La moral es el arte de vivir con dignidad, el arte de usar correctamente la libertad. Las costumbres hacen y deshacen al hombre. Lo elevan y lo rebajan de nivel: refuerzan su libertad o la destruyen.
Tenemos mucha información y poco criterio. Se busca lo fácil, se huye del esfuerzo. Se necesitan fuertes modelos de identidad que enseñen las claves para vivir. Parajes de luz que nos atraigan con fuerza propia. Que impidan que las modas nos esclavicen.
No podemos responsabilizar a otros. Ya decía Cervantes: “Tú mismo te has forjado tu ventura”. Sin embargo, no todo está perdido, siempre es tiempo de rectificar, por muy bajo que hayamos caído.
Vagos y holgazanes
Utilizan a los padres como si fueran bienes en "usufructo" o como "cajeros automáticos"
MANUEL ZAPATERO | EL UNIVERSAL
martes 1 de febrero de 2011 12:00 AM
Pobrecitos, es un eufemismo en exceso caritativo para no pocos vagos, sanguijuelas, parásitos, perezosos y holgazanes disfrazados de víctimas, cariacontecidos porque la sociedad no les comprende y les niega la oportunidad de demostrar lo mucho que valen.
Indigna al buen sentido, que se meta en el mismo saco estadístico, al joven desempleado que abandonó tempranamente los estudios para ayudar en casa, con esos otros que a sus 25 años, se tienen por demasiado viejos para estudiar y por demasiado jóvenes para trabajar ocho horas al día, sin que su dignidad resulte mancillada.
A la sombra
Mientras los primeros sufren los efectos devastadores de un mercado laboral que se ensaña con las nuevas levas, los segundos vegetan a la sombra de mamás compasivas y de papás resignados.
Tal vez ahí radique la causa de que prolifere tanto caradura, en esos progenitores demasiado condescendientes y permisivos y también en esos educadores mediocres que trampearon con concesiones la falta de autoridad.
Detrás de cada uno de esos jóvenes apoltronados que consumen las horas ante la pantalla o matan el tiempo con la pandilla, hay unos padres pusilánimes que han abdicado de su función formadora, militantes de cultivar la amistad con los hijos, que han confundido la exigencia con lo autoritario.
Ni vergüenza
Y ahí está el fruto de sus sonámbulos desvelos, hijos sin futuro. O sea, ni vergüenza ni ganas de trabajar y sucumbiendo en la maleza de su desidia. Pero eso sí, con dinero en el bolsillo para quemar la noche, no sea que se enfaden y se frustren los pobrecitos. Utilizan a los padres como si fueran bienes en "usufructo" o como "cajeros automáticos".
Son desobedientes, desafiantes que no aceptan la frustración y permanentemente instalados en la cultura de la queja, guardan resentimiento para los que tratan de ayudarles.
Creen que por ser jóvenes, pueden hacer cualquier cosa que les tolere el cuerpo. Aunque lo más cómico de todo, es que estos parásitos son los que tendrán que pagar las pensiones de sus padres dentro de 15 años.
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