Cómo enfrentarse a las dictaduras
Un teórico de la resistencia inspira desde EE.UU. a rebeldes en países musulmanes
Los manuales de Gene Sharp han circulado por Serbia, Irán, Rusia, Egipto... | Hay dudas de que la no violencia funcione contra los regímenes más represivos
Vida | 24/02/2011
El ideólogo de la no violencia, en la foto principal,
es reacio a citar modelos. Dice que las revueltas no
violentas suelen carecer de de figuras carismáticas.
Luther King sería una excepción. Sharp también cita a
Ghandi, en la otra foto AP / ELISE AMENDOLA
Desde su casa en Boston, donde está la sede de la Albert Einstein Institution, Gene Sharp sigue día a día las revueltas en el arco que va del Magreb a Persia. A sus 83 años no piensa en desplazarse para vivirlo en directo, como sí hizo durante las revuelta fracasada en la plaza de Tiananmen, en China, en 1989. Pero se siente vindicado.
“Es bastante impresionante. Bastante impresionante”, decía tras la caída, el 11 de febrero, de Hosni Mubarak tras apenas tres semanas de protestas pacíficas.
Por teléfono, su voz sonaba tan tenue como sólidas son sus convicciones. Poco conocido para el gran público, marginal en su país, Estados Unidos, Gene Sharp es uno de los teóricos más influyentes de la no violencia. Sus textos, desde 198 métodos de acción no violenta hasta De la dictadura a la democracia, han inspirado a activistas en regímenes autoritarios de cuatro continentes, de Irán a Venezuela, pasando por Serbia, Birmania y Rusia.
También en Egipto. Los manuales de Sharp llevaban meses circulando entre los miembros del Movimiento 6 de Abril, uno de los grupos que iniciaron las protestas en la plaza Tahrir de El Cairo que desembocaron en la marcha de Mubarak después de tres décadas en el poder.
A la velocidad que avanza la ola revolucionaria en el mundo árabe y musulmán, hoy Egipto ya queda lejos. No está claro que la resistencia pacífica sea la norma en todas las revueltas.
La nebulosa en la que se encuentra Libia, con un tirano desquiciado como Muamar el Gadafi al frente, complica los paralelismos. Es posible que la no violencia resulte estéril ante los regímenes más feroces. Y no hay que sobrevalorar la influencia de Gene Sharp en unas revueltas con causas autóctonas.
“Son los egipcios los que tienen que hacerlo. Yo soy un extranjero que no conoce la sociedad. No ha sufrido el régimen”, responde el sabio estadounidense a la pregunta de si le habría gustado estar en la plaza Tahrir.
En todo caso, la caída de dictadores en Túnez y Egipto ha otorgado una vigencia renovada a la doctrina que preconiza el cambio sin disparar un tiro.
El día que Mubarak dimitió, el presidente de EE.UU., Barack Obama, dijo que “en Egipto ha sido la fuerza moral de la no violencia, no el terrorismo ni el asesinato indiscriminado, sino la no violencia, lo que ha doblado el arco de la historia hacia la justicia”.
La década pasada fue la del 11-S, los atentados de Madrid, Londres y Bombay, la de las guerras de Iraq y Afganistán. Una década violenta.
La nueva década ha empezado con revueltas no violentas, con ecos de la última revolución pacífica, en 1989, cuando se derrumbó el muro de Berlín. Ahora estas revueltas suceden en países donde predomina el islam, religión que desde el 11-S quedó ligada a las bombas en la mente de muchos occidentales.
“La resistencia no violenta ha sido muy importante en la historia. Y suele obviarse y rebajarse su importancia”, dice Gene Sharp. “Esto –añade, en alusión a Túnez y Egipto– deshace algunos mitos según los cuales la no violencia no puede ser usada por árabes o por musulmanes”.
La teoría de Sharp “es simple”, como escribe él mismo en De la dictadura a la democracia, publicado en 1993 y disponible gratis en internet en 24 idiomas.
“Los dictadores necesitan la ayuda de la gente a la que gobierna, sin la cual no pueden garantizarse ni mantener las fuentes de su poder político”, sostiene. “Con el tiempo, la retirada de las fuentes del poder puede producir la parálisis y la impotencia del régimen y, en casos severos, su desintegración. Los poderes del dictador morirán, despacio o rápido, de inanición política”.
Sharp no apoya la resistencia pacífica por idealismo, sino por motivos prácticos. La resistencia violenta, en su opinión, provoca más violencia. Y en el terreno de la violencia el régimen autoritario siempre ganará. “Es verdad que resistir ante un régimen muy represivo y brutal no es fácil. Es difícil por muchas razones. Pero puede hacerse. Y ya ha ocurrido. Los egipcios encarcelados y torturados no dirán que fue un caso fácil”, dice.
“El régimen depende tanto de la violencia que no debes usar como de la violencia al resistir. Si lo haces, te ves limitado a luchar con las armas de tu enemigo”, prosigue. Y añade: “Si se usa la violencia, las fuerzas militares del régimen dispararán. Y el régimen tiene mucha mayor capacidad para la violencia. La represión sería extrema. Moriría mucha gente y habría miedo a resistir. Los egipcios fueron sabios. Lograron que el ejército no les disparase”.
Ahmed Maher, uno de los cabecillas del Movimiento 6 de Abril en Egipto, ha explicado al diario The Daily Beast cómo descubrió los escritos de Sharp. Fue a través de Otpor, el movimiento anti Milosevic en Serbia. Otpor, a su vez, lo descubrió a través de un activista estadounidense que difundía los métodos de Sharp por los Balcanes.
Hace unos años, discípulos de Gene Sharp organizaron un taller en El Cairo, según The New York Times. Algunos activistas tradujeron al árabe fragmentos de sus obras.
Gene Sharp, en la conversación y en sus libros, multiplica los ejemplos históricos de resistencia no violenta. Desde los plebeyos romanos en el 494 a.C. hasta la caída del imperio soviético. Pero los ejemplos contrarios –revoluciones o cambios de régimen que habrían sido imposibles sin violencia– también abundan. Los últimos intentos de revolución pacífica en Irán han fracasado.
En el último número de la revista The New York Review of Books, Brian Urquhart, ex subsecretario general de la ONU, expone algunos de los límites de la no violencia. Primero, la resistencia pacífica pocas veces actúa sola.
Citando a Adam Roberts, editor con Timothy Garton Ash de la antología Resistencia civil y política de poder, publicada en inglés, Urquhart escribe: “Hay una red rica en conexiones entre la resistencia civil y otras formas de poder”. Estas incluyen a veces la fuerza y la violencia, o la amenaza de usarlas.
Puede parecer paradójico, pero para que una revuelta no violenta triunfe también suele ser imprescindible el concurso del régimen opresor. Gandhi triunfó ante un imperio británico en declive. La lucha pacífica por los derechos civiles de Martin Luther King fue éxito porque la democracia estadounidense –la mayoría de la clase política y de la sociedad– ya no toleraba el anacronismo de la segregación y disponía de los mecanismos de corrección adecuados.
Así fue, también, hace veinte años, en Europa. “Fue la aceptación por parte de Gorbachov de la necesidad de cambio y reforma y su rechazo a utilizar la fuerza militar soviética contra los manifestantes en los satélites de Europa Oriental lo que hizo posibles los cambios espectacular de 1989”, constata Urquhart.
Y así ha sido en Egipto. Sin la retirada de Mubarak, y si las fuerzas armadas egipcias no hubiesen acompañado la revuelta, esta no habría triunfado en 18 días.
“La voluntad de los líderes para retirarse –Gorbachov, F.W. de Klerk en Sudáfrica o, hace menos tiempo y de manera más sorprendente, Milosevic en Serbia– es crucial en el éxito de los movimientos de resistencia civil”, apunta Urquhart.
Ni con Hitler ni con Stalin la resistencia pacífica sirvió.
"¿Pacifista? No me pongo etiquetas"
Hugo Chávez le ha acusado de mover los hilos de la oposición en Venezuela. El Gobierno iraní, de ser un agente de la CIA. Gene Sharp se desmarca de cualquier adscripción ideológica.
Ex profesor en la Universidad de Harvard, en 1983 fundó la Albert Einstein Institution, financiada por Peter Ackerman, un inversor que había sido discípulo suyo.
Soltero, trabaja con la ayuda de una asistente y apenas se mueve de su casa en Boston. Desde allí, y a través de internet, distribuye la abundante literatura práctica para subvertir los sistemas dictatoriales en todo el mundo.
Estos días, con las revueltas en el mundo árabe, ha regresado a la actualidad. El diario The New York Times ha publicado una fotografía suya en portada.
–¿Es usted pacifista?
–le preguntamos.
–No me pongo etiquetas –responde.
Lunes 21 de Febrero de 2011
La revuelta del mundo islámico
El Mecurio, santiago de Chile 21-02-2011
El "efecto dominó" de las masivas protestas en Túnez y Egipto, que lograron deponer a sus respectivos gobernantes tras décadas en el poder, mantiene a toda la región en un estado de efervescencia de curso impredecible. La gente está saliendo a las calles para exigir democracia, nuevos líderes y solución a temas tan coyunturales como el desempleo, y reivindica el derecho a elegir un tipo de sociedad diferente y la manera de construirla.
Uno de los nuevos focos es Yemen, donde los manifestantes exigen la renuncia del Presidente Saleh, en el poder hace 32 años, y ya lograron que desistiera de reformar la Constitución para repostularse.
Aprendiendo de la experiencia egipcia, el rey Abdalá II de Jordania disolvió su gobierno, reemplazándolo por un gabinete que ya anunció una ley electoral más abierta.
Mahmoud Abbas, Presidente de la Autoridad Nacional Palestina, aceptó la renuncia de su gabinete y encargó al Premier Fayaad formar otro más representativo de las fuerzas políticas palestinas, buscando contrapesar al grupo islámico Hamas, que controla la Franja de Gaza.
En Siria, el Presidente Bashar al-Assad -heredero del gobierno que su padre instauró en 1970- todavía es capaz de mantener las protestas a raya sin desatar un baño de sangre. En Argelia, el gobierno de Buteflika bloqueó el acceso a internet -sin mucho éxito- para evitar la coordinación a través de las redes sociales.
Un inédito estallido de violencia se registró en el reino de Bahrein, donde el ejército y la policía reprimieron violentamente a los manifestantes, si bien el gobierno luego echó pie atrás, retiró a los tanques y grupos antimotines, y el príncipe heredero hizo una declaración pública conciliadora. Esto acerca el "efecto dominó" a las monarquías del Golfo Pérsico, zona muy sensible para Occidente por su importancia petrolera. Si Arabia Saudita, Kuwait o los Emiratos Árabes Unidos sucumbieran ante la ola reformista que recorre el mundo islámico, sin transiciones a gobiernos más democráticos, es probable que los sectores radicales musulmanes tuvieran la oportunidad para romper con Occidente. En el caso de Bahrein, la familia real Al Jalifa es sunita y por años ha mantenido a la mayoritaria población chiita marginada del gobierno -la misma explosiva ecuación que existía en el Irak de Saddam Hussein.
Dos regímenes duros
La ola también llegó a Irán y Libia, dos países muy diferentes, pero con un elemento en común: sus gobiernos parecen dispuestos a todo para no abandonar el poder.
A pocos días de que el Presidente Ahmadinejad conmemorara los 32 años de la revolución chiita que en 1979 derrocó al Sha Pahlevi y llevó al poder a los ayatolás, violentas manifestaciones inundaron las calles de Teherán, evocando las multitudinarias marchas de junio de 2009 contra la reelección de Ahmadinejad, que la oposición calificó de fraudulenta. La represión no se hizo esperar: al día siguiente, más de 200 parlamentarios pidieron a gritos que los líderes de la oposición -entre ellos el ex Presidente Jatami- fueran juzgados y condenados a muerte. A diferencia de Túnez o Egipto, los grupos opositores iraníes todavía carecen de la fuerza para presionar al gobierno de Ahmadinejad, al que los militares responden incondicionalmente, por lo que hoy parece improbable que Irán viva una nueva revolución.
En Libia -que carece de Constitución y Parlamento-, Jaddafi lleva 42 años en el poder, y las protestas, aunque violentas -se cita una cifra superior a 200 muertos, pues los comandos gubernamentales han abierto fuego contra los manifestantes-, no parecen tener (¿aún?) la intensidad suficiente para ponerlo en jaque. El régimen libio tiene partidarios que contrapesan a los opositores y controla férreamente los medios de comunicación e internet. El ejército se ha mantenido históricamente leal a Jaddafi, y la riqueza de sus exportaciones petroleras le brinda recursos para enfrentar, incluso, embargos extranjeros. De momento, la balanza se inclinaría a su favor.
Parece posible que las protestas en las calles de Teherán y Trípoli continúen o que, si son aplastadas ahora, se reactiven durante los próximos meses, pero todo indica que a ambos países les queda un largo camino hasta alcanzar la democracia.
El dilema de Estados Unidos
Para el Presidente Obama, lo que está ocurriendo en el norte de África y Medio Oriente representa su mayor desafío en política exterior, pues obliga a la Casa Blanca a navegar en aguas turbulentas, sin una brújula clara. Los acontecimientos en Egipto mostraron que su influencia sobre Mubarak no era tan fuerte. Y si bien la secretaria de Estado, Hillary Clinton, respaldó a los manifestantes iraníes, no ha sido tan categórica ante las revueltas en Bahrein, base desde donde opera la estratégica Quinta Flota de su Armada.
EE.UU. no tiene buena imagen en el mundo islámico, aun desde antes de las guerras en Afganistán e Irak. Su estrecha relación con Israel y el respaldo a regímenes no democráticos que han mantenido la estabilidad en la zona lo invalidan ante la mayoría de quienes exigen cambios.
Para Washington, respaldar a gobiernos que repriman a los manifestantes pro democracia -como Bahrein- le significaría pagar un alto costo en términos de imagen. Pero la eventual caída de regímenes que han sido sus aliados por décadas podría poner en peligro sus intereses políticos, económicos y militares.
Occidente espera que Obama envíe un mensaje claro a esa región: los actuales regímenes tienen que facilitar transiciones a modelos más democráticos y, al mismo tiempo, que la Casa Blanca apoye las fuerzas seculares -para no abrir espacio a los grupos fundamentalistas-, con las que pueda construir puentes de cooperación en el futuro. De lo contrario, se teme que, en el corto plazo, Irán termine reemplazando a Egipto como modelo a seguir.
Un Gadafi acorralado intenta negociar ahora con los rebeldes
El dictador ordena al jefe del servicio de Inteligencia exterior que contacte con los líderes opositores. Los jefes tribales rechazan hablar con el régimen
El cerco a Gadafi le ha obligado a mover ficha. El dictador libio, cada vez más acorralado por la presión de la oposición y de la comunidad internacional, ha ordenado al jefe del servicio de Inteligencia exterior negociar con los dirigentes opositores que controlan la parte este del país, según informa la televisión qatarí Al Yazira.
El canal afirma, citando fuentes de la oposición, que el tirano ha reemplazado al número dos de los servicios secretos exteriores, el coronel Abdalá Senusi -que comandaba sus fuerzas leales y fue apartado hoy del poder- por Mansur Dau El Qahsi. Sin embargo, los primeros pasos de las negociaciones no han tenido sus frutos. Según un corresponsal de la cadena, Gadafi ha intentado abrir canales de contacto con los jefes de las tribus, pero éstos han rechazado negociar con él.
Hilda Molina: Fidel Castro es un "monstruo''
Por SARAH MORENO
smoreno@elnuevoherald.com
En 1973, la doctora Hilda Molina era estudiante de Medicina cuando vio por primera vez a Fidel Castro en un encuentro del ex gobernante cubano con líderes juveniles en la Universidad de La Habana. "¡Neurocirujana! ¿Con esas manitos y con tu pequeña estatura?", exclamó Castro cuando Molina le dijo en qué rama de la medicina planeaba especializarse.
Con su férrea voluntad, Molina (Camagüey, 1943) no sólo se convirtió en una eminente neurocirujana respetada por la comunidad científica internacional sino en una enemiga formidable de Castro. Ella ha denunciado, primero en la isla y luego desde su exilio en Argentina, el fallido sistema de salud cubano, uno de los caballos de batalla propagandísticos del gobierno castrista.
"Cuando miré a Castro a los ojos me dio mucho miedo porque me di cuenta de que estaba frente a una persona de gran inteligencia, pero de mirada vacía. Y un ser humano inteligente pero sin alma, sólo tiene una definición: monstruo'', afirmó Molina en entrevista y video con El Nuevo Herald en Buenos Aires, donde reside desde el 2009 luego de una espera de 15 años para que el gobierno cubano le permitiera salir de la isla y reunirse con su hijo y la familia de éste.
En el libro autobiográfico Mi verdad (Planeta, 2010), que decidió escribir para dejar ‘‘claro que el sistema [cubano] es un triturador de seres humanos, tanto si lo sirves como si te le opones pacíficamente'', la neurocirujana cuenta los encuentros que sostuvo con Castro entre 1986 y 1994 cuando ella planeaba y dirigía el Centro Internacional de Restauración Neurológica (CIREN). Durante esos ocho años fue testigo de los numerosos actos personalistas y erráticos del entonces gobernante, que lo mismo podía enviarle un ramo de flores y alabarla constantemente en público que mandar a sus ayudantes a que le advirtieran que no podría faltar a la recepción que él la había invitado.
"En una ocasión me preguntó si me gustaba el perfume, porque había notado que llevaba uno distinto a los anteriores. Entonces observé que era un individuo que estaba tratando de galantear, pero con timidez. Cuando le respondí que se trataba de Only, el perfume del [cantante] Julio Iglesias, empezó a caminar de un lado a otro y a decir que ‘ése era un mercenario que hacía declaraciones contra Cuba'', contó Molina, que aunque siempre trató de mantener las conversaciones de Castro en el plano profesional, no pudo evitar las habladurías de los aduladores que competían por la atención del ‘‘Comandante''.
‘Hay personas que creían que fui mujer de Castro, pero si así fuera lo diría con toda sinceridad'', aceptó la neurocirujana, que en las fiestas y reuniones de trabajo con Castro presenció tanto los lujos y privilegios de la cúpula dirigente como las humillaciones a que el ex gobernante sometía a sus subalternos.
Según cuenta Molina en Mi verdad, a Castro le gustaba citar a reuniones de despacho en una piscina climatizada donde colaboradores y funcionarios del Partido Comunista debían seguirle el paso mientras nadaba. Una de sus diversiones favoritas era convocar a esta piscina a José Ramón Machado Ventura, hoy segundo en jerarquía en el gobierno de Raúl Castro, para ver cómo se le dañaba el complicado peinado que el dirigente solía hacerse para esconder la calvicie.
Mientras, los rebeldes, que poco a poco se acercan más a Trípoli, la capital, están a la espera de un contraataque del régimen. Los opositores, que se han hecho con el control de Zawiya han advertido de que alrededor de 2.000 combatientes leales a Gadafi han rodeado esta ciudad, situada a solo 50 kilómetros al oeste de Trípoli.
"Vamos a hacerlo lo mejor que podamos para combatirlos, pero van a atacar pronto", declaró un comandante de la Policía que se ha unido a los rebeldes. "Luchamos por la libertad y estamos dispuestos a morir por ello", aseveró.
Apoyo del Ejército a la oposición
Los opositores han hecho esta mañana otra demostración de fuerza derribando dos helicópteros del Ejército en la ciudad de Misrata, a 200 kilómetros de Trípoli. El control de Misrata representa una de las principales claves para la evolución del conflicto, en espera de la que se prevé como batalla final en la capital.
"Nuestros hermanos de Trípoli nos han dicho que están bien"
Los vecinos de algunos barrios de Trípoli han levantado barricadas en algunos puntos de la ciudad para enfrentarse a las fuerzas del Gobierno y un general del este de Libia, donde el poder de Gadafi se ha evaporado, ha asegurado a Reuters que sus tropas están dispuestas a ayudar a los rebeldes del oeste.
"Nuestros hermanos de Trípoli nos han dicho que están bien y que no necesitan ayuda, pero si nos la piden, estamos dispuestos a dársela", declaró el general Ahmed el Gatrani, uno de los mandos militares más importantes del Ejército declarado en rebeldía en Bengasi. Mientras, desde Bengasi, el gobierno alternativo formado ayer por los rebeldes, se ha anunciado una marcha hacia Occidente para seguir conquistando territorio al régimen.
Bombardeo del régimen
Por otro lado, un avión de las fuerzas aéreas libias fieles a Gadafi ha bombardeado un depósito de armas cerca del cuartel de Hania, en la región de Edjibiya, a unos 200 kilómetros al oeste de Bengasi, la segunda ciudad del país bajo control de los rebeldes. Edjibiya es una ciudad costera entre Bengasi y Sirte, la ciudad natal de Gadafi todavía en poder de las fuerzas leales a éste, aunque se encuentra más cerca de la segunda urbe libia que de la localidad donde nació el líder libio, adonde el domingo fueron enviadas más tropas y milicias para su defensa.
Los rebeldes controlan toda la parte este del país
La capital de la región de Edjibiya dista algo más de mil kilómetros de Trípoli hacia el este y marca el límite hasta el momento de la zona oriental que controlan los rebeldes levantados en armas contra el régimen. Éstos últimos han afirmado que la zona comprendida entre Edjibiya y la frontera con Egipto se encuentra totalmente en su poder.
En esa zona fue donde se estrelló el 23 de febrero un avión militar libio Sukhoi 22 de las fuerzas fieles a Gadafi después de que su piloto y copiloto se lanzasen en paracaídas tras rechazar ejecutar las órdenes de bombardear Bengasi. En la región de Edjibiya se encuentra un cuartel de la aviación militar libia, cuyos oficiales y soldados anunciaron hace unos días que se sumaban a los rebeldes.
Publicado el sábado, 02.26.2011
Fariñas afirma que represión no frena a opositores
By JUAN CARLOS CHAVEZ
jcchavez@elnuevoherald.com
El opositor Guillermo Fariñas fue liberado el jueves tras permanecer más de 28 horas detenido por la policía de Santa Clara, al tiempo que el diario oficial Granma criticó al presidente Barack Obama por apoyar a la oposición.
Fariñas fue detenido el miércoles por conmemorar el primer aniversario de la muerte de Orlando Zapata Tamayo, quien murió el 23 de febrero del 2010 tras una huelga de hambre de 85 días en reclamo de mejores condiciones carcelarias. En una conversación telefónica con El Nuevo Herald, Fariñas dijo que no sufrió ningún abuso en prisión, donde fue visitado preventivamente cuatro veces por un médico.
``Permanecí en una celda unipersonal, totalmente aislado'', dijo.
Fariñas subió al techo de su casa y desde allí comenzó a dar un discurso sobre la figura e importancia de Zapata. También habló sobre otros temas de actualidad nacional, como la crisis de la vivienda, la salud y la educación, explicó.
``Inmediatamente me bajaron y luego me trasladaron a una unidad policial'', comentó.
A inicios de esta semana Fariñas había sido advertido por un grupo de oficiales de la Seguridad del Estado de que no iban a permitir ningún ``acto de desobediencia civil''. En enero fue detenido tres veces en 48 horas por la policía cubana junto con otros activistas independientes de Santa Clara.
``Les dije que ellos tenían la fuerza y yo la razón, pero que iba a recordar a Zapata de todas maneras'', dijo.
El arresto de Fariñas, ganador del Premio Sájarov del Parlamento Europeo del 2010, tuvo lugar en medio de una ola represiva para evitar protestas y manifestaciones callejeras con motivo de la muerte de Zapata, según informes de la disidencia.
En las 72 horas que concluyeron a la medianoche del miércoles, agentes de seguridad detuvieron a unos 118 disidentes y pusieron a otros 65 bajo arresto domiciliario.
Fariñas declaró que las medidas de seguridad y las advertencias del gobierno cubano no frenaron a los opositores.
``Esta ola represiva no ha dado resultado porque no lograron silenciarnos'', precisó.
Agregó que los hostigamientos fortalecen a la oposición interna y demuestran que el gobierno cubano tiene ``miedo'' de que el pueblo controle las calles.
``Hay un alto nivel de insatisfacción popular y eso es una bomba de tiempo'', señaló.
Al igual que Laura Pollán, líder de las Damas de Blanco, Fariñas confirmó que un grupo de manifestantes realizó el jueves un acto de repudio frente a su vivienda, aunque sin mayores incidentes. Pollán denunció el sitio de su casa el miércoles durante seis horas por una turba progubernamental de unas 200 personas que lanzaron piedras y huevos.
Entre los disidentes que habían sido puestos en libertad el jueves estaban 24 de las llamadas Damas de Apoyo, quienes se unen a las Damas de Blanco en sus marchas semanales de protesta. El conocido opositor Jorge Luis García Pérez ``Antúnez'', otro de los arrestados, continuaba el viernes en prisión preventiva, según fuentes de la disidencia interna.
Mientras, la prensa oficial cubana fustigó la actitud de Obama en ocasión del primer aniversario de la muerte de Zapata.
Las críticas hicieron referencia a un comunicado de La Casa Blanca en el que Obama reclamó la ``inmediata e incondicional'' libertad de los presos políticos.
El comunicado de la Casa Blanca calificó la muerte de Zapata como un hecho que atrajo la atención mundial hacia ``el maltrato'' del gobierno cubano a los defensores de los derechos humanos en la isla.
2011-02-25
La revolución ciudadana empieza en países musulmanes
Xavier Caño Tamayohttp://alainet.org/active/44662
ALAI, América Latina en Movimiento
2011-02-25
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Libia y la especulación petrolera
Salvador González BriceñoALAI, América Latina en Movimiento
2011-02-25
http://alainet.org/active/44684
VICENTE ECHERRI: Razones de libertad
By VICENTE ECHERRI
Sin ánimo de suscribir las desacreditadas teorías de Lombroso, la cara grotesca de Muammar El Jadafi, el tirano de Libia, es la idónea representación de su régimen. Cuando reapareció en la televisión esta semana, luego de varios días de disturbios y represión brutal, su talante, sus palabras y sus gestos servían para justificar la repulsión del pueblo libio y de todas las personas decentes del mundo. Muchos libios le tiraron zapatos --en la mejor tradición árabe-- a las pantallas de los televisores donde salía la imagen de este hombre bestial que prometía exterminar a sus opositores como si fueran cucarachas; otros, más lejos, sentimos un asco insuperable. Si tunecinos y egipcios se han ganado la democracia que reclamaran en días pasados, los libios son dignos de ella con venganza contra sus opresores y verdugos. Jadafi y sus secuaces no merecen el exilio, sino el patíbulo, la soga infame, de ser posible por los pies. El mundo no ha visto ese espectáculo desde el ajusticiamiento de Mussolini. ¡Ojalá tengamos ahora el privilegio de presenciarlo!
El despotismo --que ha estado con la humanidad por milenios, pero que cada vez encuentra menos razones para existir en el mundo actual-- apela a manidos argumentos para justificar su existencia: ``seguridad interna'', ``soberanía nacional'', ``bienestar social'', son algunas de las muletillas con que los déspotas modernos pretenden respaldar su manera arcaica de gobernar; definiciones huecas con las que quieren paliar sus atrocidades y legitimar la opresión, el sometimiento y la profunda frustración de sus pueblos.
La libertad es un bien supremo. Libertad individual (que no es lo mismo que la independencia nacional y de mayor valor que ésta, si en una escala de valores hubieran ambas de ponerse), de expresión, de reunión, de prensa, de cultos, de organización de partidos políticos, de empresa. No hay concepto que más desprecien y que más teman los tiranos que el de la libertad. Mencionársela es como hablarles de la luz del sol a los vampiros clásicos. ¿Libertad para qué?, podría preguntar con uno de sus conocidos histrionismos el tirano que más conocen mis lectores. Y habría que responderle --a él y a los otros-- con resonante y unánime voz: ¡Libertad para salir de ti!
En Libia somos testigos de una revolución que esperemos no tarde en ponerle fin a un régimen violento y criminal que, en este momento, parece colgado de la piel de los dientes y sin un atisbo de legitimidad. Las continuas deserciones de altos funcionarios, de diplomáticos, de miembros del ejército van creando una creciente sensación de arrolladora inevitabilidad que irá erosionando exponencialmente los soportes de la tiranía, hasta que ésta colapse por la elemental razón de falta de sustento, simple fenómeno de gravitación política, si así queremos llamarle.
Desde lejos, los homólogos de Jadafi se apresuran en su defensa, por lo menos verbalmente (salvo que sea verdad el rumor de que hay mercenarios cubanos e iraníes entre los asesinos del pueblo libio). Castro y Ortega, ese dúo de impresentables, han salido a romper lanzas por su colega en apuros y a justificar la existencia de una tiranía bárbara, que es, sobre todo en el caso de Castro, otra manera de justificar el fracaso de su gestión. En uno de sus últimos comentarios, el tirano en reposo de Cuba hace un prontuario de las bondades de Jadafi y advierte --como peligro señero-- de una intervención de la OTAN.
No sé si los estrategas de Washington y de Bruselas habrán contemplado este expediente, pero, en verdad, la idea de Castro, lejos de ser ominosa como él la juzga, me parece estupenda para el pueblo libio, para la estabilidad de la región y, particularmente, para los zarandeados precios del petróleo. Es responsabilidad mucho más grave para Europa --frenada por los complejos de culpa de su pasado colonialista-- dejar a los libios librados a su propio destino frente a los estertores de su monstruoso opresor, a ser acusada de intervencionismo por la militante izquierda internacional. La libertad y la felicidad de los individuos que componen los pueblos deben primar por encima del manoseado concepto de la soberanía territorial que tan útil le ha sido a los tiranos. La existencia de Libia como Estado no es sacrosanta, la de los libios sí.
(C)Echerri 2011
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