Hace 2011 años Jsús dijo ésto:
Sean perfectos como el padre (Mt. 5,38-48)
El evangelio de este domingo continúa con las antítesis que Jesús presentó a algunas leyes de su tiempo. El domingo pasado veíamos cuatro, hoy se nos presenta dos más para completar las seis que presenta el evangelio de Mateo en el llamado Sermón del Monte. Todas estas antítesis las presenta Jesús en el marco del amor que es el mandamiento por excelencia, la nueva ley del Reino, la condición esencial del discípulo de Cristo. Jesús invita a sus discípulos a no caer en la venganza, a superar la "ley del talión" que prescribía la venganza y el odio: "El ojo por ojo y diente por diente". El cristiano no tiene que caer en este círculo vicioso del odio, de la venganza, de la violencia, sino que está llamado al amor y perdón, a ser pacífico, humilde, generoso y santo. Es lo que inspiró, por ejemplo, a Gandhi a llamar "la no violencia activa".
Jesús da un vuelco radical a las leyes y costumbres de su tiempo y apela a su autoridad mesiánica: "Han oído que se dijo a sus antepasados…", "Pero yo les digo…". Se opone frontalmente a la actitud legalista de los fariseos y letrados judíos. Jesús le da un vuelco a la ley del talión que prescribía que el agraviado se podía vengar en la medida en que había sido ofendido, podía hacer lo mismo que le habían hecho. Así lo recogen los libros del Éxodo, Deuteronomio y Levítico (Ex. 21,24; Lv.24,19; Dt.19,21).
El Nacional 19 de febrero d 2011 pág, Opinión8
Sergio Dahbar // El futuro llegó hace rato
Don Tapscott tiene 63 años de edad y es un optimista irreductible.
Nació en Toronto. Estudió Psicología y Estadística. Se doctoró en Derecho. Tiene una empresa de investigación sobre cómo Internet cambia el mundo que creíamos conocer.
Vale la pena tomar en serio sus ideas. “Esto no es sólo una crisis económica, estamos ante un momento de cambio histórico: la era industrial y todas sus instituciones se han quedado sin energía”.
Dos de sus libros, Wikinomics y Grown up digital (La era digital), fueron traducidos al español.
Tapscott se hizo famoso al acuñar el concepto “economía digital”. Hoy es considerado una autoridad en un terreno curioso y resbaladizo: cómo las tecnologías de la información cambian las empresas, los gobiernos y las sociedades.
Su idea fundamental es que a pesar de la crisis hay espacio para creer en el futuro. “En todos los rincones del mundo, un nuevo modelo de innovación económica y social arrasa. La gente con dinamismo, pasión y pericia toma ventaja de las nuevas herramientas web”. No se equivoca, aunque habla como un iluminado.
“Gutenberg permitió evolucionar de un modelo agrario a la era industrial, con todos sus cambios sociales y de gobierno; Internet nos lleva de la era industrial a la digital”. De ese tamaño son los cambios.
Tapscott identifica cinco principios para construir el modelo que reemplazará al industrial. “El primero es la colaboración, modelo opuesto a la jerarquía. Ahora la colaboración se puede dar en una escala astronómica: millones de personas han desarrollado una enciclopedia”.
Sus ejemplos no se detienen: “Linux, sistema operativo gratuito, fue creado por miles de colaboradores. La tercera parte de las motocicletas que se fabrican en el mundo son el resultado de cientos de pequeñas compañías que colaborar entre sí”.
El segundo principio es una mezcla de apertura y transparencia, algo que no encajaba muy bien en la era industrial. “La luz es un buen desinfectante. Todo el mundo está preocupado por Wikileaks: es sólo la punta del iceberg. Hay muchas cosas feas dentro de los gobiernos y las corporaciones, y cuando salen a la luz evolucionan para mejor”.
¿Tercer principio? Interdependencia, los negocios no pueden triunfar en un mundo que falla.
Si algún país europeo no pagara su deuda soberana, el euro en su conjunto se hundiría y llevaría al mundo entero a la depresión. Sería un desastre.
Hay un cuarto principio. Compartir la propiedad intelectual, que ya no es necesaria. “The Guardian ha liberado todas sus ediciones pasadas, IBM entregó 400 millones de dólares en software a Linux, que se encarga de desarrollarlo con voluntarios y de paso IBM aprovecha para desarrollar un negocio multimillonario de hardware ligado a este nuevo software”. Compartir es crear riqueza.
Finalmente, no hay quinto malo. La integridad. Las instituciones del mundo en el que vivimos no han sido construidas sobre la integridad. “La falta de integridad de los banqueros casi destrozó el modelo capitalista”.
Uno podría preguntarse qué es lo que permite este revolucionario cambio. La comunicación global: Internet; las nuevas generaciones, que son nativos digitales; la revolución social, a través de las redes sociales, y los emprendedores, que cambian la vida de los negocios.
Vivimos demasiados cambios que muchas veces no queremos ver. Hasta ahora el talento se encontraba dentro de las instituciones. “Procter & Gamble tiene 700 químicos contratados, pero 50% de sus innovaciones viene de comunidades de internautas”. Las empresas cambian.
Los gobiernos también pueden ser otra cosa. Acumulan muchísima información. Pueden publicarla. Estadísticas de crímenes, actividades de emprendedores y otras muchas categorías.
Con esa información, los ciudadanos y las empresas pueden organizarse para crear valor público.
Tapscott se reunió con el alcalde de Melbourne porque tenían un problema de accidentes de bicicleta. Simplemente propuso que publicara en Internet todos los datos que tuviera sobre ese tipo de accidentes.
En 24 horas alguien creó una página web con el mapa de los lugares con más riesgo de accidente; y a ésta le siguieron muchas otras.
En una semana estaban salvando vidas sin costo para el Gobierno. También las democracias deben revisarse. O pasarán a mejor vida.
sdahbar@hotmail.com
Poder con paz
El poder de la paz es inmenso. Bin Laden y los autócratas ven cómo el tren se les pierde en el horizonte
ELI BRAVO | EL UNIVERSAL
sábado 19 de febrero de 2011 12:00 AM
En alguna cueva polvorienta, mientras toma té y se rasca la barba, Osama Bin Laden echa chispas pues los jóvenes egipcios le robaron el show y los argumentos. "Los últimos sucesos son un golpe demoledor a la ideología de Bin Laden" declaró a NPR el profesor de la Universidad de Georgetown, Daniel Byman,"pues demostraron que las manifestaciones pacíficas son capaces de derrocar regímenes autoritarios muy represivos". Sin fusiles, sin bombas, sin fanatismo religioso. Bin Laden lo sabe. Los radicales, al menos por ahora, son los últimos de la fila.
En un reciente artículo en El País, el disidente iraní Ramin Jahanbegloo analizaba los sucesos de El Cairo bajo la óptica ghandiana: "Lejos de ser utópico, puede que el énfasis de Gandhi en una política ética basada en la no violencia y el respeto mutuo sea la forma más práctica de alcanzar la democracia en una región exhausta de una represión y un derramamiento de sangre aparentemente inacabables, nacidos de la fe en la violencia como auténtica fuente de poder". Y es aquí donde radica el gran cambio: aparte de sacar a Mubarak y Ben Alí, estos jóvenes árabes han demostrado que los estereotipos usados para justificar las autocracias están desfasados con la realidad. No es inteligente, ni justo, ver al mundo árabe y musulmán con los miopes lentes de Al-Qaeda.
Lo que está en curso es verdaderamente revolucionario. "Si resolvemos la situación de Egipto correctamente tendremos el mejor antídoto contra el radicalismo", declaraba el premio Nobel y opositor Mohamed ElBaradei. Y como bien señaló el columnista Roger Cohen en el New York Times, es posible resolver los conflictos que dejó el 11-S por la vía del 11-F (el día que cayó Mubarak): a través de una reconciliación de los valores laicos y religiosos en una sociedad que busca democracia, libertad y prosperidad.
"Para Gandhi, la verdad solo surge del encuentro y la identificación con el Otro", -escribía el iraní Ramin Jahanbegloo-, "Las campañas no violentas que en la actualidad estallan en todo el mundo musulmán, surgidas en general de la clase media, indican a las claras que, en la práctica, el compromiso ético con la transparencia, la negociación, la capacidad de cesión y el respeto mutuo han triunfado". El poder de la paz es inmenso. Bin Laden junto a los autócratas, radicales y fanáticos ven cómo el tren se les pierde en el horizonte. Y ojalá se queden en el andén para siempre.
http://elibravo.com/caldo.php
Ana Julia Jatar // Miedo y libertad
Perderle miedo al miedo es el arma más poderosa contra la tiranía, porque la tiranía del miedo es la peor de todas.
Y no hablo sólo de las tiranías externas, sino sobre todo de aquellas impuestas por nosotros mismos, porque, al final, esas son las verdaderas.
Los dictadores nos infunden miedo porque nos amenazan con perder el trabajo, la libertad, la vida o la de nuestros seres queridos. Por eso, cuando un pueblo se subleva contra su dictador, lo hace luego de ganarles la batalla a sus propios demonios.
Esta valentía es el problema más grave para un tirano, no pasa desapercibida por nadie e inspira a todos.
Mientras escribo estas líneas, en el Medio Oriente, en países con historias medidas en cuatro dígitos, cientos de miles de personas salen a la calle y ponen en riesgo sus vidas para ser libres. Egipto será un ejemplo a seguir por el resto del mundo árabe.
Y es que la libertad está en el ADN humano, por eso el totalitarismo en todas sus formas siempre sale derrotado en la historia.
Estamos viendo hoy lo que hace un mes era impensable: una generación que no acepta el contrato social firmado por sus padres y que se organiza con la ayuda de Internet para desafiar tanto al totalitario en el poder como a la sombra del fundamentalismo que amenaza con llevar al mundo a lo peor del siglo XIV.
La característica que más ha sorprendido de este movimiento es su compromiso con la no violencia. Estos jóvenes que se han ganado el respeto del mundo, están inspirados no por un terrorista suicida sino por un vendedor de frutas que se inmola en Túnez, conceptos de “heroísmo” muy distintos.
Esta erupción del Medio Oriente no responde al anunciado “choque de civilizaciones” entre Oriente y Occidente, tal como anunciaba Huntington, sino entre libertad y opresión, entre tolerancia y fundamentalismo, es decir, una lucha entre el bien y el mal en el corazón ideológico del mundo musulmán.
Franklin Delano Roosevelt en su famosa frase: “A lo único que debemos temer es al miedo mismo” logró expresar lo que ha permitido a la raza humana sobrevivir desde la época de las cavernas. Y es que la historia nos enseña que nadie ha logrado el éxito en ninguna dimensión de la vida si carga con el miedo en sus alforjas.
Los valientes sienten miedo pero se sobreponen a él. Tal como lo hicieron hombres como Mahatma Gandhi, Martin Luther King o Nelson Mandela, pero la historia de la libertad jamás se hubiese escrito sin que miles de héroes anónimos diesen sus vidas en las calles.
Lo que ha aportado Internet a este sentimiento arquetípico no es solamente coordinación, es la posibilidad de lograr el efecto psicológico de no sentirse solo en la interpretación del bien y el mal y de ser participe desde su propia individualidad en un objetivo global compartido.
Por esta misma línea creo que viene un cambio en la política exterior norteamericana, porque se avizora una ruptura con el miedo dejado por el 11 de septiembre de 2001. Una política exterior que sustituirá la guerra contra el terror de Bush por una alianza para la democracia. Son dos paradigmas muy distintos con actores muy diferentes.
Obama ya lo dijo: “Sigamos el ejemplo de Egipto y no el de Irán”.
Creo que vienen buenos tiempos para la libertad y muy malos para el fundamentalismo islámico.
Ningún dictador abandona voluntariamente el cargo. Cuba acaba de rechazar la petición de la ONU de democratizarse como Egipto y Túnez. Raúl Castro debe estar arrepentido de haber dado cierta libertad a los reprimidos internautas cubanos, quizá para celebrar el regalo del muy costoso cable submarino que Chávez pagó, una vez más, con dinero esquilmado a los venezolanos. El contagio tunecino y egipcio sigue extendiéndose por el mundo árabe. La oposición Libia denunció más de 10 muertes durante las protestas del “Día de la ira” contra el dictador Gadafi . Los tiranos saqueadores del tesoro público y que se resisten a abandonar el poder utilizando sus sanguinarias milicias, están temerosos del fin que les espera al mirarse en el espejo de Ben Alí y Mubarak. El brutal exdictador tunecino recién sacado del poder por las masivas protestas populares, sufrió un accidente cerebrovascular en Arabia Saudí y está en coma. A Mubarak no parece irle mejor. A los dos ya les han congelado en Suiza las cuentas con fortunas mal habidas y la justicia de sus países siguen indagando en el resto del mundo.
En Venezuela, Gobierno y oposición siguen atentamente los acontecimientos egipcios y no porque esa crisis haya hecho subir el petróleo por encima de $100, lo que da un respiro al gran dilapidador. Los venezolanos estamos atentos a tales hechos (preocupantes para unos y envidiables para otros) porque se originaron en causas que en Venezuela existen casi copiadas al carbón. Y decimos “casi” porque de los venezolanos se ha dicho que no somos suizos pero, a juzgar por las protestas masivas de tunecinos, egipcios, yemeníes, libios y hasta iraníes, tampoco somos árabes. En Caracas ha estado una veintena de estudiantes en huelga de hambre frente a la OEA reclamando la libertad de los presos políticos, incluidos los hoy casi abandonados diputados Pilieri y Mazuco, sin que las organizaciones estudiantiles universitarias, ni partidos políticos ni el Gobierno les prestasen atención alguna hasta que se encendieron las alarmas después de transcurridos 17 días de ayuno. ¡Y pensar que la chispa que incendió la pradera tunecina fue un joven de 23 años que se inmoló en la plaza para expresar su rechazo a la represión, la pobreza del pueblo y las injusticias del dictador Ben Alí! Su sacrificio provocó una ola de indignación popular que produjo la salida del dictador.
En Túnez, pero sobre todo en Egipto, fueron los jóvenes (en su mayoría de clase media) quienes demostraron a través de las redes sociales ser el motor que movilizó a los egipcios y los convirtió en una fuerza invencible. Aun más que el sorprendente triunfo de Obama gracias a su hábil uso de Internet, “la revolución cibernética de Egipto” -como la denomina The New York Times- emprendida por 15 jóvenes, logró movilizar masivamente a lo egipcios y derrocar a Mubarak. Narran David Kirpatrik en The NYT y Francisco Carrión en El Mundo de Madrid, que estos 15 chicos nacieron por el tiempo en que Mubarak arribó a la presidencia. Todos ellos profesionales universitarios, pertenecen a la generación Facebook, aunque han permanecido sin rostro, dada la criminal eficacia de la policía secreta egipcia y su sistema de espionaje. El más notorio de ellos es Wael Ghoning, ejecutivo de Google, detenido durante 12 días y quien después de la caída de Mubarak ha salido en la prensa como el vocero del grupo. Su capacidad organizativa fue asombrosa. Hicieron pruebas en barrios de El Cairo y diseñaron horarios estratégicos hasta producir el estallido popular. Se movieron tan ágilmente a través de la red, que no hubo “inteligencia” policial capaz de descubrirlos. Cuando se “filtraba” que protestarían en una mezquita y la policía se presentaba allí, ellos estaban manifestando en un barrio rodeados de pueblo. Hasta idearon una fórmula para frenar los feroces ataques de los “partidarios” de Mubarak (que resultaron ser policías de civil): los jóvenes usaron barras de acero para romper el pavimento y sacar piedras con las que se defendieron e hicieron grandes barricadas. Estos “héroes digitales” sintieron enorme ira ante la brutalidad policial, la miseria circundante y estaban hartos de ser sometidos por un dictador desde que nacieron y del enorme desempleo juvenil en todos los sectores. En su cuenta Twitter, Wael Ghoning dejó escrito lo que nuestros jóvenes en huelga de hambre frente a la OEA también dicen: “La libertad es una bendición por la que merece la pena luchar”.
“Todo Gobierno totalitario requiere silencio y sometimiento del pueblo” denuncia el Bloque de Prensa Venezolano ante la arremetida del régimen contra los medios e Internet. Sometimiento que cesa cuando el pueblo y sobre todo los jóvenes se rebelan. Ahí están Egipto y Túnez para demostrarlo.
Sin miedo
Ramón Hernández
19/02/2011
Los peores augurios se han cumplido casi en su totalidad, pero todavía quedan ilusos que niegan que vivamos en dictadura, aunque desde el primer día mantiene suspendida la principal garantía: el derecho a la vida. Las muertes violentas pasaron de 4.550 en 1998 a 13.980 en 2010, según las estadísticas oficiales.
En un fin de semana en Caracas o Valencia mueren más personas que en Irak, sin que haya atentados suicidas o emboscadas de "insurgentes", como las agencias internacionales de noticias llaman los ataques terroristas. Los flancos de la seguridad personal y de la aplicación de justicia han sido los más endebles del proceso, que ya sin complejos se reconoce como la imposición del mismo leninismoestalinismo que la nomenklatura soviética instauró en Cuba.
La historia se repite. Quieren convertirnos en mendigos o que emigremos, que es la manera de que la riqueza petrolera sea repartida entre menos. Hasta ahora, la inseguridad ha sido la vía más expedita, sea mediante el acta de defunción o el boleto aéreo, de bajar la población. La cárcel, los gulags y los campos de exterminio se reservan para opositores intransigentes y ciudadanos desafortunados, pero sólo transitoriamente. Despierte, esta no es una revolución humanista como repetían hace algunos años. Habiéndose declarados marxistas, no se indignan ante la injusticia, como dicen que les enseñó el Che, sino que avalan la prisión perpetua en sitios y condiciones infrahumanas: impiden tomar el sol, niegan hasta el agua y descartan la atención médica; vulgares torturas, no penas adicionales contrarias al Derecho.
El funcionariado insiste en que en el socialismo todos somos iguales, pero, ay, mi madre, ya empiezan a hablar de "blanquitos" con el desprecio con que el Iluminado Espinoza descogotaba a los que supieran leer y escribir en esa carnicería que fue la Guerra Federal, oligarcas temblad. El desprecio por la vida prima en la consigna que se repite en los recintos castrenses y en los actos oficiales. La intención es mantener a la población con las rodillas en la tierra, suplicando paz y pan, como le gustaba tanto al general Juan Vicente Gómez.
Indoblegables, un grupo de muchachos se mantienen en huelga de hambre para exigir que la letra de la Constitución se cumpla y sean restituidos los derechos humanos. Apelan al sacrificio definitivo, como antes lo hizo Franklin Brito, cuya muerte es la auténtica verruga del régimen. La otra es maquillaje, barro, excrecencias.
El papel ha muerto ¡Viva el papel!
Simón Alberto Consalvi
20/02/201
En 1978 Miguel Arroyo escribió un magnífico texto titulado "Cuento del papel". La pasión de Miguel se tradujo en erudición. Amaba el papel y todo lo que éste había significado y significaba en la historia universal y, particularmente, en la historia del arte.
Allí leemos que, según relatos antiguos y contemporáneos, el papel fue inventado en el año 105 de la era cristiana por un inteligente eunuco chino llamado T'sai Lun. Miguel explica que el inventor era enemigo del despilfarro y, "obsesionado por la idea de encontrarle utilidad a los retazos que quedaban de las telas empleadas para escribir, T'sai Lun tomó una buena porción de esos sobrantes, los humedeció, los batió hasta casi desintegrarlos, los sumergió en una cuba con agua y recogió la pasta que así había obtenido en cedazos de cáñamo o bambú preparados de antemano". De ahí nació el papel, de los retazos de telas "mojadas, majadas, estrujadas, prensadas y puestas a secar...".
Miguel refiere que pasaron más de mil años para que el papel encontrase el camino hacia Occidente. "Cuando en el año 1150 de nuestra era el papel y los modos de hacerlo pasaron de Marruecos a España, los europeos mantenían la costumbre iniciada en Pérgamo en el siglo II antes de Cristo de sacrificar corderos recién nacidos, terneros nonatos y cabritos en cierto modo imberbes, para con sus tiernas pieles despojadas de todo pelo o vellón y lijadas y pulidas hasta punto de brillo, hacer sus pergaminos".
A comienzos del siglo XIII, el papel pasa de España a Italia, Francia, Alemania, Países Bajos, Inglaterra. Cuando el papel llegó a Estados Unidos, se dieron casos como el de un industrial de Maine que importaba momias de Egipto y utilizaba los trapos de sus vendajes para producirlo en tiempos de escasez.
Miguel anota algo que no puede obviarse: al llegar el conquistador Hernán Cortés a México, en 1519, encontró que mayas y aztecas ya fabricaban su propio papel, que obtenían de la corteza de la morera, los unos, y de la higuera, los otros.
Cuando Gutenberg inventó la imprenta de tipos móviles en 1440, el papel inició la odisea de la historia, la gran revolución de todos los tiempos, la revolución de las ideas. Terminó el privilegio de los copistas medievales que iluminaban sus refinados pergaminos para las aristocracias o las altas jerarquías eclesiásticas. El saber dejó de ser monopolio de príncipes y cardenales.
Durante cinco siglos, los plebeyos del planeta pudimos leer y contagiarnos con todos los herejes que en el mundo han sido, a pesar de que la Santa Inquisición trató en vano de salvarnos de las llamas del infierno.
A finales del siglo XX, sabios y tecnócratas profetizaron la muerte del papel. Los periódicos dejarían de ser impresos en él y a los lectores se nos abrirían otras inimaginables opciones.
La aparición de Internet confirmó la profecía.
Internet subvertirá el mundo del siglo XXI, como lo hizo Gutenberg en el XV. La red revolucionó la idea de la política, y nunca más volverá a ser lo que fue, reducto de conspiradores contra la opinión de la gente. La información depurará la política. Ya existen países, organizaciones de variadas características, cuyas cuentas públicas están en la web.
Llamarlas "públicas" ha sido una ironía. Ha proliferado el secreto. En los días por venir no se pondrá mentir impunemente, ni falsificar los hechos ni ocultarlos. Los dictadores probablemente enloquezcan, y tendrán buenas razones para perder el juicio, porque la era digital los condena. Su tiempo no es este. Están más cerca de la Edad de Bronce. La democracia será transparente. La piedra de toque:"accountability".
Google, Facebook, Twitter, Youtube, los blogs, se convierten en fenómenos impredecibles. Wikileaks es apenas un signo del porvenir. Estamos sólo en las vísperas. La Unesco ha puesto en Internet la Biblioteca Digital Mundial. Para la educación y la cultura se abren horizontes sin límites. El "cajero automático de libros" permite adquirir el que se quiera, impreso en papel elegante y grato al tacto y a la vista, en tres minutos. Ya existe un diario para iPad.
Obviamente, sobre el periodismo y los periódicos la red plantea los más grandes desafíos. No pocos han desaparecido, otros optaron rápidamente por sus ediciones electrónicas. Un gran número navega en las dos aguas, el papel y la red. No sé cuántos diarios están en Internet, un directorio nos lleva país por país y su número es abrumador, en sesenta minutos podemos leer los que nos interesan o, simplemente, "ojearlos"; están escritos en más de cien idiomas y la opción es de cada navegante. No es la Torre de Babel.
El periodismo seguirá siendo periodismo escrito y el periodista será desafiado a una competencia de imaginación que integre al lector, dialogue con él, lo ilustre, lo considere persona y, al mismo tiempo, lo entretenga. El legado de Gutenberg sobrevive en la gran metamorfosis. Igual sucederá con el papel. Tiempo al tiempo.
Las fanfarrias por la caída de Mubarak o todos mienten o todos tienen la razón
Antonio Sánchez garcía
Notitarde Lectura Tangente
19-02-2011 pág 3-11 |
A pesar de la hipocresía con que los sigüises del régimen pretenden acercar sus sardinas al fuego libertario que tumbó a Mubarak, tienen perfecta conciencia de que a Hugo Chávez, tarde o temprano, le espera el mismo futuro que al autócrata egipcio.
A Aníbal Romero
1
Nunca un hecho de tanta trascendencia histórica como la caída de la autocracia egipcia y la rebelión popular que derrocara a Mubarak había encontrado una tan sospechosa unanimidad de criterios. El derrocamiento del Rais encuentra el aplauso de personalidades tan contradictorias como el dictador iraní Mahmud Ahmadineyad o el demócrata norteamericano Barak Obama. En nuestra región, Evo Morales afirma que la caída de Hosni Mubarak, "alfil de los Estados Unidos" según su camarada Rafael Correa, es un golpe contra el imperialismo norteamericano. Los presidentes de nuestras democracias la aceptan y valoran como un hecho sin precedentes. Sin ir tan lejos, el partido Voluntad Popular del precandidato presidencial Leopoldo López, coincide plenamente con el diputado castro comunista Darío Vivas al felicitar al pueblo egipcio por salir de tan funesto personaje. Por primera vez tras doce años de incompatibilidad absoluta, chavistas y antichavistas levantan la misma consigna: fuera Mubarak, arriba la democracia en Egipto.
Tras de esta aparente unanimidad de criterios, en la que por lo menos la mitad de los involucrados miente descaradamente – por ignorancia, recelo o autoprotección -, sobresalen varias verdades: la primera es que de corazón o dientes afuera nadie está dispuesto a considerar que permanecer treinta años en el poder tras un parapeto de absolutismo despótico y farsas electorales manipuladas por sus gobernantes sea asunto de alabar. Esa primera verdad descalifica automáticamente las albricias de quienes, como el diputado Darío Vivas o el canciller Nicolás Maduro, reniegan de Mubarak pero adoran y sirven a Hugo Chávez, calcado como una gota de agua a otra gota de agua del autócrata egipcio. Y aspiran a montarle el reinado de más de medio siglo en el Poder de su padre putativo Fidel Castro. Cabe descalificar, por lo mismo, las opiniones del chavismo continental. Y de autócratas y tiranos como el presidente iraní y todos sus aliados. No hablemos del castrismo. Para cuyos gobernantes recordarles la insolencia de permanecer en el poder por sobre un pueblo aplastado es nombrar la cuerda en casa del ahorcado. Como lo escribiera recientemente la bloguera cubana Yoani Sánchez en un triste y nostálgico artículo – Tan lejos de El Cairo - publicado por El País. Lo que no obsta para que, en el colmo de la impostura y la mendacidad, Fidel Castro, que le prohibe salga a recibir un premio en España, elogie en Egipto la rebeldía del pueblo y la salida del tirano. Es perfectamente imaginable la brutalidad con que los Castro, el G2 y las fuerzas armadas cubanas reprimirían el primer intento de la disidencia por provocar una insurrección contra su cruel y despótica tiranía. ¿Por qué el castro chavismo no respalda la posición de la Secretaria de Estado Hillary Clinton cuando pide que el pueblo iraní siga la senda que los egipcios abrieron? Alguien miente descaradamente. O el mundo se está volviendo loco.
2
La segunda de las verdades contribuye, por su aterradora ambigüedad, a aumentar la confusión. No tiene que ver con el Rais y su repudiable tiranía, sino con las fuerzas históricas subyacentes a esta monumental insurrección popular y el destino de lo que Huntington llamara "el choque de civilizaciones". ¿Estamos ante una oleada de democratización occidentalista "a la turca" o frente a un radicalismo integrista musulmán "a la iraní" decidida a imponerle al mundo "la Gran Yihad"? Vista la importancia geoestratégica y cultural de Egipto – la última barrera frente al integrismo musulmán desde Nasser, Sadat y Mubarak - ¿es la insurrección egipcia el comienzo del fin de Occidente?
Ambas visiones se disputan el escenario de los analistas internacionales: Vargas Llosa y las conciencias liberales de Occidente aseguran que el movimiento que derribó la autocracia clepocrática de Mubarak se moviliza tras aspiraciones laicas, democráticas y progresistas, impulsadas por los jóvenes en busca de un futuro de libertad, progreso y prosperidad propiciado y transmitido a través de ese poderosísimo instrumento de la globalización que son los medios de la red. Un enemigo de los integrismos conservadores, teocráticos y retardatarios más poderoso que todos los ejércitos del planeta. ¿Wishfull thinking, optimismo voluntarista o acertada previsión del futuro?
La visión contraria, basada en estudios aparentemente incontrovertibles del estado de opinión de la población egipcia señala lo contrario: su inmensa mayoría es integrista, detesta a los Estados Unidos y a Occidente, se siente depositaria de las enseñanzas de Mahoma y quisiera estatuir un régimen teocrático bajo el estricto respeto de sus enseñanzas en un país cuya cultura es intrínsecamente antidemocrática. La explica con profusión de datos y gran fuerza de convicción en Fox News el analista Doug Schoen en su artículo: Por qué vencerán los hermanos musulmanes. Quienes así piensan delegan sus esperanzas de evitar el que consideran podría convertirse en un auténtico Apocalipsis – primero el caos y luego el control del planeta por el integrismo musulmán, al que incluso parecen temerle las propias autoridades chinas – en el único factor estabilizador que sobrevive en Egipto: las Fuerzas Armadas. Pareciera ser, finalmente, la carta de triunfo al que apuestan las alarmadas autoridades europeas y estadounidenses.
3
Hay suficientes razones para la confusión: Tariq Ramadán, profesor de Islamismo Contemporáneo en la universidad de Oxford y nieto del fundador de Los Hermanos Musulmanes, el más antiguo, mejor organizado y más poderosos partido político egipcio, señala todo lo contrario: los Hermanos Musulmanes son, antes un movimiento laico que clerical y democrático que autoritario. Para insistir en su tesis de que lo que se vive en el mundo árabe es un poderoso aunque aún inarticulado movimiento democratizador que Occidente debe respaldar más allá de sus intereses económicos o geoestratégicos. Como los que Mubarak y otros autócratas árabes han defendido en el último medio siglo, durante el cual sus implacables dictaduras han sido toleradas y protegidas por Europa y los Estados Unidos, que los han protegido hasta hace nada por constituir el mal menor de un mundo inestable y conflictivo. El fiscal del caso de la conspiración del Trade World Center (1993), Andrew C. McCarthy, lo contradice en su libro, "The Grand Jihad": el fin de los Hermanos Musulmanes es usar la democracia para destruirla. Un expediente del fascismo clásico, al que los árabes fueran tan proclives durante el reinado de Adolf Hitler y Benito Mussolini. Y que los venezolanos hemos comenzado a experimentar en carne propia.
Perspectivas contradictorias para satisfacer todos los gustos. Demostración palpable de que nos encontramos en medio del torbellino de un gran acontecimiento histórico, del que no logramos entrever sus eventuales desenlaces. Una cosa es cierta: tras la caída de las autocracias tunecina y egipcia y el terremoto que amenaza a las restantes dictaduras de la región - Yemen, Sudán, Jordania e incluso el Irán de los ayatolas, por ahora - el mundo árabe vive una oleada de rebelión popular y un sacudón de sus paradigmas tanto o más poderoso y de muchísimas mayores implicaciones para el futuro de la humanidad que la caída del Muro de Berlín y la desaparición de la Unión Soviética. A pesar de la afirmación sustentada por el último informe de Stratfor, según el cual los casos de Túnez y Egipto se han detenido en la expulsión de los autócratas: por lo menos hasta esta fecha ambos sistemas de dominación no han sido alterados. Otra verdad incontrovertible – recordada por Mario Vargas Llosa en su reciente artículo La libertad y los árabes – se refiere al protagonismo popular como motor de la historia: no existen fuerzas capaces de resistirse a los cambios cuando surgen de lo profundo de las sociedades y que ante ellas, más vale propiciarlas y fortalecerlas, intentando orientarlas hacia la democracia y la libertad, que tratar de atajarlas por medio de la fuerza de la violencia o el engaño de las ideologías que palpitan tras las ambiciones de los autócratas y falsos Mesías amparados por el delirio de utopías milenarias. La historia, por sobre todas las tragedias, contratiempos y avatares ha demostrado hasta ahora ser una marcha indetenible de la humanidad hacia la conquista de la libertad.
4
La última de ellas es, para nosotros, venezolanos, la más importante: Chávez pretende montar su hoguera autocrática y totalitaria sobre el volcán de un pueblo libertario. Yendo a contra corriente de las aspiraciones globales y modernizadoras de nuestro pueblo y su juventud, idénticas a las que sacuden la conciencia planetaria. A pesar de la hipocresía con que los sigüises del régimen pretenden acercar sus sardinas al fuego libertario que tumbó a Mubarak, tienen perfecta conciencia de que a Hugo Chávez, tarde o temprano, le espera el mismo futuro que al autócrata egipcio. Él no es más que un militar de aspiraciones psicopatológicas, con el mismo talento de todos quienes pertenecen a la estirpe de los caudillos mesiánicos como para entroncarse con las profundas raíces de los sectores más retrasados de sus sociedades y retrotraernos al reino primitivo de la horda y la brujería, el cacicazgo y la ley de la selva. Dios quiera que acepte dejar el Poder pacífica, constitucional, electoralmente. El más profundo de los anhelos opositores. Pero que no crea que de torcerle el pescuezo a la voluntad popular con fraudes, engaños y promesas le espera otro fin que el que tiene a Mubarak al borde de la muerte. Cuando le llegue el momento inexorable de su caída, no habrá fuerza capaz de impedirlo: ni el plomo de la Sra. Lina Ron ni los deseos del capitán Cabello. El siglo XXI no será el siglo de las dictaduras. Será y ya va siendo el siglo de las democracias.
E-mail: sanchez2000@cantv.net.ve
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