Por estas calles
En los ojos de analistas políticos, ayudó a traer abajo la presidencia de Carlos Andrés Pérez. Fué la primera vez que una telenovela se ocupó de las condiciones de la vida pobre en los ranchitos (chabola) de Caracas tanto como los de las clases media y alta. Se trató de la miseria que había en el país, y el guión fue escrito diariamente con mucha improvisación, con una semana de atraso respecto a la realidad para incorporar lo que sucedía en el mundo político. Reflejó la exasperación pública con la corrupción e incluyó escándalos tales como un doctor que robó el equipo de su clínica privada y un gobernador forzado a resignar después de tomar el dinero de un fondo secreto, hechos que sucedían en el país de verdad, eran presentados por personajes ficticios.
Según la revista Rolling Stone en español de Agosto de 2005. Por estas calles ocupa el puesto Nro. 8 entre los 100 Mejores Programas de la TV de Todos los Tiempos de Latinoamérica y Estados Unidos conjuntamente.
Yordano cantó la canción de la novela, el tema se llama al igual que la novela: “Por estas calles“.
Definitivamente, para bien o para mal, esta telenovela marcó un punto en la historia venezolana.
"En mi opinión, es demasiado creer que una telenovela pueda desestabilizar un sistema político" "No vamos a favorecer per se a una tendencia política determinada (en la obra), porque les damos duro"
29 de mayo de 2007. La señal de RCTV ya no está al aire. Globovisión se convierte en la parada obligada de aquellos que quieren mostrar dolor, indignación, furia... Piedad. De pronto, la imagen de Franklin Virgüez arrodillado con gorra del canal de La Florida y lentes de pasta. Le recuerda al presidente Hugo Chávez la vez en que tomó un crucifijo en su mano para pedir una oportunidad al pueblo venezolano. "Yo simbolizo al pueblo y de rodillas le pido a usted que nos de una oportunidad, que RCTV vuelva al aire", le implora.
No se equivocaba en aquello de la espada de Damocles pendiendo sobre el presidente: sería brutal la derrota política que le vendría -y que sigue desmoronándolo. Pero erró el actor al arrogarse el papel del pueblo venezolano. Así lo reflexiona el hombre de carne y hueso, y así se lo reclama su alter ego. Eudomar Santos vuelve con una obra que, al igual que la telenovela Por estas calles, desestabilizará sistemas.
El autor, Ibsen Martínez, no solamente confronta al actor y su personaje, sino que él mismo entra en la escena como entrevistador de su creación, el del "Como vaya viniendo, vamos viendo".
-Una vez yo iba entrando a un restaurante en Nueva York y veo venir al ex presidente Carlos Andrés Pérez. A mí siempre me impactó porque era un hombre que te impresionaba por lo enérgico que era. Yo lo saludo y me le presento, y me dice: 'Yo lo conozco. Usted trabajo en una telenovela que le hizo mucho daño al país, especialmente a mi Gobierno y a mí, en lo personal'.
-¿Y cree que realmente le hizo daño al país o a ese Gobierno? Por estas calles
-No solamente lo dice CAP. La Historia reciente cuenta que esa telenovela formó parte de un 'Plan de los notables'. Se dice, incluso, que Marcel Granier, orquestó un plan para desestabilizar el régimen de partidos.
-¿Y qué piensa Ibsen Martínez de eso?
-Él lo dice en la obra. Pero en mi opinión, es demasiado creer que una telenovela pueda desestabilizar un sistema político. Hay unas circunstancias político-sociales que reflejan eso, y se ven en la obra.
-¿Y cree usted que le allanó el camino al actual presidente? Por estas calles
-Yo siento que no fue Por estas calles sino las circunstancias que permitieron que eso ocurriera. Eso sería lavarse las manos muy deportivamente. Hubo hechos que se generaron (Recadi, Blanca Ibañez, juicio a CAP, el Caracazo) y la telenovela fue un reflejo de eso.
La herencia de Eudomar
-Ocurre que la gente recuerda la telenovela y se acuerda de Eudomar como un hecho simbólico y eso se debe a una frase: "Como vaya viniendo, vamos viendo". Esa frase no la inventé yo, la inventó Ibsen y él se la anexó a este personaje que sobrepasa la historia de la telenovela. Y me correspondió a mi como actor vivirla porque esa frase se hizo mundial, porque simboliza, desde el Río Bravo hasta la Patagonia, como nuestros países improvisan. Nosotros nos diferenciamos de los anglosajones en que vivimos el día a día, no planificamos nuestro futuro, no forma parte de nuestra cultura. Eudomar Santos es el símbolo del muchacho bueno del barrio que quizás no tiene luces pero tiene pilas y se nutre de su experiencia y de lo que ve a su alrededor.
-¿Cómo quedó el personaje cuando lo dejó Ibsen en el capítulo 300 y tanto, y qué línea siguió?
-Él andaba en una lucha política nueva con Lucha Briceño y el candidato Chepe Orellana. El canal siguió la misma línea. Lucha y Chepe formaron parte del lavado de cerebro malo hacia Eudomar Santos que venía de formar parte de la campaña "El Gocho pa'l 88". En la obra 20 años después, él echa el cuento. Eudomar saqueó pero llegó tarde, cuando llegó habían dejado solamente los pitillos. Eudomar siempre estaba como bordeando el delito pero no era un delincuente, se codeaba con los fumones, drogos, narcos, pero él no era malo... los de cuello blanco lo utilizaban. Toda esa circunstancia política preparó la cama para que el tipo votara y le pusiera su fichita al actual presidente, él fue uno más de los 3.695.967 que votaron por Chávez.
-¿O sea, que Eudomar es chavista?
-Eso lo dejo en incógnita. Él formó parte de eso, pero en este momento está en el grupo de venezolanos que están como en una gran interrogante. No me gustaría ahondar mucho en eso porque forma parte interesantísima del final. La obra es heavy, tuvimos que hacerle un peine, porque tenemos que manejarnos con diplomacia y no ser directos, no hace falta.
-¿Qué implica para el actor retomar este papel?
-Eudomar Santos es un personaje excepcional, un hecho maravilloso que ocurrió en mi vida como actor. Y en una telenovela que aún la gente recuerda y quiere. Hay personas que te abordan y preguntan '¿Cuándo viene Por estas calles 2?', como con una necesidad, como que si eso dependiera de uno, pero tenemos un inconveniente: que el único canal que puede hacerla fue cerrado en 2007.
-Ahora que menciona a RCTV, muchos recuerdan aquella arrodillada ante las cámaras de Globovisión ¿Cómo lo ve en perspectiva?
-Eudomar Santos está totalmente en desacuerdo con eso que hizo Franklin Virgüez. En la obra hay un encuentro entre el actor y su alter ego, se ven conversan y Eudomar le reclama.
-¿Y Franklin Virgüez cómo lo ve?
-Para aquel entonces yo tenía un conflicto interno muy grave, un problema familiar fuerte, pasaba por circunstancias especiales. Mi psiquiatra en aquel momento era Edmundo Chirinos... Creo que siempre es mejor reflexionar y no actuar con la emoción sino con la mente. Lamentablemente yo actué con la emoción. Lo que dije lo puedo repetir pero quizás en otros términos. Yo no debí arrodillarme a nombre del pueblo venezolano porque el pueblo no se arrodilla, o como dice Eudomar Santos en esta obra: "Pueblo arrecho no se arrodilla".
-¿Se parece Franklin Virgüez a Eudomar Santos?
-Sí, pero aunque no lo crean, Eudomar Santos es más reflexivo que yo. En la obra le reclama a Franklin eso, le dice: "¡Muchacho pajúo!".
-¿Y entonces? ¿Eudomar es rojo, rojito o no?
-También le damos su golpe a la oposición en la obra. A Eudomar le preocupa y le molesta la indecisión. La posición está clara, pero no vamos a favorecer per se a una tendencia política determinada, porque les damos duro.
La obra Como vaya viniendo... tiene previsto su estreno para el próximo 17 de junio, a las 8:00 de la noche en el auditorio del BOD-Corp Banca de La Castellana. Contará con la dirección de Daniel Uribe.
Franklin Virgüez tiene un papel en Eva Luna, telenovela de Univisión que transmite Venevisión y ahora actuará en la nueva producción dramática del canal de La Colina, escrita por Alberto Gómez y titulada Natalia del mar.
En su paso por Colombia trabajó en Salvador de mujeres y en Miami actuó en una teleserie de FOX, titulada La mariposa.
Franklin Virgüez decía en 2005: "No oculto la edad para quitarme ese peso de encima". Ahora dice: "Tengo 50 y pico". Aunque olvida que hace seis años reveló que tenía 52. Tiene 33 años de carrera, trayectoria que le valió recientemente un premio ACE.
El compañero Eudomar Santos
El Nacional, sábado 9 de diciembre de 2000
Ibsen Martínez, El mono aullador de los manglares, Caracas: Grijalbo-Mondadori, 2000. |
Tuve un amigo de quien perdí la pista hace años.
Había sido durante muchos años tramoyista en Teatro Nacional, y por el tiempo en que trabamos amistad, estaba don Tomás todavía en los mismos menesteres, pero esta vez en el Teatro Alberto de Paz y Mateos.
Solía sentarse el señor Tomás en las escalinatas del Paz y Mateos, a la espera de que hubiese suficiente «quorum», bien para los ensayos, bien para las funciones, y allí iba yo a reunirme con él, a fumar un cigarrito y echar un párrafo sobre «la situación».
Don Tomás había sido «adeco octubrista», como él mismo solía definirse, para diferenciarse de Carmelo Lauría a quien sencillamente él no podía tragar.
Tenía la mar de cuentos sobre el trienio adeco, vivido como pudo vivirlo un venezolano de ese pueblo llano que irrumpió en el horizonte político del país el18 de octubre del 45.
A propósito del 24 de noviembre del 48 contaba don Tomás una anécdota que nunca me cansé de hacerle repetir.
Don Tomás había entrado a militar en Acción Democrática a instancias de un compadre suyo, sindicalista de la fábrica de bombillos que alguna vez hubo en Maiquetía.
Ocurrió que en noviembre del 48 derrocaron al maestro Gallegos. Durante la crisis que precedió al golpe frío, y en el anticipo del mismo, la dirigencia de Acción Democrática instruyó a su militancia a aprestarse para la defensa a toda costa del gobierno popular.
En consecuencia, se desplegaron planes de contingencia que incluyeron el reparto de armas de guerra y la asignación de tareas de agitación y sabotaje.
A Tomás y a su compadre les entregaron sendos y vetustos fusiles Mauser, les dieron alguna munición y les asignaron un sitio para la defensa del primer gobierno que el pueblo venezolano se daba a través del voto universal y secreto.
Las instrucciones no eran muy precisas, pero tenían como premisa el éxito inicial del golpe reaccionario, e implicaban poder asestar un contragolpe, confiados los adecos en poder organizar la resistencia que habría de devolverle el poder al pueblo en corto plazo.
En efecto, durante unas horas, luego de la partida del derrocado novelista, un puñado de irreductibles se manifestó radiofónicamente desde Maracay, proclamando ser la legítima prolongación constitucional del gobierno depuesto arteramente.
A don Tomás y a su compadre les tocaba aguardar la reconquista del Palacio Blanco por fuerzas motoblindadas que, así se les aseguró, permanecían leales al autor de Doña Bárbara.
Les asignaron la colina de El Calvario como apostadero y allí transcurrió su vela de armas. No podían saber que a la resistencia radiofónica la habían silenciado y que los irreducitbles estaban ya presos.
Hasta que amaneció el 25 de noviembre y desde su observatorio pudieron ver cómo despertaba la ciudad de Caracas al primer día sin Rómulo Gallegos en la presidencia.
Los ventorrillos de café y de arepitas dulces abrían uno tras otro con rutinaria regularidad, a la iglesia de Pagüita acudían los fieles de siempre a su misa de seis, el tráfico automotor se reanudaba sin tropiezos desde Catia hacia el centro, y viceversa. La ferretería Restrepo abría puntualmente, así como puntualmente acudían a clases los liceístas del Fermín Toro.
En vano esperaron ver aparecer la columna de tanques leales al gobierno de Gallegos que, según les habían dicho sus dirigentes, restituirían la constitucionalidad interrumpida.
Tomás salió al paso a la confusión, inquietud y vergüenza de su compadre, que al fin y al cabo, era quien los había metido en aquel brete:
—Compadre, ya van a ser las ocho de la mañana, no se ven tanques por ninguna parte y nosotros sin siquiera un guayoyito en la caja’el pan. Y acostados en el piso, con estos chopos, ¿no estaremos haciendo más bien el papel de pendejos?
Eso bastó. Sin más, les quitaron las agujas percutoras a sus fusiles para inutilizarlos, los ocultaron detrás de un espeso seto de «lengua-de-suegra» y silbandito iguanas se alejaron del sitio, cada quien a lo suyo, como el resto de la gente.
Contaba el señor Tomás que en ningún momento se sintió ni fraudulento ni inadecuado. Ni siquiera burlado por sus líderes y sus mitológicos tanques leales: los dirigentes habían hecho lo que tocaba —dar unos gritos antes de correr a asilarse en alguna embajada— y, por su parte, él y su compadre también habían cumplido; ahí quedaba el gesto de una noche en vela con las armas en la mano.
El cuento de los héroes de la colina de El Calvario revivió en mi memoria en estos días, al ver a un insumiso y tonante Ramírez León prometer que de la CTV lo sacarían como a Salvador Allende del palacio de La Moneda, y vaticinar que bastaría una llamada de la OIT para que un embargo más impenetrable que el que la marina yanqui impuso a Cuba durante la crisis de los misiles del 62 cerraría un cerco en torno Venezuela si los «camisas pardas» del sindicalismo chavista osaban llevar adelante el referéndum sindical.
Según el Ramírez León de hace dos semanas, si se pretendía eliminar a la CTV por vía de un referéndum, a Venezuela no le quedaría más recurso de abastecimiento que un puente aéreo Bagdad-Trípoli-La Habana-Caracas.
Todo se sabe en esta villa, y no es una conseja el hecho de que, horas después de formuladas todas las declaraciones desafiantes, la directiva de la CTV, en el mejor estilo trapisondista de la IV República, tomaba discreto contacto con el más alto nivel de la cúpula política —que no sindical— del MRV y esbozaba el ofrecimiento de renunciar motu proprio una vez realizado el referéndum, dizque para facilitar unas elecciones por la base.
La numantina gesticulación combativa y la retórica impugnadora del referéndum ya había sido consignada, igual que Tomás y su compadre la noche de El Calvario, acataron el ritual de la resistencia.
Tocaba ahora entenderse con las realidades políticas que, en rigor, no les son del todo adversas, visto el «momento sicológico» que con seguridad atraviesan hasta los más intransigentes líderes del emerrevismo, luego de ese parto de los montes que ha resultado ser el referéndum sindical.
A los bolivarianos, a su vez, les ha pasado lo que a don Tomás y su compadre: el día siguiente del referéndum ha amanecido como otro cualquiera para los venezolanos, sindicalizados o no.
En cuanto al laborismo bolivariano, llamado a barrer de la faz de la tierra a los cetevistas, es un hecho que a menudo los periodistas que cubren la fuente no logran dar con un dirigente obrero bolivariano distinto a Nicolás Maduro para entrevistarlo.
Pero miento: una vez encontraron a dos de ellos. Y los tipos se pronunciaron por el regreso al régimen de prestaciones sociales de modo tan vehemente que el propio Maduro hubo de desmentirlos de la manera más enfática.
¿De dónde han de sacar los bolivarianos las dos mil y pico de vacantes que dejarían las federaciones objeto de su campaña de profilaxis moral?
No es inconcebible que en las mentadas elecciones por la base, el oficialismo deba compartir muchas directivas con curtidos sindicalistas de la IV República.
Teniendo todo esto presente, y a cambio de la caballerosa renuncia de los directivos de la CTV, se abriría un período de consultas y conversaciones que en sí mismas serían la negación de la hegemónica «limpieza ética» que prescribía el plan político original.
El episodio todo debería ser muy ilustrador para la contra sifrina y apocalíptica, esa que todavía cree que el guión de lo que está pasando en Venezuela lo escribe Ceresole y cuya ignorancia no le permite atender a ciertas constantes con que el «reacomodo» se ha manifestado una y otra vez a lo largo de nuestra historia republicana.
Más que Ceresole y Mussolini, el mentor del proceso que vivimos, por lo que toca a adecos y chavistas, parece ser más bien el epicúreo y pragmático politólogo Eudomar Santos, autor del célebre apotegma «como vaya viniendo, vamos viendo».
Tome nota el incrédulo de que, al fin y al cabo, ha sido el insumergible Henry Ramos Allup, quien ha logrado colarse en la selecta comisión postuladora de candidatos al poder ciudadano, en lugar de ninguna de las numerosas advocaciones de la sociedad civil, hoy acérrimas rivales entre sí.
Estampas de El Universal. Carlos Mata y Jeanette Rodríguez en "Cristal" | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
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las heroínas de Guerra de Mujeres, todo un
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