Rafael Osío Cabrices (Caracas, 1973) es un periodista independiente que hoy coordina la revista El Librero.
Es columnista de Todo en Domingo y colaborador
de varias publicaciones en Venezuela y el exterior.
Ha publicado los libros Salitre en el corazón
(Debate, 203), El horizonte encendido (Debate, 2006) y La vida sigue (El Nacional, 2008
La Intercomunal
Caracas-Valencia
Veinte años atrás, la vía más frecuentada del país era para mí nada menos que un cordón umbilical
Siete y media de la mañana del 6 de diciembre: me llama un amigo desde Valencia para preguntarme si me parece conveniente que viaje a Caracas, ida por vuelta, para una reunión de trabajo. Me asomo por una ventana, examino el cielo y le digo que está soleado, que por el momento no parece que vaya a desencadenarse un aguacero. Él piensa, duda, me cuenta lo que ya sé: que hay que pensarlo varias veces para tomar la Autopista Regional del Centro.
Veinte años atrás, la vía más frecuentada del país era para mí nada menos que un cordón umbilical: yo estudiaba ya en una universidad en Caracas pero la inmensa mayoría de mis afectos estaban todavía en la ciudad donde me había criado. Durante los primeros años de carrera la atravesé todas las veces que pude, hasta que poco a poco fui integrándome a otra vida y finalmente logré adelgazar el vínculo (nunca cortarlo del todo). En aquella época, nadie le había puesto todavía el sobrenombre de “avenida intercomunal Caracas-Valencia”, y en dos horas se alcanzaba la capital de Carabobo entre las montañas, los cañaverales y las industrias.
Ahora, es muy distinta. Varias de esas industrias están cerradas. Los peajes no funcionan. Las obras del tren avanzan valle a valle, ojalá que más rápido. Dice muchas cosas, la ARC, porque siempre ha sido como un diorama del país: un eje de enorme importancia histórica, que conecta varios paisajes sagrados del culto patriótico; y una especie de muestrario de nuestras posibilidades económicas y nuestros modelos abandonados: la Venezuela agraria de los valles azucareros con sus ingenios blanqueando en las laderas, los años de la “sustitución de importaciones”, las ciudades satélites … a lo largo de esa vía hay una laguna ciega, Zuata; un lago que inunda parte de Maracay por culpa de su lecho de sedimentos, el de Valencia; un parque nacional, el Henri Pittier; e instalaciones universitarias, militares, varias ciudades y barrios, cementerios, basureros … de todo. Tan importante es la ARC que hoy es también un escandaloso pasillo de propaganda política.
Pero sobre todo, la autopista es hoy una gran cola. Lo suficientemente destructiva de la paciencia y de la agenda de miles de personas como para que mi amigo me pregunte si aquí está lloviendo, para incluir ese dato en sus muchas consideraciones sobre si tomar o no ese camino. Los accidentes, las protestas, las fallas de infraestructura, las obras y sobre todo el volumen de su tráfico le han traído ese sobrenombre de avenida interurbana, como si la megalópolis Guatire-Puerto Cabello que algunos urbanistas han previsto para dos o tres décadas más tarde ya fuera una realidad.
Tal vez lo es, en efecto, para quienes viven en una ciudad y trabajan en otra, como mis propios padres lo hicieron por años. En un país donde es tan difícil elegir dónde vivir y dónde trabajar es bastante común que muchos hayan tenido que aceptar empleos remotos, lo cual ha convertido a antiguas zonas de recreo como Paracotos en candidatas a ciudades dormitorio. En esa estrecha franja de territorio que separa al litoral centro-occidental de los llanos centrales nos apretujamos millones de personas, y varios cientos de miles más pasan por ahí todo el tiempo, entre el oriente y el occidente del país. La ARC es un buen lugar para pensar sobre el país que tenemos. Y quitarle el sobrenombre, una tarea que vale la pena.
Inseguridad sigue reinando en Autopista Regional del Centro
Si en 72 horas no se ha buscado una solución, tomarán la Gobernación de Aragua. (Archivo)
La inseguridad en la Autopista Regional del Centro (ARC) cada día se agrava más, la situación lo que ha hecho que taxistas de cuatro líneas que cubren la ruta de La Encrucijada de Turmero, se hayan declarado en hora 0 cansados de una situación que pone en peligro sus vidas y la de los pasajeros que a diario transitan por esta vía, muchas veces convirtiéndose en víctimas de la banda “Los Sanguinarios”.
Si en 72 horas, dijeron este sábado, no se ha buscado una solución, tomarán la Gobernación de Aragua. Los conductores han pedido a las autoridades poner fin a este problema pero es muy poco lo que se ha hecho, según lo denuncia David González, presidente de la Federación de Taxis en Mariño, a los medios de comunicación de la localidad.
Explicó que en La Encrucijada de Turmero operan cuatro líneas que prestan servicio para Caracas, Los Teques y Charallave, choferes transitan diariamente por ARC, la cual se ha convertido en una "guillotina" por delincuentes que operan en esa arteria vial.
Los pilotes del Viaducto La Cabrera “están que se caen”
Los pilotes se encuentran en grave deterioro. (Arístides Córdoba)
Kervin García | Kgarcia@el-carabobeno.com
Más de 190 trabajadores del viaducto La Cabrera exigen que el Gobierno Nacional a través del Ministerio de Transporte y Comunicaciones (MTC) retome las labores en el lugar, pues consideran que las bases que sostienen la carretera “están que se caen”.
Pedro Ochoa, uno de los dirigentes sindicales de la obra, manifestó que llevan más de ocho meses paralizados. La esperanzas de retomar sus puestos de trabajo cada vez se desvanecen, pues asegura que los 200 padres de familia que quedaron desempleados acuden diariamente a la zona de trabajo, “para ver si llega alguien del gobierno, pero todavía seguimos esperando”.
Ochoa indicó que la ejecución y reforzamiento de las 317 pilas se viene desarrollando desde el año 2008, y hasta la fecha sólo se han construidos 57, es decir, todavía quedan 260 a la espera. En 2010 sólo se levantaron 16 pilotes en diez meses.
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