Razón del nombre del blog

Razón del nombre del blog
El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

lunes, 2 de mayo de 2011

Ya no es posible para mi salir de este hueco en la historia e ir a ver los amigos y la ciudad natal amada como antes.

La Intercomunal Caracas-Valencia

Rafael Osío Cabrices (Caracas, 1973) es un periodista independiente que hoy coordina la revista El Librero.

Es columnista de Todo en Domingo y colaborador

de varias publicaciones en Venezuela y el exterior.

Ha publicado los libros Salitre en el corazón

(Debate, 203), El horizonte encendido (Debate, 2006) y La vida sigue (El Nacional, 2008


La Intercomunal

Caracas-Valencia


Veinte años atrás, la vía más frecuentada del país era para mí nada menos que un cordón umbilical

Siete y media de la mañana del 6 de diciembre: me llama un amigo desde Valencia para preguntarme si me parece conveniente que viaje a Caracas, ida por vuelta, para una reunión de trabajo. Me asomo por una ventana, examino el cielo y le digo que está soleado, que por el momento no parece que vaya a desencadenarse un aguacero. Él piensa, duda, me cuenta lo que ya sé: que hay que pensarlo varias veces para tomar la Autopista Regional del Centro.

Veinte años atrás, la vía más frecuentada del país era para mí nada menos que un cordón umbilical: yo estudiaba ya en una universidad en Caracas pero la inmensa mayoría de mis afectos estaban todavía en la ciudad donde me había criado. Durante los primeros años de carrera la atravesé todas las veces que pude, hasta que poco a poco fui integrándome a otra vida y finalmente logré adelgazar el vínculo (nunca cortarlo del todo). En aquella época, nadie le había puesto todavía el sobrenombre de “avenida intercomunal Caracas-Valencia”, y en dos horas se alcanzaba la capital de Carabobo entre las montañas, los cañaverales y las industrias.

Ahora, es muy distinta. Varias de esas industrias están cerradas. Los peajes no funcionan. Las obras del tren avanzan valle a valle, ojalá que más rápido. Dice muchas cosas, la ARC, porque siempre ha sido como un diorama del país: un eje de enorme importancia histórica, que conecta varios paisajes sagrados del culto patriótico; y una especie de muestrario de nuestras posibilidades económicas y nuestros modelos abandonados: la Venezuela agraria de los valles azucareros con sus ingenios blanqueando en las laderas, los años de la “sustitución de importaciones”, las ciudades satélites … a lo largo de esa vía hay una laguna ciega, Zuata; un lago que inunda parte de Maracay por culpa de su lecho de sedimentos, el de Valencia; un parque nacional, el Henri Pittier; e instalaciones universitarias, militares, varias ciudades y barrios, cementerios, basureros … de todo. Tan importante es la ARC que hoy es también un escandaloso pasillo de propaganda política.

Pero sobre todo, la autopista es hoy una gran cola. Lo suficientemente destructiva de la paciencia y de la agenda de miles de personas como para que mi amigo me pregunte si aquí está lloviendo, para incluir ese dato en sus muchas consideraciones sobre si tomar o no ese camino. Los accidentes, las protestas, las fallas de infraestructura, las obras y sobre todo el volumen de su tráfico le han traído ese sobrenombre de avenida interurbana, como si la megalópolis Guatire-Puerto Cabello que algunos urbanistas han previsto para dos o tres décadas más tarde ya fuera una realidad.

Tal vez lo es, en efecto, para quienes viven en una ciudad y trabajan en otra, como mis propios padres lo hicieron por años. En un país donde es tan difícil elegir dónde vivir y dónde trabajar es bastante común que muchos hayan tenido que aceptar empleos remotos, lo cual ha convertido a antiguas zonas de recreo como Paracotos en candidatas a ciudades dormitorio. En esa estrecha franja de territorio que separa al litoral centro-occidental de los llanos centrales nos apretujamos millones de personas, y varios cientos de miles más pasan por ahí todo el tiempo, entre el oriente y el occidente del país. La ARC es un buen lugar para pensar sobre el país que tenemos. Y quitarle el sobrenombre, una tarea que vale la pena.

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