Chintamani
Publicado en julio 19th, 2011 Por JPN.
Categoria: Colaboraciones, Enigmas, Liberación, Oculto, Otro mundo, Poder en la Sombra, Símbolos Místicos en Logos, Sucesos Misteriosos.
Dentro del marco que conforman las tradiciones budista e hinduista, la joya Chintamaņi es una piedra legendaria provista de la capacidad de otorgar y conceder los deseos de aquel que la porta.
Su etimología es bastante acorde con este precepto si tenemos en cuenta todo aquello cuanto se dice sobre las facultades mentales – psíquicas o “no-físicas”, si se prefiere – y su capacidad de obrar sobre la materia. Dado que en la lengua sánscrita chintā significa “pensamiento” y maņi, “piedra preciosa o joya”, el asunto queda bastante claro. Es debido a ello que se asocie con Vishnu y Ganesha.
Sería Apolonio, en su viaje al extremo oriente, quien vio resplandores y columnas de luz en plena noche. Al preguntar qué era aquello, le respondieron que se trataba de los “rayos luminosos emitidos desde la Torre de Shambhala“, que procedían de una piedra en forma de hacha que brillaba con fulgor diamantino. Piedra que lleva el nombre de Chintamani.
Aunque no es necesario ir tan atrás en el tiempo para encontrar testimonios similares, ya que en pleno siglo XX, Nicolás Roerich en su viaje al Tibet vivió una experiencia similar a la que los lamas le respondieron de igual modo.
Es creencia arraigada en el Tibet que durante el reinado de rey Lha Thotho-ri Nyantsenrey, en torno al 331 d.C., cayó de los cielos un cofre en el que había cuatro objetos sagrados, uno de los cuales era esta prodigiosa piedra. Los lamas aseguraron a Roerich que la materia de la que está compuesta no es de este mundo ya que en realidad procede de otro planeta, uno de los hipotéticos que orbitarían en la constelación de Can Mayor, muy posiblemente del triple sistema estelar de Sirio. Siendo traída a la tierra por un grupo de seres, en una época remota, con el fin de ayudar a la creación de una civilización basada en el apoyo mutuo, la bondad y la igualdad.
Aunque bien es cierto que existen quienes sitúan su procedencia en la constelación de Orión. Más concretamente en el cinturón de Orión.
Los lamas contaron a Nicolás Roerich que la mayor parte de esta piedra se trasladó y fue conservada – incluso en nuestros días – en la Torre de Shambala, mientras que una serie de pequeños fragmentos desprendidos de la misma fueron repartidos por ciertos puntos del planeta, a una serie de custodios elegidos.
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