Benedicto XVI, Raúl y Fidel
Fidel confesó en una entrevista el año pasado que el sistema implantado por él no servía ni en la isla. Ahora Benedicto XVI se lo reafirmó al volar muy alto sobre el Atlántico hacia Méjico y Cuba, al decir que el marxismo ya no responde a la realidad y no permite construir una sociedad. La historia ha demostrado hasta la saciedad que el marxismo no es el camino para la prosperidad y el bienestar de los pueblos. Raúl, obviamente está de acuerdo con Fidel en el terrible fracaso de su dictadura compartida por más de medio siglo, ante la inmensa pobreza del pueblo cubano que se quedó en la isla y el extraordinario auge del pueblo cubano que se mudó a Miami.
El dilema de los hermanos es inmenso y profundo. La estructura político-social-militar que construyeron durante décadas de poder absoluto es como un pesado barco, desvencijado, oxidado, difícil de maniobrar y con poco combustible (recursos) obtenido de Venezuela por ahora, porque la estructura ha sido y es terriblemente improductiva. ¿Cómo hacer las transformaciones que pide Benedicto, y que son las lógicas, racionales y necesarias, sin que ello signifique descalificarse y hasta autoliquidarse como lideres? En China las transformaciones las hizo Deng Xiaoping, cuando ya Mao había sido vencido por el tiempo. Fidel esta despidiéndose de esta vida, pero Raúl no es el líder transformador requerido, es una simple prolongación de Fidel que intenta una tímida transición, con todo el pánico de ser aplastado. El liderazgo necesario para la transformación cubana está en la disidencia y, como Mandela, emergerá de la oscuridad del confinamiento en su momento histórico.
Pero Fidel ya no solo piensa en este mundo, también lo hace en el más allá de esta vida. Fidel fue excomulgado hace décadas y en su conciencia pesan miles de muertes inocentes en el paredón y en la huida en balsas, centenares de miles de atropellados y expatriados, decenas de miles de familias divididas y separadas irremediablemente por décadas, patrimonios familiares asaltados y todo un pueblo condenado a la pobreza crónica, pendiente de la lista alimentaria y de la ración de pan semanal y del pollo mensual, mientras que la elite del partido-gobierno ha vivido con todos los privilegios. ¿Qué puede haber hablado Fidel con el representante de San Pedro? ¿Quizás le pidió rogara por alguna consideración en la hora final que se siente ya tan cercana? ¿Podría Benedicto conseguirle una pasantía en el Purgatorio en vez de ir directo al Infierno? La Justicia Divina es inmensamente piadosa y si el arrepentimiento es sincero el perdón es una opción. ¿Podrá Fidel arrepentirse y demostrar su arrepentimiento con hechos reales? ¿De ser así, aceptaría Raúl inmolar su liderazgo actual para abrir paso a la democracia, a las libertades y al usufructo pleno de los Derechos Humanos en la isla oprimida por medio siglo? Pues el cambio en la isla pasa por el cambio del castro-comunismo como sistema a eso que Benedicto llamo "una mejor y más justa forma de organización social".
De manera que el encuentro entre los tres hombres, lejos de dar respuestas, planteó más preguntas a cada uno de ellos. Por lo pronto hay algunas pistas: Raúl asistió a la misa oficiada por el Papa, pero ni se confesó ni comulgó. Fidel no asistió a la misa, lo que puede ser dispensado por razones de salud, pero logró estar cara a cara con el Santo Padre, y ello debe haberle reconfortado de tanto sufrimiento que le ha deparado la última etapa de su vida, lleno de enfermedades y lesiones graves y mucha debilidad física. En la cultura asiática, ello se considera una oportunidad divina para elevar el espíritu humano.
El pueblo cubano, católico y devoto de la Virgen, pese a 50 años de dictadura marxista, tuvo en la visita una reconfortante oxigenación de sus aspiraciones de libertad y democracia. Ello se resume en las palabras: He confiado a la madre de Dios el futuro de la patria avanzando por caminos de renovación y esperanza. El Papa logró consolidar los reclamos abiertos y, más aún, las aspiraciones más íntimas de cada cubano por la transformación de su patria en un país de oportunidades, libre del Estado opresor y decidor de sus vidas, de su pobreza decretada y de sus estrechas limitaciones como ser humano. La voluntad de diluir la jaula político-militar en que viven prisioneros se ha reafirmado gracias a Benedicto XVI. La barrera castro-comunista, lamentablemente fortalecida por el Gobierno venezolano, se ha debilitado en su esencia. El régimen reconoce que solo avanza en reformas económicas, no políticas. ¿Es que acaso puede separarse una de la otra? El pueblo cubano, a no dudarlo, avanza en su despertar hacia la libertad y la democracia. ¿Y nosotros en Venezuela? ¿Seguiremos bajando por el barranco transitado por Cuba o nos liberaremos el 07 de octubre próximo?
wfranco01@gmail.com
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