Como Drácula los dictadores no entran donde no les invitan los que pueden
El ideal del líder, y de los partidos políticos en los grupos altos y cultos -los verdaderos NINI-, es un sujeto "bien preparado" -como un pernil navideño pero en este caso un gerente y Ph.D. Cercano al pueblo pero con prestancia, razonablemente no lo quieren gordo ni calvo, más joven que viejo, que hable mandarín y conozca el mundo. De "acrisolada honorabilidad", bondadoso pero fuerte, sin vínculos con el pasado y empeñado en la redención de su pueblo: Lancelot, ya que Kennedy, Clinton, Blair y Felipe González con algunas cualidades, colaron una que otra mala costumbre. Se anhelan partidos luminosos, franciscanos, arcangélicos, dignos de la República de Platón; obedientes sin chistar a cierto público que ordena desde su poltrona, de la que sólo se han parado para ponerse los bermudas de guerra e ir a alguna marcha, acto de arrojo que amenazan, enojados, no repetir.
Sueño de quinceañera con tragos, la antipolítica es hacer política perfumada, cuyo programa se limita a estallar los partidos para que aparezca el hombre de la armadura esplendorosa entre los escombros. Según Schumpeter, -se ha dicho bastante-, hay pocas calamidades comparables a que empresarios, vedettes, locutores, editores, atletas, escritores o artistas un buen día se resuelvan a eliminar los políticos, y se metan a brujos sin conocer la yerba. Luego olvidan al Príncipe Azul y se desenfrenan por patanes peligrosos, populistas y demagogos que los llevan por el camino del dolor. Son como Lady Chatterley que cambió para su desgracia al noble y rico lisiado que la mimaba, por un violento labriego. ¿Cuántos se arrobaron hasta el clímax con el Quasimodo local? Se cuelan así los Ortega, Morales, Correa, Perón, Vargas, Hitler, Mussolini, a menos que los partidos políticos se atraviesen en el camino bárbaro, defiendan las instituciones y lo paguen eventualmente con impopularidad. Eso hicieron Betancourt, Duarte, Gorbachov y Yeltsin, Churchill, Uribe, Havel, Chamorro y otros.
Como Drácula los dictadores no entran donde no les invitan los que pueden. A muchos empresarios, capitostes de medios, arlequines de la pluma, políticos, antipolíticos, magistrados, anacrónicos, "antiperecistas", clases medias, se les cayeron las tangas frente al rugidor. Y los partidos, abrumados por sus contradicciones espirituales, acomplejados por aquella intelligentzia (más biencretinentzia) tuvieron miedo de enfrentar la impopularidad y se plegaron al furioso aleteo de plumíferos alebrestados.
La antipolítica ganó en 1993 y 1998, pero los caídos de la cuna trabajan para lapas. Despachados y despechados, se dijeron a sí mismos: "perdí ésta pero salimos de los partidos y ahora controlaremos la oposición, deschavetamos este militarsucho provisional, y saldrá mi número". Resultado: comienza el calvario de 1998 a 2006, en que la antipolítica casi logró convertir al caudillo derrumbado hasta 28 puntos, en la Reina Virgen. Estos ocho años fatídicos se recordarán porque la oposición la dirigieron Gaby, Fofó y Miliki, que despalillaron en operaciones irresponsables el capital democrático con el que podía derrotarse al gobierno en 2005 y 2006. Veintitrés mil demócratas de Pdvsa volaron por el paro petrolero. Asociadas a ineptitud antipolítica y la mezquindad impidieron el 12 de abril mantener la transición fallida. De retruque Quasimodo pasó rastrillo en las fuerzas armadas. Luego la "megaplasta" hundió los submarinos del Tribunal Supremo. El 15 de agosto de 2004 se enreda entre los que impugnan y aceptan el resultado del referéndum, con el detalle que no hubo escrutinios, ni resultados. A las 4 am Jorge Rodríguez dio los números que le provocaron. Y la antipolítica llega a otro brillante alumbramiento intelectual: ahora hay que abstenerse.
En 2005 los partidos retiran candidatos a la Asamblea, quebrada su debilidad por la presión de poderes fácticos, lo que no es excusa "¡Lávense los oídos para oír a la gente!" gritaba un conocido -por despótico- encuestador. Entre nenúfares, como Desdémona, flotaron con los oídos cerrados bien abiertos al pueblo. Ese día resplandece la mancha boba en el rostro antipolítico.
El gracioso granuja infiltró hace un par de semanas en un importante diario, un editorial contra la Mesa Unitaria, contra los que recogen los vidrios de esa etapa tarúpida. Más bien debemos agradecerles a Henríquez, Rosales, Ramos, Borges, Salas, Velásquez, Ismael, España, Aveledo y todos los constructores de la Mesa que hoy tengamos, por lo menos, una posibilidad.
@carlosraulher
El temor a perder el poder ha contaminado a todo el aparto oficialista
El Presidente, los ministros y dirigentes del oficialismo han copado los medios de información con cadenas, eventos y grandes movilizaciones en las que se gastan inmensos recursos financieros que bien podrían destinarse a atender algunos de lo miles de problemas económicos que vive el país.
El temor a perder el poder ha contaminado a todo el oficialismo, y a pesar de que estamos a año y medio todavía del evento presidencial, la maquinaria gubernamental no cesa en rimbombantes promociones, ofertas de todo tipo sacadas de debajo de la manga, para mantener la esperanza de un pueblo pobre que todavía extiende la mano a ver qué le puede tocar.
Se estima que para finales de 2011 ya la deuda de la República llegue a 140 mil millones de dólares, de mantenerse el ritmo de gastos y endeudamiento emprendido por el Ejecutivo.
Ese solo dato no sería tan grave, si al lado de tan irresponsable endeudamiento no estuviesen presentes políticas que destruyen el aparato productivo tal como lo muestran los índices en todas las áreas de producción.
Especialmente es así en la agro industria, en la ganadería, en todas las empresas estatizadas, en la industria automotriz, en la industria alimenticia, la construcción y prácticamente toda la infraestructura del país.
Mientras los países más pobres del continente, con menos recursos han resuelto por ejemplo los problemas de inflación, Venezuela en los tres últimos años lidera, junto a la República del El Congo, el ranking mundial como el país con mayor inflación.
Es patético ver cómo los asesores del presidente Chávez le colocan cuadritos estadísticos comparativos con gobiernos de hace 15 y 20 años para explicarle a los venezolanos que su revolución está revirtiendo el problema inflacionario, para justificar ante sus seguidores los graves daños que le han causado a la estructura económica del país.
La realidad es que los ingresos con los que ha contado Hugo Chávez son superiores al que recibieron todos los gobiernos juntos de la era democrática, pero ello no se tradujo ni en mejor calidad de vida, ni en una mejorar infraestructura. Hasta en el tema de la vivienda que tanto ha preocupado al Gobierno en los últimos meses, ha sido este Gobierno precisamente el que menos unidades ha logrado construir.
Vaya tarea que les espera a los venezolanos en las próximas décadas. Pero quizás lo más difícil de reconstruir serán las instituciones democráticas, el tejido social y en especial el estado de derecho. Por ello en 2012, no solo se trata de cambiar un Presidente. Es detener el declive ético, económico y moral para edificar una democracia en concordancia con los nuevos tiempos.
twitter:@folivares10
El domingo pasado fuimos muchos los que tuvimos la oportunidad de escuchar, de parte del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, la información que confirmaba la muerte del terrorista Osama bin Laden. No fue el hecho en sí, sino la celebración de miles de ciudadanos en Estados Unidos y en muchas partes del mundo, lo que me hizo reflexionar y compartir con ustedes mi visión de los hechos.
Soy un fiel creyente de la paz y el respeto de los derechos humanos, es por ese motivo que pienso que las políticas de guerra y la muerte como instrumento para la resolución de conflictos, nunca llevarán a buenos resultados, o al menos no de forma permanente en el tiempo. Cuando escuché la noticia sobre la muerte de bin Laden, no puse en duda y de hecho, respeto que en el seno de aquellas familias que hoy están incompletas como consecuencia de sus acciones, se sintiera un aire de liberación, la satisfacción de haber encontrado alguna respuesta a su situación, y ¿por qué no?, un sentimiento de alegría.
Sin embargo, cuando el patriotismo te lleva a celebrar el deceso de una persona, no dudo que estamos frente a una conducta morbosa de aprobación de la muerte como forma de hacer justicia. No justifico, ni justificaré nunca las acciones de Osama bin Laden, pero los derechos humanos deben ser para todos por igual, si nos permitimos concesiones en esa materia entramos en un círculo vicioso y carente totalmente de objetividad. Desde mi punto de vista, bastante fundamentalista y totalmente abierto al debate, bin Laden tuvo que haber sido apresado y sometido a la justicia y que fuera ahí, en un tribunal donde se le impusiera su condena.
Siempre me he preguntado ¿quién da la autoridad para matar?, o mejor aún, ¿quién otorga a las grandes potencias del mundo, el beneficio de la muerte como sustituto de la justicia? Tomar acciones como esta sólo promueve que aumente el odio y que entendamos como correcto el hecho de matar a quien ha matado. Quien toma la justicia por sus manos se niega al avance que como sociedad globalizada, hemos logrado en la aplicación de la justicia a través de un sistema imparcial, aun cuando en muchos países deja mucho que desear, como en el caso de Venezuela.
Abro el debate más allá del fanatismo y de las posiciones extremistas, quisiera que encontremos los matices y que humanicemos los criterios para encontrar una respuesta para todos aquellos que tenemos este gran dilema.
@rafbello
rafbello@gmail.com
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