"Venezuela vive la epidemia de miedo más grave de su historia"
Escrito por gloria m. bastidas el nacional vlDomingo 05 de Julio de 2009 07:10
Luis José Uzcátegui."El miedo nunca tumba gobiernos, nunca cambia regímenes. Lo que cambia gobiernos y cambia regímenes es la rabia", dice el psiquiatra, quien señala que, usando la inteligencia, el temor puede transmutarse en un "energizante" El perro del psiquiatra Luis José Uzcátegui tiene un nombre de cuño psicoanalítico: se llama Freud. El superego del can se siente apenas llega uno a su casa: ladra incesantemente. La esposa de Uzcátegui, la periodista Eleonora Bruzual, le hace una seña amorosa. Y, refiriéndose a la raza, dice: "Es un fila". El animal se apacigua y otorga el plácet para que comience el diálogo. Una gata, llamada Anastasia, y un gato, llamado Catalino, escuchan, más genuflexos que el contestatario Freud, la prosa fluida y ordenada del médico, quien se acaba de sentar en cómoda posición y, entre un parlamento y otro, sorbe tragos de té frío. El autor de Chávez, el mago de las emociones y de Militares: héroes o cobardes ha puesto ahora sus neuronas al servicio de una causa ultrainteresante: se ha dedicado a estudiar el fenómeno del miedo en la Venezuela de hoy. Promete que ese será el tema de su próximo libro.
--El miedo que se vive en Venezuela es consecuencia de un festín regresivo. El actual gobernante venezolano lo que ha hecho de una manera jocosa es replicar los modelos miedogénicos que se usaron en el pasado. ¿Qué sucedió, después del Descubrimiento, con la religión? La religión léase ideología les fue impuesta a nuestros indígenas. A ellos se les dijo que o creían en Dios o no eran seres humanos sino animales.
Hoy se nos quiere imponer a la fuerza, también, una ideología: la revolución. ¿Qué hizo Monagas, en 1850, cuando dijo: "La Constitución sirve para todo"? Lo mismo que ahorita: la Constitución y las leyes sirven para todo. ¿Qué hizo Monagas con los lincheros, aquel movimiento paraoficial que tenía? Lo mismo que hace el Gobierno con estos grupos paraoficiales. Por eso hablo de festín regresivo. Esas medidas no tienen nada novedoso.
Nació en Tovar, Mérida, en el año 1951. Se graduó de médico en la Universidad de los Andes.
Habla con un suave cantadito.
--En el país ha habido no menos de veinte revoluciones. Quizás arrancó el movimiento revolucionario con José Leonardo Chirinos, aquel negro liberto.
De ahí en adelante ha habido revoluciones por todos lados.
Llegamos al siglo XX y Gómez aplaca el furor de las guerras intestinas, pero convierte a Venezuela en su hacienda personal. Y lo mismo está haciendo el gobernante actual. Es cierto que en el período democrático se limpian muchos de los vicios del pasado, pero luego se comienza a generar otro: la autocracia. Los gobernantes se transforman en seres extremadamente imbuidos de poder. Ególatras terribles, cometen barbaridades y creen tener a Dios tomado por las barbas.
No les importa caer en festines durante días enteros, festines de los que emergen borrachos, porque se sienten dueños del bien y del mal. Todo esto crea la antesala de lo que ahora tenemos: una miedocracia.
Estudió Psiquiatría en la Universidad George Washington y Antropología en la Universidad de Pittsburgh (Estados Unidos).
Es profesor invitado del Instituto Tecnológico de Monterrey (México).
--Los venezolanos, sorprendentemente, vivimos una época en la cual un individuo el Presidente de la República se ha convertido en el gran objeto de miedo. Regresión más grande no podemos encontrar. Estamos ante la epidemia de miedo más grave que haya tenido Venezuela en toda su historia.
Todo el pueblo siente miedo. Y ese miedo es contagioso: una persona infecta a la otra. Esto es una catástrofe.
¿Cómo se transmite semejante patógeno? Uzcátegui cruza la pierna. Anastasia está echada, muy plácida. Play.
--Somos víctimas de lo que llamo la tortura mediática. El Presidente apela a dos dimensiones para difundir el miedo a través de los medios. Una es lo que denomino el totalitarismo mediático duro, que es el que va de frente: agrede; insulta; dice que ésta es una revolución pacífica pero armada; manda tanques; envía mensajes corporal y verbalmente agresivos; advierte que va a estar en la Presidencia hasta el año 2021.
La otra dimensión es la que llamo el totalitarismo mediático blando, que es el más peligroso: todas las ofertas y ayudas que el Gobierno hace o da siempre tienen un cote de chantaje, de amenaza, de condicionamiento. Esto es lo que explica, por ejemplo, que mucha gente tenga que ir a las marchas porque, si no, las botan. La alegría de poder conseguir algo, más el terror de perderlo, es una combinación molotov.
Le recuerdo una cita de Montaigne que incluye en uno de sus libros: "La cobardía es la madre de la crueldad". Le pregunto: ¿Por qué los caudillos necesitan despertar miedo? Uzcátegui responde: --Primero porque son individuos extremadamente cobardes, carenciados de recursos que sí tienen otros gobernantes, que son los llamados estadistas. Un estadista es el que es capaz de doblegar sus necesidades ególatras en función de la realidad. Los totalitarios, no.
Los individuos a los que les gusta el poder adoptan un ropaje ideológico para imponer sus caprichos. La forma que tienen de controlar a la sociedad una forma aberrante es el miedo.
¿A qué acudían los gobernantes en la época precristiana cuando se sentían inseguros porque no contaban con el afecto del pueblo? Al terror. Lo plantea el Quijote muy bien a Sancho, cuando le dice: "Sancho, no permitas que el miedo te invada porque te vuelves torpe". Las sociedades aturdidas les resultan más cómodas al totalitario para imponerse.
Uzcátegui también es autor de La locura venezolana: Análisis psico-antropológico del venezolano; Favoritos del Diablo: La locura presidencial en Venezuela y Latinoamérica desde 1800 a 2020; y El venezolano, enfermo ilusorio.
--Una de las primeras cosas que hacen los totalitarios es destrozar las instituciones.
Cuando un ciudadano no tiene adónde acudir, en quién apoyarse, el miedo crece. Otra de las formas de aterrorizar se utiliza mucho en el modelo cubano es crear ruptura entre las relaciones afectivas espontáneas. ¿Qué sucede si se genera un ambiente de espías, donde nadie confía en nadie? Ésa es una estrategia mortal para la estabilidad de una sociedad.
A esto agreguémosle un tema capital: la inseguridad, el miedo oceánico a la muerte. Aquí la colectividad está vinculada a través del terror. El miedo le interesa a todo régimen totalitario porque enferma al pueblo.
Y en la medida en que un pueblo está enfermo tiene menos recursos para responder y, sobre todo, para algo vital: pensar.
Un pueblo que no piensa es un pueblo que, indiscutiblemente, está a merced de quien tiene el poder.
Su casa es cálida. Tiene un bello jardín. No se escuchan motores de carros ni cornetas.
Relax total. Se pasea por el escenario de un apagón mediático promovido por el Gobierno (caso Irán).
--La inteligencia del humano es algo maravilloso: se va por encima de su respuesta instintiva básica. No olvidemos que el miedo es la emoción más ancestral que existe. Sin él, el hombre prehistórico no hubiese podido sobrevivir. El miedo es necesario. El humano puede convertirlo en un energizante creativo. La inteligencia proyectiva es un concepto fundamental para convertirlo en una herramienta de triunfo. Un ejemplo sencillo: vendrán momentos muy difíciles para la sociedad venezolana. Si yo estimulo a la sociedad para que se vaya preparando emocionalmente para esos momentos ya la sociedad ha ganado la batalla. Una pregunta clave sería: ¿Qué vamos a hacer si nos bloquean los medios de comunicación? ¿Nos vamos a quedar en una penumbra de terror colectivo? ¿O, más bien, vamos a crear grandes redes y retamos al que tiene los cañones del miedo? Más té frío. Suena el hielo.
--Una técnica que utiliza mucho el Presidente es la del preaviso. Adelanta lo que va a venir en contra de él como consecuencia de sus mensajes miedogénicos. Antes de adoptar una medida, como el cierre de Globovisión, él empieza a decir que el mundo va a decir que él es un totalitario, pero que no, que él no es un totalitario, que lo que sucede es que Globovisión se ha convertido en un partido político. Eso es una manera de evitar que lo identifiquen a él como el agente del miedo. Esto es peligrosísimo.
Muchas de las estrategias miedogénicas de hoy se usaron en el pasado. ¿Qué es lo que cambia? Que ahora hay que hacerlo de una manera más light porque vivimos en una sociedad cien por ciento comunicada en la que resulta más difícil imponer un modelo demasiado rígido. Y ésa es la razón por la cual el Gobierno trata de bloquear los medios de comunicación.
Porque en la medida en que se los coarte y se los bloquee se puede regresar más al pasado.
Es miembro de la Asociación Mundial de Psiquiatría. Obtuvo el premio Francisco Herrera Luque, otorgado por la Federación Médica Venezolana.
Apela al oráculo, pero no al del guerrero.
--Puede ocurrir que estiren tanto la liga, que abusen tanto del miedo, que haya un pánico colectivo. El pánico colectivo causa un efecto similar al de los grandes ciclones: destroza todo. Es difícil saberlo, pero generalmente viene un nuevo régimen. El modelo también puede agotarse porque es tan ineficiente y absurdo que comienza a generarse otra respuesta emocional maravillosa, que es la rabia. El miedo nunca tumba gobiernos, nunca cambia regímenes. Lo que cambia gobiernos y regímenes es la rabia. La diferencia entre el virus porcino y el del miedo que nos azota a nosotros es que para el primero, que lleva infectados a decenas de individuos, pronto habrá una vacuna. En cambio, frente al virus del miedo que ha infectado a millones de venezolanos a veces lo que oímos son cosas tan terribles como que el agente miedogénico quiere quedarse en el poder hasta 2021.
Freud vuelve a ladrar.
¡Guauuu! ¡Guauuu!
Una conversación con Graciela Soriano de Garcia-Pelayo
"Aquí no se ha producido una revolución espontánea sino una emboscada" La historiadora recuerda que la Revolución Francesa estuvo lista en seis años: "Ésta ya va por once". Observa en el presidente Hugo Chávez "todas las formas de personalismo político de la historia universal"
GLORIA M. BASTIDAS, SANDRA BRACHO El Nacional Siete Días - Entrevista
G raciela Soriano de García- Pelayo conserva en su memoria una imagen que raya en lo cinematográfico: corre la época de Pérez Jiménez y mientras su profesor de Introducción a la Literatura, Mariano Picón Salas, habla, en un salón de clases de la Escuela de Historia de la UCV, de la novela francesa del siglo XIX un esbirro escucha lo que el intelectual dice. ¿Sabría el policía quién era Balzac? La pregunta se la hace uno, mentalmente, después de escuchar el relato.
A ella, quizás, le tenía sin cuidado lo letrado o iletrado que fuera el agente. Le debe haber inquietado, más bien, que estuviera allí como un enviado del Big Brother. En los años sesenta, cuando se produjo la lucha armada, Soriano, que ya era profesora, volvió a recordar al hombrecillo. Por un momento le pasó por la mente la idea de que hubiera un cambio de régimen y que el mirón volviera a instalarse en un pupitre del alma máter. No fue así. Pero ahora, en tiempos de revolución, la estampa del policía trocado en discípulo nuevamente la persigue.
--Me he paseado por todas las formas de personalismo político de la historia universal y encuentro que hay de todo en Chávez. Y en la medida en que hay de todo en él, podemos decir que se trata de un gobernante discrónico. Si uno lo examina, tiene rasgos que tienen que ver con la tiranía, con el despotismo, con la dictadura, con la realeza medieval, con la monarquía absoluta: él mismo se siente Luis XIV, olvidándose de que áquel fue monarca de un país en el cual la obra institucional era una cosa en marcha. Si seguimos adelante en la historia, encontramos que hay en Chávez, también, mucho de bonapartismo. ¿Quién era Bonaparte? Un autócrata que se hacía aclamar por el pueblo bajo la figura del plebiscito.
Historiadora. Doctora en Ciencias Políticas. Entre sus maestros se cuentan Eduardo Arcila Farías, Miguel Acosta Saignes, Tula Núñez de Latorre y Germán Carrera Damas. Toma un abanico. Se echa aire. Se inspira.
--La tiranía es el régimen ilegítimo e ilegal. ¿Es que de verdad Chávez opera sobre fundamentos legales? Opera sobre una legalidad que es la suya. Se trata de una concepción sociológica del derecho según la cual el derecho es la voluntad del gobernante en marcha. ¿Es que Chávez respeta la Constitución? Quiere cambiarla por la vía legal porque no ha podido hacerlo por la vía constituyente. ¿Qué es el despotismo? Es el gobierno de un señor que se siente superior a sus gobernados y que los trata como si fueran inferiores. Es una forma de personalismo de los pueblos bárbaros vistos por los griegos; no había elecciones, no había democracia. El gobernante es superior a los gobernados. ¿Cuántas veces Chávez no nos muestra que es superior a todos nosotros? Y tiene de dictadura, pero de dictadura latinoamericana. Yo no diría que tiene que ver con dictadura romana porque ésa es una institución legal y legítima que es diferente. Tiene que ver con el pretorianismo romano porque lo que está creando con las milicias es una hueste en su beneficio.
Pide un café con leche. Necesita combustible para seguir andando en la máquina del tiempo.
--Tiene que ver con la realeza medieval en la medida en que plantea las cosas en términos personales, suscribe el nepotismo y gobierna de una manera arbitraria. Pero sigue adelante y se monta en la idea del principato de la Italia del quattrocento y del cinquecento: es el príncipe que no reconoce a nadie por debajo de él; le cuesta, le cuesta porque está metido en otra época. Luego él mismo ha buscado emparentarse con Luis XIV. Porque él es el que ha dicho que el Estado soy yo. Pero no lo dice en el mismo sentido en que lo decía el monarca, que como persona política estaba echando a andar una institución que era el Estado. Tan era institución el Estado en tiempos en que lo estaba creando, que luego, en el siglo XVIII, cuando llegamos al despotismo ilustrado, nos encontramos con otro rey con el cual no se ha identificado Chávez, que es Federico El Grande. Y eso que Federico El Grande era el monarca guerrero. Pero él decía: yo soy el primer servidor del Estado. O sea que ha habido una despersonalización del Estado desde Luis XIV, que encarna el Estado, hasta Federico El Grande, que se separa de él y dice: yo no soy el Estado, soy su primer servidor.
Soriano le debe mucho a Amílcar Plaza Delgado (médico volcado hacia la historia), quien era su vecino y su padre intelectual: tenía tantos libros que ella jamás pisó una biblioteca pública mientras cursó la carrera.
--Si bien la Revolución Francesa desemboca en un personalismo político de carácter plebiscitario, Napoleón fue, curiosamente, un impulsor del tema de la legalidad, si consideramos que fue el creador del Código Civil francés, cuya influencia se transmitió luego al resto del mundo. Hay otros personalismos a los que Chávez no le interesa parecerse. Guzmán Blanco quería emular a Napoleón III. Pero creo que a Chávez Napoleón III le tiene sin cuidado. Le interesa, en otro sentido, es la comuna de París. Pero eso porque lo ayuda a reforzar su poder comunal y su vinculación con la idea de soviets.
Hay en Chávez, también, una vocación totalitaria. Elementos como el partido único, la marcada centralización, la estatización, la exaltación de la figura del líder, el fomento del amedrentamiento y el terror, la creación de partidas revolucionarias armadas, el impulso y desarrollo de un derecho totalitario y el desarrollo de una vocación hegemónica excluyente lo demuestran. Chávez es un gobernante muy difícil de estudiar.
Se levanta y trae una ruma de papeles: tiene a la revolución inventariada. Gráficos. Discursos. Notas que ella ha escrito. Y escribe muy bien: fue formada, en el Colegio Los Caobos, por unas vascas exiladas de la Guerra Civil.
--Una de las inverosimilitudes que la sociedad venezolana no estaba dispuesta a creer era que aquí se pudiera montar un Estado comunista. Aquí lo que se pretende es cercenar el poder municipal, que ha sido nuestra tradición republicana.
Gabaldón Márquez decía que el municipio era la raíz de la República. Y tenía razón. El municipio ha sido una institución, no digamos que secular, sino milenaria: viene de Roma.
Y nos ha llegado a través del mundo hispánico. Es, en efecto, la institución de donde salió la República y donde, luego, se ha mantenido. El municipio es una institución clave en la vida local del país en la medida en que tiene autonomía fiscal. Este gobierno comunal que nos pretende imponer el régimen carece de autonomía fiscal.
Los consejos comunales tendrían que limitarse a extender la mano para que les den la limosna. ¿Y quién da la limosna? El que tiene los recursos: el gobernante, el líder.
Su esposo, el jurista español Manuel García Pelayo, fue otra persona que ejerció gran influencia en Soriano. Cuando él murió, dejó 16.000 libros.
--Aquí ha habido mucha resistencia a admitir que esto es un proceso revolucionario.
Muchísima. Pasamos varios años sin que la gente aceptara que estábamos en un proceso revolucionario: se creía que era algo inverosímil. Todos nos hemos dado cuenta de que aquí ha habido acelerones y vuelta atrás. El ritmo del tiempo cambia en procesos revolucionarios. Ahorita estamos en un acelerón. Pero desde luego que eso es parte de la concepción revolucionaria del tiempo histórico y del cambio. Tiene mucho que ver con la puesta en práctica de lo que se conoce como las teorías de la acción, que vienen desde el siglo XX.
Elementos como la distorsión de la realidad, la reversión del discurso (imputarle al otro lo que deberían imputarte a ti; un juego siniestro), el estímulo del resentimiento, la proliferación de issues (no acabas de despertar del primer embate cuando ya tienes el segundo) y la recarga violenta del lenguaje son patrones que nunca ha abandonado este gobierno.
Cae presa de un arrebato ecológico: riega las matas del balcón. Ahora huele a tierra húmeda.
--La Revolución Francesa estuvo lista en seis años: ésta ya va por once. La nuestra no ha sido una revolución espontánea. Yo creo que esto ha sido una emboscada muy bien preparada desde fuera para secuestrar a uno de los países más ricos de Hispanoamérica, pero además el más incauto.
Hemos tenido la suficiente entereza y envergadura para soportar y no sucumbir. Porque esto conduciría a lo que llama La Boétie, autor francés de comienzos del siglo XVI, la servidumbre voluntaria. Según este concepto, el tirano vapulea tanto a la sociedad hasta que logra que ella le sea servil voluntariamente. No es que se le oponga, no es que se le resista, no es que se le enfrente, sino que no le queda más remedio que sucumbir. Acá no hemos llegado a eso. Mi angustia de hoy es precisamente tratar de mostrar que no es tan espontáneo ni tan ingenuo lo que hacen, que está dirigido, y certeramente dirigido, a quebrar la voluntad del adversario. La ética revolucionaria no es la ética democrática liberal. La ética revolucionaria supone que el fin máximo de la revolución justifica cualquier medio: engaño, mentira, delito, corrupción, arbitrariedad pueden ser legítimos en tanto que propicien el advenimiento de la revolución.
Una ética de este carácter conduce a la absoluta inversión de valores. ¿Cómo uno puede confiar en alguien que tiene esa ética? No, tiene que confiar en que va a ser leal, fiel, a sus principios revolucionarios.
Toma otra vez el abanico. Necesita aire para seguir pensando.
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