Hoy y Después en Valencia
Alfredo Fermínafermin@el-carabobeno.com
Se acentúa el rumor de que, el Ministerio de la Cultura, ha decidido incorporar al Ateneo de Valencia al Circuito Nacional de Museos con la finalidad de apropiarse de la monumental colección de Arte, propiedad de esa institución invadida, hace cuatro años, por un grupo de trabajadores que después la puso al servicio del partido de gobierno.
Lo extraño de todo esto es que, hasta ahora, no exista un pronunciamiento de los dirigentes del Ateneo, que están informados de esta situación para darle a conocer a la comunidad, lo que se piensa hacer con uno de los patrimonios de mayor orgullo de esta ciudad de Valencia.
Es cierto que el Gobierno Nacional no respeta la propiedad privada, pero habría que hacer valer esta condición, tomando en cuenta que el Ateneo de Valencia es una Asociación Civil de derecho privado de carácter cultural, no partidista ni religioso, sin fines de lucro con personalidad jurídica y patrimonio propio.
Es decir que, desde el punto de vista legal, no puede disponerse de sus propiedades, sin consultar con sus legítimos dueños, que son los miembros de esta institución fundada en 1936.
Asombra que en una ciudad donde hay tan buenos abogados, artistas, animadores culturales y expertos en éstos asuntos no se haya emprendido un movimiento contundente (no mediante un comunicado de los abajo firmantes) que exija a las autoridades regionales un pronunciamiento, desde el punto de vista legal y de la tradición, como podría ocurrir si el gobierno decide que la imagen de la virgen del Socorro, o el Monolito de la Plaza Bolívar, deben ser llevados a Caracas porque aquí no se garantiza su protección.
Nos gustaría saber cuál es la opinión del Procurador del Estado. En otras circunstancias, que no fueran tan políticas, el alcalde de Valencia, Edgardo Parra, podría emitir una declaración para saber si él está de acuerdo conque, la ciudad que gobierne, sea despojada de uno de sus más preciados bienes.
Sin dolientes
Al Ateneo de Valencia lo abandonó a su suerte la valencianidad, después de que se jactaba afirmando que era uno de sus orgullos. En una demostración de que, en este país, la justicia depende de lo que dicen en Caracas, aquí no se le hizo caso a las órdenes judiciales que determinaron que la ocupación del Ateneo, hace cuatro años, es un acto ilegal.
Y lo que es peor: hay quienes se atreven a decir que la colección del Ateneo está muy bien mantenida y cuidada. ¿Cómo es posible que personas, que consideramos serias, hagan esa afirmación, cuando pinturas, grabados, dibujos, esculturas, videos, fotografías, están arrumadas en un sótano, desde hace tanto tiempo, sin la protección que reclaman las obras de Arte y sin las fumigaciones necesarias que para que no sean víctimas de ratas, ratones, chiripas y cucarachas?
Esto no sucede por culpa de quienes asumieron la responsabilidad de apoderarse de algo que no les pertenece, sino porque ellos no tienen el presupuesto que deberían suministrarles quienes creían sus protectores.
Y eso es lógico, en un país gobernado por quienes no les importa el Arte, la cultura y sus diversas expresiones salvo las que sean para rendir culto a la personalidad de su prócer.
Una propuesta
El antiguo edificio del Ateneo, diseñado por el arquitecto José Manuel Galia, es Premio Nacional de Arquitectura 1950 y en él estaban conservados la casi totalidad de los premios Arturo Michelena y Andrés Pérez Mujica del Salón Michelena, durante más de 60 años, otorgado a los más destacados artistas del país del siglo pasado.
Se agrega, a ese patrimonio, obras de trascendencia como el cuadro del pintor Alfredo Manessier, ganador del Salón Internacional de 1955, en el que participaron eminentes creadores de Europa y América; un cuadro de Arturo Michelena y grabados de sobresalientes artistas latinoamericanos. Están, además, donaciones, libros, catálogos, periódicos antiguos, fotografías que no pueden continuar en estado de abandono o en peligro de desaparecer.
El premio Arturo Michelena, desde 1943, lo ha otorgado la Gobernación de Carabobo por lo cual, para impedir que esta colección se la lleven a Caracas, donde tampoco tienen dónde protegerla, como habría propuesto el ministro Farruco Sesto, el gobernador Henrique Fernando Salas podría declararla patrimonio estatal sin desconocer que todos los bienes artísticos y culturales son propiedad de la nación. De inmediato podría nombrar una comisión en la que estén representados el ejecutivo, la directiva del Ateneo y quienes mantienen la toma, para lograr solución a un problema que no puede continuar. Después sería demasiado tarde por tantos daños causados.
Murray Stein
Murray Stein, Ph.D. Estudió en la Universidad de Yale, en el Instituto C. G. Jung de Zurich y en la Universidad de Chicago. Docente de esta última universidad. Expresidente de la International Association for Analytical Psychology (IAAP). Entre sus numerosas publicaciones se hallan Practising Wholeness (1966), Transformation: Emergence of the Self (1998), la rigurosa colección Jungian Analysis (1995). Se transcribe a continuación la Introducción del libro traducido al castellano El mapa del alma según Jung (2004).
Murray Stein
Introducción
Se podía explorar tímidamente las costas de África hacia el sur, pero hacia el oeste no había nada más que miedo, no «nuestro mar» sino el Mar de Misterio, Mare Ignotum.
CARLOS FUENTES
El espejo enterrado
Aquel verano en que murió Carl Gustav Jung, yo daba inicio a mis preparativos para ir a la universidad. Era el año 1961, año en que comenzó la exploración del espacio exterior y la consiguiente carrera para saber quién sería el primero en llegar a la Luna: ¿serían los norteamericanos o serían los rusos? La mirada de muchos en Occidente estaba dirigida hacia esa nueva gran aventura de la exploración espacial. Por primera vez en la historia de la humanidad se lograba abandonar la terra firma y viajar hacia las estrellas. En aquel momento, sin embargo, no me había percatado de que nuestro siglo ha estado marcado de manera igualmente decisiva por los viajes que se emprendieron «hacia dentro», aquellas grandes exploraciones del mundo interior iniciadas por hombres como Carl G. Jung unas cuantas décadas antes del Sputnik y del Apolo. Se podría decir que lo que John Glenn y Neil Armstrong representan como exploradores del espacio exterior es lo que Jung representa en la exploración del espacio interior, un valiente e intrépido viajero hacia lo desconocido.Jung murió tranquilamente en su casa en las afueras de Zurich, en una habitación que daba hacia el plácido lago de esa ciudad y desde la cual, asomándose un poco hacia el sur, se podía ver la cordillera de los Alpes. El día antes de morir le había pedido a su hijo que le ayudara a acercarse a la ventana para poder contemplar una vez más sus amadas montañas. Jung dedicó su vida a la exploración del espacio interior y a relatar en sus escritos cuáles habían sido sus hallazgos. Dio la casualidad de que el año en que Neil Armstrong se paseó por la superficie de la Luna, yo emprendí mi viaje hacia Zurich, Suiza, para estudiar allí en el Instituto Jung. Lo que voy a compartir en este libro es el destilado de casi treinta años de estudio del mapa del alma trazado por Jung.
El propósito de este libro es describir los descubrimientos de Jung tal como él los fue presentando en sus escritos publicados. Una primera aproximación a Jung puede a veces asemejarse a una zambullida en ese Mar de Misterio mencionado por Carlos Fuentes en su relato sobre los primeros exploradores que se aventuraron a cruzar el Atlántico zarpando desde España. Es con euforia, pero también con gran miedo, como uno se lanza hacia esos lugares remotos. Aún recuerdo mis propios comienzos, me sentía invadido por una agitación tal ante la perspectiva del viaje, que busqué el consejo de varios de mis profesores en la universidad. Me preguntaba si sería algo seguro, Jung me atraía tanto que me parecía demasiado bueno para ser verdad. ¿Correría yo el riesgo de extraviarme? ¿Acabaría confundido, desorientado? Afortunadamente, mis maestros me dieron luz verde y desde entonces he andado por ese camino sin cesar de encontrar tesoros.
El viaje inicial del joven Jung fue mucho más aterrador. Literalmente, él no podía saber si se acercaba al encuentro de un tesoro o a la caída irremediable en el abismo de un mun do desconocido. El inconsciente era realmente un Mare Ignotum cuando Jung se hizo a la mar por primera vez. Pero él era joven y valiente, y estaba resuelto a llevar a cabo nuevos descubrimientos. Y así fue como zarpó.
Con frecuencia Jung hizo referencia a sí mismo como un pionero y un explorador del inexplorado misterio del alma humana. Su espíritu parecía ser el de un aventurero y, para él -como aún para nosotros-, la psique humana era un amplio territorio que, en aquel entonces, había sido muy poco estudiado. Era un misterio que desafiaba al aventurero con la perspectiva de valiosos descubrimientos y asustaba al temeroso con la amenaza de la locura. Para Jung el estudio del alma se fue convirtiendo también en un asunto de trascendencia histórica dado que, como diría más de una vez, el mundo entero está colgando de un hilo y ese hilo es la psique humana. Resulta entonces de vital importancia que nos familiaricemos más con ese hilo.
Aquí surge la gran pregunta: ¿es posible conocer el alma humana, penetrar en sus abismos y trazar mapas de su vasto territorio? Puede que haya sido un remanente de la grandiosidad científica del siglo XIX lo que llevó a aquellos pioneros de la psicología profunda, tales como Freud, Jung y Adler, a emprender semejante esfuerzo y a pensar que podrían definir la inefable e insondable psique humana. Sin embargo, no escatimaron al lanzarse a ese Mare Ignotum y fue así como Jung se convirtió en un Cristóbal Colón del mundo interior. El siglo XX ha sido una era de adelantos científicos y maravillas tecnológicas de todo tipo; también ha sido una era de profunda introspección y escrutinio de nuestra subjetividad humana común, lo que ha desembocado en un campo ampliamente conocido hoy en día como psicología profunda.
Una manera de familiarizarnos con la psique es mediante el estudio de los mapas de esta que fueron trazados y lega-s a nosotros por aquellos grandes pioneros. En sus tra bajos podemos encdntrar muchos puntos de orientación y, tal vez, estos podrán servirnos de estímulo para llevar a cabo ulteriores investigaciones y realizar nuevos descubrimientos. El mapa preliminar de la psique trazado por Jung, sin duda, aunque probablemente poco refinado e inacabado -como todo primer intento de descifrar territorios desconocidossigue siendo, sin embargo, una bendición para aquellos que desean entrar en el espacio interior, en el mundo de la psique, y no extraviarse por completo.
En este libro, acepto a Jung en `su autoadjudicado papel de explorador y cartógrafo dejando que esa imagen me guíe al traerles esta introducción a su teoría de la psique humana. La psique es el territorio, el reino desconocido que Jung exploraba; su teoría es el mapa creado por él para hacernos ver su manera de entender la psique. De modo que será el mapa del alma trazado por Jung lo que intentaré describir en este libro al guiarle a usted, lector, a través del territorio de sus escritos. Al hacer esto, estaré presentando un mapa de un mapa, que espero podrá ser de utilidad para usted en sus futuros viajes por la vida y la obra de C. G. Jung.
Al igual que todos los cartógrafos, Jung trabajó con los instrumentos y con la evidencia disponibles en aquel momento. Nacido en 1875, culminó sus estudios de Medicina en la Universidad de Basilea, Suiza, en 1900, y en 1905 terminó su formación en Psiquiatría. Su importante asociación con Freud se prolongó de 1907 a 1913, año a partir del cual se dedicó a un profundo autoanálisis para luego emerger con su propia y característica teoría psicológica -llamada psicología analítica- presentada al mundo en 1920 en su libro Tipos psicológicos (1). Para 1930, a la edad de 55 años, había elaborado los aspectos básicos de su teoría pero aún no había detallado un gran número de puntos importantes. Los detalles habrían de ser presentados en los años posteriores a 1930 y continuarían a fluir de la pluma de Jung hasta su muerte en 1961.
El proyecto de explorar científicamente la psique humana tuvo un inicio temprano en la vida adulta de Jung. Su primera expedición oficial se encuentra descrita en su tesis doc toral, On the Psychology and Pathology of So-Called Occult Phenomena («Acerca de la psicología y patología de los llamados fenómenos ocultos»). (2) En. este estudio presenta una descripción del mundo interior de una joven y dotada mujer, de quien sabemos que era su prima, Helene Preiswerk. Siendo adolescente, tenía la insólita habilidad de actuar como médium para los espíritus de los muertos, quienes se expresaban a través de ella con voces y acentos de extraordinaria precisión histórica. Jung estaba fascinado y decidió darse a la tarea de comprender e interpretar tan desconcertante fenómeno psicológico. Al avanzar en su exploración, utilizó el Experimento de la Asociación de Palabras para revelar características escondidas del paisaje psíquico que nunca antes habían sido clasificadas. Estas fueron publicadas en numerosos artículos que hoy en día se encuentran reunidos en el volumen 2 de su Obra completa. Esas características recién déscubiertas Jung las llamó «complejos», un término que popularizaría. Acto seguido, abordó dos álgidos problemas psiquiátricos de aquel momento, la psicosis y la esquizofrenia, produciendo un libro que lleva por título Psicología de la demencia precoz: psicogénesis de las enfermedades mentales, (3) el cual envió a Freud como muestra de su trabajo y como sugerencia de una manera de aplicar las ideas de Freud en psiquiatría (Freud era neurólogo). Habiendo recibido una cálida y entusiasta respuesta por parte de Freud, comenzó una relación profesional entre ambos y en muy poco tiempo Jung se convirtió en una figura prominente del flamante movimiento psicoanalítico. En ese momento comenzó su exploración de las regiones sombrías de la condición neurótica, que lo llevaría al descubrimiento de fantasías y patrones de conducta universales más o menos invariables (los «arquetipos») en un área de la psique profunda que él llamó «inconsciente colectivo». La descripción y el relato detallado de los arquetipos y del inconsciente colectivo se convertirían en su sello distintivo, colocando su mapa en un lugar particular que lo separa de los mapas de todos los demás exploradores de la psique profunda, el inconsciente.
El año 1930 divide la vida profesional de Jung casi exactamente por la mitad: en 1900 comenzó su formación y sus estudios de psiquiatría en la Clínica Burgholzli, y en 1961 murió siendo un viejo sabio en su hogar en Küsnacht a orillas del lago de Zurich. Retrospectivamente podemos ver que los primeros treinta años de actividad profesional de Jung fueron profundamente creativos. Durante esos años fue generando los elementos básicos de una monumental teoría psicológica a la vez que le prestó atención a los principales problemas colectivos de la época. Los segundos treinta años fueron tal vez menos innovadores en cuanto a nuevos planteamientos teóricos, pero la producción de libros y artículos fue aún mayor de lo que había sido anteriormente. Esos fueron los años de profundización y validación de las hipótesis e intuiciones iniciales. Extendió aún más sus teorías para incluir estudios de historia, cultura y religión y para crear úñ vínculo clave con la física moderna. El trabajo clínico de Jung con pacientes psiquiátricos y con analizandos (personas en análisis psicológico), más intenso y más agotador durante la primera mitad de su vida profesional, se redujo al mínimo después de 1940, cuando la guerra interrumpió el curso de la normalidad en la vida colectiva de Europa y cuando Jung, poco tiempo después, sufrió un ataque al corazón
La exploración de la psique que llevó a cabo Jung fue, por lo demás, sumamente personal. Su investigación de la mente inconsciente no se reducía tan solo al trabajo con sus pacientes y sujetos experimentales. Él también se analizaba a sí mismo. De hecho, durante un tiempo se convirtió en su propio y principal sujeto de estudio. Al observar cuidadosamente sus propios sueños y al desarrollar una técnica de imaginación activa, encontró la manera de penetrar aún más profundamente en los espacios escondidos de su mundo interior. Para comprender a sus pacientes y a sí mismo, desarrolló un método de interpretación que se nutría de los estudios comparados de la cultura, de los mitos y de las religiones; de hecho, utilizaba todos y cada uno de los materiales de la historia universal que tuvieran relación con los procesos mentales. A este método lo denominó «amplificación».
Las numerosas fuentes y los orígenes del pensamiento de Jung no han sido aún estudiados y aclarados detalladamente. En sus escritos, reconoce su deuda con muchos de los pensadores que le precedieron, entre los cuales se encuentran Goethe, Kant, Schopenhauer, Carus, Hartmann y Nietzsche; es de resaltar que él mismo se coloca en el linaje de los antiguos gnósticos y de los alquimistas medievales. Su filósofo predilecto fue Kant, aun cuando la influencia de la dialéctica de Hegel también se hace evidente en su elaboración teórica. Freud igualmente dejó una marca. Si bien podemos demostrar que el pensamiento de Jung se desarrolló y creció a lo largo de los años de su carrera, existe, sin embargo, una notable continuidad en su orientación intelectual básica. Algunos lectores de Jung han encontrado semillas de sus posteriores teorías psicológicas en algunos artículos de su época de estudiante que han sido publicados bajo el título The Zofingia Lectures («Conferencias en el Club Zofingia»). Estos escritos datan de antes de 1900, cuando aún no se había graduado de la Universidad de Basilea. El historiador Henri Ellenberger ha llegado a afirmar que «el germen de la psicología analítica de Jung se halla en sus discusiones realizadas en la Asociación de Estudiantes Zofingia y en sus experimentos con su prima médium, Helene Preiswerk».(4) Las conferencias del Zofingia muestran las primeras argumentaciones de Jung en torno a temas e inquietudes que habrían de ocuparle a lo largo de toda su vida, como por ejemplo someterla religión y la experiencia mística a la investigación científica, empírica. Desde muy joven Jung argumentó que dichos temas debían ser sometidos a una exploración empírica y abordados con una mente amplia. El encuentro con William James, en 1909, en la Universidad de Clark fue un momento de gran importancia, ya que James había adoptado la misma posición y había publicado su clásico estudio Uarieties of Religious Experience («Variedades de la experiencia religiosa»), utilizando precisamente este tipo de método.
A partir de todos estos estudios y experiencias, Jung fue trazando un mapa del alma humana. Se trata de un mapa que describe la psique en todas sus dimensiones tratando, a la vez, de explicar su dinámica interna. Cabe destacar, sin embargo, que Jung siempre fue muy cuidadoso con el misterio de la psique. Su teoría puede ser leída como un mapa del alma, pero no deja de ser el mapa de un misterio que, a la postre, no puede ser comprendido en términos y categorías racionales. Es el mapa de ese algo vivo y mercurial que es la psique.
Cuando se lee a Jung, también es importante tener en cuenta que el mapa no es el territorio. El conocimiento del mapa no es lo mismo que una experiencia, una vivencia de la psique profunda. En el mejor de los casos, el mapa puede resultar una herramienta útil para aquellos que desean orientación y guía. Para algunos que se sienten perdidos puede llegar a ser una salvación. Para otros puede ser un estímulo para explorar y saber de qué habla Jung. Yo comencé a escribir mis sueños cuando leí a Jung por primera vez. Más adelante, me aventuré a viajar hasta Zurich y estudié en el Instituto Jung de esa ciudad. Mediante mi análisis y mi experiencia personal del inconsciente, he alcanzado un considerable conocimiento de muchos de los hallazgos de Jung. Sin embargo, mi mundo interno no es idéntico al suyo. Su mapa puede indicar el camino y mostrar líneas generales, pero no ofrece un contenido específico. Este ha de ser descubierto por uno mismo.
Para muchas de las características del mapa Jung se apoyó en su intuición científica y en una sorprendente y vigorosa imaginación. Los métodos científicos de aquel momento no permitían confirmar ni refutar sus hipótesis sobre el inconsciente colectivo. Hoy en día nos hemos aproximado más a esa posibilidad. Pero Jung era un artista que utilizaba sus pensamientos creativos para darle forma a un cuadro del mundo interno de la mente. Al igual que aquellos mapas hermosamente ilustrados de la Antigüedad y del Renacimiento -dibujados antes de que la cartografía se hiciera científica- el mapa creado por Jung es magnífico, no solamente abstracto. Podemos encontrar en él dragones y doncellas, héroes y villanos. Como investigador científico que era, se sintió obligado a comprobar sus intuiciones y sus hipótesis empíricamente, pero aun con todo, todavía quedaba mucho espacio para la imaginación mítica.
Jung trabajó en psiquiatría o «psicología médica», como a veces la llamaba. Su principal maestro en los primeros años de su aprendizaje en la Clínica Burghólzli en Zurich fue el muy conocido psiquiatra Eugen Bleuler, quien acuñó el término «esquizofrenia» para referirse a una de las más terribles enfermedades mentales, quien también escribió mucho sobre el tema psicológico de la ambivalencia. En la medida de lo posible, Jung buscaba evidencia y verificación para sus teorías e hipótesis en fuentes externas así como en su propia experiencia inmediata. La extensión de sus estudios y lecturas fue muy dilatada. Jung siempre sostuvo que como investigador empírico de la psique estaba trazando un mapa que describía no solamente el territorio de su propio mundo interno sino que también se refería a los rasgos del alma humana en general. Al igual que otros grandes artistas, sus imágenes tendrían el poder de hablar a muchas personas de distintas generaciones y culturas.
A mi manera de ver, ese psicólogo suizo, cuyo nombre resulta tan conocido y respetado hoy en día, pero cuya obra no siempre es leída cuidadosamente y es a menudo criticada como-consistente y contradictoria, en realidad forjó una teoría psicológica coherente. Yo veo esa teoría como un mapa tridimensional que pone en evidencia los diversos niveles de la psique y a la vez muestra las interrelaciones dinámicas que se producen entre esos niveles. Es una obra de arte, consistente por sí misma, que atrae a algunos pero no a otros. Sus postulados están formulados como propuestas científicas y, sin embargo, muchas de estas propuestas resultan muy difíciles de comprobar o refutar empíricamente. Existen trabajos y estudios importantes que se están llevando a cabo en esta área pero, independientemente de cuáles puedan ser los resultados, no cabe duda de que la obra de Jung seguirá captando atención y admiración. Aunque un mapa pueda perder su pertinencia a medida que transcurre el tiempo y se producen cambios en la metodología, una obra de arte nunca llega a ser obsoleta.
Describir el mapa de la psique trazado por Jung en un libro relativamente breve no es un proyecto realmente novedoso; otros, entre los cuales vale mencionar a Jolande Jacobi y a Frieda Fordham, realizaron similares trabajos introductorios hace ya muchos años. Lo que mi propio trabajo desea aportar, y tengo la esperanza de haberlo logrado, es un énfasis en la coherencia general que se encuentra en la teoría de Jung y en toda su sutil red de interconexiones. Por la manera en que se suele presentar esta teoría, sus contenidos aparecen algo dispersos y, por ello, el hecho de que todas las piezas se originen a partir de una visión única y unificada -que yo considero una visión sublime del alma humana- no resulta tan obvio. Ocurre también que un número considerable de años ha transcurrido desde que aparecieron aquellas introducciones a la teoría de Jung, y ha llegado la hora de presentar una nueva.
Mi propósito es el de mostrar que, si bien existen lagunas e inconsistencias en el mapa de Jung, existe sin embargo una unidad de visión más profunda subyacente y que vale mucho más que los eventuales desaciertos en la precisión lógica. Mi interés principal en esta descripción no es el de mostrar el desarrollo del pensamiento de Jung, ni el de considerar en detalle cuáles son sus aplicaciones prácticas para la psicoterapia y el análisis. Se trata más bien de poner en evidencia la unidad intelectual que subyace al cúmulo de comentarios y detalles que constituyen la totalidad de su Opus. Tengo la esperanza de que el lector atento salga de este libro con un cuadro general de la teoría de la psicología analítica tal como la expuso el mismo Jung, habiendo a la vez comprendido cuáles son los detalles más importantes y cómo estos pertenecen a un todo unificado.
La razón de la admirable unidad en la descripción que hace Jung de la psique se origina, a mi entender, en una característica de su pensamiento que no emana de su metodología empírica. Jung era un intuitivo pensador creativo, a la manera de los filósofos de antaño como Platón y Schopenhauer. Jung trazó su mapa de la psique a partir de las ideas disponibles en la comunidad científica e intelectual de su época, pero logró darle a esas ideas un giro singular. Más que aportar nociones nuevas y radicales, lo que hizo fue tomar lo que se hallaba disponible y darle una forma nueva y sumamente distintiva. Al igual que un gran artista que trabaja a partir de una tradición en la pintura, él supo utilizar las imágenes y los materiales que estaban a su disposición y crear algo nuevo, algo que no había sido visto anteriormente con esa misma combinación de elementos.
Jung también fue un visionario en la tradición del Maestro Eckhart, Boehme, Blake y Emerson. Muchas de sus principales intuiciones emanaron de sus experiencias de lo sublime, a partir de sus sueños, sus visiones y su imaginación activa. Jung lo confiesa abiertamente en su autobiografía cuando escribe que su principal maestro sobre la «realidad de la psique» fue la figura de Philemon, quien se le apareció por primera vez en un sueño y al que luego convocó durante años en su proceso de imaginación activa.(5) La experiencia directa del alma es la fuente fundamental de la teoría de Jung y esto nos da razón de su profunda unidad interior y de su coherencia intrínseca.
Sin embargo, Jung también fue un científico dedicado y eso coloca su trabajo en un sitial aparte de los poetas y los místicos. Trabajó con el método científico, lo que significa que consideró que su trabajo había de ser explicable ante la comunidad científica y por ello lo sometió a pruebas empíricas. Sus visiones, intuiciones y sus percepciones internas no permanecían adosadas a sus propios méritos, eran constantemente confrontadas y cotejadas con la evidencia de la experiencia humana en general. La imperiosa necesidad de Jung de ser científico da razón de todas esas aristas o aspectos no redondeados de su teoría, de todas esas asperezas que hubieran podido ser pulidas por el puro intelecto y la imaginación. Por el mero hecho de que Jung fuera a la vez un pensador visionario intuitivo y un científico empírico, su mapa de la psique humana es a la vez coherente y solo vagamente sistemática y rigurosa.
Una de las razones por las cuales no he dejado de apreciar la obra escrita de Jung y lo' he leído con constancia durante más de veinticinco años es que Jung no es compulsiva mente consistente. Toda vez que he estudiado los escritos de pensadores realmente sistemáticos tales como Tillich o Hegel, siempre he sentido que me retorcía entre las fauces de acero de sus mentes inflexibles. Sus pensamientos me resultan rígidamente organizados. ¿Dónde quedan el desorden y la suculenta imperfección de la vida? Esto me ha llevado a buscar entre artistas y poetas para encontrar sabiduría en lugar de limitarme a los filósofos y teólogos. Siento una gran suspicacia ante los sistemas rígidos, los considero paranoides. Los escritos de Jung nunca me han afectado de esa manera.
Al leer a Jung siempre he percibido el profundo respeto por los misterios de la psique humana, y esta actitud es lo que permite que el horizonte se siga expandiendo. Su mapa amplía vistas en lugar de apartarlas. Espero poder comunicarle esta misma impresión a usted, lector.
* * *
Este es un trabajo introductorio. Aun cuando espero que los estudiantes avanzados de la teoría junguiana puedan beneficiarse de su lectura, mi verdadero público está compuesto por aquellas personas que desearían saber qué dijo Jung pero aún no han encontrado la entrada adecuada a sus masivos escritos y a su complejo pensamiento. Cada capítulo de este libro se concentra en un tema de su teoría. Hago allí referencia a pasajes específicos de su Obra Completa que exponen esa porción de su mapa. El lector especialmente motivado y diligente podrá consultar esas referencias más adelante, cómodamente y sin prisa. Espero que mi presentación centrada en los textos mismos de Jung pueda ofrecer una invitación amistosa a sumergirse en los documentos fundamentales y a aceptar el reto de desmenuzar el significado, a veces oscuro, de lo que escribe Jung y a reflexionar sobre sus implicaciones.
La elección de estas lecturas es el resultado de mi propia selección personal. Otros textos también valiosos podrían ser citados y utilizados por igual. He tratado de escoger los ensayos y los pasajes más claros y más representativos del trabajo de Jung para demostrar la coherencia esencial de su -visión. El mapa del alma trazado por Jung es una hazaña monumental del intelecto, la observación y la intuición creativa. Pocos pensadores contemporáneos se han acercado siquiera a equiparar su imponente obra, albergada hoy en día en los dieciocho volúmenes de su Obra Completa, los tres volúmenes de Letters («Correspondencia»), las diversas colecciones de entrevistas y escritos ocasionales y su autobiografía (escrita en colaboración con Aniela Jaffe). A partir de esta montaña de material, he seleccionado los temas que pertenecen de manera esencial a su teoría y he dejado fuera aquellos que tienen que ver con la práctica analítica y la interpretación de la cultura, la historia y la religión.
Vuelvo ahora a la pregunta que hice antes: ¿existe realmente un sistema en la obra de Jung? ¿Es un pensador sistemático? La respuesta probablemente sería un cauteloso sí. La teoría es coherente, de la misma manera que Suiza es un país coherente aunque su población hable cuatro idiomas diferentes. El todo se mantiene unido aunque las partes parezcan sostenerse por sí mismas y funcionar independientemente. Jung no pensaba sistemáticamente a la manera de un filósofo que construye apoyándose en premisas básicas y asegurándose que las partes encajan unas con otras sin contradicción alguna. Jung afirmaba ser un científico empírico y por lo tanto su manera de teorizar se adecua al desorden del mundo empírico. Pensador intuitivo, Jung expone grandes conceptos, los elabora hasta cierto vado de detalle y luego procede hacia otros grandes conceptos. Con frecuencia retrocede, se repite, completa lagunas a medida que avanza, característica esta que no facilita su lectura. Se tiene que conocer toda su obra para poder ver el cuadro. Si se leen sus escritos más o menos al azar por un cierto tiempo, se comienza a sospechar que las piezas encajan de alguna manera en la mente de Jung, pero solamente después-de haber leído toda su obra y haberla considerado y reflexionado durante un largo tiempo se logra corroborar que realmente es así.
Pienso que Jung, habiéndose percatado de la profundidad y del alcance de la psique humana a través de su trabajo clínico y de sus propias vivencias, sintió que no le quedaba más remedio que trabajar pacientemente y durante un tiempo considerable para lograr formular de forma responsable esta sublime visión del alma humana. No habría de apresurarse, y a menudo pospuso por años una publicación mientras trabajaba en la elaboración de las estructuras que pudieran sostener su pensamiento ante la comunidad intelectual. A medida que intentamos aprehender esta visión en toda su magnitud, debemos tener presente que Jung la fue elaborando durante un período de unos sesenta años. No debemos pues dejarnos obsesionar por la búsqueda de consistencia exacta en una obra de tales dimensiones y tan conectada con la realidad empírica.
Una anécdota sobre Jung, narrada por sus estudiantes en Zurich, cuenta que una vez cuando se le criticaba por ser inconsistente en algún punto de su teoría, él respondió de esta manera: «Tengo el ojo puesto en el fuego central y estoy tratando de colocar unos espejos para mostrárselo a otros. A veces los bordes de esos espejos dejan espacios vacíos y no encajan unos con otros de manera exacta. Yo no lo puedo evitar. Vean ustedes lo que trato de mostrarles».
Asumo como mi tarea describir con la mayor precisión posible lo que Jung muestra en esos espejos. Se trata de una visión que ha sostenido á muchos de nuestra generación y puede ser una visión que nos guíe en tiempos venideros. Por encima de todo, sus escritos nos dotan de imágenes de ese gran misterio que es la psique humana.
NOTAS DE PIE DE PÁGINA
1. Jung, Collected Works, vol. 6 (hay trad. cast.: Carl Gustav Jung. Obra completa, Madrid, Trotta, 1999).
2. Jung, Collected Works, vol. 1, pp. 3-88.
3. Jung, Collected Works, vol. 3, pp. 1-152.
4. Henry Ellenberger, The Discovery of the Unconscious, pp.687.
5. Jung, Memories, Dreams, Reflections, pp.182-183 (hay trad. cast.: Recuerdos, sueños, pensamientos, Barcelona, Seix Barral Editorial , 2002)
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