La Torre David fue reconocida con el León de Oro en Venecia
El proyecto de Alfredo Brillembourg ganó el máximo galardón de la Bienal.
"Torre David: Gran hermano" fue premiado en la Bienal de Arquitectura
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DUBRASKA FALCÓN | EL UNIVERSAL
jueves 30 de agosto de 2012 12:00 AM
"No se premió a una ocupación", aclara Alfredo Brillembourg acerca del León de Oro que le otorgó ayer la Bienal de Arquitectura de Venecia al proyecto Torre David: Gran hermano, realizado junto con Hubert Klumpner y la oficina Urban-Think Tank, que plantea el rescate del Centro Financiero Confinanzas, ubicado en la avenida Andrés Bello e invadido por más de tres mil personas hace cinco años.
"Se premió a las transformaciones que esas personas realizaron en la edificación. Se premió el hecho de consiguieran energía en un edificio que, se suponía, ya no servía para nada; de que construyeran un tanque de agua, hicieran jardines hidropónicos y crearan instalaciones sanitarias. Se reconocieron los dibujos que nosotros hicimos de todas esas prácticas", cuenta Brillembourg acerca del proyecto que fue seleccionado por el curador David Chipperfield para participar en el Pabellón de Italia.
El jurado decidió reconocer "a los habitantes de Caracas y a sus familias, que han creado una nueva comunidad y una casa a partir de un edificio abandonado e incompleto (...). El jurado elogia a los arquitectos por haber reconocido la potencia de este proyecto de transformación: una comunidad espontánea ha creado una nueva casa y una nueva identidad ocupando Torre David (sic) y lo ha hecho con talento y determinación", según reza textualmente el veredicto, que a todas luces ha omitido que la llamada Torre de David no es precisamente una construcción "abandonada" u "ocupada" -como la llama Brillembourg- sino "invadida". O que el edificio se ha convertido en una estructura infranqueable hasta para las autoridades policiales.
La exposición, que estará hasta el 25 de noviembre en el recinto ferial, le mostró al jurado de la Bienal de Arquitectura imágenes del libro de 450 páginas. Además de un video y una muestra culinaria venezolana, que incluía desde arepas hasta pabellón criollo.
"Recibimos con comida a los arquitectos y a las personas que se acercaban a ver la exposición. Creamos una suerte de café, porque queríamos que todos se sintieran como si estuviesen en Caracas", dice Brillembourg, quien junto con un equipo de expertos se introdujo durante año y medio en la Torre.
El texto, de cuatro capítulos, se inicia con entrevistas a los arquitectos e ingenieros que construyeron la torre y posteriormente da cuenta de qué encontraron al entrar al edificio invadido, para al final plasmar la idea de cómo se puede repensar la Torre Confinanzas como vivienda social.
"El libro muestra imágenes de lo que hay en cada uno de los pisos. La gente no sabe qué está pasando ahí. Pensar que se premia una ocupación es absurdo. Cómo se hizo esa ocupación, ya no nos concierne. ¿Qué hacer ahora con los que están ahí? Eso sí nos importa. Están premiando a un grupo de arquitectos que se preocupa porque no hay viviendas de orden social. Uno de cada nueve habitantes del mundo vive en un barrio. Queremos que las compañías de construcción abaraten sus costos para poder hacer viviendas sociales", concluye Brillembourg.
"Se premió a las transformaciones que esas personas realizaron en la edificación. Se premió el hecho de consiguieran energía en un edificio que, se suponía, ya no servía para nada; de que construyeran un tanque de agua, hicieran jardines hidropónicos y crearan instalaciones sanitarias. Se reconocieron los dibujos que nosotros hicimos de todas esas prácticas", cuenta Brillembourg acerca del proyecto que fue seleccionado por el curador David Chipperfield para participar en el Pabellón de Italia.
El jurado decidió reconocer "a los habitantes de Caracas y a sus familias, que han creado una nueva comunidad y una casa a partir de un edificio abandonado e incompleto (...). El jurado elogia a los arquitectos por haber reconocido la potencia de este proyecto de transformación: una comunidad espontánea ha creado una nueva casa y una nueva identidad ocupando Torre David (sic) y lo ha hecho con talento y determinación", según reza textualmente el veredicto, que a todas luces ha omitido que la llamada Torre de David no es precisamente una construcción "abandonada" u "ocupada" -como la llama Brillembourg- sino "invadida". O que el edificio se ha convertido en una estructura infranqueable hasta para las autoridades policiales.
La exposición, que estará hasta el 25 de noviembre en el recinto ferial, le mostró al jurado de la Bienal de Arquitectura imágenes del libro de 450 páginas. Además de un video y una muestra culinaria venezolana, que incluía desde arepas hasta pabellón criollo.
"Recibimos con comida a los arquitectos y a las personas que se acercaban a ver la exposición. Creamos una suerte de café, porque queríamos que todos se sintieran como si estuviesen en Caracas", dice Brillembourg, quien junto con un equipo de expertos se introdujo durante año y medio en la Torre.
El texto, de cuatro capítulos, se inicia con entrevistas a los arquitectos e ingenieros que construyeron la torre y posteriormente da cuenta de qué encontraron al entrar al edificio invadido, para al final plasmar la idea de cómo se puede repensar la Torre Confinanzas como vivienda social.
"El libro muestra imágenes de lo que hay en cada uno de los pisos. La gente no sabe qué está pasando ahí. Pensar que se premia una ocupación es absurdo. Cómo se hizo esa ocupación, ya no nos concierne. ¿Qué hacer ahora con los que están ahí? Eso sí nos importa. Están premiando a un grupo de arquitectos que se preocupa porque no hay viviendas de orden social. Uno de cada nueve habitantes del mundo vive en un barrio. Queremos que las compañías de construcción abaraten sus costos para poder hacer viviendas sociales", concluye Brillembourg.
La premiada "Torre de David" descontextualiza la miseria
El galardón confirma la visión colonial que Europa aún tiene del tercer mundo.
Arquitectos y curadores expresan críticas al proyecto (Archivo)
JUAN ANTONIO GONZÁLEZ | EL UNIVERSAL
viernes 31 de agosto de 2012 12:00 AM
Lejos de ser un motivo de júbilo, la concesión del León de Oro de la décimo tercera edición Bienal de Arquitectura de Venecia al proyecto Torre David: gran horizonte, de la firma Urban Think Tank, liderada por los arquitectos Alfredo Brillembourg y Hubert Klumpner, no ha hecho más que avivar la controversia que se inició desde que se supo que uno de los curadores de la muestra internacional invitó a los proyectistas a mostrar su trabajo en la ciudad de las góndolas.
La propuesta galardonada habla de "ocupación" y "reutilización" de una edificación. No de la "invasión" de una propiedad privada que pasó a manos del Estados después de la crisis financiera de 1994.
Hoy en día, la construcción, desvirtuada de su diseño original, alberga a más de 3.500 personas que han adaptado a sus necesidades de servicios básicos una torre pensada para uso financiero.
El veredicto de la Bienal de Venecia reconoce "a los habitantes de Caracas y a sus familias, que han creado una nueva comunidad y una casa a partir de un edificio abandonado e incompleto (...). El jurado elogia a los arquitectos por haber reconocido la potencia de este proyecto de transformación: una comunidad espontánea ha creado una nueva casa y una nueva identidad ocupando Torre David y lo ha hecho con talento y determinación".
Una visión con la que arquitectos como Oscar Tenreiro y Jimmy Alcott, entre otros, no están de acuerdo y que, ciertamente, omite aspectos como los problemas de inseguridad y delincuencia que se han producido dentro y fuera de la otrora Torre Confinanzas.
El arquitecto Marco Negrón opina que la participación venezolana en la bienal ha llegado a niveles lamentables. "Recuerda que lo primero que se llevó a Venecia fue Barrio Adentro, proyecto del que no se discute su impacto social, pero que desde el punto de vista arquitectónico es deplorable", señala.
Y prosigue: "Lo que me irrita es que se ponga a la miseria como un espectáculo. Aquí no se trabaja con proyectos urbanísticos integrales que tomen en consideración aspectos como el empleo y la seguridad. Habría que comenzar por hacer una intervención sociocultural antes de emprender proyectos arquitectónicos".
Para Negrón el caso de la torre de David no representa más que la "explotación de una población por parte de unos señores que manejan eso. Es como lo que ocurre con los pranes en las cárceles: allí adentro se actúa en connivencia con las autoridades, con el Estado".
Sobre la propuesta de la firma Urban Think Tank, dice Negrón que más allá de tratarse de un libro, le parece de una frivolidad impresionante el pretender "homenajear" lo que ha ocurrido con la Torre de David.
El caso también ha sido tratado por Juan José Ovalarría y Ángela Bonadies, quienes a través de fotografías, dibujos y objetos, realizaron en 2010 -el proyecto aún está en proceso- la radiografía La torre de David.
En el sitio www.latorresdedavid.blogspot.com, ambos artistas señalan lo que la construcción y sus realidades reflejan para ellos: "(...) la torre es la imagen de nuestro proyecto moderno, que estalla en el contraste de situaciones pre y posmodernas. Es un relato que vulnera los límites entre ficción y realidad y entre significados tan básicos como amparo-desamparo, seguridad-inseguridad, pared-cortina, ventana-vacío".
El investigador y curador Gerardo Zavarce va más allá en su percepción: "Seleccionar un proyecto de este tipo para la Bienal es sacar de contexto la realidad venezolana, una especie de antropología que opera por una ficción, romántica, que adormece la visión de lo que nos sucede", asegura.
Para Zavarce, lo que subyace en la premiación de Torre de David: gran horizonte es la reafirmación de la mirada neocolonial de Europa hacia el tercer mundo. "Allí hay muertos, accidentes, condiciones de inseguridad, relaciones autocráticas... Todas fueron obviadas. Se descontextualiza el drama, la miseria. Yo me pregunto si en los dibujos de Brillemboug están reflejados los cadáveres que han sido lanzados desde lo alto del edificio a la vía pública", concluye.
Cabría preguntarse, también, qué distancia media entre lo mostrado en Venecia y la realidad de un país que, como decía José Ignacio Cabrujas, está en eterna construcción.
La propuesta galardonada habla de "ocupación" y "reutilización" de una edificación. No de la "invasión" de una propiedad privada que pasó a manos del Estados después de la crisis financiera de 1994.
Hoy en día, la construcción, desvirtuada de su diseño original, alberga a más de 3.500 personas que han adaptado a sus necesidades de servicios básicos una torre pensada para uso financiero.
El veredicto de la Bienal de Venecia reconoce "a los habitantes de Caracas y a sus familias, que han creado una nueva comunidad y una casa a partir de un edificio abandonado e incompleto (...). El jurado elogia a los arquitectos por haber reconocido la potencia de este proyecto de transformación: una comunidad espontánea ha creado una nueva casa y una nueva identidad ocupando Torre David y lo ha hecho con talento y determinación".
Una visión con la que arquitectos como Oscar Tenreiro y Jimmy Alcott, entre otros, no están de acuerdo y que, ciertamente, omite aspectos como los problemas de inseguridad y delincuencia que se han producido dentro y fuera de la otrora Torre Confinanzas.
El arquitecto Marco Negrón opina que la participación venezolana en la bienal ha llegado a niveles lamentables. "Recuerda que lo primero que se llevó a Venecia fue Barrio Adentro, proyecto del que no se discute su impacto social, pero que desde el punto de vista arquitectónico es deplorable", señala.
Y prosigue: "Lo que me irrita es que se ponga a la miseria como un espectáculo. Aquí no se trabaja con proyectos urbanísticos integrales que tomen en consideración aspectos como el empleo y la seguridad. Habría que comenzar por hacer una intervención sociocultural antes de emprender proyectos arquitectónicos".
Para Negrón el caso de la torre de David no representa más que la "explotación de una población por parte de unos señores que manejan eso. Es como lo que ocurre con los pranes en las cárceles: allí adentro se actúa en connivencia con las autoridades, con el Estado".
Sobre la propuesta de la firma Urban Think Tank, dice Negrón que más allá de tratarse de un libro, le parece de una frivolidad impresionante el pretender "homenajear" lo que ha ocurrido con la Torre de David.
El caso también ha sido tratado por Juan José Ovalarría y Ángela Bonadies, quienes a través de fotografías, dibujos y objetos, realizaron en 2010 -el proyecto aún está en proceso- la radiografía La torre de David.
En el sitio www.latorresdedavid.blogspot.com, ambos artistas señalan lo que la construcción y sus realidades reflejan para ellos: "(...) la torre es la imagen de nuestro proyecto moderno, que estalla en el contraste de situaciones pre y posmodernas. Es un relato que vulnera los límites entre ficción y realidad y entre significados tan básicos como amparo-desamparo, seguridad-inseguridad, pared-cortina, ventana-vacío".
El investigador y curador Gerardo Zavarce va más allá en su percepción: "Seleccionar un proyecto de este tipo para la Bienal es sacar de contexto la realidad venezolana, una especie de antropología que opera por una ficción, romántica, que adormece la visión de lo que nos sucede", asegura.
Para Zavarce, lo que subyace en la premiación de Torre de David: gran horizonte es la reafirmación de la mirada neocolonial de Europa hacia el tercer mundo. "Allí hay muertos, accidentes, condiciones de inseguridad, relaciones autocráticas... Todas fueron obviadas. Se descontextualiza el drama, la miseria. Yo me pregunto si en los dibujos de Brillemboug están reflejados los cadáveres que han sido lanzados desde lo alto del edificio a la vía pública", concluye.
Cabría preguntarse, también, qué distancia media entre lo mostrado en Venecia y la realidad de un país que, como decía José Ignacio Cabrujas, está en eterna construcción.
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