Muere la fotógrafa Martine Franck viuda de Herni Cartier-Bresson
La fotógrafa, que estudió Historia del Arte en Madrid antes de continuar sus estudios en París, formaba parte de la agencia Magnum desde 1983 e hizo posible la existencia desde 2002 de la Fundación Herni Cartier-Bresson, de la que era presidenta y que estaba consagrada al hombre con quien se casó en 1970.
Martine Franck perteneció a la agencia Magnum desde 1983 (AFP)
EL UNIVERSAL
viernes 17 de agosto de 2012 03:47 PM
París.- La fotógrafa belga Martine Franck, miembro desde 1983 de la prestigiosa agencia Magnum y viuda del también fotógrafo Henri Cartier-Bresson, falleció tras una enfermedad a los 74 años, informaron hoy los medios galos.
La fotógrafa, que estudió Historia del Arte en Madrid antes de continuar sus estudios en París, formaba parte de la agencia Magnum desde 1983 e hizo posible la existencia desde 2002 de la Fundación Herni Cartier-Bresson, de la que era presidenta y que estaba consagrada al hombre con quien se casó en 1970.
La localidad de Luberon, en el sureste francés, acogerá mañana un íntimo entierro en el lugar donde reposan los restos de su esposo, fallecido en 2004.
La ministra de Cultura de Francia, Aurélie Filippetti, destacó en un comunicado que Franck entregó al mundo "una muy bella y lúcida mirada, la de un testigo que era también un artista".
Nacida en el municipio belga de Anvers, la infancia de Franck discurrió en Estados Unidos e Inglaterra, antes de estudiar Historia del Arte en Madrid y continuar después su formación académica en la Escuela del Louvre.
Se inició en 1963 en la fotografía, una actividad que marcó su vida y la llevó a trabajar con algunas de las publicaciones más prestigiosas del planeta.
Una de sus especialidades fueron los retratos de artistas, lo que la llevó a colocar su objetivo delante de creadores como el español Miquel Barceló, el bielorruso Marc Chagall o el colombiano Fernando Botero, entre otros.
La fotógrafa, que estudió Historia del Arte en Madrid antes de continuar sus estudios en París, formaba parte de la agencia Magnum desde 1983 e hizo posible la existencia desde 2002 de la Fundación Herni Cartier-Bresson, de la que era presidenta y que estaba consagrada al hombre con quien se casó en 1970.
La localidad de Luberon, en el sureste francés, acogerá mañana un íntimo entierro en el lugar donde reposan los restos de su esposo, fallecido en 2004.
La ministra de Cultura de Francia, Aurélie Filippetti, destacó en un comunicado que Franck entregó al mundo "una muy bella y lúcida mirada, la de un testigo que era también un artista".
Nacida en el municipio belga de Anvers, la infancia de Franck discurrió en Estados Unidos e Inglaterra, antes de estudiar Historia del Arte en Madrid y continuar después su formación académica en la Escuela del Louvre.
Se inició en 1963 en la fotografía, una actividad que marcó su vida y la llevó a trabajar con algunas de las publicaciones más prestigiosas del planeta.
Una de sus especialidades fueron los retratos de artistas, lo que la llevó a colocar su objetivo delante de creadores como el español Miquel Barceló, el bielorruso Marc Chagall o el colombiano Fernando Botero, entre otros.
Eduardo Chillida, diez años sin el escultor del hierro
Su familia y sus amigos se reunirán el próximo domingo para homenajearle en el aniversario de su desaparición en Chillida Leku, uno de los sueños que el escultor del hierro hizo realidad cerca de la localidad vasca de Hernani.
Chillida junto a sus obras en hierro (Google)
EL UNIVERSAL
viernes 17 de agosto de 2012 09:17 AM
Madrid.- Metros por encima de la que quizá sea su obra más conocida, el "Peine del Viento", en su casa del Monte Igueldo de San Sebastián, el escultor español Eduardo Chillida murió el 19 de agosto de 2002 a los 78 años. Han pasado 10 desde entonces, 10 años desde que el País Vasco y España perdieron a un referente del arte del siglo XX, al referente de la escultura monumental.
Su familia y sus amigos se reunirán el próximo domingo para homenajearle en el aniversario de su desaparición en Chillida Leku, uno de los sueños que el escultor del hierro hizo realidad cerca de la localidad vasca de Hernani.
En el tiempo transcurrido desde su muerte, ese sueño que el escultor convirtió en realidad se ha ido apagando. En enero de 2011, Chillida Leku cerró sus puertas al público por falta de dinero, arrastrando un déficit importante.
Desde entonces se mantiene como colección privada que puede ser visitada por investigadores y estudiosos. Aunque la familia, según afirma, sigue abriendo las puertas a quienes manifiestan un gran interés por visitarlo. Desde su inauguración, en el año 2000, hasta su cierre lo visitaron más de 800.000 personas.
Las negociaciones entre los sucesores del artista y las instituciones públicas para intentar reabrir el museo han sido infructuosas y han dejado una sensación de malestar.
En el acto de recuerdo al escultor en Chillida Leku no habrá representación institucional. "Nadie ha contactado con nosotros, así que no estarán", dijo a dpa Ignacio Chillida, uno de los ocho hijos del escultor.
El caserío Zabalaga, del siglo XVI, y el jardín de 12 hectáreas con hayas y magnolios que conforman Chillida Leku (el lugar de Chillida, en vasco) recibirán el domingo entre otros a la soprano Ainhoa Arteta, al compositor y cantautor Amancio Prada y al violonchelista Iagova Fanlo, que pondrán voz y música al servicio del recuerdo del artista.
Allí se recitarán también textos que, bajo el título "100 palabras para Chillida", más de 120 amigos y familiares han escrito sobre él -más sobre el Chillida hombre que sobre el Chillida artista, del que ya se ha dicho todo o casi todo- y que se han recopilado en un libro emotivo, ilustrado con dibujos del escultor.
El homenaje llega en un año en el que la familia y la Fundación Chillida Belzunce, creada en su día por él y por su mujer, le están rindiendo un tributo sin fronteras. "Soy como un árbol, con las raíces en un país y las ramas abiertas al mundo", decía el escultor. Y su recuerdo, a lo largo de este año conmemorativo, ha pasado ya o pasará aún por ciudades como París, Londres, Helsinki, Seúl y Berlín.
Chillida diseminó su obra por el mundo, en espacios abiertos de numerosas lugares en los que se ha integrado hasta formar parte de ellos. Sacó las esculturas, gigantescas, de los museos para que tomaran la calle y se acercaran a todo aquel que lo deseara. Ahí están "Gure Aitaren Etxea", en Guernica, o la pieza en la plaza de la Cancillería en Berlín, a la que da título el nombre de la capital germana y que realizó como símbolo de la reunificación alemana.
Su carrera como artista había comenzado por un mal golpe del destino, que con el tiempo se reveló fundamental.
Arquero de la Real Sociedad, a Chillida se le auguraba un futuro brillante en el equipo de fútbol de San Sebastián cuando una lesión en la pierna truncó ese sueño.
Tiempo después acabó haciendo las maletas, abandonando sus estudios de arquitectura y marchándose a París. Y allí comenzó su camino de escultor, en el que en un inicio se dedicó a la escultura figurativa. Luego, tras su regreso a España, aprendió a manejar el hierro en una fragua. En 1951 hizo su primera escultura en ese metal: "Ilarik". "Así encontré mi sitio", dijo en alguna ocasión.
En España fue ignorado durante unos años y tuvo más éxito en países como Francia y Alemania. En 1958 fue distinguido con el gran Premio Internacional de Escultura en la Bienal de Venecia. A partir de ahí, recibiría muchos de los premios más importantes del mundo del arte: el Kandinsky, el premio Europa de las Bellas Artes, el Gran Premio de las Artes de Francia, el Premio Imperial de Japón...
"El arte está ligado a lo que no está hecho, a lo que todavía no creas. Es algo que está fuera de ti, que está más adelante y tú tienes que buscarlo", dijo en alguna ocasión.
El escultor trabajaba por encargo, hasta que conoció Zabalaga y se enamoró del caserío. Él y su mujer lo compraron en la primera mitad de la década de los 80. Y el artista comenzó entonces a esculpir piezas enormes para colocarlas en el jardín.
Más de diez años duraron los trabajos para reconstruir el edificio y convertir la finca en Chillida Leku, que más que un museo es una obra en sí mismo. Fue inaugurado por el propio escultor en el año 2000, cuando el Alzheimer ya se había manifestado.
Aquella fue su última aparición pública. Fue entonces cuando presentó al País Vasco, a España y al mundo una fusión de arte y naturaleza en un ambiente casi místico. Allí, junto a un magnolio, descansan desde hace 10 años sus cenizas. Y allí es donde tendrá lugar el acto central de los 10 años sin él.
Su familia y sus amigos se reunirán el próximo domingo para homenajearle en el aniversario de su desaparición en Chillida Leku, uno de los sueños que el escultor del hierro hizo realidad cerca de la localidad vasca de Hernani.
En el tiempo transcurrido desde su muerte, ese sueño que el escultor convirtió en realidad se ha ido apagando. En enero de 2011, Chillida Leku cerró sus puertas al público por falta de dinero, arrastrando un déficit importante.
Desde entonces se mantiene como colección privada que puede ser visitada por investigadores y estudiosos. Aunque la familia, según afirma, sigue abriendo las puertas a quienes manifiestan un gran interés por visitarlo. Desde su inauguración, en el año 2000, hasta su cierre lo visitaron más de 800.000 personas.
Las negociaciones entre los sucesores del artista y las instituciones públicas para intentar reabrir el museo han sido infructuosas y han dejado una sensación de malestar.
En el acto de recuerdo al escultor en Chillida Leku no habrá representación institucional. "Nadie ha contactado con nosotros, así que no estarán", dijo a dpa Ignacio Chillida, uno de los ocho hijos del escultor.
El caserío Zabalaga, del siglo XVI, y el jardín de 12 hectáreas con hayas y magnolios que conforman Chillida Leku (el lugar de Chillida, en vasco) recibirán el domingo entre otros a la soprano Ainhoa Arteta, al compositor y cantautor Amancio Prada y al violonchelista Iagova Fanlo, que pondrán voz y música al servicio del recuerdo del artista.
Allí se recitarán también textos que, bajo el título "100 palabras para Chillida", más de 120 amigos y familiares han escrito sobre él -más sobre el Chillida hombre que sobre el Chillida artista, del que ya se ha dicho todo o casi todo- y que se han recopilado en un libro emotivo, ilustrado con dibujos del escultor.
El homenaje llega en un año en el que la familia y la Fundación Chillida Belzunce, creada en su día por él y por su mujer, le están rindiendo un tributo sin fronteras. "Soy como un árbol, con las raíces en un país y las ramas abiertas al mundo", decía el escultor. Y su recuerdo, a lo largo de este año conmemorativo, ha pasado ya o pasará aún por ciudades como París, Londres, Helsinki, Seúl y Berlín.
Chillida diseminó su obra por el mundo, en espacios abiertos de numerosas lugares en los que se ha integrado hasta formar parte de ellos. Sacó las esculturas, gigantescas, de los museos para que tomaran la calle y se acercaran a todo aquel que lo deseara. Ahí están "Gure Aitaren Etxea", en Guernica, o la pieza en la plaza de la Cancillería en Berlín, a la que da título el nombre de la capital germana y que realizó como símbolo de la reunificación alemana.
Su carrera como artista había comenzado por un mal golpe del destino, que con el tiempo se reveló fundamental.
Arquero de la Real Sociedad, a Chillida se le auguraba un futuro brillante en el equipo de fútbol de San Sebastián cuando una lesión en la pierna truncó ese sueño.
Tiempo después acabó haciendo las maletas, abandonando sus estudios de arquitectura y marchándose a París. Y allí comenzó su camino de escultor, en el que en un inicio se dedicó a la escultura figurativa. Luego, tras su regreso a España, aprendió a manejar el hierro en una fragua. En 1951 hizo su primera escultura en ese metal: "Ilarik". "Así encontré mi sitio", dijo en alguna ocasión.
En España fue ignorado durante unos años y tuvo más éxito en países como Francia y Alemania. En 1958 fue distinguido con el gran Premio Internacional de Escultura en la Bienal de Venecia. A partir de ahí, recibiría muchos de los premios más importantes del mundo del arte: el Kandinsky, el premio Europa de las Bellas Artes, el Gran Premio de las Artes de Francia, el Premio Imperial de Japón...
"El arte está ligado a lo que no está hecho, a lo que todavía no creas. Es algo que está fuera de ti, que está más adelante y tú tienes que buscarlo", dijo en alguna ocasión.
El escultor trabajaba por encargo, hasta que conoció Zabalaga y se enamoró del caserío. Él y su mujer lo compraron en la primera mitad de la década de los 80. Y el artista comenzó entonces a esculpir piezas enormes para colocarlas en el jardín.
Más de diez años duraron los trabajos para reconstruir el edificio y convertir la finca en Chillida Leku, que más que un museo es una obra en sí mismo. Fue inaugurado por el propio escultor en el año 2000, cuando el Alzheimer ya se había manifestado.
Aquella fue su última aparición pública. Fue entonces cuando presentó al País Vasco, a España y al mundo una fusión de arte y naturaleza en un ambiente casi místico. Allí, junto a un magnolio, descansan desde hace 10 años sus cenizas. Y allí es donde tendrá lugar el acto central de los 10 años sin él.
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