En nutrida agenda, el papa Francisco reitera el objetivo ecuménico e interreligioso
Recibe a Dilma Rousseff, Bartolomé I, Hilarión, Di Segni y otros líderes religiosos. Mañana, el premio nóbel Pérez Esquivel
Por H. Sergio Mora
CIUDAD DEL VATICANO, 20 de marzo de 2013 (Zenit.org) - El papa Francisco tuvo esta mañana una nutrida agenda. Tras recibir en el Vaticano a la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff (ver: http://www.zenit.org/ article-44992?l=spanish), encontró a los “delegados fraternos de Iglesias, y comunidades eclesiales”.
Primero recibibió a Bartolomé I, patriarca ecuménico de Constantinopla, que asitió a la ceremonia de inicio del pontificado. A continuación estuvo con el metropolita ruso Hilarión, 'canciller' del patriarcado de Moscú y de todas las Rusias.
En la Sala Clementina tuvo lugar el encuentro con líderes y representantes de otras religiones. Y la última audiencia fue con el director ejecutivo del Latin American Jewish Congress, Claudio Epelman.
Un nutrido programa de encuentros que seguirá este jueves, cuando Francisco encontrará al premio nóbel de la Paz argentino, Pérez Esquivel, quien días atrás desmintió categóricamente las acusaciones que intentaban vincular al papa Francisco con la dictadura militar de su país.
El viernes recibirá en audiencia al cuerpo diplomático y el sábado visitará en Castel Gandolfo a su santidad Benedicto XVI.
A medio día, en la Sala Clementina, en un ambiente muy distendido se celebró el encuentro interreligioso. Francisco estaba sentado en una silla tapizada de color unido claro, tipo Luis XII, mucho más austera del trono dorado que generalmente se usa, encima de una sencilla tarima. Detrás de él, en mármol, estaba el escudo del Vaticano con las llaves de San Pedro.
En nombre de todos los presentes el patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, saludó a Francisco, indicando la necesidad de las Iglesias de alejarse de la mundanidad y promover la unidad entre los cristianos.
Francisco, le agradeció llamándole sucesor del apóstol Andrés, “Mi hermano Andrés”. Y, afirmó que gracias a la presencia de los representantes de las diversas comunidades a la Misa de ayer, sentía “de forma todavía más fuerte la oración por la unidad entre los creyentes en Cristo y, al mismo tiempo, se podía entrever, de alguna manera, su realización plena que depende del plan de Dios y de nuestra leal colaboración”.
También significativa la presencia del metropolita Hilarión, enviado por el Patriarcado de Moscú, portando una carta del patriarca de todas las Rusias Kirill y regalando un bellísimo icono de la Virgen con el Niño. Como se sabe, Juan Pablo II deseó visitar Rusia y no fue posible. Aunque las relaciones con el Patriarcado de Moscú mejoraron con Benedicto XVI, tampoco pudo ser. Esta presencia del metropolita Hilarión abre de nuevo la esperanza para los católicos rusos.
Francisco manifestó “particular alegría de encontrarme hoy con ustedes, delegados de las Iglesias Ortodoxas Orientales y de las comunidades eclesiales de Occidente.
El santo padre pronunció con voz tranquila su discurso, que muchas veces parecía más hablado que leído.
A su derecha e izquierda se sentaron los líderes y representantes de las diversas religiones, con sus indumentos característicos: el traje normal con la kipá; las túnicas negras de los ortodoxos, con el velo que les distingue, blanco o negro, con su cadena y medallón; los musulmanes, algunos de traje y corbata, y otros de túnica blanca con fez rojo.
El santo padre saludó también a los pertenecientes a otras tradiciones religiosas, a los musulmanes “que adoran al Dios, único viviente y misericordioso, y lo invocan en la oración”.
“Deseo asegurar --les dijo a todos los presentes- el camino de mis predecesores, la firme voluntad de proseguir en el camino del diálogo ecuménico”.
Y les invitó a dar “testimonio de la verdad, bondad y la belleza de Dios”. Reiteró también el compromiso de la Iglesia en promover la amistad y el respeto de los pueblos, la unidad de los cristianos y el diálogo con las religiones monoteístas: judíos, musulmanes. Pero también de quienes tienen otras religiones o ninguna.
“Después del intercambio de cartas entre el obispo de Roma y el rabino Di Segni --se lee en la web de la comunidad judía de Roma- y de los cordiales saludos con toda la comunidad judía de la capital, se tuvo un primer encuentro directo”. Y añade que “Bergoglio subrayó la importancia del diálogo con el hebraísmo, confirmando la voluntad de seguir en la vía del diálogo, partiendo de las bases puestas por el Concilio Vaticano II”, con “el deseo de encontrarse nuevamente en breve para promover nuevos pasos en la vía del diálogo”.
El obispo Munib Younan, presidente della Federación Luterana Mundial dijo a los micrófonos de Radio Vaticano que hay que ser realistas sobre este papa y no esperar pocas cosas. “Hay grandes expectativas por parte de todos”, y que “es un buen síntoma que el nuevo papa venga desde el Sur”. Así como la “humildad que lo caracteriza y que muestra el mundo”.
Primero recibibió a Bartolomé I, patriarca ecuménico de Constantinopla, que asitió a la ceremonia de inicio del pontificado. A continuación estuvo con el metropolita ruso Hilarión, 'canciller' del patriarcado de Moscú y de todas las Rusias.
En la Sala Clementina tuvo lugar el encuentro con líderes y representantes de otras religiones. Y la última audiencia fue con el director ejecutivo del Latin American Jewish Congress, Claudio Epelman.
Un nutrido programa de encuentros que seguirá este jueves, cuando Francisco encontrará al premio nóbel de la Paz argentino, Pérez Esquivel, quien días atrás desmintió categóricamente las acusaciones que intentaban vincular al papa Francisco con la dictadura militar de su país.
El viernes recibirá en audiencia al cuerpo diplomático y el sábado visitará en Castel Gandolfo a su santidad Benedicto XVI.
A medio día, en la Sala Clementina, en un ambiente muy distendido se celebró el encuentro interreligioso. Francisco estaba sentado en una silla tapizada de color unido claro, tipo Luis XII, mucho más austera del trono dorado que generalmente se usa, encima de una sencilla tarima. Detrás de él, en mármol, estaba el escudo del Vaticano con las llaves de San Pedro.
En nombre de todos los presentes el patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, saludó a Francisco, indicando la necesidad de las Iglesias de alejarse de la mundanidad y promover la unidad entre los cristianos.
Francisco, le agradeció llamándole sucesor del apóstol Andrés, “Mi hermano Andrés”. Y, afirmó que gracias a la presencia de los representantes de las diversas comunidades a la Misa de ayer, sentía “de forma todavía más fuerte la oración por la unidad entre los creyentes en Cristo y, al mismo tiempo, se podía entrever, de alguna manera, su realización plena que depende del plan de Dios y de nuestra leal colaboración”.
También significativa la presencia del metropolita Hilarión, enviado por el Patriarcado de Moscú, portando una carta del patriarca de todas las Rusias Kirill y regalando un bellísimo icono de la Virgen con el Niño. Como se sabe, Juan Pablo II deseó visitar Rusia y no fue posible. Aunque las relaciones con el Patriarcado de Moscú mejoraron con Benedicto XVI, tampoco pudo ser. Esta presencia del metropolita Hilarión abre de nuevo la esperanza para los católicos rusos.
Francisco manifestó “particular alegría de encontrarme hoy con ustedes, delegados de las Iglesias Ortodoxas Orientales y de las comunidades eclesiales de Occidente.
El santo padre pronunció con voz tranquila su discurso, que muchas veces parecía más hablado que leído.
A su derecha e izquierda se sentaron los líderes y representantes de las diversas religiones, con sus indumentos característicos: el traje normal con la kipá; las túnicas negras de los ortodoxos, con el velo que les distingue, blanco o negro, con su cadena y medallón; los musulmanes, algunos de traje y corbata, y otros de túnica blanca con fez rojo.
El santo padre saludó también a los pertenecientes a otras tradiciones religiosas, a los musulmanes “que adoran al Dios, único viviente y misericordioso, y lo invocan en la oración”.
“Deseo asegurar --les dijo a todos los presentes- el camino de mis predecesores, la firme voluntad de proseguir en el camino del diálogo ecuménico”.
Y les invitó a dar “testimonio de la verdad, bondad y la belleza de Dios”. Reiteró también el compromiso de la Iglesia en promover la amistad y el respeto de los pueblos, la unidad de los cristianos y el diálogo con las religiones monoteístas: judíos, musulmanes. Pero también de quienes tienen otras religiones o ninguna.
“Después del intercambio de cartas entre el obispo de Roma y el rabino Di Segni --se lee en la web de la comunidad judía de Roma- y de los cordiales saludos con toda la comunidad judía de la capital, se tuvo un primer encuentro directo”. Y añade que “Bergoglio subrayó la importancia del diálogo con el hebraísmo, confirmando la voluntad de seguir en la vía del diálogo, partiendo de las bases puestas por el Concilio Vaticano II”, con “el deseo de encontrarse nuevamente en breve para promover nuevos pasos en la vía del diálogo”.
El obispo Munib Younan, presidente della Federación Luterana Mundial dijo a los micrófonos de Radio Vaticano que hay que ser realistas sobre este papa y no esperar pocas cosas. “Hay grandes expectativas por parte de todos”, y que “es un buen síntoma que el nuevo papa venga desde el Sur”. Así como la “humildad que lo caracteriza y que muestra el mundo”.
Algunos perseguidos de Venezuela y Paraguay lo pueden contar gracias a Bergoglio
Revelaciones del jesuita Luis Ugalde desde Caracas
Por Redacción
MADRID, 20 de marzo de 2013 (Zenit.org) - El sacerdote jesuita Luis Ugalde, director del Centro de Reflexión y Planificación Educativa, de Caracas, Venezuela, conoció al papa Francisco hace treinta años, en 1983, informa hoy el diario El Nacional de Caracas. El jesuita, que dirige uno de los más prestigiosos centros de investigación social del país caribeño, ha contado una serie de hechos en los que el actual papa Francisco salvó la vida de varios perseguidos políticos.
Profundizaron la amistad y el intercambio epistolar a finales de la década de los ochenta. Pero fue entre 2002 y 2003, en plena crisis política venezolana, cuando Jorge Bergoglio --por solicitud del padre Ugalde- tendió la mano a varios venezolanos que necesitaron salir del país, entre ellos, Asdrúbal Aguiar, destacado intelectual venezolano que tuvo un paso breve por la política en el partido social cristiano COPEI y que actualmente es profesor de Derecho Internacional Público, entre otras asignaturas, en la Universidad Católica Andrés Bello en Venezuela, regida por los jesuitas.
Entonces, Bergoglio mostró una de las cualidades que, de acuerdo con el padre Ugalde, le será de gran ayuda en la tarea de liderar la Iglesia en tiempos de turbulencia: el trato humano, sencillo, cálido y la capacidad para ponerse en los zapatos del otro.
Corazón cercano y mano firme resumen, afirma Ugalde, el perfil del papa Francisco; ambas herramientas, indispensables para conducir y afrontar los señalamientos y retos a que hoy está sometida la religión católica.
Ugalde recordó que su primer encuentro con el papa Francisco ocurrió con ocasión de la Congregación General de los jesuitas.
"Nos conocimos cuando él terminó de ser provincial de los jesuitas en Argentina, que lo fue en la década de los setenta, y yo comenzaba a ser provincial de los jesuitas en Venezuela, en 1983. Asistimos juntos a la Congregación General, en la que elegimos al padre general Peter-Hans Kolvenbach. Nuestro encuentro no fue tan personal porque había otros doscientos delegados".
Relata que poco después, a finales de los ochenta, tuvo la oportunidad de conocer mejor al papa Francisco. "En Venezuela había sido nuncio apostólico Ubaldo Calabresi, con quien tuve una relación muy especial porque nos ayudó mucho en una época de tensión, cuando yo era director del Centro Gumilla. Luego, a finales de los ochenta, Calabresi fue designado nuncio en Argentina, y yo viajé a dictar unas conferencias. Me invitó a comer junto a Jorge Bergoglio. El momento fue especial, pues almorzamos los tres y conversamos largo rato".
Recuerda que entre 2002 y 2003 le escribió en varias oportunidades con el fin de solicitarle ayuda para venezolanos que se encontraban en una situación política difícil. "Me interesaba mucho, entre otros, que recibiera a Asdrúbal Aguiar, y él lo hizo de manera muy personal, que es una de las dimensiones del nuevo pontífice: esa atención especial, de afecto, con el que asume el trato con otras personas".
Refiere que otra cualidad que destaca del Papa son sus convicciones y su firmeza interior: "El mundo espera que nombre el Evangelio con firmeza, pero que al mismo tiempo no atropelle a los piensan diferente. Eso lo pudimos ver el otro día, en su reunión con los periodistas, cuando en lugar de hacer la bendición cristiana ofreció una bendición interior, de respeto a los que eran no creyentes".
Sobre las críticas hacia el papa en Argentina por la situación de los jesuitas perseguidos durante la dictadura, el padre Ugalde recordó que el premio nobel argentino Adolfo Pérez Esquivel dijo claramente que el padre Bergoglio no fue cómplice de los militares. El jesuita español José Luis Caravias, expulsado de Paraguay por Stroessner ha dicho que aún vive gracias a Bergoglio.
"En general, con contadas excepciones, la jerarquía católica argentina no estuvo a la altura durante la dictadura. Bergoglio siempre ha señalado que hizo lo que pudo, pero con una dictadura tan dura como la argentina, nunca se sabe si haces todo lo que puedes. Dijo que le hubiera gustado hacer más. Por lo que he leído, los jesuitas fueron brutalmente tratados por el gobierno y algunos se valen de eso para atacarlo, porque él era el superior de los jesuitas. Hay que considerar que los gobiernos no hacen lo que uno les pide y yo podría contar casos muy concretos en Venezuela, sin tener el grado de represión y dictadura de allá, en los que me tocó hablar con un ministro del Interior y salir con la convicción de que no me hicieron ningún caso".
En relación al nombre elegido por el pontífice, el padre Ugalde señala que es el mejor signo: "En primer lugar, Francisco de Asís, es un santo muy elocuente. San Francisco llega al corazón de la gente más sencilla. Me parece que es una elección extraordinaria porque es un símbolo en el que sólo el nombre vale más que todas las predicaciones. Es un santo muy amable, pero de convicciones evangélicas muy radicales".
Añade que el papa Francisco tiene la tarea de cambiar muchas cosas en la Iglesia: "Algunas se han acumulado a lo largo de mil años, de una corte palaciega en el estilo externo, que no siempre deja ver y traducir el Evangelio, para el cual el símbolo de san Francisco es muy importante".
San Francisco resume, dice Ugalde, carácter y firmeza, pero a la vez sencillez y austeridad. "Vamos a tener un papa que no va a ser cortesano ni palaciego, que va a tratar de acercarse a los hombres y mujeres de la calle", concluye.
Profundizaron la amistad y el intercambio epistolar a finales de la década de los ochenta. Pero fue entre 2002 y 2003, en plena crisis política venezolana, cuando Jorge Bergoglio --por solicitud del padre Ugalde- tendió la mano a varios venezolanos que necesitaron salir del país, entre ellos, Asdrúbal Aguiar, destacado intelectual venezolano que tuvo un paso breve por la política en el partido social cristiano COPEI y que actualmente es profesor de Derecho Internacional Público, entre otras asignaturas, en la Universidad Católica Andrés Bello en Venezuela, regida por los jesuitas.
Entonces, Bergoglio mostró una de las cualidades que, de acuerdo con el padre Ugalde, le será de gran ayuda en la tarea de liderar la Iglesia en tiempos de turbulencia: el trato humano, sencillo, cálido y la capacidad para ponerse en los zapatos del otro.
Corazón cercano y mano firme resumen, afirma Ugalde, el perfil del papa Francisco; ambas herramientas, indispensables para conducir y afrontar los señalamientos y retos a que hoy está sometida la religión católica.
Ugalde recordó que su primer encuentro con el papa Francisco ocurrió con ocasión de la Congregación General de los jesuitas.
"Nos conocimos cuando él terminó de ser provincial de los jesuitas en Argentina, que lo fue en la década de los setenta, y yo comenzaba a ser provincial de los jesuitas en Venezuela, en 1983. Asistimos juntos a la Congregación General, en la que elegimos al padre general Peter-Hans Kolvenbach. Nuestro encuentro no fue tan personal porque había otros doscientos delegados".
Relata que poco después, a finales de los ochenta, tuvo la oportunidad de conocer mejor al papa Francisco. "En Venezuela había sido nuncio apostólico Ubaldo Calabresi, con quien tuve una relación muy especial porque nos ayudó mucho en una época de tensión, cuando yo era director del Centro Gumilla. Luego, a finales de los ochenta, Calabresi fue designado nuncio en Argentina, y yo viajé a dictar unas conferencias. Me invitó a comer junto a Jorge Bergoglio. El momento fue especial, pues almorzamos los tres y conversamos largo rato".
Recuerda que entre 2002 y 2003 le escribió en varias oportunidades con el fin de solicitarle ayuda para venezolanos que se encontraban en una situación política difícil. "Me interesaba mucho, entre otros, que recibiera a Asdrúbal Aguiar, y él lo hizo de manera muy personal, que es una de las dimensiones del nuevo pontífice: esa atención especial, de afecto, con el que asume el trato con otras personas".
Refiere que otra cualidad que destaca del Papa son sus convicciones y su firmeza interior: "El mundo espera que nombre el Evangelio con firmeza, pero que al mismo tiempo no atropelle a los piensan diferente. Eso lo pudimos ver el otro día, en su reunión con los periodistas, cuando en lugar de hacer la bendición cristiana ofreció una bendición interior, de respeto a los que eran no creyentes".
Sobre las críticas hacia el papa en Argentina por la situación de los jesuitas perseguidos durante la dictadura, el padre Ugalde recordó que el premio nobel argentino Adolfo Pérez Esquivel dijo claramente que el padre Bergoglio no fue cómplice de los militares. El jesuita español José Luis Caravias, expulsado de Paraguay por Stroessner ha dicho que aún vive gracias a Bergoglio.
"En general, con contadas excepciones, la jerarquía católica argentina no estuvo a la altura durante la dictadura. Bergoglio siempre ha señalado que hizo lo que pudo, pero con una dictadura tan dura como la argentina, nunca se sabe si haces todo lo que puedes. Dijo que le hubiera gustado hacer más. Por lo que he leído, los jesuitas fueron brutalmente tratados por el gobierno y algunos se valen de eso para atacarlo, porque él era el superior de los jesuitas. Hay que considerar que los gobiernos no hacen lo que uno les pide y yo podría contar casos muy concretos en Venezuela, sin tener el grado de represión y dictadura de allá, en los que me tocó hablar con un ministro del Interior y salir con la convicción de que no me hicieron ningún caso".
En relación al nombre elegido por el pontífice, el padre Ugalde señala que es el mejor signo: "En primer lugar, Francisco de Asís, es un santo muy elocuente. San Francisco llega al corazón de la gente más sencilla. Me parece que es una elección extraordinaria porque es un símbolo en el que sólo el nombre vale más que todas las predicaciones. Es un santo muy amable, pero de convicciones evangélicas muy radicales".
Añade que el papa Francisco tiene la tarea de cambiar muchas cosas en la Iglesia: "Algunas se han acumulado a lo largo de mil años, de una corte palaciega en el estilo externo, que no siempre deja ver y traducir el Evangelio, para el cual el símbolo de san Francisco es muy importante".
San Francisco resume, dice Ugalde, carácter y firmeza, pero a la vez sencillez y austeridad. "Vamos a tener un papa que no va a ser cortesano ni palaciego, que va a tratar de acercarse a los hombres y mujeres de la calle", concluye.
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