Albersidades
Monerías
Y, ya que la proposición surgió con motivo de la primera discusión de la Ley Contra la Discriminación Racial, deberían también sancionar a quien llame "negro" o "catire" a otro. Y en las familias donde haya un familiar de piel algo más oscura que la de los demás, debería ser castigado quien lo llame "el negro" o "la negra", así sea por cariño. Con lo cual, perderemos una simpática costumbre.
Mi abuelo solía decir que si se sacudía con suficiente fuerza el árbol genealógico de cualquier venezolano, de algunas ramas caerían seguramente un africano y un indio. Hasta afirma el historiador Herbert Morote que "Bolívar tenía un color levemente moreno que podía delatar un antepasado negro" y que "el único cuadro en que lo pintaron tal como era su color le fue devuelto al pintor y nunca se exhibió en público."
De prosperar la propuesta, el gobierno deberá alterar la historia (lo cual no le cuesta mucho) para que a Pedro Camejo deje de llamársele "Negro Primero", el Parque "Negra Hipólita" deberá ser rebautizado, y estará prohibido el monólogo de Emilio Lovera donde menciona a la "Negra Matea". Tampoco podrá el narrador "Beto" Perdomo llamar "Perla Negra" a su compañero de transmisiones de béisbol.
Pensándolo bien, a los venezolanos no nos interesa, ni nos ha interesado nunca, una ley contra la discriminación racial. Y a uno le parece que esta discusión es absolutamente inútil, como inútil ha venido siendo desde hace once años ese conglomerado de rémoras que se reúne solamente para decir amén a las disposiciones del "máximo líder de la revolución". ¿Desde cuándo hay en este país discriminación racial? ¿Acaso se limita a alguien el acceso a la educación o al puesto de trabajo por el color de su piel? Por supuesto que hay personas prejuiciadas en cuanto a la tez de los demás, pero suman una despreciable minoría que no amerita tan necia e irrelevante discusión, que hasta incluya un artículo prohibiendo llamar "mono" a alguien.
Mucho más interesante, por ejemplo, nos parece que los señores de la Asamblea discutan sobre cómo el señor Makled llegó a tener tanta influencia, o cómo obtuvo credenciales de alto funcionario policial, para presuntamente poder movilizar su droga y sacarla al mercado exterior sin impedimento alguno.
Pero eso no conviene a las altas esferas del poder, y los diputados del PSUV se niegan rotundamente:
Se pisarían demasiados y muy influyentes callos.
peterkalbers@yahoo.com
DOMINGO 6 DE MARZO DE 2011
“EL NUDO DESHECHO: COMPENDIO GENEALÓGICO DE EL LIBERTADOR”.
El autor, de forma amena y rigurosa, desvela el misterio de la bisabuela desconocida de Bolívar, que tanta tinta ha hecho correr, llegando a la conclusión de que se trata de Doña María Martínez de Cerrada, mujer que no era ni india ni negra como algunos apuntaron en su día. Doña María, hija de un encomendero, tuvo una hija natural de Don Francisco Marín de Narváez, Doña Josefa Marín de Narváez, la rica abuela de El Libertador.
Doña Josefa, nacida en 1668 y registrada como “expósita”, fue reconocida a corta edad por su padre, quien en su testamento, descubierto por Herrera-Vaillant en el Archivo Histórico de Protocolos de Madrid, la nombró heredera universal, aunque no identificó a la madre de la niña, diciendo solamente de ella que se trataba de “una doncella principal”. De ahí el misterio y el anonimato de alguien, perteneciente a una familia importante, que necesitaba “preservar su decencia”.
El misterio de la bisabuela de Bolívar se conoce como “el nudo de la Marín” porque el abuelo de El Libertador usó esa expresión en una carta dirigida a uno de sus hijos para referirse a la dificultad que ello suponía para su propósito de obtener un título nobiliario.
Abajo a la derecha: el autor con Francisco Manuel y Mary Loly de las Heras, en Caracas. |
Un dato curioso que consigna el autor es
que el 98% de la sangre de El Libertador es europea, sobre todo española (90%), con
antepasados gallegos, vascos y canarios. Contrariamente a algunas versiones que ahora se quiere hacer circular, Simón Bolívar solo tenía unas gotas de sangre indígena, que se remonta a sus ascentros en el siglo XVI, y ninguna gota de sangre africana. Esto, en sí, no es ni bueno ni malo, es sencillamente la verdad histórica.
Obra de fácil lectura, pese a ser un tratado de genealogía, se lee con el interés de una novela detectivesca hasta llegar a desentrañar “el nudo de la Marín”. La descendencia colateral de Bolívar, totalmente actualizada y al día, es magistral.
El misterio de una tatarabuela
de El Libertador empieza a
aclararse
El genealogista, historiador, escritor y periodista venezolano Antonio Herrera-Vaillant, que en su último libro devela un misterio sobre los orígenes de El Libertador Simón Bolívar, afirma que la genealogía no es una ciencia de chismosos ni para vanidosos, sino que tiene una función social.
Después de mucho investigar, Herrera-Vaillant, de origen cubano y argentino, ha llegado a la conclusión de que la tatarabuela desconocida de Bolívar (1783-1830), una figura que ha dado mucho que hablar y que escribir a detractores, partidarios y biógrafos de El Libertador, fue María Martínez de Cerrada.
En su recién publicado “El nudo deshecho: compendio genealógico de El Libertador”, de 547 páginas, añade que esa mujer no era ni india ni negra como algunos apuntaron en su día con ánimo de “descalificar” al hombre que contribuyó a la independencia de las actuales Bolivia, Colombia, Ecuador, Panamá, Perú y Venezuela.
María fue hija de un encomendero y tuvo una hija natural con Francisco Marín de Narváez, Josefa Marín de Narváez, la rica abuela de Bolívar, de la que éste heredó las minas de Aroa, declaró el genealogista en una entrevista con Efe en Bogotá.
Josefa Marín de Narváez, nacida en 1668 y registrada como “expósita”, fue reconocida a corta edad por su padre, quien en su testamento, descubierto por Herrera Vaillant en el Archivo Histórico de Protocolos de Madrid, la nombró su heredera universal.
El tatarabuelo no identificó legalmente a la madre de la niña, solo dijo que era “una doncella principal”, pero el autor de “El nudo deshecho” está convencido de que fue María Martínez de Cerrada, de quien Marín de Narváez se acordó en su testamento, pues le legó algún dinero a condición de que se metiera monja o se casase.
La dama decidió esta última opción, a pesar de ser la que menos dinero le reportaba, señala Herrera-Vaillant, cuya teoría ha recibido el aval del español Javier Goméz de Olea, entre otros respetados genealogistas.
El libro ha sido publicado por la Academia de Historia de Venezuela y el Instituto Venezolano de Genealogía.
El misterio de la tatarabuela de Bolívar se conoce como “el nudo de la Marín” porque el abuelo de El Libertador usó esa expresión en una carta dirigida a uno de sus hijos para referirse a la dificultad que ello suponía para su propósito de obtener un título nobiliario.
Para Herrera-Vaillant, sin embargo, en genealogía es “absurdo” hablar de “pureza racial”.
En el caso de El Libertador, el 98% de su sangre es europea, sobre todo española (90%), con antepasados gallegos, vascos y canarios, fundamentalmente, afirma.
Tenía solo unas gotas de sangre indígena que se remontan a sus ancestros en el siglo XVI, agrega el especialista, al que no le sorprende que los detractores de Bolívar trataran de enlodar su figura con referencias a supuestos orígenes indígenas o africanos.
Un historiador describió como una “negra tinta” a la tatarabuela misteriosa y al mismo Bolívar le llamaban “zambo” y le señalaban su pelo ensortijado.
Al igual que hoy, en las colonias había “discriminación racial” y la practicaban también los que buscaban la independencia de España.
El libro trata también de la descendencia de los herederos de Bolívar hasta nuestros días. El Libertador no tuvo hijos e hizo sus herederos a los vástagos, también los naturales, de sus hermanos.
Pese a la fama de chismosos y cultivadores de la vanidad ajena que tienen los genealogistas, para Herrera-Vaillant ésa es una ciencia “importante” para la sociedad porque se relaciona, y no por “gazmoñería” o cuestiones morales, con la importancia de los núcleos familiares como transmisores de valores e impulsores de la superación personal del individuo, además de con la Historia.
Hoy en día se vive una democratización de esa ciencia en base a la creencia de que todo el mundo tiene genealogía, no solo los que están más altos en la escala social, dice.
Además, a diferencia de la tradicional, la genealogía “democrática” está volcada en descubrir la realidad objetiva de los ascendentes de una persona o familia, no a “disfrazarla ni maquillarla” ni a mantener “tabúes”, destaca el experto.
“Hacerse una genealogía falsa es una especie de onanismo”, subraya, para a continuación referirse con mayor benevolencia a las abuelas, que -dice- generalmente suelen “embellecer” los árboles genealógicos. EFE
...se devanan los sesos buscando en el político del siglo XIX el origen del socialismo del siglo XXI...
El tema advertido por el título ofrece problemas: no es poca la documentación que lo ilustra y se carece ahora de espacio para un tratamiento exhaustivo. La abundancia de fuentes sobre la esclavitud remite a su contradictorio tratamiento durante la Independencia, hasta el punto de que no se llegó entonces a solucionar el terrible problema de la servidumbre de los seres humanos; y tal vez no sea un periódico lugar aconsejable para un análisis susceptible de conducir a conclusiones definitivas. Sin embargo, dos motivos sugieren su tratamiento, así sea de manera superficial: el problema de la discriminación de los afrodescendientes, sobre el cual vuelve la "revolución" con el objeto de eliminarlo mediante la promulgación de una ley; y la supuesta inspiración que encuentra la "revolución" en Bolívar para convertir la lucha contra esa discriminación en una conquista de la sociedad nueva. Sobre el primero de los aspectos pudiera, de momento, dudarse de cómo una regulación sea capaz liquidar unos prejuicios que datan de la antigüedad; mas sobre el otro puede bastar la presentación de un documento esencial para evitar la proliferación de tonterías en torno a lo que pudo concebir el Libertador sobre el papel de los esclavos negros en la sociedad que se encaminaba hacia el orden republicano. Sobre tal documento versará el artículo de hoy.
Es un documento de importancia trascendental, debido a que su autor lo concibió como complemento de la Carta de Jamaica y lo redactó junto con ella para buscar el auxilio de Inglaterra para la continuación de la guerra. Se titula Señor Redactor o Editor de la Gaceta Real de Jamaica y está fechado en Kingston en 1815, justo cuando escribe la célebre misiva de la isla. En medio de una severa crisis, solo y sin recursos económicos, Bolívar pretende presentar a los blancos criollos como garantes del proceso que sucederá a continuación. Las noticias sobre la Guerra a muerte han causado conmoción en el Caribe, y en el gabinete británico se han filtrado espeluznantes historias de sangre y depredación que aumentan la desconfianza en el proyecto insurgente, pero también el deseo de que la situación encuentre cauce razonable con el regreso de Fernando VII al trono. Eso no es necesario, argumenta Bolívar, debido a que los mantuanos, con su afable paternidad de los dependientes y con su influencia sobre la sociedad, serán capaces de evitar nuevas masacres. Sin embargo, ¿cómo demuestra las virtudes de una clase social que ha fracasado en sus intentos de Independencia, que no se ha caracterizado por la benevolencia frente a sus siervos y ha aprovechado el sistema esclavista para amasar inmensas fortunas? Muy fácil: convirtiendo a la esclavitud en una especie de trato afectuoso de los patrones en el cual sobresalieron los rasgos de la caridad y la fraternidad.
Llega a decir entonces Bolívar: "El esclavo en América vegeta abandonado en las haciendas, gozando, por decirlo así, de su inacción, de la hacienda de su señor y de una gran parte de los bienes de la libertad; y como la religión lo ha persuadido que es un deber sagrado servir, ha nacido y existido en esa dependencia doméstica, se considera en su estado natural como un miembro de la familia de su amo, a quien ama y respeta". El fragmento no tiene desperdicio debido a la enormidad de sus afirmaciones, y por el problema que puede presentar a quienes se devanan los sesos buscando en el político del siglo XIX el origen del socialismo del siglo XXI, o el fundamento de una ley contra la discriminación de los afrodescendientes. Niega de plano la existencia de la explotación de los negros. Los propietarios, entre quienes él se cuenta, fueron una especie de custodios angelicales de la mano de obra. La mano de obra no sufrió penalidades. Al contrario, experimentó los beneficios de una relación como la que se tiene en una espléndida familia distinguida por los buenos sentimientos y guiada por las virtudes teologales. Los esclavos, en suma, inspirados por el Evangelio y manejados en medio de las contemplaciones de un mantuanaje digno del altar, no fueron sirvientes sino miembros de la parentela. Pero de una parentela proverbial por las calidades del afecto prodigado a sus miembros, independientemente del oficio que ejercieran en el hogar y del color de su piel.
La lectura de documentos posteriores de Bolívar obliga a conclusiones distintas, pero el papel de Jamaica que nos ha ocupado mueve el piso de quienes lo juzgan como adalid del igualitarismo y como enemigo jurado de la esclavitud de los negros. Después de la revisión del papel que escribe entonces, apenas se le puede considerar como portavoz de una estirpe que no hace la Independencia para beneficio de los hombres humildes de la época, sino para la preservación de la cúpula criolla de procedencia española que se formó durante el período colonial. En adelante cambiará de ideas, pero no lo suficiente como para juzgarlo como un hombre distinto de quien fue en su experiencia de 1815. De momento construye una escena en la cual difícilmente pueden aclimatarse los prejuicios contra los cuales pretenden reaccionar hoy los legisladores chavistas. De un cromo bolivariano sin diferencias esenciales entre el que lleva el látigo y el que recibe los latigazos, sin amos de verdad ni siervos sujetos a su coyunda, difícilmente pueden salir los desprecios, los monos y las chusmas en quienes se detiene hoy la mirada compasiva de la "revolución".
eliaspinoitu@hotmail.com
LUNES 9 DE MAYO DE 2011
FRENTE A LOS RETOS DEL COLOR COMO PARTE DEL DEBATE POR EL SOCIALISMO.
La Alianza Afrocubana de Carlos Moore, la Asociación Encuentro de la Cultura Cubana y las Bibliotecas “Independientes” por Cuba, han sido los receptores de los fondos de la NED. La NED fue creada para canalizar los que anteriormente habían sido los fondos de la CIA; el problema fue que sus fuentes continuaban filtrándose a la prensa, y el Congreso decidió suministrar el financiamiento de una forma más encubierta.
Las relaciones de Carlos Moore con los círculos oficiales de los Estados Unidos siempre han sido objeto de especulación. Según se ha dicho, el libro FidelCastro, los negros y África fue publicado con fondos de la CIA. Un documento, que circuló en la década de 1980, reveló el origen del financiamiento que la asociación le había suministrado a Moore durante su estancia en el sur de California, a principios de la década de 1980: dicho financiamiento provenía de fuentes del FNLA (Frente Nacional de Liberación de Angola) que estuvo financiado por la CIA. Durante el exilio de Holden Roberto en los Estados Unidos, Moore pasaba mucho tiempo con él, pues este viajaba constantemente de Washington a Miami y viceversa, sirviéndole de ayudante y traductor, lo cual revela el tipo de círculos en los cuales Moore se ha movido desde hace mucho tiempo.
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