AQUI LA LECCIONCITA CON PERDON DEL PADRE JOEL ES LA APERTURA QUE DE
VERDAD CARACTERIZO A LA IGLESIA FUNDADA POR JESUCRISTO NO LA MISOGINA
DE SAN PABLO Y LOS INTERESES PAPALES POSTERIORES COMO LO DEL
CELIBATO, POR ESO EL NOMBRE DE ESTE BLOG SEGUN EL CAPITULO XXXIII
DE LA VIDA DE SAN BENITO ABAD, ESCRITA POR EL PAPA GREGORIO MAGNO.
Notitarde 13-08-2011 |
"Mujer, ¡Qué grande es tu fe!" (Mt. 15, 21-28)
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El evangelio de este domingo nos presenta a una mujer extranjera pidiendo encarecidamente a Jesús que sane a su hija que tiene un demonio. Al final por la insistencia y argumentos de la mujer Jesús alaba su fe y escucha su petición.
Es interesante ver los personajes que actúan en la escena que nos presenta el evangelio y el desenlace de la misma. En primer lugar, está Jesús, el Maestro, su fama se iba extendiendo por hacer milagros y presentarse como el Mesías esperado; le siguen sus apóstoles y discípulos y en el caso que nos ocupa está una mujer y extranjera, las dos cosas son significativas, era mujer y no pertenecía al pueblo de Israel, al pueblo de la Alianza. La mujer se acerca a Jesús y le grita: "Señor, Hijo de David, ten compasión de mí". Según la ley judía ningún maestro judío podía entablar conversación con una mujer, a menos que estuviera presente su marido. Un extranjero (pagano o gentil) era considerado impuro y quien entrara en contacto con un pagano quedaba impuro. Los discípulos le piden a Jesús que la "despidiera", que le dijera "que se fuera", pero el despedir en griego significa que se vaya con lo que pide; es decir, atenderla y socorrerla, pero, en un primer momento Jesús hace hincapié que Él ha venido a las ovejas perdidas de Israel, es decir, para los judíos y no para los paganos; como buen pedagogo busca llamar la atención y transmitir al final el verdadero rostro de Dios que no hace diferencia de personas y rompe las barreras culturales, sociales y políticas y atiende con amor a sus hijos.
La mujer extranjera se acerca a Jesús con fe, la forma como lo llama gritándole atestigua su fe, lo llama "Señor", es decir, lo reconoce como Dios, es un título que implica divinidad y lo llama "Hijo de David", expresión que señalaba al Mesías esperado y anunciado por los profetas, descendiente del Rey David. Ante el primer rechazo de Jesús, la mujer se arrodilla (lo cual significa reconocer su dignidad como Dios) y le suplica, Jesús intencionalmente entabla con ella una conversación dialéctica interesante. Hay que recordar que la mujer no solo era extranjera, sino cananea, los cananeos fueron aquellos que expulsó el pueblo de Israel cuando se estableció en la actual Palestina, ya que eran considerados personas sin piedad o sin creencias. Del diálogo de Jesús con aquella mujer sale triunfante ésta y Jesús alaba su fe y le concede aquello que suplicaba con insistencia. Así da una nueva lección a quienes le seguían, lo veían y escuchaban. Este diálogo, hace recordar, salvando las distancias, el primer milagro que Jesús realizó en las bodas de Caná por mediación de su Madre, la Santísima Virgen María.
La que era seguramente llamada la "Cananea" o reconocida como tal, se presenta ahora ingeniosa y con profundidad de fe, tanto es así que hasta el Maestro y Mesías, lo reconoce y alaba su fe. Así deja ver claro Jesús que Dios atiende las súplicas de todos sus hijos y sobre todo de aquellos que le buscan con fe profunda y sincera y no importando condición social alguna.
Lo que queda claro es evidente: Ahora para pertenecer al nuevo pueblo de Dios, inaugurado en la persona de Cristo, no se da por la sangre ni por la raza, ni por el color ni el sexo, ni condición social alguna, como venía sucediendo hasta ahora, sino que ahora se da por la fe en la persona de Cristo, Dios y Salvador de la humanidad. Así nació la Iglesia Católica, con esta apertura "universal", con la propuesta de Jesús que abarca a toda la humanidad. La Iglesia se extendió del mundo judío al mundo pagano y hasta nuestros días es la Iglesia misionera, obediente al mandato de su Señor que quiere que todos los hombres se salven. (1Tim. 2,4).
La lección que nos da la mujer cananea hoy es un reto para nuestra fe, para nuestra forma de suplicar y hablar con Dios; para verificar hasta que puntos somos perseverantes o por lo contrario si caemos en la actitud derrotista, conformista o pesimista. Quien tiene a Dios no vacila, confía, cree, todo lo espera y puede junto con Él. Necesitamos alcanzar una oración llena de fe, que supere las adversidades, que no desmaye en los momentos de crisis, sino que se mantenga firme y esperanzada en su Dios y Señor.
pjoel_l5895@hotmail.com
Razón del nombre del blog
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