El engaño de las razas
LA COTA LIL |
Escrito por Lil Rodríguez
Julio 31 - Con implacable rigor científico, abundante documentación, enjundiosas confrontaciones conceptuales y contundencia expositiva, Ortiz desmonta uno por uno todos los mitos que pretenden acuñar la existencia de razas humanas. Desmiente las clasificaciones somáticas y psíquicas, fulmina tabúes y prejuicios y comparte la conclusión de que "los colores epidérmicos son insufiicentes para distinguir a unos hombres de otros" y la esperanza de que "todos los seres humanos, dignamente humanos, debieran ayudar a la buena faena de ir desvaneciendo esos fantasmas enemigos que son las razas, doblemente inhumanos, tanto por irreales como por crueles"
“No hay odio de razas, porque no hay razas”. José Martí
“Español con el alma negra” cantaba Joe Arroyo en Rebelión. Y es conocida la anécdota de una gira por España en la que una alta autoridad le pidio que entonara el tema. Y el Joe cambió: “Español con el alma buena”, tal vez para no herir suceptibilidades. La respuesta del personaje fue: “Por favor, cántela como es pues así como se debe cantar”. Durante toda la semana hemos cantado Rebelión como homenaje a Joe y a su legado musical.
Esto lo asociamos con una efeméride que acaba de pasar y otra que acontecerá esta semana. El próximo 6 de agosto se cumplirán 115 años del natalicio de Andrés Eloy Blanco, poeta útil y grande del pueblo venezolano de quien tenemos que seguir estudiando vida y obra de tanta riqueza y lecciones que contiene. En Píntame angelitos negros, Andrés Eloy fijó una posición clara contra la discriminación racial y social, en el inmortal diálogo reclamo. “Si queda un pintor de cielos, que haga el cielo de mi tierra con los tonos de mi pueblo...”
Andrés Eloy nació cuando uno de los más grandes investigadores de la presencia de África en América tenía 15 años. El valioso cumanés nació en 1896. Fernando Ortiz nació en Cuba en 1881.
Quien escribe no se cansa de plantear la importancia y la urgencia de la edición para nosotros de la obra de Ortiz pues en ella hay muchas claves para entender nuestro presente social de pueblo grande. Claves para entendernos. Claves...
A propósito de los 130 años de su natalicio, cumplidos el pasado 16 de julio Cuba ha vuelto a editar El engaño de las razas, que fuera publicado en 1945.
¿Tienen raza las almas?
Nuestro querido colega Pedro de la Hoz, al reseñar la presentación de El engaño de las razas en la casa del ALBA de La Habana, escribe:
“Si el contexto que dio lugar a la obra fue tremendamente convulso (segunda guerra mundial) este de ahora no lo es menos. El engaño de las razas es un ensayo de desmitificación. Con implacable rigor científico, abundante documentación, enjundiosas confrontaciones conceptuales y contundencia expositiva, Ortiz desmonta uno por uno todos los mitos que pretenden acuñar la existencia de razas humanas. Desmiente las clasificaciones somáticas y psíquicas, fulmina tabúes y prejuicios y comparte la conclusión de que "los colores epidérmicos son insufiicentes para distinguir a unos hombres de otros" y la esperanza de que "todos los seres humanos, dignamente humanos, debieran ayudar a la buena faena de ir desvaneciendo esos fantasmas enemigos que son las razas, doblemente inhumanos, tanto por irreales como por crueles". El engaño de las razas merece una relectura atenta y una promoción que trascienda los marcos de la academia. Su lugar debe estar entre las herramientas del maestro y el comunicador, en el pupitre de la escuela y en la agenda de los actores sociales más diversos.”
El illamba
Otro colega, Ciro Bianchi, devela algunos pasajes y conceptos esclarecedores en la filosofía de Fernando Ortiz. En un artículo publicado hace pocos días dio a conocer que la asistente de Fernando Ortiz, Conchita Fernández, se refería a él como El illamba, es decir, el jefe.
Dice Bianchi: “Un libro capital de Ortiz es El engaño de las razas, publicado originalmente en 1945 y reeditado ahora; punto culminante de su indagación sobre el aporte negro a la cultura cubana y al desarrollo del país. Historia de una pelea cubana contra los demonios (1959) fue el último libro que publicó en vida, demoledor alegato contra las supersticiones religiosas provenientes de Europa. “El africano no trajo a Cuba más supersticiones ni peores que las que vinieron amparadas en la Biblia y en el crucifijo” sentencia Ortiz”.
No hay estatura profesional sin estatura humana, y al respecto Bianchi muestra en una anécdota la total estatura de Fernando Ortiz: “En 1946, los participantes en la I Conferencia Internacional de Arqueólogos del Caribe, celebrada en Tegucigalpa, hicieron una excursión científica a Copán, las ruinas de la cultura maya en Honduras. Ortiz debió hablar en la clausura del evento y su discurso, allí donde no eran fáciles las emociones, hizo que los asistentes, puestos de pie y con lágrimas en los ojos, le tributaran una cerrada y prolongada ovación. El cubano vertió en esa oración un canto de comprensión y una fecunda concepción de la cultura. “Llevamos la lección de Copán en su vida y en su muerte. Desapareció por motivos que desconocemos, guerra, enfermedades, la infertilidad de su tierra —o por cualquier otro— y sobre ella se extiende la desolación de los siglos. Sus sabios, que dominaron la ciencia, no pudieron enseñar a vivir a su pueblo, y su serpiente emplumada voló a lo ignoto. Esa es la lección de Copán. Debemos aspirar a mejor vida, sin morirnos”.
Qué bueno sería que el ALBA cultural presentara el libro de Fernando Ortiz por acá, pues buena falta está haciendo. Mejor sería que nuestro ministerio de Cultura (con un historiador al frente) hiciera una edición bien masiva y popular. El tema nos interesa a todos, pues todos lo sentimos, lo vivimos y buscamos horizontes de verdad cuando tantas y tan diversas opiniones se cruzan en ese espacio, incluyendo las idiomáticas, necropsia, por ejemplo...
Un párrafo
Fuera de las fáciles asociaciones mentales del vulgar y espontáneo simbolismo, ¿puede decirse que hay “almas blancas y almas negras”? ¿Es que la tan popular como infundada creencia de que el negro tiene la negrura no solo en su epidermis, sino también en su masa encefálica y en sus entrañas más recónditas, se extiende hasta poder ennegrecerle el alma? ¿Es que en el ser humano de oscura pigmentación se denigran su mente, sus emociones y su conducta por influjo de la negra externidad dérmica, y aquellas, al manifestarse de alguna manera, reciben necesariamente la impresión melanizante de las peculiaridades orgánicas y fisiológicas del cuerpo negroide? ¿Es que el espíritu del moreno africano se impregna de la melanina epidérmica y al aflorar sabe a negro, como la pasta de coco del bombón adquiere el sabor de la oscura capa de chocolate que la envuelve? Esta metafórica pigmentación de las almas ¿responde realmente a una racialidad de los espíritus? ¿Habrá una “melanopsiquis”, como una “melanodermia”? Y una “leucopsicología”, que pueda ser fundamento de una “leucocracia”? (El engaño de las razas. Fernando Ortiz.)
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