El Carabobeño 14 agosto 2011
Armando Pérez mostrará paisajes y personajes de su imaginación
José Pulido
Armando Pérez siempre ha sido un hombre de rostro serio, de talante austero. Se mueve en silencio, concentrado en sus pensamientos. Es su manera de ser. Es introvertido y observador. Es lo que llaman una persona detallista. Aunque Armando no detalla objetos. Su pasión es observar minuciosamente el hormiguero de los colores, la ebullición de los colores, el comportamiento de los colores. No es una pasión extraña entre los pintores: ese es uno de los temas fascinantes de las artes plásticas desde que los impresionistas miraron pasar el sol y el tiempo por encima del mundo y de las cosas.
Todo artista, en medio de sus búsquedas y de sus objetivos, se convierte en alguien que junto con su arte ofrece una visión de la vida, una actitud o un punto de vista. En el caso de Armando, sus obras sirven como objetos de recogimiento interior. Esos paisajes y esos personajes suyos no están en la calle, no figuran en ninguna otra parte que no sea en los espacios de su imaginación. Pero contienen los colores del cielo y de la tierra; los colores del arco iris y los miles de tonos que se pueden encontrar en la naturaleza. El espectador puede pasarse el día mirando una tela que de repente, con un ligero cambio de luz, se transforma en otra tela.
En los primeros días de septiembre expondrá sus obras más recientes en la galería Dimaca, en Los Palos Grandes. Allí mostrará también, en un piso superior, las maquetas de sus murales más importantes. Armando ha realizado obras murales de gran tamaño en diversos lugares públicos y privados del país. Los murales han sido una constante en su trabajo artístico. Los imagina y los proyecta en París y luego los desarrolla en Venezuela.
Residencia en París
Cuando tenía 32 años de edad, Armando Pérez se fue a París, porque la experiencia en la Ciudad Luz era una etapa necesaria para los artistas. A esa edad, siendo joven y empecinado, Armando ya era bastante conocido en el país porque se había ganado el primer premio en el Salón Michelena del año 1961.
El no parecía un joven soñador como muchos otros: su capacidad de trabajo y su responsabilidad eran reconocidas y se le miraba como una suerte de creador que se balanceaba entre la ciencia y el arte. Quemó etapas con mucha madurez. En el Museo de Jesús Soto, en Ciudad Bolívar hay una muestra de su época dedicada al cinetismo. Y también vivió un período que todos los pintores de alguna manera desean experimentar alguna vez: el momento en que los coleccionistas se preguntan unos a otros "¿tienes una obra de...?". En el caso de Armando preguntaban "¿tienes una marina de Armando?". El artista nacido en Sanare, estado Lara, pero formado en Valencia, siguió buscando en París y retornó a la pintura figurativa, pero privilegiando el estudio del color, dándole más importancia a la narrativa del color, a la poderosa mutación de los colores.
Ya Armando tiene cuatro décadas en Francia, pero todos los años regresa durante uno o dos meses a Venezuela para realizar murales o mostrar las últimas piezas que ha logrado. En Europa hay coleccionistas que adquieren sus piezas con mucha fidelidad y apego por su constancia experimental y su trayectoria.
Armando Pérez ya ha alcanzado el grado de maestro de la pintura. Su sabiduría se refleja en su sencillez. Es un venezolano que vive en Francia pero jamás se aparta de sus raíces. No desea que olviden su nombre por estos lados. Y la verdad sea dicha: todos los años se le menciona con interés y aprecio porque su obra es un regalo visual que no se agota.
Razón del nombre del blog
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