Concejal
Antonio Ecarri
Alcaldía de Chacao
Caracas.
Mi estimado Antonio:
Contesto la carta que recibí la noche del pasado domingo, no lo he hecho hasta hoy porque la respuesta la sometí a larga reflexión dada la importancia de su asunto. Debo por comenzar dejando claro que en todo momento, a lo largo de mi carrera de escritor y trabajador cultural, que ya dura cuarenta y siete años, treinta de ellos laborando en los organismos culturales del Estado, siempre he tenido como norte el respeto por la condición de los trabajadores intelectuales y la lucha por el reconocimiento de sus derechos. Ello explica por qué decidí renunciar a seguir laborando en la organización de la premio de literatura que me propusiste coordinar, cosa en la que estuve de acuerdo en hacer pero en el cual no podía continuar al ver conculcados los derechos de los escritores, privándolos del legítimo derecho de recibir un pago por su trabajo, el cual está claramente aceptado por las leyes nacionales.
Todo el conflicto estriba en que al redactar la Ordenanza 005-07(Agosto 24,2007), que tengo a la vista, la comisión del cabildo que la redactó y los concejales que más tarde la aprobaron, entre los que te contabas tu en aquel momento, no tuvieron previamente el asesoramiento necesario por parte de un experto conocedor de las normas por las cuales se rige el mundo cultural y las teorías en las cuales se sustenta la acción cultural, concepciones conocidas y practicadas desde que el gran escritor francés André Malraux(1901-1976) las expuso como Ministro de Cultura(1958-1969) del presidente Charles De Gaulle(1890-1970) lo cual hizo que se convirtieran en prácticas internacionales, asuntos que han sido muy bien estudiados y conocidos en Venezuela a través de la tesis de grado en Artes de la licenciada Maruja Pérez Martín: La animación cultural(Caracas: Fundarte,1993. 143 p.), obra que se publicó bajo mi cuidado. Allí está expuesta toda la teoría de las políticas culturales del Estado, como estimulador de la acción en este campo, de la práctica cultural, de la animación cultural, fundamento de toda acción cultural, de esas ideas han surgido lo que hoy se denomina los Estudios Culturales.
Cualquier animador cultural que hubiera leído el borrador de la Ordenanza, antes de ser discutida por los miembros de la comisión que la elaboró y aprobada por los miembros de la municipalidad a la que perteneces, les hubiera señalado sus aporías, es decir que ella contenía su inviabilidad. Les hubiera indicado que para la organización de un premio había que preparar un presupuesto que debía proveer los fondos que debía incluir el pago a los ganadores, la cantidad necesaria para la edición de las obras ganadoras, el pago a los jurados que iban a discernir el premio y proveer todos los gastos necesarios para la logística que el evento requería: apoyo de la prensa para hacer conocer y divulgar el evento hasta los gastos que hubieran requerido las reuniones del jurado. En el caso de un premio literario el jurado es esencial porque es él quien da validez plena al premio al escoger al ganador y a aquellos dos escritores(as) que reciban las menciones que siempre se otorgan. Haber redactado una Ordenanza que solo tomada en cuenta los pagos a los ganadores y la edición de la obra(u obras) premiadas fue un error que solo el desconocimiento de las formas de orquestación de toda política cultural requiere para poder cumplir con su misión.
Era, desde luego un error, pretender nombrar a un jurado y no pagarle por su trabajo cuando todo trabajador según la Constitución y las leyes de Venezuela debe ser recibir un pago por su trabajo. Y porque como te señalaba en mi carta de renuncia la labor cultural es un trabajo y todo trabajador debe recibir su emolumento para la labor cumplida. En este sentido es muy posible que la Ordenanza 005-07 sea incluso anticonstitucional pues no reconoce el derecho a todo trabajador, y los intelectuales lo son, a recibir un pago por su trabajo. Te digo esto basándome en las citas que a continuación hago de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, nuestra Constitución(1999) y a Ley Orgánica del Trabajo. Es evidente que si los derechos humanos son progresivos de acuerdo al principio constitucional que leerás, y dentro del propósito de la Constitución y de la Ley Orgánica del Trabajo el individuo está amparado por este derecho humano social, la Ordenanza siendo de menor rango legislativo evidentemente contradice el espíritu, propósito y razón de la Constitución y de la ley especial que rige la materia como es la Ley orgánica del Trabajo.
Debo indicarte primero que el derecho al trabajo y el hecho de percibir un salario para la labor cumplida es un derecho humano reconocido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos(Diciembre 10,1948), de la cual es signataria Venezuela desde su promulgación. En ella se lee claramente en su artículo 23:
“1. Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo; 2. Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por trabajo igual; 3. Toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana y que será completada, en caso necesario, por cualesquiera otros medios de protección social;4. Toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus intereses”.
Este es el punto de partida de mi argumentación, al pedir que el jurado que trabaje en el premio debe recibir un pago por su trabajo estoy defendiendo la práctica de un derecho humano que toda autoridad municipal está obligada a cumplir. Y, desde luego, no me estoy refiriendo solamente a que yo reciba un pago por mi trabajo, no estoy personalizando el hecho, el asunto es mucho más amplio y toca a toda la comunidad intelectual expoliada por la ordenanza 005-07.
Las normas legales en que me baso para expresarte lo que digo, además de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, son en la legislación venezolana las siguientes:
La Constitución, que es la ley madre, dice claramente en su artículo 19:
“El Estado garantizará a toda persona, conforme al principio de progresividad y sin discriminación alguna, el goce y el ejercicio irrenunciable, indivisible e interdependiente de los derechos humanos. Su respeto y garantía son obligatorios para los órganos del Poder Público en conformidad con la Constitución, los tratados sobre derechos humanos suscritos y ratificados por la República y las leyes que los desarrollen”.
Y en su artículo 89 dice:
“El trabajo es un hecho social y gozará de la protección del Estado. La ley dispondrá lo necesario para mejorar las condiciones materiales, morales e intelectuales de los trabajadores y trabajadoras. Para el cumplimiento de esta obligación del Estado se establecen los siguientes principios: 1) Ninguna ley podrá establecer disposiciones que alteren la intangibilidad y progresividad de los derechos y beneficios laborales. En las relaciones laborales prevalece la realidad sobre las normas o apariencias; 2) Los derechos laborales son irrenunciables. Es nula toda acción, acuerdo o convenio que implique renuncia o menoscabo de estos derechos. Solo es posible la transición y convenimiento al término de la relación laboral, de conformidad con los requisitos que establezca la ley;3) Cuando hubiere dudas acerca de la aplicación o concurrencia de varias normas, o en la interpretación de una determinada norma, se aplicará la más favorable al trabajador o trabajadora. La norma adoptada se aplicará en su integridad; 4) Toda medida o acto del patrono contrario a esta Constitución es nulo y no genera efecto alguno; 5) Se prohíbe todo tipo de discriminación por razones de política, edad, raza, sexo o credo o cualquier otra condición; 6) Se prohíbe el trabajo de adolescentes en labores que puedan afectar su desarrollo integral. El Estado los protegerá contra cualquier explotación económica y social”.
A la vez la Ley Orgánica del Trabajo señala:
“Artículo 2.- El Estado protegerá y enaltecerá el trabajo, amparará la dignidad de la persona humana del trabajador y dictará normas para el mejor cumplimiento de su función como factor de desarrollo, bajo la inspiración de la justicia social y de la equidad; Artículo 3.- En ningún caso serán renunciables las normas y disposiciones que favorezcan a los trabajadores;
Artículo 39.- Se entiende por trabajador la persona natural que realiza una labor de cualquier clase, por cuenta ajena y bajo la dependencia de otra. La prestación de sus servicios debe ser remunerada”.
Ahora bien, si no habían los fondos para pagar al jurado por su trabajo, que es la tarea más larga y ardua para la realización de un concurso, labor que requiere mucho tiempo y desde luego una preparación literaria bien sazonada, de hecho las personas que yo había escogido para hacerlo tenían todos esas condiciones, era imposible proceder a la realización del evento.
En cuanto a lo que dices que de haber pagado hubieras incurrido en un delito contra la Ley Contra la Corrupción(Abril 7,2003), en sus artículos 56, 61,63 y que incluso, así lo dices, hasta yo mismo hubiera cometido un delito, no puede haber hecho más falaz porque en ningún momento la decisión de pagar en contra la ley se realizó y en ningún momento yo hubiera propiciado un acto de esa naturaleza. Y de hecho si se usaba la Ordenanza 005-07 el jurado no podía cobrar nada y si se le hubiera pagado quien hubiera hecho un acto de corrupción serías tu no yo, porque solamente con darme cuenta que se infligiría la ley, ante la sola posibilidad, hubiera renunciado. Y, desde luego, renuncié antes, al ver que debería hacer, junto con los compañeros del jurado un trabajo gratis lo que es además de injusto ilegal porque las leyes obligan a todo contratante de un trabajo a pagar por su labor a quien llama a trabajar.
Pero el punto esencial no es ese.
El punto es que la Ordenanza aprobada por los concejales estuvo mal formulada, debía señalar que se iba a pagar a los jurados por su trabajo, pero como la habían redactado de la forma que lo hicieron, sin asesoramiento alguno de persona conocedora de la práctica cultural, es que tu señalas que se podría pensar en un supuesto delito que nadie pensaba cometer. De allí que la primera alternativa, la lógica, la que han sugerido los abogados intelectuales que han participado en el cruce de ideas que propicié vía Internet, gente connotada como Alexis Márquez Rodríguez, notable crítico literario y abogado, Marisela Guevara, abogado litigante y antigua Juez Penal o Rodrigo Lares Bassa, destacado hombre de leyes, a lo que se unieron otros promotores culturales como la cineasta Melena Roncayolo a los que me sumo: lo que había que hacer era presentar ante el Cabildo del cual formas partes una reforma a la Ordenanza para incluir el pago a los jurados. Y, desde luego, si eso no se hacía así el premio literario no se podría realizar porque todo trabajador, repito, debe ser remunerado por su labor. Y crear un evento como el premio y obligar a los jurados a trabajar gratis sería incumplir las normas tanto de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, de la Constitución como de la Ley Orgánica del Trabajo.
En cuanto a lo que dices de mi en tu carta no es cierto de ninguna manera. Yo, sí es verdad, participé, el año 2009, en el Consejo Consultivo del Premio Iberoamericano Arturo Uslar Pietri pero en ningún momento cobré emolumento alguno porque los miembros de ese Consejo, formado por admirados maestros míos incluso, lo que hicimos fue dar nuestro aval moral a la realización de ese evento. Si a algunos de ellos se les pagó, cosa que desconozco, eso nunca se hizo conmigo. Fue por ello que José Tomás Angola, el coordinador, en un gesto generoso, me pidió fuera yo quien presentara el libro premiado el día que se entregó el premio al ganador. Quienes cobraron por su trabajo, y era lo lógico, fueron los miembros del jurado que discernió el premio, figuras internacionales casi todos, quienes recibieron los boletos de avión, pago de hoteles, viáticos y cobraron por su trabajo como era lo lógico. Es una lástima que en este caso la memoria te haya sido infiel, cosa que le sucede a quienes no llevan una memoria diaria de su hacer, una agenda o un diario.
Debo señalarte que cuando te envié mi carta de renuncia la semana pasada decidí hacerla pública por los caminos virtuales porque estaba convencido que el único destino que le esperaba si solo te era entregada a ti era ser archivada, lo digo porque conozco bien cuales son los hábitos de nuestros políticos. Y por ello la hice pública ante la comunidad cultural por haber tratado en mi renuncia un grave hecho que atañía a todos, pasan en este momento de sesenta los mensajes y comentarios recibidos, varios de ellos venidos de plumas escritores venezolanos residentes en Europa y en países como Colombia. Lo hice porque sabía que estaba tratando un asunto que todos preocupa, que en tu renuencia a pagar al jurado por su trabajo para el premio y en la molestia evidente que sentí tenías, cuando me llamaste, por el solo hecho de haber hecho el planteamiento de la necesidad de pagar a los jurados ante uno de tus asistentes, y entre otras cosas por la forma destemplada en que me hablaste, sin pensar ni siquiera que soy una persona mayor que tu, con muchas canas en la cabeza, que merecía respeto. Podías discrepar pero no tratarme de la forma como lo hiciste. Por ello comprendí que todo esto debía dilucidarse públicamente porque formaba parte de los intereses de los trabajadores culturales, expoliados por la comisión concibió la trunca Ordenanza de marras y por los concejales que la aprobaron, la cual incluida el pago a los ganadores, presupuesto para la edición del libro premiado pero ningún emolumento para los miembros del jurado que sería sobre cuyas espaldas descansaría la mayor responsabilidad del evento a organizarse.
Y, desde luego, de ninguna manera puedo participar en un eventos donde los legítimos derechos de todo trabajador están conculcados y haya sido herida de la forma que lo has hecho la dignidad de los intelectuales, de la gente de letras, al estimulo de cuyas actividades y al análisis de sus obras he dedicado mi vida.
Esta carta, como la anterior, será dirigida a ti, enviada su copia al alcalde Emilio Graterón, como hice con la anterior y simultáneamente distribuida a través de mi propia red para que sea conocida y discutida, como ha sido con la primera, por la comunidad intelectual porque todo lo expuesto en ella atañe a todos nosotros, sus miembros.
Para cerrar debo hacerlo con palabras del maestro Arturo Uslar Pietri(1906-2001) sobre los intelectuales venezolanos cuando escribió:”No es fácil definir al trabajador intelectual…Casi toda la obra de creación artística y literaria ha tenido como punto de partida una afirmación individual ante el mundo establecido de los demás hombres. La historia de las artes y las letras es una historia de rebeliones, disensiones y rupturas individuales. Han sido, a lo largo de los tiempos, la mala conciencia de la sociedad, los que han tratado de ver más allá de las apariencias, o han denunciado las convenciones establecidas y que se han puesto a actuar como si todo estuviera por hacerse…[Jean Arthur]Rumbaud…designaba a sus semejantes como ‘el gran maldito’ o ‘el horrible trabajador’…No sólo no es fácil concebir de los ‘horribles trabajadores’, sino que, además, no hay que olvidar que son frágiles y sensibles seres que dependen de cierto clima moral e intelectual, que alterado pudiera desnaturalizarlos o matarlos. No es especie domesticable…Y, sin embargo, son la más preciosa e irreemplazable porción de la sociedad. Son los intérpretes, los descifradores de los oscuros signos, lo que intuyen, anticipan o advinan las ocultas realidades, los que hallan y revelan, los que traducen o alertan. Sin ello la humanidad estaría ciega y muda. No tendríamos los hombres ni intérpretes, ni mensajeros, ni testigos…No hay intérpretes que sustituyan a los intelectuales y los artistas para hacernos entender el mundo. Quedaríamos mudos si no los tuviéramos a ellos como testigos y mensajeros. Son nuestra lengua y nuestro prestigio. Sin ellos seremos factoría o vasto campamento petrolero, no una nación histórica”(Vista desde un punto. Caracas: Monte Ávila Editores,1971,p.265-267).
Recibe mis saludos:
Roberto Lovera De-Sola.
PD: Te anexo mi estudio “La pregunta por la cultura” documento que fue presentado por mí el 28 de Febrero de 2011, en la sede del partido “Podemos”, en la sesión constitutiva del grupo cultural de la Mesa de la Unidad Democrática.
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