Razón del nombre del blog

Razón del nombre del blog
El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

sábado, 26 de mayo de 2012

Ahota todos contra Rafael Poleo, a quien admiro como periodista, cuando la verdadera vaina está en otro lugar

Ibsen Martínez: Los Enemigos de Capriles

La próxima vez que alguien le diga que la candidatura Capriles “no levanta”, pregúntele cómo lo sabe.  Puede ser una buena idea.
Igual conviene preguntar(se) por qué quienes, desde el propio terreno de la oposición “unitaria”,  le tienen ojeriza, invariablemente se refieren a Capriles como “ese muchacho”, dicho esto último con un benévolo y displicente cabeceo que quiere pasar por sabiduría política. Me refiero al tipo de sabiduría que en la literatura clásica se atribuye a los consejos de ancianos. Es sugestivo que estos demócratas  vilpendian la juventud  de Capriles con el mismo ánimo descalificatorio con que lo hacen los voceros  del chavismo. Y esto, quizá no paradójicamente, en un país puer aeternusque desde siempre ha practicado un culto demagógico a la Juventud.
Tengo para mí que es a los nostálgicos del país que nos dio al longevo, empecinado  y errático Rafael Caldera y a un fósil llamado Alfaro Ucero, a quienes más impacienta el calmo y sistemático desempeño del “muchacho”.
. Una variante semántica de “la candidatura Capriles no levanta” es afirmar que  Capriles “no es suficientemente duro con Chávez”. De nuevo, preguntar “¿qué te lo hace pensar?” es lo mejor que puede uno hacer para identificar, no sólo un adversario de Capriles, sino muy probablemente a eso que una insuperable expresión yanqui define como un “perdedor”.
“Perder es cuestión de método”, ha dicho Santiago Gamboa, el  extraordinario escritor colombiano, y   estos inopinados detractores de Capriles son, en mi modesto parecer, maestros del método.  Para irnos entendiendo, imparto de una vez un retrato hablado de una, dos, quizá tres secciones del Coro de Perdedores  Perpetuos que la tienen tomada con Capriles. Son muchas más, pero  con unas pocas bastará para que el lector mire en la dirección que mi dedo  de mugrientas uñas indica.
2.-
Me bastó escuchar los nombes de algunos de los más cejijuntos analistas de la presuntamente pésima campaña de Capriles para echarme a reir. Son, para decirlo de alguna manera, jubilados supernumerarios de decenas de campañas perdidas durante la llamada IV República, adscritos a lo que con un gran esfuerzo de imaginación podrìa llamarse el bloque socialdemócrata de la coalición opositora.Hay entre ellos más de un Willy Brandt de patio de bolas. O bien caballeros que  alguna vez formaron parte de las comisiones de propaganda del MAS y que nunca ganaron una campaña electoral, ni siquiera al interior de aquel  legendario pequeño partido. O factores del firmamento adeco – la Gran Maquinaria que arrasaría en las primarias de febrero, ¿recuerdan? -, algunos de ellos reciclados en Un Nuevo Tiempo. O asteroides del Big Bang copeyano.  O insidiosos editores de prosa punzopenetrante, proverbialmente tenidos por zahoríes,  que en el aciago 1998 llegaron a proponernos ¡ a Alfaro Ucero! como diques de contención del tsunami Chávez.
¿Cuál es su  argumento estelar? ¡Las encuestas! Una paráfrasis de la  recordada, estupenda telenovela de Leonardo Padrón nos daría a Venezuela como el País de las Encuestas.  Permítanme incurrir en mi atropello favorito: hacer irrisiòn de ese sujeto infaltable en la Pinacoteca de los Genios venezolanos del siglo XXI: el encuestador, o por mejor decir, el “demoscopa”, caballero de fortuna que ausculta los pareceres del público y suele infligirnos agudezas  tales como: “ Chávez podría ganar, pero tambièn podría perder” ; o bien “ esta medición es sólo una fotografía: lo que importa en la tendencia”, et cétera.
Hay de todo en el gremio, desde luego. Gente de mucha probidad cuyas observaciones infunden respeto. Pero, ¡ay!, es minoría: lo que abunda es el encuestador, que “cientìficamente”, con alarde de varianzas, desviaciones estándar, campanas de gauss y modelos estocásticos, llega a la conclusión chamánica de que lo que pasa es que Chávez tiene una “conexiòn emocional” con el electorado y Capriles, ¡qué vaina con el muchacho!, no la tiene.  Se habla de un enceustador que cambió sus resultados en 180º justo después que el gobierno le engavetase un c´redito del Banco Industrial.
Tales encuestadores salen del ámbito de la Ciencia, del método inductivo experimental y los modelos matemáticos para penetrar en la bruma de lo mágico-religioso  con la facilidad de quien atraviesa la puerta giratoria de un hotel.  Decir “es que Chávez tiene un vínculo emocional con los desdentados”, sin caracterizar ni describir el funcionamiento ese tal vínculo, equivale para mí a correr al burladero de la palabrería hueca y declararse miembro de la Asociaciòn Mundial de Charlatanes.
3.-
¿Qué procura este “revival” del ya rancio tema  de la conexión memtempsicótica de Bolívar y su pueblo a través de Chávez?  La nuez de la artera campaña es infundir en el electorado opositor la idea de que Capriles no tiene “carisma”, que no le pega duro a Chávez, que no  va p’al baile. Y hacer así más fácil la demencial sugerencia de cambiar de caballo en mitad del río.
Tres millones de electores se manifestaron hace apenas 90 dias a favor del candidato más moderado. Yo, que, dicho sea de paso,  voté por Ma Corina Machado, me niego a creer que esa disposición a votar por Capriles en octubre se haya desvanecido a favor del candidato que ofrecía a llevar Chávez esposado a la Corte Internacional de La Haya. Al contrario, si atendemos a que la mejor encuesta es una elección, la oposición, y con ellas Capriles, las viene ganando todas, consistentemente, desde hace cuatro años.
Tan buen arranque como el de las primarias precedió los actuales días, quizá los  más negros del Chávez candidato en toda su carrera pública: gravemente enfermo y disminuído, rodeado de “incondicionales” que ya no lo son tanto, absortos como están en vertiginosas sumas y restas mentales acerca del futuro personal de cada quien. Y con el tiempo conspirando en contra.  ¿Es este el momento de dudar del abanderado?
La mejor prueba de que Capriles lo está haciendo razonablemente bien con su estrategia de “fuerza tranquila”, para usar el famoso lema electoral de François Mitterand, es que tiene protervos enemigos en su propio bando. Yo no le tendría el menor respeto c,o político de no ser así.
Para finalizar, menciono una de sus armas sceretas, tan inasible y mágica pero tan potente como el fulano carisma de Chávez: la buena suerte. El muchacho es suertudo y eso vale tanto o más que el carisma del paciente habanero.
Dejémonos de vainas, ¿sí? Aquí el único que está en problemas – verdaderos problemas, algo mas que electorales- es Chávez.


A escritores como Poleo

RAFAEL BELLO ROSAL |  EL UNIVERSAL
sábado 26 de mayo de 2012  03:23 PM
El juego político en nuestro país probablemente sea uno de los más complicados y enmarañados del mundo. Aquí tienes aliados momentáneos que se convierten en enemigos cuando quieren recuperar protagonismo. Aquí carecemos de madurez para entender que no siempre nuestros argumentos serán tan válidos como los del resto y que en algunos casos tocará volver a casa con nuestra carpeta de proyectos descartados bajo el brazo, porque alguien lo hizo mejor o así lo dio a entender.

Hay escritores de opinión que pretenden ser consultores y asesores del país. Señores a los que se les lee por su visión sobre ciertos puntos específicos, que luego intentan convertirse en monopolizadores de la razón y quieren entonces ser considerados cada vez que levanten la voz sobre el tema que les plazca opinar. Eso es, como mínimo, egocentrismo exacerbado o al menos un problema de autoestima que debería considerarse como clínico. Lo de Rafael Poleo siempre ha sido un caso pintoresco, en particular nunca he sido partidario de responder al Gobierno bajo su misma tónica, creo que somos mucho más inteligentes como para caer en el bajo nivel de debate que proponen, sin embargo, Poleo pareciera jugar para ese equipo. Lo digo por las múltiples coincidencias en la forma en que se expresan.

Críticas sin fundamento, un lenguaje cargado de resentimiento y sobre todo, ese afán de confundir a la gente y de influir en sus seguidores para seguir vendiendo ese mensaje fatalista en el que ninguna acción es buena si no seguimos sus consejos y que estaremos con el comandante "de por vida", porque aquí no hay una alternativa seria, son parte del guión que utiliza Rafael Poleo en sus escasas y diarias líneas. Todas esas cosas son fáciles de escribir cuando no se tiene que dar la cara, cuando tienes garantizadas condiciones dignas de vida en las mieles del exilio, indistintamente lo que pase el 7 de octubre.

Mucho se habló en primarias sobre el fracaso de la candidatura de Henrique Capriles por ser un "blandengue" que no respondía a los insultos del gobierno central, opinadores de oficio hablaban de su inminente derrota por no hablar con contundencia como lo exigían los radicales opositores que asistirían a votar en las primarias... El 12 de febrero demostramos que todo eso era falso, que la apuesta que hicimos en nuestra campaña funcionó, porque hemos visto en contacto directo con la gente, que los venezolanos no queremos más confrontaciones, que quienes nos oponemos a este gobierno queremos algo diferente, queremos políticos enfocados en buscar soluciones y no en seguir enfrascados en "dimes y diretes". Pero esto ha sido difícil de explicar a estos señores "dueños de la verdad" que pretenden que las campañas se hagan a su medida, para alimentar su ego y su presumido intelecto.

Ya veremos cómo en septiembre estará un Rafael Poleo titulando sus "corto y profundo" con algo como: "la victoria es inminente. Se los dije" y ahondará en explicaciones de cómo el candidato opositor ha repuntado hasta el punto de consolidar una victoria inminente en los comicios del 7 de octubre. Claro está, no faltará las alusiones a todo lo que tuvo que hacer para que cambiáramos el rumbo de la campaña conforme a sus estrategias. Intentará hacerse con los méritos del triunfo y se lo permitiremos, porque esta victoria será de todos los venezolanos.

Por cierto, le recuerdo al tocayo que el período de inscripciones para candidaturas presidenciales estará habilitado hasta el lunes 11 de junio, sería interesante que todos los críticos de oficio pensaran en postularse, si así como Usted, aseguran tener la "piedra filosofal" que resolverá el problema de los venezolanos.

@rafbello
rafbello@gmail.com
 


Inclinación narcisista… talante mesiánico al hablar… confundir el Estado consigo mismo… está de remate.

Poder y enfermedad

Milagros Socorro
El interés que la enfermedad del presidente Chávez concita en los diversos sectores del país, así como en los cálculos de las distintas organizaciones (entre las que el PSUV dista mucho de ser la excepción) no se corresponde con el espacio que los medios de comunicación tradicionales destinan a este asunto, que conserva el primer lugar de visitación, en conciliábulos y redes sociales, con independencia de las otras noticias que asoman en el horizonte.
La combinación poder y enfermedad ejerce un auténtico hechizo en las masas; sobre todo, porque tradicionalmente los poderosos han ocultado sus padecimientos para no mostrarse vulnerables en unas arenas donde la imagen de fortaleza es crucial. De ahí viene la tendencia al secretismo, que casi todos los gobernantes o aspirantes a serlo han practicado con sus dolencias. Desde luego, en estos tiempos de acceso inédito a la información –y de legislaciones cada vez más explícitas en cuanto al escrutinio que las sociedades deben ejercer sobre aquellos en quienes delegan las funciones de gobierno-, es más difícil mentir acerca de la salud de un jefe de Estado, pero en el pasado era lo más común.
Piénsese, por ejemplo, que el presidente norteamericano Grover Cleveland fue operado en secreto a bordo de un yate, en el puerto de Nueva York, en 1893. Murió en 1908 de otra cosa. La verdad no se vino a saber hasta 1917; y hubo que esperar hasta 1980 para conocerse la naturaleza del tumor. El presidente francés François Mitterrand sufrió cáncer de próstata durante casi todos los 14 años que estuvo en el poder, once de ellos en estricto secreto. Y John F. Kennedy, con ser el presidente más joven jamás elegido en los Estados Unidos, llegó al cargo tras engañar deliberadamente a su pueblo con respecto a su salud, que distaba mucho de constituir la estampa apolínea que aparentaba. En realidad, Kennedy tenía la enfermedad de Addison (insuficiencia adrenal crónica e hipocortisonismo), que lo hacía dependiente de una terapia con hormonas.
Todos estos casos están expuestos con detalle en el libro “En el poder y en la enfermedad” (Ediciones Siruela, Madrid, 2010), del escritor, médico y político inglés David Owen, quien ya desde la introducción advierte de la proclividad de los líderes a desarrollar patologías, porque, según dice, incluso aquellos que no están enfermos pueden desarrollar el “síndrome de hybris”, que no es exactamente un término médico, sino una noción de la antigua Grecia. “Un acto de hybris”, explica Owen, “era aquel en el cual un personaje poderoso, hinchado de desmesurado orgullo y confianza en sí mismo , trataba a los demás con insolencia y desprecio. ]…] en el drama se siguió desarrollando el concepto para explorar las pautas de conducta soberbia. La trayectoria de la hybris tenía varias etapas. El héroe se gana la gloria y la aclamación al obtener un éxito inusitado contra todo pronóstico. La experiencia se le sube a la cabeza: empieza a tratar a los demás, simples mortales corrientes, con desprecio y desdén, y llega a tener tanta fe en sus propias facultades que empieza a creerse capaz de cualquier cosa. Este exceso de confianza en sí mismo lo lleva a interpretar equivocadamente la realidad que lo rodea y a cometer errores. Al final se lleva su merecido y se encuentra con su némesis, que lo destruye”
El síndrome de hybris no se puede ocultar como sí ocurre con los análisis médicos. De hecho, según Owen, los síntomas son más que visibles y aumentan en intensidad mientras más tiempo permanece un líder en el poder. Ejemplo: inclinación narcisista a ver el mundo como escenario para su lucimiento (en vez de un lugar con problemas que requieren un abordaje pragmático y no autorreferencial); talante mesiánico al hablar; confundir el Estado consigo mismo hasta el punto de considerar que los intereses de ambos con una sola cosa; hablar de sí mismo en tercera persona; excesiva confianza en su propio juicio y desprecio del consejo y la crítica; la creencia de ser responsable no ante los tribunales terrenales o de la opinión pública sino ante la historia o Dios, con la convicción de que el falla será a su favor.
El resultado de este cuadro, siempre según Owen, es una incompetencia que termina por acelerar su salida de la escena política. Por eso, a veces los llaman Chacumbele, como el personaje que, según el son cubano, “él mismito se mató”.

El Nacional|| @CodigoVenezuela

Todo el gobierno contra Venezuela


El objetivo electoral arrasa con todo. Con tal de quedarse, el régimen echa a la hoguera el aparato productivo

Milagros Socorro
La operación es tan simple como retorcida: se aplasta el aparato productivo y estrangula a los productores para obtener bienes por debajo de su costo real y así crear la sensación de que la revolución lleva comida barata a unas masas de pobres cuya salida de esa condición no está contemplada. Más simple aún: el sector E, condenado a ser mayoritario, es el gran vivero de votos para el régimen autocrático y demagogo.
Si los tuvo al principio, hace mucho que la revolución no tiene sueños ni más proyecto que su permanencia en el poder a cualquier costo. ¿Que los productores e industriales del agro venezolano van a la quiebra al ser obligados a vender sus productos a precios regulados que no llegan a cubrir sus costos? No importa; total, esos no votan por Chávez. El punto es distribuir esos productos a precios ficticios entre quiénes sí canjean su voto por la siguiente comida.
Eso es lo que los voceros del régimen llaman “proyecto de Chávez”, “plan de país de la revolución”. Consiste en liquidar a los sectores productivos, mayoritariamente proclives al cambio democrático; endeudar a la república hasta extremos criminales para contar con dinero que echar a la calle en los meses previos al 7 de octubre; y propiciar tejemanejes donde abreva la chavoburguesía corrupta.
Ante nuestros ojos actúa un “ministerio de la alimentación” y una superintendencia de costos y precios, que acaban con las fuentes de producción de alimentos de su propio país, al tiempo que privilegian la importación irracional como política de Estado. Nadie ignora que la situación alimentaria es crítica. Los pequeños y medianos productores del campo están al borde de la quiebra. El panorama de la carne de res, el azúcar, arroz, pastas, harina de maíz, aceite, caraota, leche, huevos y cerdo es dramático. El del pollo, trágico. La combinación maligna de un esquema de precios regulados, un ministerio que se hace la vista gorda ante la inflación constante de insumos para la producción, y la práctica delictiva de la importación, constituyen el tiro de gracia al productor nacional.
En Venezuela no se importaba pollo. El país abastecía su propio consumo. En 2003 se inició esta práctica nefasta, y en los últimos años el fenómeno se ha convertido en una espiral perversa: el año pasado el Gobierno trajo de Brasil y Argentina más de 100.000 toneladas métricas de pollo beneficiado. Este año va por 37.000.
¿Qué pasa cuando un país importa un rubro cuya demanda ya cubrían los nacionales? Se estimula el empleo en el extranjero mientras se cierran las fuentes locales. Se atenta contra la tan esgrimida “seguridad alimentaria”: se destruye el aparato productivo propio y se depende más del petróleo para importar lo que comemos.
Y, claro, se incentiva la corrupción: a la vista están los resultados de la alianza gangsteril entre funcionarios e intermediarios. Pudreval persiste y se dice que por lo menos cuatro contenedores de comida importada se pierden diariamente en los puertos (hablamos de 80.000 kilos cada 24 horas). Sería interesante que Adelina González, Contralora General (E) de la República, instruyera una comisión para tomar una muestra al azar de importaciones realizadas por el Estado. Se sorprendería al ver la diferencia entre lo que pagó el país un día cualquiera, versus la cotización en bolsa de dicho producto ese día. Eso, sin contar flete, seguro en dólares y alquiler de contenedores.
La otra tragedia está en el precio. En el caso del pollo, el precio regulado es de Bs. 15,61, cuando el costo de manufactura actual es de Bs. 18. Al precio de los insumos en perenne aumento se suma el costo de la ineficiencia de los puertos -la llamada congestión portuaria-, que encarece de US$ 15.000 a 19.000 diarios la adquisición de materias primas. Si a ello le sumamos el nuevo peaje burocrático de la planilla de “costo guía del inside”, debemos sumar Bs. 45.000 por cada barco de 30.000 toneladas.
Este es el drama de los productores venezolanos de carne de res, azúcar, arroz, pastas, harina de maíz, aceite, caraota, leche, cerdo, pollo y huevos, entre otros, castigados por un Estado que persigue la producción nacional. ¿Por qué este ensañamiento con los productores nacionales, si cualquier gobierno decente vela por su autoabastecimiento y sus fuentes de empleo?
Requetesimple: afán electoral. Qué importa que la imposibilidad de operar conduzca a la escasez. Para eso está la importación, insuperable fuente de rendimientos a quienes la decretan y ejecutan.
 El Nacional | @CodigoVenezuela

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