Disciplina militar
El acatamiento obligatorio de órdenes cuestionables es un concepto hoy día inaceptable
ARMANDO SCANNONE | EL UNIVERSAL
sábado 26 de mayo de 2012 12:00 AM
Derivados de la Segunda Guerra Mundial, se llevaron a cabo los Juicios de Nuremberg a los criminales nazis, la mayoría militares, y más tarde las Naciones Unidas emitieron la Declaración Universal de Derechos Humanos, firmados por casi todos los países, incluso Venezuela.
Esos hechos produjeron cambios radicales en la visión de los Derechos de los países y de las personas, que hoy son norma de la legislación de casi todos los países. Quedó claro que los crímenes cometidos por un subalterno en el cumplimiento de una orden de su superior, acarrea el delito a ambos. El subalterno puede rehusar cumplir órdenes que acarrean violación de los Derechos Humanos de personas y de Estados, y puede reclamar por sus Derechos.
Con motivo de las denuncias del coronel Aponte comienzan a aflorar temas a los cuales no se les presta atención. Uno de ellos es el de la disciplina y obediencia de las órdenes superiores en nuestras Fuerzas Armadas.
Hace poco sucedieron dos hechos que involucran delitos contra la Humanidad y los Derechos Humanos, lo cual se ha hecho ya costumbre en un gobierno militarizado en todos los departamentos civiles.
En el primer caso, el gobernador de Monagas ha sufrido toda clase de abusos contra su autoridad, al negarse a suministrar agua contaminada a la comunidad, llegándose a enviar 4.500 guardias nacionales para ocupar la policía estatal y, de hecho, controlar el gobierno regional, llevándose por delante los derechos de Estado y Humanos en esa región. ¿Fueron órdenes del mando militar?
En el segundo caso, el coronel Aponte, culpable de delitos graves contra los Derechos Humanos, se excusa aduciendo que recibía órdenes superiores, sin ser desmentido. ¿Será la verdad?
No entro a calificar esos hechos, pero sí alertar a los mandos superiores de nuestras Fuerzas Armadas, poner en claro el concepto que tienen del acatamiento ciego de las órdenes superiores, y ponerse al día con el pensamiento moderno, incluyendo esos tratados, al menos cuando se trate de civiles, pues cuando militares ejercen funciones civiles deben actuar civilmente, de acuerdo a las leyes. Diferente es, cuando se trate de asuntos militares, para los cuales tienen sus reglamentos.
El acatamiento obligatorio de órdenes cuestionables, es un concepto hoy día absolutamente inaceptable.
¿Recuerdan cuando un soldado agarró por el pelo a una señora que manifestaba y la tiró duramente contra el piso o cuando una señora fue asesinada cuando manifestaba en la Plaza Francia, en Altamira? Nada se supo si los autores de esos hechos fueron castigados. ¿Habían ordenes superiores para ese comportamiento?
De todo esto se infiere que habría llegado el momento de designar un civil, que esté identificado y sea conocedor de esos nuevos conceptos, como Ministro de la Defensa, que además de enaltecer las Fuerzas Armadas, y a la dignidad y aprecio que merecen, sea un organizador y forjador de unas Fuerzas Armadas a tono con el momento que vivimos, para la construcción del gran país que merecemos.
ascannone@gmail.com
Esos hechos produjeron cambios radicales en la visión de los Derechos de los países y de las personas, que hoy son norma de la legislación de casi todos los países. Quedó claro que los crímenes cometidos por un subalterno en el cumplimiento de una orden de su superior, acarrea el delito a ambos. El subalterno puede rehusar cumplir órdenes que acarrean violación de los Derechos Humanos de personas y de Estados, y puede reclamar por sus Derechos.
Con motivo de las denuncias del coronel Aponte comienzan a aflorar temas a los cuales no se les presta atención. Uno de ellos es el de la disciplina y obediencia de las órdenes superiores en nuestras Fuerzas Armadas.
Hace poco sucedieron dos hechos que involucran delitos contra la Humanidad y los Derechos Humanos, lo cual se ha hecho ya costumbre en un gobierno militarizado en todos los departamentos civiles.
En el primer caso, el gobernador de Monagas ha sufrido toda clase de abusos contra su autoridad, al negarse a suministrar agua contaminada a la comunidad, llegándose a enviar 4.500 guardias nacionales para ocupar la policía estatal y, de hecho, controlar el gobierno regional, llevándose por delante los derechos de Estado y Humanos en esa región. ¿Fueron órdenes del mando militar?
En el segundo caso, el coronel Aponte, culpable de delitos graves contra los Derechos Humanos, se excusa aduciendo que recibía órdenes superiores, sin ser desmentido. ¿Será la verdad?
No entro a calificar esos hechos, pero sí alertar a los mandos superiores de nuestras Fuerzas Armadas, poner en claro el concepto que tienen del acatamiento ciego de las órdenes superiores, y ponerse al día con el pensamiento moderno, incluyendo esos tratados, al menos cuando se trate de civiles, pues cuando militares ejercen funciones civiles deben actuar civilmente, de acuerdo a las leyes. Diferente es, cuando se trate de asuntos militares, para los cuales tienen sus reglamentos.
El acatamiento obligatorio de órdenes cuestionables, es un concepto hoy día absolutamente inaceptable.
¿Recuerdan cuando un soldado agarró por el pelo a una señora que manifestaba y la tiró duramente contra el piso o cuando una señora fue asesinada cuando manifestaba en la Plaza Francia, en Altamira? Nada se supo si los autores de esos hechos fueron castigados. ¿Habían ordenes superiores para ese comportamiento?
De todo esto se infiere que habría llegado el momento de designar un civil, que esté identificado y sea conocedor de esos nuevos conceptos, como Ministro de la Defensa, que además de enaltecer las Fuerzas Armadas, y a la dignidad y aprecio que merecen, sea un organizador y forjador de unas Fuerzas Armadas a tono con el momento que vivimos, para la construcción del gran país que merecemos.
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