Obras de Bolívar reemplazadas deben ir a los museos nacionales
El TSJ ordenó colocar la imagen del nuevo rostro del Libertador.
El Poder Judicial adoptará esta reconstrucción del rostro (AFP)
DUBRASKA FALCÓN | EL UNIVERSAL
martes 14 de agosto de 2012 12:00 AM
A las bóvedas de los museos deben ir a parar las obras originales o reproducciones que muestren la imagen de Simón Bolívar que serán reemplazadas, según lo ordenó el Tribunal Supremo de Justicia, por la reconstrucción del Libertador en 3D que develó el presidente Hugo Chávez el pasado 24 de julio. Medida que, además, viola los derechos de autor y juega con la memoria iconográfica del país, según lo afirman curadores y artistas.
La resolución, que debe ser acatada por todos los órganos que integran el Poder Judicial, fue tomada considerando que es deber del TSJ "garantizar la emisión, recepción y circulación de la información cultural, como muestras tangibles e intangibles del devenir histórico de la República".
La orden afirma, en el numeral cuatro, que queda totalmente prohibida la "destrucción de las efigies de El Libertador Simón Bolívar" y que las obras que sean reemplazadas deben ser archivadas. Sin embargo, el documento no específica en dónde serán resguardadas: si es en el archivo del TSJ o en la Fundación Museos Nacionales.
"Dependiendo de la calidad de las obras, deben ir a los museos. A ellos le tocan hacer una selección. Se supone que la colección es de uso público", afirma Elida Salazar, curadora y ex directora de la Galería de Arte Nacional. "Esa imagen de Bolívar se suma a todas las demás. Esto no puede ser un proceso de radicalización, de eliminar lo que hubo antes. Además, violas los Derechos de Autor si vas a eliminar a los artistas que hayan pintado a Bolívar antes de la imagen en 3D", apunta.
A Perán Erminy, curador y artista plástico, le preocupa a dónde van a ir a parar las obras. "En estos casos uno no sabe a dónde van a parar estas obras. Salvo que estén tan expuestas como en los museos o en el Salón Elíptico. Sean reproducciones o no esto me parece una medida delirante. Este no es el verdadero Simón Bolívar, sino una versión más. Este cambio no solo va en contra de los Derechos de Autor, sino de los Derechos Humanos. Están violando el derecho a ver ese patrimonio que nos pertenece a todos", dice.
Según la Gaceta Oficial número 28.658, publicada el 20 de junio de 1968, la imagen de Simón Bolívar debe estar colocada "en lugar de honor en todas las oficinas públicas". Por eso la medida debe aplicarse "de manera progresiva".
Para el artista plástico Julio Pacheco Rivas la resolución es un simple capricho que pretende jugar con la memoria iconográfica del país. "Es un juego malsano; si se quiere, al mismo tiempo, de una especie de infantilidad innecesaria cambiar la iconografía existente y de calidad por una que simplemente es fruto de un capricho. Esta medida va en contra de los Derechos de Autor. Se está manipulando la memoria de las personas", asegura el maestro.
Según afirman algunos magistrados, la resolución no fue discutida ni aprobada por los 32 miembros que conforman el TSJ, sino que fue sancionada por la Directiva y su presidenta, Luisa Estella Morales.
La resolución, que debe ser acatada por todos los órganos que integran el Poder Judicial, fue tomada considerando que es deber del TSJ "garantizar la emisión, recepción y circulación de la información cultural, como muestras tangibles e intangibles del devenir histórico de la República".
La orden afirma, en el numeral cuatro, que queda totalmente prohibida la "destrucción de las efigies de El Libertador Simón Bolívar" y que las obras que sean reemplazadas deben ser archivadas. Sin embargo, el documento no específica en dónde serán resguardadas: si es en el archivo del TSJ o en la Fundación Museos Nacionales.
"Dependiendo de la calidad de las obras, deben ir a los museos. A ellos le tocan hacer una selección. Se supone que la colección es de uso público", afirma Elida Salazar, curadora y ex directora de la Galería de Arte Nacional. "Esa imagen de Bolívar se suma a todas las demás. Esto no puede ser un proceso de radicalización, de eliminar lo que hubo antes. Además, violas los Derechos de Autor si vas a eliminar a los artistas que hayan pintado a Bolívar antes de la imagen en 3D", apunta.
A Perán Erminy, curador y artista plástico, le preocupa a dónde van a ir a parar las obras. "En estos casos uno no sabe a dónde van a parar estas obras. Salvo que estén tan expuestas como en los museos o en el Salón Elíptico. Sean reproducciones o no esto me parece una medida delirante. Este no es el verdadero Simón Bolívar, sino una versión más. Este cambio no solo va en contra de los Derechos de Autor, sino de los Derechos Humanos. Están violando el derecho a ver ese patrimonio que nos pertenece a todos", dice.
Según la Gaceta Oficial número 28.658, publicada el 20 de junio de 1968, la imagen de Simón Bolívar debe estar colocada "en lugar de honor en todas las oficinas públicas". Por eso la medida debe aplicarse "de manera progresiva".
Para el artista plástico Julio Pacheco Rivas la resolución es un simple capricho que pretende jugar con la memoria iconográfica del país. "Es un juego malsano; si se quiere, al mismo tiempo, de una especie de infantilidad innecesaria cambiar la iconografía existente y de calidad por una que simplemente es fruto de un capricho. Esta medida va en contra de los Derechos de Autor. Se está manipulando la memoria de las personas", asegura el maestro.
Según afirman algunos magistrados, la resolución no fue discutida ni aprobada por los 32 miembros que conforman el TSJ, sino que fue sancionada por la Directiva y su presidenta, Luisa Estella Morales.
"El Carabobeño" "Lectura Dominical" 12 agosto 2012
Guzman Blanco y el centenario de 1883
Bolívar da para todos
FABIO SOLANO
solanofabio@hotmail.com
solanofabio@hotmail.com
Don Antonio estaba apoltronado en aquel enorme y cómodo sillón, herencia de su padre que gustaba de los muebles ingleses. Siempre decía que eran de excelente piel, y los más cómodos del mundo. Levantaba la copa de jerez para ver el color al trasluz, cuando a la sala entró Pedro para anunciar a su compadre y gran amigo don Vicente. Una vez que se saludaron y al visitante le sirvieran una copa de vino tinto, comenzó la conversación: “¿Qué le parece lo que está pasando? Los dos Guzmán, padre e hijo, están usando al Libertador para meterse por tras corrales.
¿Cómo es posible que el Presidente le haya levantado una estatua a su padre? Mire, que hay que ser caradura. En plena celebración del centenario del nacimiento de Bolívar. Y para más cuento en la placa de la estatua esa, pusieron que Antonio Leocadio había sido coronel del ejército patriota y que además ejerció como secretario del Libertador. Puras mentiras. Que se sepa no fue militar y segundo lo de secretario es muy fácil ponérselo a más de 60 años de aquellos días. Hasta le cambiaron el nombre a la plaza de San Jacinto y ahora se llama “El Venezolano”, como el periódico que fundó el liberalismo. Para peor, no hay mucha gente dispuesta a reclamar”.
El dueño de casa miró a su compadre con displicencia, y le contestó: “Mire don Vicente, sucede que aquí la historia es muy fácil de modifi car y la gente no va decir nada. Lo único que ven son los desfi les, los carruajes con los dignatarios. El príncipe alemán ese que vino, Henrique, la novedad de la luz eléctrica, las aceras romanas. Y para más cuento exhiben a como dé lugar que la madre del Presidente era prima de Bolívar. Sucede que después de doce años mandando en este país cualquiera se desgasta. Según creo yo, Guzmán Blanco está de salida. Ahora, ese hombre es muy inteligente y todo eso, el panteón, las estatuas, los invitados internacionales para los actos de los cien años del nacimiento del Libertador, tiene un objetivo: Meterle a la gente en la cabeza que los Guzmán son los herederos de Bolívar”. -Tiene razón -respondió el compadrepasa que uno a veces no ve el bosque porque los arboles no lo dejan. Si ahorita me acabo de acordar que Páez regresó los restos del Libertador en el 42, nada más para que Soublette ganara las elecciones.
¿Quién se iba a imaginar a Páez, que no permitió que Bolívar regresara a Venezuela en 1830, y luego retornó sus restos para dejar en la estacada a los liberales? Les quitó la bandera de sus manos. Así es la política. Ahora Guzmán Blanco gasta todo ese dinero en fastuosos eventos, con la intención de aparecer al lado de Bolívar. Fíjese bien, para el acto del teatro no convocó a viejos soldados de la independencia, ni a herederos de los próceres. Yo no fui al acto, pero me contaron que había un coro de ópera, y mientras el tenor alababa al Libertador, las coristas repetían un estribillo que decía ¡Viva Bolívar! y ¡Gloria a Guzmán! Habrase visto más desvergüenza. Cien años Para julio de 1883 se cumplirían cien años del nacimiento de Simón Bolívar y el Presidente Antonio Guzmán Blanco, quien mandaba en Venezuela desde 1870, decidió que era el momento propicio para afi anzar su gobierno, utilizando al Libertador.
No era cosa nueva, pues 40 años atrás el general Páez había ordenado el retorno de sus restos toria electoral de su candidato el general Carlos Soublette. Justamente ese año de 1842 el rival era Antonio Leocadio Guzmán, quien había fundando el periódico “El Venezolano” vocero del liberalismo. El pretendía asumir la doctrina de Bolívar como bandera para enfrentar a los conservadores del llanero, quien ejercía el poder desde 1830. Sin embargo, Páez picó adelante y tramitó el regreso de los restos de Bolívar, en lo que parecía una incongruencia, pues la división de la Gran Colombia y la prohibición de que el Libertador entrara a Venezuela el año de su muerte, fueron órdenes del general Páez. Los restos de Simón Bolívar llegaron a La Guaira escoltados por buques europeos, se le colocó en una carroza especialmente fabricada en Francia, realizaron actos majestuosos, y el gobierno decretó ocho días de luto para todos los empleados públicos.
En fi n, fue toda una parafernalia que dio sus resultados positivos para el paecismo, pues Soublette fue electo presidente. Cuarenta años después Antonio Guzmán Blanco, era el Presidente de Venezuela y ya tenía doce años mandando con poderes extraordinarios, justifi cados a través de la llamada “Revolución de Abril”. Luego de tantos años decidiendo el destino de los venezolanos, a pesar de la bonanza económica del momento, el mandatario no las tenía todas consigo: Su gobierno se sostenía con poderes extraordinarios, era muy parecido a una dictadura disfrazada.
Esas facultades dieron tal poder a Guzmán Blanco que su ejercicio quedó marcado por el irrespeto a la libertad, los derechos humanos prisiones, exilio y hasta ejecuciones para sus opositores, como sucedió cuando ordenó el fusilamiento de su compadre Matías Salazar. Justo en el periodo de su gobierno llamado “el quinquenio” (1879 a 1884) concibió un gran homenaje al Libertador, al cumplirse cien años de su nacimiento el 24 de julio. En 1882, para dar legalidad a su mandato ordenó a los consejeros federales que lo nombraran presidente para los próximos dos años, y entonces comenzó el inicio de los preparativos. Para dar al mundo una impresión favorable, autorizó el regreso de los desterrados, pero resultó que exiliados de renombre como Carlos Arvelo o Nicolás Bolet Peraza se negaron a aceptar el perdón.
Guzmán también promovió reformas constitucionales para “modernizar” a Venezuela, y entre ellas planteó eliminar a los gobernadores, pero no pudo. Ese año fue de gran actividad para el Presidente, quien hizo giras por el país, inauguró estatuas y prometió un gran año centenario para Bolívar. Ejercía el poder como un autócrata. El historiador Manuel Alfredo Rodríguez en su “Capitolio de Caracas” describe a Guzmán Blanco, diciendo: “Este hombre parece poseído por un delirio simultáneo de omnisciencia y locuacidad y habla y escribe sobre todas las cosas humanas y divinas. Nada escapa a su intromisión...”.
El 24 de julio La celebración del centenario comenzó con la visita del príncipe alemán Henrique, primer noble europeo que pisaba nuestro territorio luego de la independencia. El 5 de julio el Presidente inauguró la estatua de su padre en la plaza de San Jacinto, la cual renombró como “El Venezolano”. Pronto el mandatario dispuso su fi guración el propio 24 de julio. El objetivo era claro: Antonio Guzmán Blanco era el heredero del Libertador, tanto por familia, pues su madre era prima de Bolívar, como por su obra de gobierno. No olvidaba a su padre Antonio Leocadio Guzmán, y además lo dispuso para leer pensamientos del Libertador a la entrada del acto en el Teatro Guzmán Blanco, califi cándolo como “el único superviviente de los grandes servidores de Bolívar”. El viejo no fue y envió a un niño quien recitó las palabras que le enseñó al caletre. Las loas exaltando al Presidente al lado de la fi gura de Bolívar surgieron por doquier. Vicente Amengual, recién nombrado presidente del Senado, fue uno de los principales personajes en este ofi cio.
En Valencia una publicación llamada “La Voz Pública” traía escritos comparativos entre Bolívar y Guzmán Blanco, suscritos por González Guinán. Sólo un escritor colombiano logró publicar un panfl eto contra Guzmán, pero fue en Curazao. En Venezuela era imposible escribir alguna crítica contra el Presidente, so pena de ir preso. Otros dictadores también han utilizado a Bolívar para sus fi nes políticos: Cipriano Castro puso por delante al Libertador, especialmente al momento de enfrentarse a las potencias europeas que bloqueaban a Puerto Cabello. Luego el dictador Juan Vicente Gómez hizo un gran acto en 1930, en el centenario de la muerte de Bolívar.
El general López Contreras, siendo Presidente pretendió crear un partido bolivariano; el dictador Pérez Jiménez, se decía seguidor del pensamiento de Bolívar; y hasta Carlos Andrés Pérez, en una ocasión se dejó crecer grandes patillas, porque alguien le dijo que así se parecería a Bolívar. Y todavía, a doscientos años de su gesta independentista, continúa el uso de la imagen del Libertador, con intereses subalternos y políticos. Parece que no hay manera de evitarlo.
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