Razón del nombre del blog

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El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

jueves, 7 de marzo de 2013

Tenías misión de vida tu país, tu pueblo y te dejaste seducir por el becerro de oro, tanto que el mismo Dios actuó...Parte II


Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Pentateuco > Éxodo > El becerro de oro (2:31:18 - 2:32:35)
Y cuando acabó de hablar con él en el monte Sinaí, dio a Moisés dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios.
Al ver el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, ellos se congregaron ante Aarón y le dijeron: —Levántate, haz para nosotros dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el hombre que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido.
Aarón les respondió: —Quitad los aretes de oro que están en las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y de vuestras hijas, y traédmelos.
Entonces todos los del pueblo se quitaron los aretes de oro que tenían en sus orejas, y los trajeron a Aarón.
El los recibió de sus manos e hizo un becerro de fundición, modelado a buril. Entonces dijeron: —¡Israel, éste es tu dios que te sacó de la tierra de Egipto!
Al ver esto, Aarón edificó un altar delante del becerro y pregonó diciendo: —¡Mañana habrá fiesta para Jehovah!
Al día siguiente madrugaron, ofrecieron holocaustos y trajeron sacrificios de paz. Luego el pueblo se sentó a comer y a beber, y se levantó para divertirse.
Entonces Jehovah dijo a Moisés: —Anda, desciende, porque tu pueblo que sacaste de la tierra de Egipto se ha corrompido.
Se han apartado rápidamente del camino que yo les mandé. Se han hecho un becerro de fundición, lo han adorado, le han ofrecido sacrificios y han dicho: “¡Israel, éste es tu dios que te sacó de la tierra de Egipto!”
—Le dijo, además, a Moisés—: Yo he visto a este pueblo, y he aquí que es un pueblo de dura cerviz.
Ahora pues, deja que se encienda mi furor contra ellos y los consuma, pero yo haré de ti una gran nación.
Entonces Moisés imploró el favor de Jehovah su Dios, diciendo: —Oh Jehovah, ¿por qué se ha de encender tu furor contra tu pueblo que sacaste de la tierra de Egipto con gran fuerza y con mano poderosa?
¿Por qué han de hablar los egipcios diciendo: “Los sacó por maldad, para matarlos sobre los montes y para exterminarlos sobre la faz de la tierra”? Desiste del ardor de tu ira y cambia de parecer en cuanto a hacer mal a tu pueblo.
Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Israel tus siervos, a quienes juraste por ti mismo y les dijiste: “Yo multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo, y daré a vuestra descendencia toda esta tierra de la cual he hablado. Y ellos la tomarán como posesión para siempre.”
Entonces Jehovah cambió de parecer en cuanto al mal que dijo que haría a su pueblo.
Entonces Moisés se volvió y descendió del monte trayendo en sus manos las dos tablas del testimonio, tablas escritas por ambos lados; por uno y otro lado estaban escritas.
Las tablas eran obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios, grabada sobre las tablas.
Al oír Josué el estruendo del pueblo que gritaba, dijo a Moisés: —¡Estruendo de batalla hay en el campamento!
Pero Moisés respondió: —No es estruendo de victoria ni estruendo de derrota. Yo escucho estruendo de cantares.
Aconteció que cuando llegó al campamento y vio el becerro y las danzas, la ira de Moisés se encendió, y arrojó las tablas de sus manos y las rompió al pie del monte.
Y tomó el becerro que habían hecho y lo quemó en el fuego. Luego lo molió hasta reducirlo a polvo, lo esparció sobre el agua, y lo hizo beber a los hijos de Israel.
Y Moisés dijo a Aarón: —¿Qué te ha hecho este pueblo, para que hayas traído sobre él un pecado tan grande?
Y Aarón respondió: —No se encienda la ira de mi señor. Tú conoces al pueblo, que es inclinado al mal.
Ellos me dijeron: “Haz para nosotros dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el hombre que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido.”
Y yo les respondí: “Los que tengan oro, que se lo quiten.” Ellos me lo dieron, y lo arrojé al fuego; y salió este becerro.
Al ver que el pueblo se había desenfrenado, pues Aarón les había permitido el desenfreno, de modo que llegaron a ser una vergüenza entre sus enemigos, Moisés
se puso de pie a la entrada del campamento y dijo: —¡Quien esté de parte de Jehovah únase conmigo! Y se unieron con él todos los hijos de Leví.
Y él les dijo: —Así ha dicho Jehovah, el Dios de Israel: “¡Cíñase cada uno su espada, y pasad y volved, de entrada a entrada del campamento! ¡Matad cada uno a su hermano, a su amigo y a su pariente!”
Entonces los hijos de Leví hicieron conforme al dicho de Moisés, y aquel día cayeron del pueblo como
hombres.
Entonces Moisés dijo: —Hoy os habéis investido a vosotros mismos para Jehovah, cada uno a costa de su hijo o de su hermano, para que él os dé hoy bendición.
Al día siguiente Moisés dijo al pueblo: —Vosotros habéis cometido un gran pecado. Pero yo subiré ahora hacia Jehovah; quizás yo pueda hacer expiación por vuestro pecado.
Moisés regresó a Jehovah y le dijo: —¡Ay! Este pueblo ha cometido un gran pecado al haberse hecho dioses de oro.
Pero ahora perdona su pecado; y si no, por favor, bórrame de tu libro que has escrito.
Jehovah respondió a Moisés: —¡Al que ha pecado contra mí, a ése lo borraré de mi libro!
Vuelve, pues; conduce a este pueblo al lugar que te he dicho; he aquí que mi ángel irá delante de ti. Pero en el día del castigo yo les castigaré por su pecado.
Y Jehovah hirió al pueblo con una plaga por lo que habían hecho con el becerro que Aarón formó.

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