Guyana, un alerta
El asunto bélico se maneja con demasiada ligereza de palabra y es algo que hay que desterrar
DAVID UZCÁTEGUI | EL UNIVERSAL
viernes 19 de junio de 2015 12:00 AM
En las últimas semanas ha reflotado con intensidad un viejo asunto que tiene pendiente nuestra República, y es el delicado diferendo limítrofe con la vecina Guyana, al cual se le han dado largas por diversos motivos, desde lo diplomático hasta su ausencia en la agenda de prioridades cuando el país enfrenta temas urgentes.
Pero era evidente que, más temprano que tarde, el asunto volvería a ocupar a los venezolanos. No es válido postergarlo indefinidamente y el mundo sigue moviéndose, por lo cual llegaría la circunstancia en la que lo complejo del asunto no resuelto, volviera a hacer ruido.
La actual crisis revienta por un asunto coyuntural, y es la exploración de la petrolera multinacional Exxon Mobil en territorios que están dentro de la zona en reclamación Guyana-Venezuela. Dicha exploración ha dado con riquezas minerales que, al encintarse dentro de un territorio en entredicho, detonan una compleja situación diplomática.
Quedará a los especialistas en relaciones internacionales apuntar cuál ha debido ser el procedimiento, tanto para realizar esta exploración como para manejar los hallazgos de riquezas minerales. Porque, si bien defendemos los buenos oficios de la diplomacia en todo momento y en particular en un caso como éste; también es verdad que Guyana no ostenta soberanía absoluta en esos espacios y que nuestro país tiene voz y voto, al menos hasta que las instancias supranacionales pertinentes tomen una decisión respecto a este largo y engorroso conflicto.
En días recientes, voceros del Gobierno señalaron que "hay que apuntar bien" en las diferencias que mantenemos con Guyana. Ciertamente, tienen razón. Sin embargo, la mencionada puntería citada desde el oficialismo tiene que ver con la empresa que realiza la exploración, cuando lo que hay que preguntarse es por qué están allí y quién los autorizó.
Evidentemente, esto debe haberse materializado con el conocimiento y apoyo del gobierno guyanés y esto es lo que pone la situación en tintes muy delicados; ya que debe haber comunicación entre ambos gobiernos al existir de por medio un territorio cuya titularidad no ha sido definitivamente dirimida.
Es el gobierno guyanés el único interlocutor válido respecto a este contratiempo y por supuesto, las instancias internacionales previstas por la ley y reconocidas por ambas naciones. El preocupante incidente debe ser resuelto con pragmatismo. Los prejuicios personales o ideológicos pueden hacer mucho ruido ante el intento de buscar y conseguir una resolución satisfactoria para ambas partes en este asunto.
En medio del revuelo y la polémica que se ha levantado en la opinión pública por esta situación, ha asomado una y otra vez el término "militar", dentro de análisis y discusiones que se han recalentado más de lo conveniente.
Incluso, el actual Ejecutivo Nacional apela al latinoamericanismo con frecuencia, y ese es uno de los factores a tomar en cuenta cuando se intentan resolver diferencias entre dos países de este continente y que, además son vecinos.
Insistimos en lo que hemos dicho muchas veces: el asunto bélico se maneja con demasiada ligereza de palabra y es algo que hay que desterrar. Las palabras lanzadas no se pueden recoger y por suerte, en este caso la terminología castrense no ha pasado de alguna que otra imprudencia verbal.
En casos como éste, la fidelidad a la patria debe manejarse con sangre fría y apego al marco legal internacional, que es el único que nos puede brindar soluciones. No buscar culpables, y menos inventarlos. No utilizar la situación para crear discursos políticos de ninguna parcialidad. Tomar muy en serio lo que sucede, porque es realmente serio. Y demostrar que el amor a Venezuela no es retórica, sino trabajo inteligente y consciente de gente preparada para lidiar con temas de semejante complejidad.
Es la misma Guyana la que ha mencionado nuevamente el Acuerdo de Ginebra, por el cual se rige el diferendo, y con dicha mención queda tácitamente aceptado que Venezuela es parte interesada de forma legítima en este problema. Instancias como la Celac, que agrupa en su seno a los dos países, son también valiosos auxiliares en este momento.
También se espera sensatez y ponderación por parte de los representantes guyaneses. Y evidentemente, respeto hacia el territorio venezolano, con lo cual queremos decir hacia los sectores vecinos a la zona en reclamación que son netamente venezolanos.
Toca a la ciudadanía de ambos países exigir a sus representantes una solución que no comprometa el futuro, ni la dignidad, ni la paz de los afectados. No es fácil; pero esa es la tarea. Y hay que acometerla ya, antes que se presenten en un futuro nuevas situaciones como ésta, que volverán a aparecer si no se subsana el largamente postergado acuerdo.
duzcategui06@gmail.com
Pero era evidente que, más temprano que tarde, el asunto volvería a ocupar a los venezolanos. No es válido postergarlo indefinidamente y el mundo sigue moviéndose, por lo cual llegaría la circunstancia en la que lo complejo del asunto no resuelto, volviera a hacer ruido.
La actual crisis revienta por un asunto coyuntural, y es la exploración de la petrolera multinacional Exxon Mobil en territorios que están dentro de la zona en reclamación Guyana-Venezuela. Dicha exploración ha dado con riquezas minerales que, al encintarse dentro de un territorio en entredicho, detonan una compleja situación diplomática.
Quedará a los especialistas en relaciones internacionales apuntar cuál ha debido ser el procedimiento, tanto para realizar esta exploración como para manejar los hallazgos de riquezas minerales. Porque, si bien defendemos los buenos oficios de la diplomacia en todo momento y en particular en un caso como éste; también es verdad que Guyana no ostenta soberanía absoluta en esos espacios y que nuestro país tiene voz y voto, al menos hasta que las instancias supranacionales pertinentes tomen una decisión respecto a este largo y engorroso conflicto.
En días recientes, voceros del Gobierno señalaron que "hay que apuntar bien" en las diferencias que mantenemos con Guyana. Ciertamente, tienen razón. Sin embargo, la mencionada puntería citada desde el oficialismo tiene que ver con la empresa que realiza la exploración, cuando lo que hay que preguntarse es por qué están allí y quién los autorizó.
Evidentemente, esto debe haberse materializado con el conocimiento y apoyo del gobierno guyanés y esto es lo que pone la situación en tintes muy delicados; ya que debe haber comunicación entre ambos gobiernos al existir de por medio un territorio cuya titularidad no ha sido definitivamente dirimida.
Es el gobierno guyanés el único interlocutor válido respecto a este contratiempo y por supuesto, las instancias internacionales previstas por la ley y reconocidas por ambas naciones. El preocupante incidente debe ser resuelto con pragmatismo. Los prejuicios personales o ideológicos pueden hacer mucho ruido ante el intento de buscar y conseguir una resolución satisfactoria para ambas partes en este asunto.
En medio del revuelo y la polémica que se ha levantado en la opinión pública por esta situación, ha asomado una y otra vez el término "militar", dentro de análisis y discusiones que se han recalentado más de lo conveniente.
Incluso, el actual Ejecutivo Nacional apela al latinoamericanismo con frecuencia, y ese es uno de los factores a tomar en cuenta cuando se intentan resolver diferencias entre dos países de este continente y que, además son vecinos.
Insistimos en lo que hemos dicho muchas veces: el asunto bélico se maneja con demasiada ligereza de palabra y es algo que hay que desterrar. Las palabras lanzadas no se pueden recoger y por suerte, en este caso la terminología castrense no ha pasado de alguna que otra imprudencia verbal.
En casos como éste, la fidelidad a la patria debe manejarse con sangre fría y apego al marco legal internacional, que es el único que nos puede brindar soluciones. No buscar culpables, y menos inventarlos. No utilizar la situación para crear discursos políticos de ninguna parcialidad. Tomar muy en serio lo que sucede, porque es realmente serio. Y demostrar que el amor a Venezuela no es retórica, sino trabajo inteligente y consciente de gente preparada para lidiar con temas de semejante complejidad.
Es la misma Guyana la que ha mencionado nuevamente el Acuerdo de Ginebra, por el cual se rige el diferendo, y con dicha mención queda tácitamente aceptado que Venezuela es parte interesada de forma legítima en este problema. Instancias como la Celac, que agrupa en su seno a los dos países, son también valiosos auxiliares en este momento.
También se espera sensatez y ponderación por parte de los representantes guyaneses. Y evidentemente, respeto hacia el territorio venezolano, con lo cual queremos decir hacia los sectores vecinos a la zona en reclamación que son netamente venezolanos.
Toca a la ciudadanía de ambos países exigir a sus representantes una solución que no comprometa el futuro, ni la dignidad, ni la paz de los afectados. No es fácil; pero esa es la tarea. Y hay que acometerla ya, antes que se presenten en un futuro nuevas situaciones como ésta, que volverán a aparecer si no se subsana el largamente postergado acuerdo.
duzcategui06@gmail.com
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