¿Por qué América Latina?
"Latinoamericanos": una noción nacida con el objeto de subyugarnos y recolonizarnos
ALFREDO TORO HARDY | EL UNIVERSAL
miércoles 10 de junio de 2015 12:00 AM
No existe consenso respecto al origen del término América Latina. Para algunos como Arturo Ardao en su obra Génesis de la Idea y el Nombre de América e Ignacio Hernando de Larramendi en su libro Utopía de la Nueva América, correspondió al colombiano José María Torres Caicedo utilizar por primera vez esta expresión, ya entrado el siglo XIX. De acuerdo a Leopoldo Zea en su obraLatinoamérica Tercer Mundo, fue el académico francés L.M. Tisserand quien acuñó esta noción en un artículo publicado en la revista La Revue des Races Latines en 1861. Para Fernando Del Paso, en su libro Noticias del Imperio, el concepto fue originario de Michel Chevalier, ideólogo de la tesis "panlatina" de Napoleón III. Finalmente el escritor chileno Miguel Rojas Mix afirma que el primero en utilizar la expresión América Latina fue su compatriota Francisco Bilbao, en una conferencia dada en París en 1856.
Armando el rompecabezas
Tratando de armar este rompecabezas pareciera que, efectivamente, fue Francisco Bilbao quien por primera vez utilizó este concepto. El mismo sería retomado por Torres Caicedo, figura de gran influencia en los medios diplomáticos y culturales iberoamericanos de París, quien lo difundiría. De acuerdo al planteamiento de ambos, el término acobijaba al conjunto de países colonizados por España, Portugal y Francia en la América Meridional.
La noción anterior vino a caer como anillo al dedo a las ambiciones imperialistas que Napoleón III mantenía con respecto a nuestra parte del mundo. Efectivamente, más allá de la conquista de México, y según refiere Fernando Del Paso, la Francia napoleónica aspiraba a transformar a Guatemala, Ecuador y Paraguay en monarquías dependientes de la Corte de las Tullerías. A fin de cuentas era la época en que las grandes capitales europeas aspiraban a proyectar sus imperios por los cuatro puntos del planeta. Si bien Iberoamérica se había preservado hasta ese momento como región vedada a Europa, en virtud de la Doctrina Monroe, la guerra civil estadounidense había abierto las puertas de la región.
Para brindar legitimidad a sus apetitos sobre nuestra región, Francia requería de un nexo de identidad con la misma. La tesis "panlatina" que tenía como ideólogo a Michel Chevalier, constituyó la vía para ello. Así como en el futuro habría de aparecer una tesis "panamericana" sobre la cual Estados Unidos buscaría estructurar sus vínculos con nuestra región, asimismo Francia buscaría definir denominadores comunes por esta vía. La misma amalgamaba bajo una identidad común a los países de origen latino situados a ambas riberas del Atlántico. Aunque correspondería a Tisserand, académico suscrito a la tesis anterior, acuñar oficialmente el término América Latina en el famoso artículo referido por Leopoldo Zea. En una importante carta de 1862, Napoleón III señalaba que Francia tenía la misión histórica de devolver a la raza latina del otro lado del océano su fuerza y su prestigio.
En 1865 terminó la guerra de secesión estadounidense con la victoria del Norte y la consolidación de la Unión. A partir de ese momento la veda sobre este rincón del planeta volvía a reestablecerse, so riesgo de un enfrentamiento armado con Estados Unidos. En 1867 se derrumbó el imperio títere establecido por Napoleón III en México con el fusilamiento del emperador Maximiliano. En 1870 el propio imperio napoleónico era derrocado por los franceses tras el fracaso de su guerra con los alemanes. Así las cosas el término América Latina perdía toda razón de ser. Sorprendentemente éste sobrevivió y, a pesar de su origen y connotaciones imperialistas, fue adoptado como símbolo de identidad regional.
Es cierto que algunos intelectuales de la época protestaron. Tal sería el caso del chileno José Victorino Lastarria, quien hablará del absurdo de querer hacernos latinos. Sin embargo, el concepto habría de encontrar más factores de impulso que resistencias. La razón de ello puede encontrarse en una potente corriente intelectual que, por aquellos tiempos, buscaba identificarse con Europa obviando el pasado hispánico.
El movimiento positivista que se expandió por toda la región buscaba romper con las matrices culturales españolas, a las cuales identificaba con atraso y regresión. Deslumbrados por el ejemplo de Estados Unidos y por las ideas que circulaban en París o Londres, sus integrantes buscarán refundar a América Latina sobre unas bases de orden y progreso que parecían asimilarse bien a una noción como la de América Latina. Un concepto que nos emparentara con las matrices civilizatorias occidentales, circunvalando a España, tenía por fuerza que ser bien recibido por aquellos.
Es así como nos transformamos en "latinoamericanos", olvidando no solo que fue una noción nacida con el objeto de subyugarnos y recolonizarnos, sino pasando por alto términos mucho más descriptivos de nuestro origen y de nuestra identidad.
altohar@hotmail.com
Armando el rompecabezas
Tratando de armar este rompecabezas pareciera que, efectivamente, fue Francisco Bilbao quien por primera vez utilizó este concepto. El mismo sería retomado por Torres Caicedo, figura de gran influencia en los medios diplomáticos y culturales iberoamericanos de París, quien lo difundiría. De acuerdo al planteamiento de ambos, el término acobijaba al conjunto de países colonizados por España, Portugal y Francia en la América Meridional.
La noción anterior vino a caer como anillo al dedo a las ambiciones imperialistas que Napoleón III mantenía con respecto a nuestra parte del mundo. Efectivamente, más allá de la conquista de México, y según refiere Fernando Del Paso, la Francia napoleónica aspiraba a transformar a Guatemala, Ecuador y Paraguay en monarquías dependientes de la Corte de las Tullerías. A fin de cuentas era la época en que las grandes capitales europeas aspiraban a proyectar sus imperios por los cuatro puntos del planeta. Si bien Iberoamérica se había preservado hasta ese momento como región vedada a Europa, en virtud de la Doctrina Monroe, la guerra civil estadounidense había abierto las puertas de la región.
Para brindar legitimidad a sus apetitos sobre nuestra región, Francia requería de un nexo de identidad con la misma. La tesis "panlatina" que tenía como ideólogo a Michel Chevalier, constituyó la vía para ello. Así como en el futuro habría de aparecer una tesis "panamericana" sobre la cual Estados Unidos buscaría estructurar sus vínculos con nuestra región, asimismo Francia buscaría definir denominadores comunes por esta vía. La misma amalgamaba bajo una identidad común a los países de origen latino situados a ambas riberas del Atlántico. Aunque correspondería a Tisserand, académico suscrito a la tesis anterior, acuñar oficialmente el término América Latina en el famoso artículo referido por Leopoldo Zea. En una importante carta de 1862, Napoleón III señalaba que Francia tenía la misión histórica de devolver a la raza latina del otro lado del océano su fuerza y su prestigio.
En 1865 terminó la guerra de secesión estadounidense con la victoria del Norte y la consolidación de la Unión. A partir de ese momento la veda sobre este rincón del planeta volvía a reestablecerse, so riesgo de un enfrentamiento armado con Estados Unidos. En 1867 se derrumbó el imperio títere establecido por Napoleón III en México con el fusilamiento del emperador Maximiliano. En 1870 el propio imperio napoleónico era derrocado por los franceses tras el fracaso de su guerra con los alemanes. Así las cosas el término América Latina perdía toda razón de ser. Sorprendentemente éste sobrevivió y, a pesar de su origen y connotaciones imperialistas, fue adoptado como símbolo de identidad regional.
Es cierto que algunos intelectuales de la época protestaron. Tal sería el caso del chileno José Victorino Lastarria, quien hablará del absurdo de querer hacernos latinos. Sin embargo, el concepto habría de encontrar más factores de impulso que resistencias. La razón de ello puede encontrarse en una potente corriente intelectual que, por aquellos tiempos, buscaba identificarse con Europa obviando el pasado hispánico.
El movimiento positivista que se expandió por toda la región buscaba romper con las matrices culturales españolas, a las cuales identificaba con atraso y regresión. Deslumbrados por el ejemplo de Estados Unidos y por las ideas que circulaban en París o Londres, sus integrantes buscarán refundar a América Latina sobre unas bases de orden y progreso que parecían asimilarse bien a una noción como la de América Latina. Un concepto que nos emparentara con las matrices civilizatorias occidentales, circunvalando a España, tenía por fuerza que ser bien recibido por aquellos.
Es así como nos transformamos en "latinoamericanos", olvidando no solo que fue una noción nacida con el objeto de subyugarnos y recolonizarnos, sino pasando por alto términos mucho más descriptivos de nuestro origen y de nuestra identidad.
altohar@hotmail.com
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