¿Cuál futuro para el país?
Las oportunidades de construir una nueva Venezuela son más grandes que los riesgos
JOSÉ LUIS CORDEIRO | EL UNIVERSAL
sábado 20 de junio de 2015 12:00 AM
En Venezuela nos encanta echarle la culpa de nuestros males a los demás. Durante el siglo XIX la culpa era "obviamente" de los españoles, que nos dejaron un país en ruinas. Durante el siglo XX se puso de moda echarle la culpa de todos nuestros pesares a los "gringos". Al paso que vamos, en el siglo XXI terminaremos echándole la culpa de nuestros problemas a los japoneses... o a los chinos... o quizás hasta a los marcianos. Pero la culpa es nuestra y sólo nuestra. La culpa de la actual "africanización" de Venezuela no es de los africanos sino de nosotros los venezolanos.
El mundo ha cambiado y debemos entender que la riqueza humana está precisamente en los seres humanos. Tenemos que dejar atrás la noción de que la riqueza está fuera de la gente. En el siglo XIX muchos pensaban que la riqueza estaba sobre la tierra en la forma de cacao, café y ganado. En el siglo XX otros creyeron que la riqueza estaba debajo de la tierra como los recursos minerales y el petróleo. Ahora sabemos que la riqueza no está afuera, arriba o debajo de la tierra. La verdadera riqueza está dentro de cada ser humano, esa es la riqueza que debemos promover: el capital humano.
Venezuela comenzó un cambio generacional en este nuevo milenio. Evitemos retroceder hacia el pasado del siglo XIX y avancemos hacia el futuro del siglo XXI. El reto es enorme para los jóvenes, pero las oportunidades son todavía mayores. Creatividad, iniciativa, perseverancia, solidaridad y valentía, son cualidades necesarias para construir un mejor futuro para Venezuela.
Tenemos en las manos una posibilidad única y un deber histórico dentro de una pequeña ventana de oportunidad abierta para el cambio. En vista de la dimensión de este proyecto trascendental, el error más grave que podríamos cometer es abandonar la carrera antes de comenzar. Las oportunidades de construir una nueva Venezuela son mucho más grandes que los riesgos. El futuro comienza hoy. El futuro comienza aquí. El futuro comienza con nosotros.
www.cordeiro.org
El mundo ha cambiado y debemos entender que la riqueza humana está precisamente en los seres humanos. Tenemos que dejar atrás la noción de que la riqueza está fuera de la gente. En el siglo XIX muchos pensaban que la riqueza estaba sobre la tierra en la forma de cacao, café y ganado. En el siglo XX otros creyeron que la riqueza estaba debajo de la tierra como los recursos minerales y el petróleo. Ahora sabemos que la riqueza no está afuera, arriba o debajo de la tierra. La verdadera riqueza está dentro de cada ser humano, esa es la riqueza que debemos promover: el capital humano.
Venezuela comenzó un cambio generacional en este nuevo milenio. Evitemos retroceder hacia el pasado del siglo XIX y avancemos hacia el futuro del siglo XXI. El reto es enorme para los jóvenes, pero las oportunidades son todavía mayores. Creatividad, iniciativa, perseverancia, solidaridad y valentía, son cualidades necesarias para construir un mejor futuro para Venezuela.
Tenemos en las manos una posibilidad única y un deber histórico dentro de una pequeña ventana de oportunidad abierta para el cambio. En vista de la dimensión de este proyecto trascendental, el error más grave que podríamos cometer es abandonar la carrera antes de comenzar. Las oportunidades de construir una nueva Venezuela son mucho más grandes que los riesgos. El futuro comienza hoy. El futuro comienza aquí. El futuro comienza con nosotros.
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Costoso perfil
El Nacional 19 DE JUNIO 2015 - 12:01 AM CET
La cosa está que arde y no es para menos: al inventario de carencias y limitaciones que pesa como inmerecido e inexplicable castigo sobre los habitantes de esta tierra que dejó, por ahora, de ser de gracia para convertirse en territorio de sufrimiento, se suma la percepción que de su sistema de gobierno tienen los países democráticos de los 5 continentes, en razón de sus represalias contra críticos y opositores políticos, y que se traduce en encarcelamientos, censuras y persecuciones. El Estado venezolano está a un tris de ser considerado forajido; sin embargo, ello no ha impedido que, figurando como número uno, el número dos negocie con el imperio una entente semicordial que insufle un segundo aliento a un régimen que agoniza a consecuencia de sus torpezas e insuficiencias. No, ya Venezuela no es una tierra de gracia; no funciona como marca y las instituciones amparadas en ella tienen pésima reputación. Con semejante bagaje, es difícil que mandatarios de Estados Unidos y la Unión Europea acepten como pares suyos a quienes se comportan como caporales de fincas y no como servidores públicos.
El exordio precedente podría perfectamente ser, con más sutileza, claro, parte del memorándum redactado por un director de Cuentas de la agencia Fitz Gibborn Media para someterlo a consideración del encargado de negocios de la embajada venezolana en Washington, Maximilien Arveláiz, y ofrecer servicios de asesoría de imagen y relaciones públicas a la magullada cúpula nicochavista. Arveláiz, orondo y satisfecho, seguramente lo presentó al número dos que ahora figura como número uno, al menos en lo que respecta a las conversaciones con Thomas Shannon, quien, entusiasmado, debe haber exclamado “Échenle pierna que para luego es tarde”. Así, la firma estadounidense con oficinas en Nueva York y Washington, y que cuenta entre sus clientes al Fondo de la Defensa para Julian Assange, se hizo de un suculento fee de 150.000 dólares semestrales con la encomienda de mejorar el perfil de Maduro & Co.
Acostumbrados a multimillonarias campañas electorales y proselitistas, la tarifa acordada con los relacionistas gringos le debe haber parecido una bagatela a los genios de las finanzas chavistas (lo que es una minucia, allá en el norte, aquí son 60 millones de bolívares con los cuales se pueden hacer unos cuantos mercados); pero está claro que a esa cantidad habrá que sumar las comisiones correspondientes por la inserción de avisos, cuñas y publirreportajes en medios impresos y audiovisuales de alcance nacional, que allá son bien caros. Nunca sabremos a cuánto ascenderá la inversión real en publicidad de imagen para un producto que está por debajo de la cota cero. Y por más imaginativos que sean los mensajes ideados por los creativos al servicio de la empresa contratada, si el producto no cambia, se estaría despilfarrando el dinero. La calidad de lo anunciado es esencial para convencer al público. Transformar las indigestas imágenes de la troika y su base de sustentación, la FANB, en productos potables y digeribles no es cuestión de maquillaje sino de lavado, engrase y reingeniería. No es fácil, nada fácil.
Acostumbrados a multimillonarias campañas electorales y proselitistas, la tarifa acordada con los relacionistas gringos le debe haber parecido una bagatela a los genios de las finanzas chavistas (lo que es una minucia, allá en el norte, aquí son 60 millones de bolívares con los cuales se pueden hacer unos cuantos mercados); pero está claro que a esa cantidad habrá que sumar las comisiones correspondientes por la inserción de avisos, cuñas y publirreportajes en medios impresos y audiovisuales de alcance nacional, que allá son bien caros. Nunca sabremos a cuánto ascenderá la inversión real en publicidad de imagen para un producto que está por debajo de la cota cero. Y por más imaginativos que sean los mensajes ideados por los creativos al servicio de la empresa contratada, si el producto no cambia, se estaría despilfarrando el dinero. La calidad de lo anunciado es esencial para convencer al público. Transformar las indigestas imágenes de la troika y su base de sustentación, la FANB, en productos potables y digeribles no es cuestión de maquillaje sino de lavado, engrase y reingeniería. No es fácil, nada fácil.
Capital humano perdido
El Nacional 19 DE JUNIO 2015 - 00:01
Estoy convencido de que una de las decisiones más complejas y difíciles de tomar para un ser humano es la de emigrar de su país. Lo que para muchos es una alternativa más de las tantas que se nos presentan en el camino, la migratoria es de las más complejas. No hay manera de no llevar sobre los hombros un fuerte bulto y que a mayor edad más pesado se nos hace.
Desde hace quince años y vinculado con la difícil situación a la que se ha sometido al país, miles de venezolanos han optado por la vía de la huida, de la escapada, del “me voy antes de que sea tarde”. No sin razón muchos se van. Ya no hay un rincón del mundo en donde no encontremos un venezolano apostando por la supervivencia. Para todos la decisión ha sido dura, y más para los que tiene que arrastrar con sus núcleos familiares.
Hay corrientes migratorias desde siempre, y hay destinos naturales que como imanes atraen a miles que buscan oportunidades económicas o se quieren salvar de las tragedias de sus patrias. En cualquiera de los casos la decisión es difícil y muchas veces la única que se tiene.
En Venezuela hemos evaluado las motivaciones; en muchos casos se comprenden, aunque también hay que concluir que muchos compatriotas no siempre toman la mejor decisión. Las razones objetivas y su capacidad para enfrentar el reto son a veces menos gratificantes. No son pocos los emigrantes arrepentidos que no evaluaron sus capacidades para someterse a tamaña decisión. La vida en otras latitudes puede también estar llena de sinsabores. Por ello hemos insistido en lo importante que es prepararse y evaluar debidamente antes de hacer la maleta.
Lo más triste de todo es que no se comprenda que de todos los abusos a que se ha sometido a la nación, como son la corrupción, la inseguridad, la desinstitucionalización, la pérdida de nuestras riquezas, entre otras, la más grave de todas y la más difícil de recuperar en el futuro es la pérdida de nuestro capital humano.
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