La Genialidad
Franciscana: La Integración de lo Negativo
Perder es Ganar
Viernes,
19 de junio, 2015
Por el Padre Richard Rohr, OFM
No
vamos a Dios haciendo lo correcto. Por favor, créanme acerca de esto. Vamos a
Dios haciendo lo incorrecto. Cualquier guía de almas sabe que esto es verdad.
Si fuéramos a Dios siendo perfectos, nadie llegaría a Dios. Esto nivela el
terreno totalmente. Nuestras faltas abren nuestros corazones de piedra y mueven
el espacio de la mente rígida hacia la comprensión y la paciencia. Es al
hacerlo mal, al ser rechazados y al experimentar dolor que somos conducidos a
depender totalmente de Dios. Yo quisiera
que no fuese verdad. Pero lo único que
sé en este momento de mi travesía es que
Dios me ha permitido hacerlo casi todo
mal, para que pudiera experimentar plenamente cómo es que Dios puede hacerlo
todo totalmente bien. No sé de qué
otra forma pudiera saber eso tan plenamente en lo más profundo de mi ser.
Es
por eso que el cristianismo tiene como su símbolo central de transformación a
un hombre desnudo y sangrante que es la imagen misma del fracaso, la pérdida y
la muerte….y que, realmente, está ganando—y revelando el patrón secreto a los
que quieran unirse con él ahí. Todo el mundo gana porque, si hay una cosa que
todos tenemos en común, si somos honestos, es nuestra debilidad e impotencia en
una—pero usualmente muchas—áreas de nuestra vida. Dentro de cada uno de nosotros hay una parte
que está rota y herida.
En un
mundo en el que la imperfección parece estar por doquier, la persona humilde y
honesta tiene una ventaja enorme en cuestiones espirituales y es capaz, inicialmente y siempre, de
encontrar a Dios en su vida sencilla. Jesús dice, empleando el tiempo presente,
“El reino de los cielos les pertenece a los pobres de espíritu” (Mateo 5:3). Se
trata de una experiencia AHORA, no de una recompensa posterior.
El
entrar a la travesía espiritual a través de lo considerado negativo, o de lo
que parece ser la puerta trasera, elimina todo elitismo de la espiritualidad,
que es su tentación más común. No se nos va a premiar por nuestra virtud más
tarde; la virtud es su propia recompensa—AHORA—tanto para mí como para los
demás. Las aseveraciones usuales que le gustan a nuestro ego (“Soy una persona
avanzada”) no sirven para nada y, de hecho, descubrimos que son gran parte del
problema. El boleto más rápido para el cielo, la iluminación, o la salvación es
la aceptación tranquila de nuestra pequeñez. Entonces no tienes nada que
probar, que proteger o que promover. Ya llegaste a la portería del gol. Estar
conscientes de nuestra necesidad de misericordia diaria es nuestro único boleto
de entrada al cielo. Al ego esto no le gusta mucho, pero el alma lo comprende
perfectamente.
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