“Laudate Si” y el rumbo suicida contra la madre naturaleza
5 cambios de vida que el Papa pide en “Laudato Si” - Un gesto antes de la cumbre para reducir las emisiones
El Nacional 18 DE JUNIO 2015 - 02:20 PM
Pablo Ordaz Génova – El Pais - Una bomba de consecuencias imprevisibles está a punto de estallar en el Vaticano. La publicación oficial de la encíclica sobre ecología del papa Francisco supone una auténtica declaración de guerra a las grandes compañías y a los gobernantes de los países más poderosos que, según escribe, han contribuido al cambio climático y a la pobreza por “el uso desproporcionado de los recursos naturales”.
Jorge Mario Bergoglio propone un cambio radical de estilo de vida para evitar que la Tierra se siga convirtiendo “cada vez más en un inmenso depósito de porquería”.
La encíclica, de 191 páginas y titulada Alabado seas, tiene un primer capítulo demoledor titulado Lo que está pasando en nuestra casa.
El análisis descarnado del papa Francisco aborda la interconexión entre la contaminación y el cambio climático, la mala gestión del agua, la pérdida de la biodiversidad, la gran desigualdad entre regiones ricas y pobres o la debilidad de las reacciones políticas ante la catástrofe ecológica.
Como ya se venían barruntando sus poderosos detractores –desde Jeb Bush a la extrema derecha italiana y vaticana-, no solo diagnostica los problemas, sino que señala a los culpables.
Según el Papa, el calentamiento originado por “el enorme consumo de algunos países ricos tiene repercusiones en los lugares más pobres de la Tierra, especialmente en África, donde el aumento de la temperatura unido a la sequía hace estragos en el rendimiento de los cultivos”.
De ahí que Francisco señale muy claramente la responsabilidad del actual sistema económico mundial: “La deuda externa de los países pobres se ha convertido en un instrumento de control, pero no ocurre lo mismo con la deuda ecológica.
De diversas maneras, los pueblos en vías de desarrollo, donde se encuentran las más importantes reservas de la biosfera, siguen alimentando el desarrollo de los países más ricos a costa de su presente y de su futuro”.
El Papa atribuye gran parte del problema a la voracidad de las grandes compañías, pero también a la falta de una respuesta valiente por parte de los gobernantes: “Llama la atención la debilidad de la reacción política internacional”. Bergoglio se muestra aquí especialmente duro con los políticos que “enmascaran” los problemas ambientales o subestiman las advertencias de los ecologistas.
“Las predicciones catastróficas”, advierte, “ya no pueden ser miradas con desprecio e ironía. A las próximas generaciones podríamos dejarles demasiados escombros, desiertos y suciedad”.
El Papa cree que detrás de esa displicencia de la política hay algo más grave: “El sometimiento de la política ante la tecnología y las finanzas se muestra en el fracaso de las Cumbres mundiales sobre medio ambiente. Hay demasiados intereses particulares. Y muy fácilmente el interés económico llega a prevalecer sobre el bien común y a manipular la información para no ver afectados sus proyectos”.
La encíclica, que se refiere a la Tierra como una hermana con la que se comparte la existencia o como una madre que acoge entre sus brazos, llega a tocar aspectos muy sensibles para algunos sectores de su parroquia. Bergoglio advierte incluso de que la propiedad privada no puede estar por encima del bien común.
Dice que una regla de oro del comportamiento social –“y el primer principio de todo el ordenamiento ético-social”—es el “principio de subordinación de la propiedad privada al destino universal de los bienes”. Y añade una de las frases que sin duda provocarán un respingo a quienes, desde los sectores más conservadores de dentro y fuera de la Iglesia, ya le venían acusando de comunista. Dice el Papa: “La tradición cristiana nunca reconoció como absoluto o intocable el derecho a la propiedad privada y subrayó la función social de cualquier forma de propiedad privada”. Eso sí, el papa revolucionario se cura en salud apoyándose a continuación en Juan Pablo II: “Dios ha dado la Tierra a todo el género humano para que ella sustente a todos sus habitantes, sin excluir a nadie ni privilegiar a ninguno”. La última frase, eso sí, Francisco la resalta con la intencionalidad de las cursivas.
Jorge Mario Bergoglio cita a sus predecesores para dejar constancia de que también ellos se mostraron preocupación por la destrucción del planeta. “Hay que eliminar las causas estructurales de las disfunciones de la economía mundial”, dijo Benedicto XVI, “y corregir los modelos de crecimiento que parecen incapaces de garantizar el respeto del medio ambiente”.
Pero no hay duda de que Francisco va más allá. En el fondo y también en la forma. Porque el Papa sale de los recintos del Vaticano e incluso de la fe cristiana para “reconocer, alentar y dar las gracias” a todos aquellos que “trabajan para garantizar la protección de la casa que compartimos”.
Una vez leído el texto, la polémica de por qué se filtró y quién lo hizo es insignificante. Como también el debate rancio –y solo para iniciados— de si la primera encíclica escrita en solitario por Francisco se adecúa a los cánones tradiciones. No hace falta más que seguir a Jorge Mario Bergoglio desde hace más de dos años para saber que su objetivo no es obtener un galardón en literatura o en diplomacia. Su encíclica –la primera escrita íntegramente por él— es un grito para salvar el planeta, al que él llama la casa común: “Necesitamos una solidaridad universal nueva”.
Pablo Ordaz Génova – El Pais - Una bomba de consecuencias imprevisibles está a punto de estallar en el Vaticano. La publicación oficial de la encíclica sobre ecología del papa Francisco supone una auténtica declaración de guerra a las grandes compañías y a los gobernantes de los países más poderosos que, según escribe, han contribuido al cambio climático y a la pobreza por “el uso desproporcionado de los recursos naturales”.
Jorge Mario Bergoglio propone un cambio radical de estilo de vida para evitar que la Tierra se siga convirtiendo “cada vez más en un inmenso depósito de porquería”.
La encíclica, de 191 páginas y titulada Alabado seas, tiene un primer capítulo demoledor titulado Lo que está pasando en nuestra casa.
El análisis descarnado del papa Francisco aborda la interconexión entre la contaminación y el cambio climático, la mala gestión del agua, la pérdida de la biodiversidad, la gran desigualdad entre regiones ricas y pobres o la debilidad de las reacciones políticas ante la catástrofe ecológica.
Como ya se venían barruntando sus poderosos detractores –desde Jeb Bush a la extrema derecha italiana y vaticana-, no solo diagnostica los problemas, sino que señala a los culpables.
Según el Papa, el calentamiento originado por “el enorme consumo de algunos países ricos tiene repercusiones en los lugares más pobres de la Tierra, especialmente en África, donde el aumento de la temperatura unido a la sequía hace estragos en el rendimiento de los cultivos”.
De ahí que Francisco señale muy claramente la responsabilidad del actual sistema económico mundial: “La deuda externa de los países pobres se ha convertido en un instrumento de control, pero no ocurre lo mismo con la deuda ecológica.
De diversas maneras, los pueblos en vías de desarrollo, donde se encuentran las más importantes reservas de la biosfera, siguen alimentando el desarrollo de los países más ricos a costa de su presente y de su futuro”.
El Papa atribuye gran parte del problema a la voracidad de las grandes compañías, pero también a la falta de una respuesta valiente por parte de los gobernantes: “Llama la atención la debilidad de la reacción política internacional”. Bergoglio se muestra aquí especialmente duro con los políticos que “enmascaran” los problemas ambientales o subestiman las advertencias de los ecologistas.
“Las predicciones catastróficas”, advierte, “ya no pueden ser miradas con desprecio e ironía. A las próximas generaciones podríamos dejarles demasiados escombros, desiertos y suciedad”.
El Papa cree que detrás de esa displicencia de la política hay algo más grave: “El sometimiento de la política ante la tecnología y las finanzas se muestra en el fracaso de las Cumbres mundiales sobre medio ambiente. Hay demasiados intereses particulares. Y muy fácilmente el interés económico llega a prevalecer sobre el bien común y a manipular la información para no ver afectados sus proyectos”.
La encíclica, que se refiere a la Tierra como una hermana con la que se comparte la existencia o como una madre que acoge entre sus brazos, llega a tocar aspectos muy sensibles para algunos sectores de su parroquia. Bergoglio advierte incluso de que la propiedad privada no puede estar por encima del bien común.
Dice que una regla de oro del comportamiento social –“y el primer principio de todo el ordenamiento ético-social”—es el “principio de subordinación de la propiedad privada al destino universal de los bienes”. Y añade una de las frases que sin duda provocarán un respingo a quienes, desde los sectores más conservadores de dentro y fuera de la Iglesia, ya le venían acusando de comunista. Dice el Papa: “La tradición cristiana nunca reconoció como absoluto o intocable el derecho a la propiedad privada y subrayó la función social de cualquier forma de propiedad privada”. Eso sí, el papa revolucionario se cura en salud apoyándose a continuación en Juan Pablo II: “Dios ha dado la Tierra a todo el género humano para que ella sustente a todos sus habitantes, sin excluir a nadie ni privilegiar a ninguno”. La última frase, eso sí, Francisco la resalta con la intencionalidad de las cursivas.
Jorge Mario Bergoglio cita a sus predecesores para dejar constancia de que también ellos se mostraron preocupación por la destrucción del planeta. “Hay que eliminar las causas estructurales de las disfunciones de la economía mundial”, dijo Benedicto XVI, “y corregir los modelos de crecimiento que parecen incapaces de garantizar el respeto del medio ambiente”.
Pero no hay duda de que Francisco va más allá. En el fondo y también en la forma. Porque el Papa sale de los recintos del Vaticano e incluso de la fe cristiana para “reconocer, alentar y dar las gracias” a todos aquellos que “trabajan para garantizar la protección de la casa que compartimos”.
Una vez leído el texto, la polémica de por qué se filtró y quién lo hizo es insignificante. Como también el debate rancio –y solo para iniciados— de si la primera encíclica escrita en solitario por Francisco se adecúa a los cánones tradiciones. No hace falta más que seguir a Jorge Mario Bergoglio desde hace más de dos años para saber que su objetivo no es obtener un galardón en literatura o en diplomacia. Su encíclica –la primera escrita íntegramente por él— es un grito para salvar el planeta, al que él llama la casa común: “Necesitamos una solidaridad universal nueva”.
Texto completo de la encíclica Laudato si'
Documento del papa Francisco sobre "el cuidado de la casa común"
Por Redacción
Ciudad del Vaticano, 18 de junio de 2015 (ZENIT.org)
Descargar aquí el texto completo.
Laudato si': una invitación a la unidad de los cristianos
El representante de la Iglesia ortodoxa indica que existe ya comunión de los cristianos en el martirio, y también debería haberla en defender el evangelio de la creación
Por Rocío Lancho García
Ciudad del Vaticano, 18 de junio de 2015 (ZENIT.org)
La encíclica del papa Francisco es un llamamiento a la unidad, la unidad en la oración por el medio ambiente, en el mismo Evangelio de la creación, en la conversión de nuestros corazones y nuestros estilos de vida para respetar y amar a todos y todo lo que nos ha dado Dios. Son palabras del metropolitano John Zizioulas, en representación del patriarcado ecuménico y de la Iglesia ortodoxa, quien ha reflexionado sobre el ecumenismo en relación con la encíclica del Santo Padre presentada este jueves, Laudato si’.
Durante su intervención en la rueda de prensa de presentación del documento pontificio, ha querido recordar que 1989 el patriarca ecuménico Dimitrios publicó una encíclica advirtiendo “de la seriedad de la cuestión ecológica y de sus implicaciones teológicas y espirituales”. En ese mismo año se propuso dedicar el 1 de septiembre de cada año a rezar por el medio ambiente. Según el calendario ortodoxo, ese es el primer día del año eclesiástico. Por ello, el metropolitano se ha preguntado si este día no podría convertirse en una fecha de oración por ese tema para todos los cristianos, marcando así “un nuevo paso para el acercamiento entre todos”.
El metropolitano también ha afirmado que ve en Laudato si’ una importante dimensión ecuménica “que plantea a todos los cristianos divididos una tarea común que deben enfrentar juntos”. Vivimos en una época --ha explicado-- con problemas existenciales fundamentales que superan nuestras divisiones tradicionales y las relativizan casi hasta el punto de la extinción.
De este modo, ha invitado a pensar sobre lo que está sucediendo en Oriente Medio. ¿Los que persiguen a los cristianos les preguntan a qué iglesia o a qué confesión pertenecen?, se ha preguntado. “La unidad de los cristianos en estos casos se realiza por la persecución y la sangre: es un ecumenismo del martirio”, ha subrayado el metropolitano.
Igualmente sucede con la amenaza que representa para nosotros la crisis ecológica, “trasciende nuestras divisiones tradicionales”. Por ello, ha explicado que “el peligro que enfrenta nuestra casa común, el planeta en que vivimos, está descrito en la encíclica de una forma que no deja dudas sobre el riesgo existencial al que nos enfrentamos”. El metropolitano ha advertido que este riesgo es común a todos nosotros, independientemente de nuestras identidades eclesiales o confesionales. Por tanto, también debe ser común “nuestro esfuerzo para evitar las consecuencias catastróficas de la situación actual”.
El representante ortodoxo ha subrayado que la Iglesia debe ahora introducir en su enseñanza sobre el pecado, el pecado contra el medio ambiente, el pecado ecológico.
Laudato si' - El cardenal Cañizares: la ecología integral, unida a la ecología humana
Presentación de la nueva encíclica en la archidiócesis de Valencia. Cañizares: “No es una encíclica ecologista, en el sentido habitual del término”. Monseñor Escudero: "la `conversión ecológica´ no es solo plantar árboles"
Por Redacción
Madrid, 18 de junio de 2015 (ZENIT.org)
El arzobispo de Valencia, cardenal Antonio Cañizares, ha presentado este jueves, junto al obispo auxiliar de Valencia, Mons. Esteban Escudero, la nueva encíclica del papa Francisco sobre ecología y medio ambiente, de la que ha resaltado el concepto innovador de “la ecología integral” que defiende en ella el Pontífice, “que va más allá del problema ecológico” y contempla también “la protección y defensa del hombre”.
El purpurado español ha destacado que el objetivo del documento papal es “promover esta ecología integral” unida inseparablemente a la “ecología humana”. Se trata de un “enfoque nuevo, completo, no parcial” de la ecología, un enfoque que “reclama que la lectura de la encíclica sea en clave pastoral, la de un hombre preocupado por el mundo y su suerte”.
En la rueda de prensa de presentación, y respondiendo a preguntas de los periodistas, el cardenal Cañizares ha señalado que “acciones ecologistas llevan todos los partidos políticos pero acciones de una ecología integral, como plantea el Papa, ninguno”. Si no, por ejemplo, “esos partidos no llevarían el aborto o la ideología de género”.
De igual manera, el arzobispo de Valencia ha manifestado que Laudato si' “no es una encíclica ecologista, en el sentido que se entiende habitualmente” porque “supera a los movimientos ecologistas” y, de hecho, “muchos ecologistas no se verán reflejados en ella porque los trasciende”.
Leer la encíclica en “clave pastoral”
En su presentación del texto, el purpurado ha insistido en que la nueva encíclica del Santo Padre hay que leerla en “clave enteramente pastoral”, como una “gran defensa de la naturaleza” y como “una llamada rigurosa a su protección, a la que está unida la protección y defensa del hombre inseparablemente, tanto en su dimensión personal, espiritual y social”.
Así, “esta ecología muestra que son inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia por los pobres, el conjunto de la sociedad, la armonía de las naciones y la paz interior y de los pueblos”, ha puntualizado.
Igualmente, el cardenal Cañizares ha calificado la nueva encíclica como un “documento del magisterio abierto a todos, desde la luz de la fe, que no es incompatible en absoluto, --al contrario--, ni con la razón o con la ciencia”, informó la agencia diocesana AVAN.
Además, el texto del papa Francisco “se sitúa en continuidad absoluta con el magisterio anterior del papa Pablo VI, san Juan Pablo II, y Benedicto XVI”. El Pontífice “continúa este magisterio enteramente sin fisura alguna y lo amplía porque era necesario en estos momentos”, ha expresado el arzobispo de Valencia. No obstante, “es la primera encíclica que se ocupa del tema de la ecología directa y exclusivamente” y, por tanto, “marca un hito, que significa también la importancia que el Papa le da a este tema”.
Por su parte, Mons. Esteban Escudero ha realizado un resumen de los seis capítulos que forman parte de la carta “en la que el Papa constata” que, a pesar de que existe una “mayor sensibilidad” acerca de estos temas en la sociedad, “todavía hay una indiferencia” y la respuesta social es “insuficiente”.
Así, ha explicado el prelado, el Santo Padre constata “graves problemas que la ciencia de hoy está detectando” como el cambio climático o la pérdida de la biodiversidad con la desaparición de especies animales y vegetales, alterándose así los ecosistemas, y la calidad de vida humana”.
Por eso, ha proseguido, el Pontífice muestra con su encíclica “que es el momento de hacer una llamada a la reacción, primero con la oración”, de ahí la necesidad de la “espiritualidad ecológica”.
Para monseñor Escudero, la “conversión ecológica no es solo plantar árboles sino vivir el ser humano conforme a las normas del Creador”. También es importante la “acción decidida”, es decir, la acción de “movimientos sociales que presionan a los políticos creando una opinión pública que repercuta en el bien de la sociedad tomando medidas a muy larga distancia”. En este sentido, “la ecología no es algo que se pueda solucionar en unas elecciones ni mucho menos en programas políticos a cuatro años”. Por eso, “el Papa está llamado a tomar en serio este problema con una conciencia religiosa cristiana para los cristianos y con una conciencia humana y solidaria para aquellos que no crean en Dios”, ha concluido el obispo auxiliar de Valencia.
El purpurado español ha destacado que el objetivo del documento papal es “promover esta ecología integral” unida inseparablemente a la “ecología humana”. Se trata de un “enfoque nuevo, completo, no parcial” de la ecología, un enfoque que “reclama que la lectura de la encíclica sea en clave pastoral, la de un hombre preocupado por el mundo y su suerte”.
En la rueda de prensa de presentación, y respondiendo a preguntas de los periodistas, el cardenal Cañizares ha señalado que “acciones ecologistas llevan todos los partidos políticos pero acciones de una ecología integral, como plantea el Papa, ninguno”. Si no, por ejemplo, “esos partidos no llevarían el aborto o la ideología de género”.
De igual manera, el arzobispo de Valencia ha manifestado que Laudato si' “no es una encíclica ecologista, en el sentido que se entiende habitualmente” porque “supera a los movimientos ecologistas” y, de hecho, “muchos ecologistas no se verán reflejados en ella porque los trasciende”.
Leer la encíclica en “clave pastoral”
En su presentación del texto, el purpurado ha insistido en que la nueva encíclica del Santo Padre hay que leerla en “clave enteramente pastoral”, como una “gran defensa de la naturaleza” y como “una llamada rigurosa a su protección, a la que está unida la protección y defensa del hombre inseparablemente, tanto en su dimensión personal, espiritual y social”.
Así, “esta ecología muestra que son inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia por los pobres, el conjunto de la sociedad, la armonía de las naciones y la paz interior y de los pueblos”, ha puntualizado.
Igualmente, el cardenal Cañizares ha calificado la nueva encíclica como un “documento del magisterio abierto a todos, desde la luz de la fe, que no es incompatible en absoluto, --al contrario--, ni con la razón o con la ciencia”, informó la agencia diocesana AVAN.
Además, el texto del papa Francisco “se sitúa en continuidad absoluta con el magisterio anterior del papa Pablo VI, san Juan Pablo II, y Benedicto XVI”. El Pontífice “continúa este magisterio enteramente sin fisura alguna y lo amplía porque era necesario en estos momentos”, ha expresado el arzobispo de Valencia. No obstante, “es la primera encíclica que se ocupa del tema de la ecología directa y exclusivamente” y, por tanto, “marca un hito, que significa también la importancia que el Papa le da a este tema”.
Por su parte, Mons. Esteban Escudero ha realizado un resumen de los seis capítulos que forman parte de la carta “en la que el Papa constata” que, a pesar de que existe una “mayor sensibilidad” acerca de estos temas en la sociedad, “todavía hay una indiferencia” y la respuesta social es “insuficiente”.
Así, ha explicado el prelado, el Santo Padre constata “graves problemas que la ciencia de hoy está detectando” como el cambio climático o la pérdida de la biodiversidad con la desaparición de especies animales y vegetales, alterándose así los ecosistemas, y la calidad de vida humana”.
Por eso, ha proseguido, el Pontífice muestra con su encíclica “que es el momento de hacer una llamada a la reacción, primero con la oración”, de ahí la necesidad de la “espiritualidad ecológica”.
Para monseñor Escudero, la “conversión ecológica no es solo plantar árboles sino vivir el ser humano conforme a las normas del Creador”. También es importante la “acción decidida”, es decir, la acción de “movimientos sociales que presionan a los políticos creando una opinión pública que repercuta en el bien de la sociedad tomando medidas a muy larga distancia”. En este sentido, “la ecología no es algo que se pueda solucionar en unas elecciones ni mucho menos en programas políticos a cuatro años”. Por eso, “el Papa está llamado a tomar en serio este problema con una conciencia religiosa cristiana para los cristianos y con una conciencia humana y solidaria para aquellos que no crean en Dios”, ha concluido el obispo auxiliar de Valencia.
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