¿Qué fue de los chuzos?
Con nostalgia recordamos el tiempo de los chuzos, armas mortales para los propios presos incapaces de herir a los vecinos de las cárceles. Años atrás, en las requisas encontraban esos cuchillos improvisados, construidos por los reclusos, ahora reemplazados por armas de guerra, lamentable avance del socialismo. Los presos provistos de municiones ilimitadas combaten varios días con la guardia.
Antes, sin duda, violaban los derechos humanos de los presos, ahora violan también los de los vecinos de La Planta. Liberan delincuentes peligrosos para que haya espacio en las cárceles, no cuentan los derechos humanos de las futuras víctimas de los delitos. Combaten la inseguridad con mensajes por televisión que muestran policías uniformados, patrullas nuevas. Es, pues, el primer caso en la historia de un socialismo charlatán, el primer régimen autoritario sin autoridad.
Es fácil decir “exprópiese” por televisión, algo más complicado administrar Agropatria, o las cárceles. El país aguanta con una paciencia infinita.
Agárrense de las manos porque en los próximos meses aumentará la inseguridad; los gobernadores chavistas se quejan en privado de que se ha duplicado a causa de esa legión de violadores, asesinos y rateros que han soltado a la calle.
¿Cómo van a vivir? Iris Valera le costará 1 millón de votos al PSUV en octubre 7.
Algo asombroso está ocurriendo: desde la cárcel de La Planta, la república del crimen le impone su voluntad al Estado, el cual encuentra sólo una respuesta frente al desafío de los presos: liberarlos, lo que está haciendo masivamente.
Ahora se les ha ocurrido esconderlos: enviarlos al interior. Están aplicando las lecciones que aprendieron con la electricidad: pagan un costo político menor si dejan sin luz a Calabozo en vez de Caracas; igual sucede si los disturbios ocurren lejos de la capital.
Los presos mandan en las cárceles y en los alrededores, obligan a los vecinos a abandonar sus viviendas, a las escuelas a cerrar, y saben que mientras más presionen, más disparen, el famoso diálogo con las autoridades oficiales concluirá en la liberación, de una forma u otra, de muchos de ellos. Dicho más claro, los presos están derrotando al Estado venezolano, le han quitado el monopolio de la violencia, imponen sus reglas en una situación tremendamente humillante para las Fuerzas Armadas.
Dialogan con los pranes, no con las madres a cuyos hijos asesinan diariamente por las calles de Caracas. Chávez le dio la espalda a la meritocracia en Pdvsa, la CVG. Pagamos las consecuencias.
Desaparecieron los chuzos, llegaron las armas que matan a cinco kilómetros de distancia.
En este caso, como en tantos otros, el Gobierno quiere cuidar su imagen, acusan a los medios, piden ocultar lo que ocurre en La Planta.
Nuestros presos no son víctimas del capitalismo sino de la incapacidad. En el aeropuerto pegan chapuceramente unas alfombras plásticas en un corredor, y el piso se desnivela.
Igual sucede en La Planta. Gobernar no es hablar de socialismo o de capitalismo.
Cualquier buena intención de Chávez la frustra la ignorancia, sólo lo salva su habilidad para vender ilusiones. Nos hablaron de dignificar a los presos, les cambiaron el nombre: los llaman privados de libertad, emplean una charlatanería ingenua para ocultar su impotencia. Querían proteger los derechos humanos de los que han cometido delitos, violan el de sus víctimas.
Todo esto terminará en tragedia.
Lectura Tangente
CÁRCELES | Cifra sube cuando se calculan otras actividades como droga y extorsión
Los "negocios" en La Planta producen Bs 16 millones anuales
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MARÍA ISOLIETT IGLESIAS | ESPECIAL PARA EL UNIVERSAL
lunes 14 de mayo de 2012 12:00 AM
Cinco "gobiernos" para 14 áreas. Así se distribuían las líneas de mando en la Casa de Reeducación y Trabajo Artesanal de El Paraíso, conocida como la cárcel de La Planta.
Cada uno de los liderazgos impuso sus leyes y sus negocios, y por tanto cada uno tenía sus ganancias.
Las pugnas internas se daban cuando un "gobierno" quería asumir el liderazgo y el poder de otro. El fin: controlar muchas más áreas y así quedarse con la mayor cantidad de dinero en ganancias: La Planta en un año, podía producir, según un informe del Ministerio de Asuntos Penitenciarios, más de 16 millones de bolívares.
En el caso del retén de El Paraíso, explicaron fuentes de Ministerio de Asuntos Penitenciarios, el cálculo se hizo luego de sumar el dinero que se paga semanal por el derecho a estar en el penal, el que se paga una vez al mes por el derecho a pernocta, el impuesto que se paga para poder vender droga, el derecho a tener una cantina que distribuye insumos básico (comida, cigarrillos, refresco), el hospedaje especial y la vacuna que se paga por protección.
El cálculo se hizo en base a los montos mínimos que se piden por el derecho a cada una de los tópicos anteriores. En la suma no está incluida la producción neta por droga, venta o alquiler de armas, cobro por ejecuciones, secuestros, traslados, telefonía, apuestas y discoteca. Para la fuente del Ministerio de Servicios Penitenciarios, La Planta podía producir 20 millones de bolívares al año.
"Hoy varios de los penales, por no decir que todos, se convirtieron en centro importantes de distribución de droga. Desde esos centros se distribuye droga al sector donde está enclavado el reclusorio. También son centro de extorsiones y 'torre de control' de secuestros", dijo un recluso, refiriéndose a otra de las entradas de dinero.
En el tema de los secuestros y extorsiones, como en el resto de los delitos, hay cómplices afuera, amigos, esposas, hermanos y hasta madres, explicó una fuente del Cicpc. También hay complicidad de personal que trabajan en esas cárceles.
Todo este dinero se invierte. Se usa para comprar armas que solo están en poder del "gobierno", para sobornar autoridades, para comprar droga que será revendida, para comprar alcohol y para organizar fiestas en las que se llegan a despilfarrar 150 mil bolívares.
Cada uno de los liderazgos impuso sus leyes y sus negocios, y por tanto cada uno tenía sus ganancias.
Las pugnas internas se daban cuando un "gobierno" quería asumir el liderazgo y el poder de otro. El fin: controlar muchas más áreas y así quedarse con la mayor cantidad de dinero en ganancias: La Planta en un año, podía producir, según un informe del Ministerio de Asuntos Penitenciarios, más de 16 millones de bolívares.
En el caso del retén de El Paraíso, explicaron fuentes de Ministerio de Asuntos Penitenciarios, el cálculo se hizo luego de sumar el dinero que se paga semanal por el derecho a estar en el penal, el que se paga una vez al mes por el derecho a pernocta, el impuesto que se paga para poder vender droga, el derecho a tener una cantina que distribuye insumos básico (comida, cigarrillos, refresco), el hospedaje especial y la vacuna que se paga por protección.
El cálculo se hizo en base a los montos mínimos que se piden por el derecho a cada una de los tópicos anteriores. En la suma no está incluida la producción neta por droga, venta o alquiler de armas, cobro por ejecuciones, secuestros, traslados, telefonía, apuestas y discoteca. Para la fuente del Ministerio de Servicios Penitenciarios, La Planta podía producir 20 millones de bolívares al año.
"Hoy varios de los penales, por no decir que todos, se convirtieron en centro importantes de distribución de droga. Desde esos centros se distribuye droga al sector donde está enclavado el reclusorio. También son centro de extorsiones y 'torre de control' de secuestros", dijo un recluso, refiriéndose a otra de las entradas de dinero.
En el tema de los secuestros y extorsiones, como en el resto de los delitos, hay cómplices afuera, amigos, esposas, hermanos y hasta madres, explicó una fuente del Cicpc. También hay complicidad de personal que trabajan en esas cárceles.
Todo este dinero se invierte. Se usa para comprar armas que solo están en poder del "gobierno", para sobornar autoridades, para comprar droga que será revendida, para comprar alcohol y para organizar fiestas en las que se llegan a despilfarrar 150 mil bolívares.
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