Razón del nombre del blog

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El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

viernes, 11 de mayo de 2012

El eclipse de las élites POR: MANUEL MILIÁN MESTRE


El eclipse de las élites

Problema hoy, tal vez elemental, en el subconsciente de la sociedad española es la escandalosa carencia de liderazgos, en plural. En pocas épocas de nuestro tempus histórico –siempre de mayor extensión comprensiva que el tempus político- de las últimas décadas no se había dado un eclipse de los liderazgos tan evidente. Un liderazgo no se evalúa tan sólo a partir de la naturaleza del que lo ejerce, sino,  para comprenderlo en su realidad, habrá que sopesar los resultados y sus consecuencias. Hitler fue un líder, pero sopesar sus hechos nos proyecta una sucesión de catastróficos desastres. Adenauer y Schmit en la Alemania contemporánea aportaron una identidad tal vez más modesta, pero de consecuencias incomparables. Por lo tanto, son las derivaciones temporales las que dimensionan exactamente la propia naturaleza de liderazgo. Otra ley no escrita, la concomitancia de elementos concurrentes en este proceso: sin unas élites de acompañamiento raramente se podrá identificar un liderazgo singular o individual, ya que éste generalmente tiene causa en un caldo de cultivo social y de una clara concienciación de las necesidades y prioridades. Un líder no es aislable  del contexto que lo configura y predetermina. La invertebración de España, de la que tanto habló Ortega y Gasset en el primer tercio del s. XX, guarda no poca relación con esa identificación de las partes que cristalizan en las élites, y éstas, a su vez, en el liderazgo. Por eso Julián Marías en su teoría de las generaciones apelaba al hecho determinante del fatum generacional, como él lo denominaba: la generación del 98, la generación del 27, la generación de la posguerra, etc.

Tras la Transición española, ¿cabe hablar de élites o de generaciones con liderazgo? Definida la Constitución de 1978, escasean las muestras de genio suficientes para determinar el futuro del país y de la sociedad. Lo que en Francia o Alemania es perceptible entre nosotros resulta inexistente a partir de la década de los 80. De la ausencia de este fenómeno se deriva la causalidad de los males que hoy nos aquejan, y que ha conducido al abismo a todo el sistema social, económico y político. He ahí por qué no han surgido fórmulas alternativas al esquema autonómico, incapaz de subsanar sus deficiencias, empobrecido en su opción reconductora de los procesos errados y tumba del sistema de financiación “solidario”, que ha llevado al hundimiento de su sostenibilidad, estadio en el cual ahora nos debatimos. Quienes ciertamente definieron esos márgenes fueron los vascos y navarros, gracias a lo cual la presente crisis les afecta en grado menor ¿Acaso no es una evidencia? En Euskadi las élites de la Transición cumplimentaron sus propósitos. Su esquema era claro y válido, no así en Catalunya o en otras pretendidas comunidades autónomas que yo denominaría empáticas, cuyo modelo se limitaba a la imitación reproductiva (Andalucía, Valencia, Castilla-La Mancha, etc.); en ellas radican hoy los mayores desajustes. Mas, ¿cómo se podía ajustar el proyecto fiscal, si la Constitución del 78 jamás determinó qué se entendía por “nacionalidades” o “regiones” y qué características las connotaban?

Si el modelo no está definido, difícilmente se acertará en sus consecuencias. La astenia de élites aptas para proponer ideas o soluciones, agravada por la absoluta mediocridad de los arbitrismos de partido, ha conducido al desastre de hoy y a la injusticia invertebradora del status de Catalunya. Los mercados no hacen sino cotizar a la baja tanta confusión; de igual manera que el euro es moneda de innata inestabilidad sin un gobierno federal europeo, ni un órgano financiero capaz de centralizar la función de acopio de equilibrios; más aún, con la heterogeneidad de las políticas fiscales europeas. Sin embargo, la matriz del problema radica en la ausencia de élites aptas para generar ideas y criterios ¿Caben los liderazgos en tales condiciones? Nadie da lo que no tiene, y, por ende, sin élites es harto improbable el nacimiento de los liderazgos o la consistencia de los mismos: un mal que agrava hoy nuestra enfermedad social, una ley que se universaliza en todos los ámbitos de la sociedad española, confusa y decadente en paralelo con la de 1898. El aserto bíblico: “La sabiduría da la vida a quien la posee”.

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