Razón del nombre del blog

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El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

sábado, 5 de mayo de 2012

La literatura nos permite asomarnos en los abismos que en la vida no queremos experimentar


JUAN CARLOS MÉNDEZ GUÉDEZ, ESCRITOR

"El escritor tiene una importante vocación de fracaso"

"La literatura nos permite asomarnos en los abismos que en la vida no queremos experimentar"

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El narrador barquisimetano, que lleva años radicado en España, vino a Venezuela a presentar "Chulapos Mambo" KISAÍ MENDOZA
DANIEL FERMÍN , JUAN CARLOS MÉNDEZ GUÉDEZ , ESCRITOR |  EL UNIVERSAL
sábado 5 de mayo de 2012  12:00 AM
A Juan Carlos Méndez Guédez (Barquisimeto, 1967) le interesa retratar a los perdedores. A aquellos que padecen la historia, no los que la hacen. El escritor venezolano radicado en España vino al país a presentar Chulapos mambo (Lugar Común), una novela que retrata la vida decadente de tres inmigrantes en Madrid. Como para dejar claro que el fracaso ayuda a hacer literatura. 

-Los protagonistas de su novela son inmigrantes. ¿La experiencia del exilio resulta positiva a un escritor? 

-Creo que sí. En el caso de los que lo hemos elegido, es una experiencia enriquecedora, de amplificación de tu mirada, de crecimiento (...) Hay una escritora española, Carmen Laforet, que proponía un ejercicio bello, que era caminar en la propia ciudad con ojos de extrañeza. Y el exilio te permite que todas las ciudades las veas con ojos de extrañeza. Desarrollas un arraigo múltiple a distintos sitios; pero también una mirada ajena, que desde el punto de vista literario es maravilloso, fascinante. Ese tipo de mirada propicia la escritura y la literatura. La escritura trata de explicar lo que no comprendes. 

-Henry, uno de los protagonistas, sufre de bloqueo al plasmar sus historias en la página. ¿Un escritor debe pelear con las palabras hasta acercarse a lo que quiere? 

-Pienso que sí. Tienes que luchar contra la tendencia natural que tenemos a no escribir. Hay muchísimas razones para no escribir. Y para mí es una experiencia profundamente placentera, como a lo mejor es para alguien trotar todas las mañanas 10 kilómetros. Imagino que cuando se despierta, duda si hacerlo o no hacerlo. Yo creo que hay que vencer esa dificultad inicial, esa resistencia, esa pereza. No suelo pelearme con las palabras, sino con el tiempo. Cómo sacar tiempo para hacerlo. Mi problema es de exceso, de tener muchas ideas, demasiadas ganas. Tengo que pelear con las horas para sacar adelante lo que me interesa. 

-¿Y eso del síndrome de la página en blanco? ¿Ve la creación como un acto de inspiración o de disciplina? ¿Desarrolla un tema o espera que el tema se desarrolle? 

-Cada quien lo vive de manera diferente. Yo creo que es un tema de disciplina. Eso lo dijo Picasso, que la inspiración te pille trabajando. No va a llegar nunca la inspiración si no estás afanado a una computadora. Hay algo como de ejercicio muscular. Si tú la abandonas mucho tiempo, cuando te acercas de nuevo a ella, estás frío. La prosa está congelada, rígida, las ideas no fluyen. Creo que tiene que haber una entrega absoluta para que de 500 ó 600 páginas que puedas escribir en un año, por lo menos 50 ó 100 tengan algún sentido o valor. 

-El escritor de su novela está convencido de ser un genio que creará una gran obra, una nueva propuesta. ¿Aún se puede inventar algo nuevo en la literatura? 

-Yo supongo que sí. Alguien descubrirá alguna técnica, algún enfoque nuevo. Aunque se puede inventar algo, eso no es demasiado importante para la literatura. Hemos confundido, en el pasado, la novedad con lo verdaderamente literario. Algo puede ser nuevo y puede ser malo. Lo importante para la literatura es ser honda, ser profunda, ser un reflejo de la humanidad de las personas que conviven en ese momento con esa obra. Apostar que tenga cosas que decirle a la gente del futuro, que explique lo que fue el pasado. El culto a la novedad es un culto infantil, me parece que lo dijo Octavio Paz. Un escritor no debe estar obsesionado con la novedad, pero debe ser una persona informada que no repita lo que ya se ha hecho. 

-Hay una frase de la novela que dice que no importa cómo vivas la vida sino cómo la cuentes. ¿Escribir sirve para ser aquello que no somos o quisimos ser? 

-Claro. Escribimos como compensación. Creo que los psicoanalistas dieron en el clavo: escribimos para ser lo que no hemos sido o lo que no seremos nunca. La literatura nos permite asomarnos a los abismos que en la vida no queremos experimentar. Yo recuerdo una novela maravillosa de Muñoz Molina, Plenilunio. Es la mente de un asesino despreciable. Es apasionante, también como lector, ir a esa oscuridad. 

-El protagonista sueña con la fama, con abrir las portadas de los periódicos, con el premio Nobel. ¿Un autor que piensa en el éxito está condenado al fracaso? 

-(Roberto) Bolaño decía que todos vamos a fracasar, mejor o peor. Creo que en el escritor hay una importante vocación de fracaso. Siempre hay una suerte de inconformidad profunda. Nunca termina de sentir que colmó sus expectativas. Es un camino de nunca cesar. No creo que el escritor que busque el éxito sea el único que fracase. Creo que todos vamos a fracasar de alguna manera, pero el fracaso se convierte en un motor: sientes que fracasaste en un libro, dices que el siguiente te va a quedar mejor. 

-La novela trata con humor hechos políticos venezolanos de la última década. ¿Cree que la revolución se asemeje a una caricatura? 

-Desde luego que sí. La nuestra es absolutamente ridícula y cursi. Si no es por su componente de violencia feroz, creo que debe ser de las cosas más patéticas que se han inventado en la historia. Tengo confianza en que, dentro de 20 años, la gente se ría muchísimo al escuchar las historias, porque el dolor ya habrá pasado. Y lo del humor, sí, hay algo de ficción, pero quienes lean la novela comprobarán que la realidad, a veces, es mucho más hilarante, patética y ridícula que lo que yo he podido plasmar en ella. 

dfermin@eluniversal.com

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