Razón del nombre del blog

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El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

domingo, 5 de agosto de 2012

DE "Piedra de Mar" al Premio Nacional de Literatura 2010-2012


 ENTREVISTA FRANCISCO MASSIANI, ESCRITOR

El llanero solitario

"El fútbol es una de mis pasiones. Primero las mujeres, después el fútbol y la caña, por último la literatura" "Un escritor debe leer y viajar muchísimo, vivir intensamente y estar eternamente enamorado"

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El escritor venezolano ganó en la semana el Premio Nacional de Literatura 2012, que otorga el Ministerio de Cultura y la Casa del Artista NICOLA ROCCO
DANIEL FERMÍN , FRANCISO MASSIANI , PREMIO NACIONAL DE LITERATURA 2012 |  EL UNIVERSAL 
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domingo 5 de agosto de 2012  12:00 AM
Al terminar la entrevista el fotógrafo agregó una pregunta: 

-¿Qué cambiaría usted de su vida, señor Francisco? 

-Uno: haberme regresado de Francia. He debido quedarme en París, pero regresé. Ese fue un pelón. Dos: Casarme tan joven. Ese es otro pelón. Y una cosa más: pedirle a Dios que nos regale el tiempo para todo. (La radio acompaña la conversación. Si te vuelvo a encontrar/yo te vuelvo a querer. La voz de Rocío Dúrcal quizás sea un complemento a la respuesta). 

Al entrar al Rancho Dallas la dueña pregunta si vamos a visitar a Francisco Massiani. 

-¿Llevan alcohol, verdad? 

Que si llevan una botella ahí, interroga la encargada. Exige que la dejemos fuera. Al ver que es de vino tinto la deja pasar. "Eso lo tranquiliza un poco. Es que por lo del premio que ganó, todos estos días han venido a verlo con una botella. El ron y el güisqui le hacen daño". 

"Pancho" Massiani (Caracas, 1945) ya no vive en Alta Florida, su hogar de toda la vida. Desde hace dos meses reside en una casa de reposo en Prados del Este. Ahí lo atienden. Una cama, un televisor, una fotografía, un reproductor de DVD, pocas películas, algunos libros, una máquina de escribir. Una mesa con cenicero, taza y botella recién descorchada. Lo necesario para Massiani, que siempre vivió con menos. 

El día de "Pancho" transcurre entre esas cuatro paredes. "Yo me levanto en la mañana, me tomo un café, si tengo cigarros me fumo uno. Me pongo a leer un poco; si puedo escribir, escribo. Si no escribo, no importa. Lo único que a mí me importa es que haya música. Soy un melómano", contó el escritor, que en la semana fue galardonado con el Premio Nacional de Literatura 2012 (No puedo, no puedo, vivir sin tu amor). 

El reconocimiento que le otorgó el Ministerio de Cultura alegró a lectores del autor. Que era una deuda pendiente, que se le debió entregar hace mucho tiempo. "Y te voy a decir una cosa: yo no me lo esperaba. Había tardado tanto que ya no pensaba en eso. A mí me dejaron de último. Vamos a darle el premio a este loco, chico. Lo que no entiendo es cómo me lo dieron a mí y no a mi padre, que se lo merecía más". 

A Massiani le agrada tanto la recompensa como la lluvia de afectos que ha recibido. "Eso me hace dichoso, no hay duda. Me llenan de júbilo. Yo agradezco que vengan acá y hablen conmigo. A mí me gusta mucho conversar. Saber qué piensan los demás, qué piensan de la vida, de la literatura, de las mujeres, del amor, del mar, de las estrellas, de la caña, de todo. Para mí, la amistad es sagrada", agregó el autor de El llanero solitario tiene la cabeza pelada como un cepillo de dientes

Claro que también le alegra el premio metálico (Bs.15.000, más mención vitalicia mensual de Bs.2.250). "¿No me ves la cara de limpio que tengo, que ni cargo pa' comprar cigarro?", dijo el también poeta, que ya tiene planeado qué hará con el dinero. "Lo primero que voy a hacer es darle una parte a mi hija. También buscar una fisioterapeuta para mi rodilla". 

Massiani ya se mueve poco. Hay una silla de ruedas frente a la habitación, una andadera metálica junto a la cama. Hace mucho que ya no va a ningún lado. Tiene su cuarto como la prolongación de su vida. Atrás quedó la época en la que practicaba fútbol, otra de sus aficiones. "Yo jugaba en el Ávila Fútbol Club. Lo hacía bien, a veces metía goles. Aún disfruto de ese deporte, ver un partido es una fiesta. Sigue siendo una pasión. Primero las mujeres, después el fútbol, después la caña, por ultimo la literatura", contó el escritor de Piedra de mar

A "Pancho" siempre le han preguntado por esa novela. Lo ha contado una y otra vez: que surgió de una mentira que le dijo a Simón Alberto Consalvi. Hoy sigue siendo lectura habitual, incluso para el autor. "La volví leer no hace mucho. Me pareció magnífica, hermosísima, una excelente novela. Y lo que me impresionó fue que recordé el tiempo en que la había escrito. Estaba muy muchacho, tenía 23 años cuando se publicó por primera vez. No es por que sea mía, me encantó". 

Ya han pasado más de cuatro décadas desde aquella publicación de Monte Ávila. Mucho ha hecho ("Es que un escritor debe leer y viajar muchísimo, vivir intensamente y estar permanentemente enamorado. Sino se jode"). Vivió en París, también en Nueva York. Publicó otros 10 libros. Dejó de ir a la playa, que tanto le gusta ("no me hables de eso, que tengo mil años que no voy. Es que no me llevan. Mis amigos siempre me dejan embarcado"). Hasta escribió su propia autobiografía, que mantiene inédita junto con algunos otros manuscritos que espera publicar pronto. 

Antes había estudiado dos años de Filosofía y tres de Arquitectura en la Universidad Central de Venezuela. Dejó la última carrera porque le reprobaron uno de sus trabajos. "Había hecho un proyecto bellísimo de viviendas para obreros. Tenía piscina, librería, canchas de tenis, bar. Todo. El jurado dijo que estaba loco, que un obrero no tenía por qué tener eso. Me rasparon. Boté toda esa vaina al Guaire y no volví". 

Desde entonces es escritor. Aunque sus primeros textos los había escrito años atrás. Massiani ve la escritura como una necesidad. "También es un inmenso placer, una gran alegría. Es gratificante escribir. Cuando terminas algo, disfrutas más de la vida. Pero si no, no me atormento. Yo puedo pasar mucho tiempo sin escribir una sola palabra. No me preocupa en lo más mínimo. La música sí, no puedo dejar de oírla". 

El gusto por la música viene desde niño. Massiani tocó acordeón. Su padre le compró uno para que lo estudiara. Después empezó con el piano, que estaba en casa de una de sus tías. Hoy añora aquella época. "Siento una nostalgia por los años que viví con mis padres, era muy feliz. Cuando ellos dos estaban vivos. Pero una nostalgia que no me duele, una nostalgia dulce" (suena una guaracha de cantante desconocido: porque tiene a su mamá). 

Aquella casa de La Florida podría ser una referencia en la literatura venezolana. Por ahí pasaron sus amigos, lectores o escritores. Allá tiene muchos de sus libros, de sus textos que espera que no se pierdan. 

"Pancho" está siempre sentado sobre su cama. Habla, bebe y se limpia la barba con un paño. Pide que le recarguen la taza ("déjame un poquito, chico. No seas maluco", dijo al ver que el periodista casi vaciaba la botella). Hoy no se imagina su vida sin la literatura. "A lo mejor hubiese sido torero, o jugador de fútbol, o dueño de un botiquín. Qué se yo. A mí me hubiese encantado ser dueño de un bar para invitar a mis amigos a tomarse unos tragos". 

El fotógrafo insiste con un par de preguntas mejores que las del propio periodista.

-¿Usted cree en la vida después de la muerte? 

-Yo creo que sí, chico. Que esto no se acaba al morir uno. 

-¿Y cómo llevaría esa nueva vida que tendría? 

-Echándome palos (risas colectivas, el vino tinto se acaba. Apágame la vela, María). 

dfermin@eluniversal.com

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